Hay dolor
en estas manos de madera que ni acarician para no abrir llagas.
Manos que
eran de arcilla y cimbraban como pájaros briosos, modelando esculturas en el
pecho de un hombre.
Hay dolor
en los dedos de cartón piedra. Se les extravió la gestualidad del gozo, el
sentido del tacto incandescente, no aún la belleza delicada de sus formas.
Las falanges
están inertes como estalactitas y gotean la fría soledad de unas manos que
fueron fecundas.
En otro
tiempo, en las líneas de sus palmas, navegaban ríos en busca del sentido de la existencia.
Se agitaron en bienvenidas, sostuvieron carteles de protesta. Rotos los
convenios del silencio, arquitectaron el arte del acuerdo.
Ahora se
posan con temor en el teclado, se sienten inválidas, ociosas.
©
Mirella S. — 2016 — Imagen de Lauren Treece