Anabel iba con
frecuencia a las ferias americanas. Toda su ropa la compraba allí. Le gustaba
percibir energías desconocidas, palpar las vivencias que susurraban las telas
sobre sus ex dueños.
Su amiga Mora le
preguntó si no tenía miedo de que esas prendas hubieran pertenecido a mujeres
amargas o con malas vibraciones. Ella le contestó que al elegir una blusa o una
falda primero la recorría con sus manos y algo en la punta de sus dedos la
incitaba a elegirlas o descartarlas.
Mora la miró torcido,
con una sonrisa despectiva, no pudo contenerse y le dijo que su estilo carecía
de personalidad. Combinaba mal los colores, estaba fuera de moda, lo que usaba
la volvía insípida en vez de resaltarla y que, por otra parte, sus ideas
sonaban extravagantes.
Anabel rió,
echando la cabeza hacia atrás y mostrando, entre los pliegues desteñidos de la
chalina, la porcelana pálida del cuello.
—Me extraña,
Mora ¿todavía no me conocés? —habló con una amabilidad genuina—. Somos muy
distintas, lo mío es descubrir enigmas, a vos te encanta aparentar, mostrarte
en primer plano. Te gastás el sueldo en pilchas y accesorios.
Tiene razón Anabel,
no sé cómo voy a llegar a fin de mes, piensa Mora, mientras chequea el saldo de
su tarjeta de crédito. Imposible faltar al cumpleaños de su jefa, una finolis
total a quien detesta. Imposible aparecerse con ropa ya usada en otras
ocasiones. Recordó la feria americana y decidió ir a curiosear. No se lo dirá a Anabel, después del ácido comentario que le hizo.
Entró al local, había pocas
personas y lo recorrió lentamente, revolviendo entre los percheros con la
nariz fruncida, como si de ellos se desprendiera un mal olor. El único que
llamó su atención fue un solero rojo de material sintético que simulaba ser de encaje, con un precio convenientemente económico.
Le quedaba
pintado. Era bastante audaz, cortísimo, con breteles finitos y un escote de
vértigo. A Mora no le molestaba: hay que lucir lo que la naturaleza te da,
decía siempre.
Recordó el
recurso de Anabel y pasó las yemas de los dedos a lo largo de la tela, en una
caricia lenta. Percibió una leve electricidad que atribuyó al nailon del
género. Le había ocurrido con otras prendas con un alto porcentaje de poliéster,
que solía descartar, pero este vestido estaba forrado con tafeta. Ahora no podía
permitirse exquisiteces y menos gastar en la arpía de su jefa, siempre lista
para la palabra descalificadora, el gesto sarcástico.
El día de la
fiesta se alisó el pelo, se vistió y se puso unos aros importantes. Al solero
lo sintió más ajustado que cuando lo probara en la feria la semana anterior. No
podía haber engordado con la escrupulosa dieta vegana que seguía.
Una incomodidad inesperada
se le instaló en el diafragma, le costaba respirar, era como estar dentro de un
corsé que se ceñía cada vez más a su cuerpo. No lograba desprender el cierre en
la espalda.
Tambaleante, se
dirigió a la cocina y tomó un cuchillo. Intentó meterlo en el escote para
rasgar la tela. No lo logró, estaba tan adherida como si fuera una segunda piel
que le quitaba el aire.
De haberla
tenido cerca, se lo habría clavado a su jefa ¡esa hija de puta! gritó, como si
el grito le hubiese permitido romper las costuras y liberarse.
En su paroxismo
asió el cuchillo con las dos manos y empezó a tajear el vestido, hundiendo la
punta de acero en los arabescos del encaje, cada vez más profundo, cada vez con
más furia. Volvió a repetir hija-de-puta, ahora en un murmullo entrecortado y
se dio cuenta de que el insulto iba dirigido a Anabel.
El rojo del
vestido se convirtió en carmín, que goteaba a lo largo de su cuerpo como una
lluvia incendiada.
© Mirella S. —2019—
¡¡Mirella!!
ResponderEliminarQue cuento perfecto, me encantó.
Si tenes ganas, ¿me escribis al mail? Quisiera comentarte algo.
danababic72@gmail.com
Besos y lluvia, café te mate...lo que venga hoy.
