Soñé que era pintora y tenía un pincel demencial,
que ignorando mis dedos, embadurnaba el cielo
con trazos violentamente púrpura.
que ignorando mis dedos, embadurnaba el cielo
con trazos violentamente púrpura.
Soñé que el
sol era un ojo de oro blanco y cerraba
su párpado dispuesto a dormir detrás de las torres.
Se
despedía con reflejos ígneos, como si hubiera
encendido un fuego entre las nubes.
encendido un fuego entre las nubes.
Soñé con el hada que inventé en la soledad de mi infancia.
Ingrávida, se escabullía en el cielo,
aleteando los pliegues de su túnica.
aleteando los pliegues de su túnica.
Regresó a mí hecha un pájaro de luz e irrumpió
en el esplendor del crepúsculo igual que un milagro anhelado.
en el esplendor del crepúsculo igual que un milagro anhelado.
Soñé con
dioses en guerra, enardecidos en batallas definitivas, cada uno quería afianzar el poder.
Su sangre se derramaba detrás del horizonte en ríos escarlata.
© Mirella S. (texto y fotos) 2019