Los inicios
En 1999 hice un
curso de fotografía. Empecé con cielos (como ahora), fotos callejeras (pocas) y
me dediqué a fotografiar objetos en mi casa, tipo naturalezas muertas, en
blanco y negro. En algunas combinaba los elementos de un modo bastante
surrealista y metafórico. Lo más importante era la composición, el ángulo de
enfoque (compré un trípode) y la luz.
Después vino la
etapa de las flores, siempre en casa. Clic
clic clic la vieja cámara Canon echaba humo. Un día encontré unas láminas
con retratos de mujeres pintadas por artistas famosos. Se me prendió la
lamparita: servirían de fondo para las flores en vez de telas o papeles
texturados.
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Flor de iris para "Virgen con el niño" de Miguel Ángel |
La serie
Explorando esa
idea saqué más de cien fotos en color y en blanco y negro. El profe estaba
contento, yo, para no perder mi consabida exigencia, bastante menos.
Las vio un
pintor amigo, se entusiasmó: ¡tenés que
hacer una muestra! Me reí para mis adentros, qué fácil es decirlo. Pero él
tenía conexiones con una florería recién inaugurada en Puerto Madero, que en
esa época no era lo que es hoy.
Llevé las fotos
al local, minimalista y moderno. ¡Oh, las aceptaron!
Así nació la
serie Eterna, efímera belleza. Me
apropié de la perfección petrificada de mujeres inmortales y les agregué el
encanto vital y efímero de flores que, según mi criterio, armonizaban con cada
retrato.
Tuve que
seleccionar veinte. Mis ahorros quedaron diezmados cuando llegó el momento de encargar
el catálogo (con un diseño satisfactorio) y de enmarcarlas.
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Margaritas para "Giovanna Tornabuoni" de Domenico Ghirlandaio |
La exposición
La apertura se
fijó para el 23 de noviembre del 2000, a las 19 horas. Las fotos habían quedado
muy bien con el marco blanco y resaltaban en la pared rústica de ladrillos.
Los nervios me consumían.
Además de ser mi primera exposición, estaban las circunstancias externas. Los
sindicatos se habían puesto de acuerdo y decretaron un paro general para el
jueves 23, con marcha y concentración en Plaza de Mayo. También adhería el transporte
público.
La reunión en la
Plaza no se llevó a cabo: al mediodía se produjo el desbande total de los manifestantes
debido a la tormenta más tormentosa que recuerdo. Rayos, truenos y un diluvio
diabólico cayó toda la tarde. Alrededor de las 18 horas, menguó.
Hubo otra mala
noticia: media Buenos Aires se había inundado de tal manera que solo pudieron
llegar unas pocas de las 150 personas invitadas por los dueños del negocio.
A fines de enero
del 2001 desmonté la muestra. En ese entonces la florería estaba mal ubicada y
no iba nadie. Cerró un año después. Hoy hubiera estado en el lugar más
estratégico de Puerto Madero.
No era mi
tiempo.
¿Los cuadros con
las fotos? Me quedé con cuatro, los otros los fui regalando.
© Mirella S. (texto y fotos)