¡Gracias, Dana! Logré darle la estructura de un cuento, algo que últimamente me costaba.
EliminarSí, linda, ya te escribo.
Besos, con un jarrito humeante de café a mi lado.
Oye Mire, es que un vestido rojo así como lo describes, y luego con un escote de vértigo, qué cosas. Jajajaja. Me gustó mucho, tres actos breves y ya está. Bueno, escribiendo como tú escribes.
ResponderEliminarCómo hay gente que se le va la vida intentando aparentar cosas.
Te abrazo fuerte. Beeeesos.
¡Jajajaja... ya te hiciste la película con la foto, Gildo! El asunto de que lo primero es la apariencia es algo muy típico de estos tiempos. No es mi estilo, me gusta estar arreglada, pero nunca fue lo más importante para mí.
EliminarMe da gusto que te entretuviera el relato.
Un abrazote y beeesos.
Tuvo el a_rrojo suficiente
ResponderEliminarBesos
¡Buen juego de palabras, profe!
EliminarGracias y besos.
Magnifique!!!
ResponderEliminarEres una gran- Diosa;)
Describiste esa "Otra piel que los habita"... de prestado, y que acabará tarde o temprano devorándolos.
Magistral.
Sencillamente, realismo mágico.
En la red de redes, no hallé quien lograse igualarte como escritora.
Y como lo pienso, te lo confieso.
Y sin halagos de más.
Los justos.
Un abrazo, Bella dama de las letras.
No dejés de escribir... abres puertas, sabés contar como nadie...
Gracias por tan caluroso comentario, Zarcita linda. Lo aprecio porque sé que es auténtico.
EliminarEstoy tratando de volver a garabatear algo, pero está difícil y ya no me exijo, no tiene sentido. Cuando algo querrá salir, saldrá.
Un enorme abrazo.
Un relato que entra en la categoría de cuento de terror, Mirella. Un género que a la vista del resultado te animo a continuar. Dejas al lector imaginando la historia que ahí detrás de esa vestido rojo, metáfora de cómo nos puede arruinar la vida el querer aparentar lo que uno no es. Es el eterno conflicto entre lo que somos, lo que queremos ser y lo que debemos ser. Uno de los temas universales tanto en literatura como en la vida real.
ResponderEliminarMe encantó. Un fuerte abrazo!!
Terror, lo que se dice terror nunca escribí, este relato salió así de pura casualidad. Tengo algún otro con finales un tanto sorpresivos y algo macabros, pero no porque quisiera incursionar en el género, tal vez la bruja interior me los dictó... jejeje.
EliminarTu análisis del "mensaje" es exacto y no puede estar mejor sintetizado.
Muy agradecida, David.
Un fuerte abrazo.
Preciosa historia con metáfora y sin final, nos introduces en situación, nos relajamos con la relación de los personajes y nos asustas con la resolución. Y lo dejas abierto nosotros podemos hacer conjeturas. ¡Genial! por la idea, el estilo y esa manera tan pulcra que tienes de escribir. Un abrazo enorme
ResponderEliminarEspero, querida Ester, que el susto no haya sido excesivo. Cuando empecé a escribir el relato mi idea del final era otra, bastante simplona y el actual surgió mientras lo corregía.
EliminarGracias por tu lectura, buenas noches, con muchos besos.
Me encantó, Mirella, me gustó mucho el desenlace fantástico en el cual el vestido cobra vida ahogando a la protagonista. ¡Mágico!
ResponderEliminarAriel
Me alegra tu disfrute, Ariel. Hay que tener cuidado con el desaforado anhelo de aparentar lo que no se es.
EliminarUn gran abrazo.
Genial Mirella, este relato o cuento con sabor a gótico de terror me ha encantado. Lo que comienza como algo aparentemente basado en la coquetería femenina, lo transformas en un final inquietante, misterioso y rojo como no podía de ser de otra manera.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo escritora.
El título de escritora me queda un poco grande, pero te lo agradezco mucho.
EliminarLa coquetería es algo natural en la mayoría de las mujeres, sin embargo, llevado al extremo de que todo gire alrededor de la apariencia, puede ser letal en alguien con demasiada arrogancia y desprecio por los demás.
Gracias, por estar siempre y otro abrazo enorme.
Qué bueno Mirella, me ha gustado mucho, En un principio pensé que el vestido era mágico con carga asesina, más que ella quisiera aparentar. Normal que deseara estar guapa. Gran relato.Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarQué suerte que te gustó, Betty. Parece un relato simple, con un toque fantástico, pero también tiene una lectura más compleja.
EliminarGracias por pasar, un montón de besos.
Una maravilla de asesinato, con esa introducción necesaria, del poder de la vestimenta para algunas personas
ResponderEliminarUn abrazo grande y feliz día
Una cosa es ser coqueta y otra cosa es tener esa mala onda y una actitud despreciativa.
EliminarLe tocó el vestido que merecía... jaja!
Gracias, Albada, buena tarde para vos también, con otro abrazote.
¡Hermoso!
ResponderEliminarBesos
¡Gracias, Chaly, contenta de que te haya gustado!
EliminarBesos.
¡¡Muy bueno!!
ResponderEliminarme encantan los cuentos de terror que te dejan sin palabras y con la garganta seca por la impresión. Bellamente escrito.
mariarosa
¡Gracias Mariarosa! Me alegra de veras que lo disfrutaras. Como lo escribí no puedo decirte, pero no lo veo tan de terror, solo un poco al final.
EliminarBesos.
Cuando algo se hace con desgana pocas veces sale bien .
ResponderEliminarCarácter y actitud ante la vida: el positivismo nos hace libre, nos impregna de luz ,
el aparentar es una coraza de negativismo interno , y Mora vive una vida que al fin de cuentas no es su vida, si no una vida creada para los demás ,
es entonces cuando llega el desgarro, en tu relato en forma de sensual y provocador vestido , lástima que no supiese quitarse su coraza antes de enfundarselo
me encantó
abrazos grandes Mirella
Dos amigas, por así decirlo, que encaran lo cotidiano desde miradas distintas y la de Mora es soberbia y superficial. En el vestido se le hacen cuerpo las malas vibraciones que temía de su anterior dueña y que, en realidad, son las propias.
EliminarGracias por la lectura y un enorme abrazo, MaRía.
A través de esa simplificación en tres actos, nos introduces en los entresijos psicológicos de dos antagonistas, que partiendo de un mismo hecho, sus diferentes actitudes y formas de pensar, hacen que la primera (Anabel) viva feliz y sepa sacarle provecho a sus potencialidades innatas, mientras que su «amiga» Mora, viva pendiente de las apariencias y encerrada dentro de ese «corsé» que simbólicamente has diseñado como piel de su propia piel (el vestido rojo, que tanto la atrae). Y con un estilo impecable dentro de la narrativa del realismo mágico.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Mirella.
Muy agradecida por tu clara interpretación del relato. Dentro de esa necesidad excesiva de mostrarse, de aparentar, Mora no era tan fuerte ni tenía una firme autoestima. También es probable que envidiara la libertad y lo segura que era Anabel en sus convicciones.
EliminarUn gran abrazo, Estrella.
Mala suerte tuvo con la elección del vestido.
ResponderEliminarSalu2.
O tal vez fue la consecuencia de su mala actitud y era el vestido justo que la representaba.
EliminarGracias por pasar, Dyhego.
También saludos para vos.
Precioso el vestido y bonito tu relato.
ResponderEliminarMuy amable, Trini, encantada de que te gustara el post.
EliminarBesos.
Impecable imagen de cierre, ese final es perfecto para lo que venía manejando el relato.
ResponderEliminarFelicitaciones!
Buen tema elegiste para ilustrarlo
Abrazo
Me costó llegar a ese final, lo cambié varias veces, pero por los comentarios veo que con el actual acerté.
EliminarEl tema de Metallica me gusta mucho y me sorprendió gratamente esta versión y el video.
Gracias por acercarte al nido, Frodo.
Un abrazo.
¡Excelente relato Mirella! Bien planteada las características de ambos personajes. Y un final sorprendente.
ResponderEliminar¡Hola Osvaldo, tanto tiempo sin saber de vos después del cierre de Google+!
EliminarEspero que sigas escribiendo y publicando pronto, o si lo hiciste no me llegaron las notificaciones.
Gracias por tus palabras elogiosas, con un fuerte abrazo.
¿Tenés cuenta de Facebook, Mirella?
EliminarNo, Osvaldo, no me gusta Facebook.
EliminarVoy a poner la dirección de tu blog en la barra de favoritos o de marcadores y cada tanto iré a ver si publicaste algo nuevo.
Si, otro procedimiento no encuentro. Salvo que me pases tu correo (por mail) y yo te envíe el link cuando publique.
EliminarAbrazo
Si no es molestia, te dejo mi mail, porque soy bastante despistada y me voy a olvidar de mirar en los marcadores.
Eliminarplenilunio2@gmail.com
Gracias, Osvaldo.
Excelente relato como todo lo que escribes, me gusto desde el inicio yo también creo que las prendas se quedan con la energía de las personas que las usaron.
ResponderEliminarUn verdadero placer disfrutar tus relatos.
Besos.
También lo creo y pienso que lo mismo pasa con las casas, cuando las habitaron personas con mala vibra.
EliminarEl placer es mío por tenerte en el nido y que te vayas contenta, querida Euge.
Besos.
Que bueno el vestido le sacó sus malas vibraciones y le dió su propia medicina.
ResponderEliminarInteresante porque el comienzo no imagina ese final.
Me ha encantado Mirella.
Buen fin de semana.
Un abrazo.
En el comienzo presento al personaje principal y sus tendencias, después viene el conflicto con su manía de lucirse y, por último, las consecuencias de esa obsesión.
EliminarQué suerte que lo pasaste bien al leerlo.
Un enorme abrazo y gracias, Laura.
Que miedo. Me hizo acordar a la máscara... Que historia, me atrapó del.principio al fin. Lastima que no continúes con la segunda parte.
ResponderEliminarSaludos 🌺
Por los comentarios veo que muchos se asustaron, no fue mi intención escribir un relato de terror, solo un final con impacto.
EliminarEs que no puede haber una segunda parte, Karin, ella se clava el cuchillo.
Gracias por tu visita y te dejo un fuerte abrazo.
Hola Mirella. No me esperaba para nada este final. Sabía que darle demasiado importancia a nuestra apariencia puede llegar a ser perjudicial...pero no hasta este punto jaja.
ResponderEliminarAbrazos.
Jajaja... contenta de haberte sorprendido, pero cuando hay tanta mala leche hacia los demás, puede haber feos finales.
EliminarGracias, Eric, buen fin de semana y abrazos.
Fantástico relato Mirella,... y ese final sorprendente ¡,... me ha encantado. Y es que la inseguridad suele dar paso a una vida basada en las apariencias..
ResponderEliminarNo me parece de lo mejor que haya escrito, pero es lo que me salió después de arduos esfuerzos y correcciones. Como tampoco soy buena juzgando mis escritos y a todos les ha gustado, me doy por satisfecha.
EliminarGracias por acercarte al sur, amigo Norte.
Te dejo un fuerte abrazo.
Hola, Mirella, Me ha gustado mucho cómo has tratado el tema de las relaciones tóxicas, ya sea de amistad como laboral. No suele haber nada bueno detrás de una persona tan consumida por sus propios miedos. El juego con las energías de los trajes, muy hippie, ha sido interesante: la apariencia de un misterio para velar una historia cotidiana. Es un juego interesantísimo.
ResponderEliminar¡Un abrazo! ^_^
El tema de las energías negativas siempre me interesó y lo pude experimentar en ciertos ámbitos y con algunas personas. En el relato le agrego un elemento fantástico para hacerlo más atractivo.
EliminarMuy agradecida por tu comentario, Marta y me da gusto que te engancharas con el texto.
Otro abrazo.
Hola Mirella desde luego el vestido le acabó dando su merecido. Y lo has escrito tan bien que he sentido la opresión y la angustia de ese vestido apoderándose de ella y es que al final lo negativo acaba volviéndose en contra de uno mismo y acaba dañando mucho más a aquellos que lo sienten que sobre los que se proyecta.
ResponderEliminarTe ha quedado terrorífico y muy de película.
Besos
En algún momento toda la mala onda dirigida a los demás se vuelve en contra.
EliminarMe alegra mucho que hayas disfrutado del relato y también te agradezco el comentario.
Besos, Conxita.