La Navidad
es redivertida, está Papá Noel con su ¡ho ho ho! mientras sacude una campana.
En diciembre por la tele pasan un montón de pelis con historias en las que Papá
Noel ayuda a chicos que no tienen familia, con papás separados o que se llevan
mal; él lee las cartas que le mandamos y después baja en Nochebuena con su
trineo cargado de regalos para cumplir nuestros sueños.
Me cuesta entender cómo hace acá que
es verano, no hay nieve por donde resbalar y a los renos les deben doler las
patitas si tienen que tirar del trineo con el peso de los regalos y del mismo
Papá Noel (que es grandote y panzón) por los adoquines de nuestra calle, que
encima no está pavimentada como las del centro. Y él con todo ese abrigo. Qué
tonta soy, viene del Polo Norte, mami dice que allí hay puro hielo, a ver si
todavía se pesca una gripe igual a la que tuve a los cuatro años, con una tos
que no se me iba más.
Yo lo vi
una vez en el shopping, donde por suerte hay aire acondicionado, mami sabía que
estaba y me llevó. No sé cómo se entera ella; cuando le pregunté me contestó
que Papá Noel avisa por mail o ella se fija en Internet en qué lugar va a
estar. A escondidas lo busqué en la compu, pero no lo encontré, capaz que sólo
los padres tienen acceso o escribí algo mal, porque la seño dice que tengo
horrores de ortografía.
Hice el
borrador de la carta, Papá Noel siempre me trajo lo que pedí, bueno, tampoco
exagero, papi y el abuelo siempre hablan de la crisis del mundo, que no hay
plata, que sigue habiendo chicos que se mueren de hambre y entonces me da cosa
pedir juguetes caros, así Papá Noel puede traerle regalos a todos los chicos.
Gabi me
dijo que el Papá Noel que vi en el Shopping era un hombre disfrazado, a ella se
lo dijo la hermana, que tiene doce años. No lo podía creer, si hasta me había
dado un beso y me hizo cosquillas con los bigotazos blancos y me dijo al oído
que se veía que era una nena buena, que en mis ojos, de tan transparentes,
alcanzaba a verme el alma, que siguiera así.
En seguida
se lo conté a mami, que se puso refeliz y se lo dijo a toda la familia, que son
tantos y vinieron para que les mostrara los ojos transparentes ¿será que me
querían espiar el alma? ¡Pero si dicen que es invisible! Si Papá Noel la vio es
porque tiene poderes y si no me retó por las mentiritas que dije o de aquella
vez que me copié en el dictado porque me atrasé, quiere decir que no fue tan
malo lo que hice. Esa Navidad encontré una muñeca hermosa, que no había pedido.
Un premio especial de Papá Noel, porque vas a pasar a segundo grado, me explicó
papi. Entonces por qué la tarada de Gabi anda diciendo que Papá Noel no es de verdad.
Después le fui a preguntar a mami y ella me tranquilizó con un no le hagas caso
y una caricia. Y la Navidad volvió a ser la luz de la estrella en la punta del
árbol, los angelitos colgando de las ramas, la bota roja en la puerta de casa y
el dibujo de la cara sonriente y barbuda de Papá Noel, pegado en la pared
enfrente de mi cama.
No veo la
hora de que sea Nochebuena, este año fue difícil para mí, estuve enferma todo
el invierno y falté mucho al cole. No pasé de grado, espero que Papá Noel no
crea que soy una vaga o una burra, no sé que me pasa ahora, no me acuerdo lo
que leo o lo entiendo al revés. Fui un montón de veces al doctor, que me mandó
a otro que era tan divertido como Papá Noel, hizo unos garabatos en una hojita
con una letra peor que la mía y mami y papi me llevaron a un lugar donde me
enchufaron un montón de cablecitos en la cabeza.
Cuando
volvimos al lo del doctor que me hacía reír, miró los papeles que le dio mami,
se puso serio y empezó a hablarle a ella en voz baja y me di cuenta que desde
entonces mami está triste y una vez la pesqué llorando en la cocina y le dije
mami mami qué te pasa, por qué llorás, las cuentas no estaban bien, pero la
seño me dijo que no importaba, que ya iba a aprender a dividir en cuanto me
sintiera mejor. Y mamá salió con algo muy pavo, que las lágrimas eran por la
cebolla que acababa de cortar, cómo iba a ser la cebolla si hacía rato que
planchaba, sobre la mesa tenía la pila de las sábanas y las camisas.
Pasé en
limpio la carta, me quedó un poco desprolija, de golpe me tiembla la mano y
pego un saltito como si me asustara, igual a cuando Teo viene de atrás en
puntas de pie, me tira del pelo y grita ¡buuuu! Mamá le habló y no lo hace más.
Le di la carta a mami, ella sabe qué hacer para que le llegue a Papá Noel antes
de Navidad. Menos mal que terminó el cole, estoy muy cansada, a veces camino y
se me mueven solas las piernas ni que fueran flanes. Me tengo que acostar un
rato y miro dibujitos por la tele, ahora mamá me deja.
Ayer
sucedió algo que me hizo sentir como si unas uñas frías me rasguñaran la panza.
Abrí un cajón del armario de mamá porque no tenía más pañuelos y ahí, medio
escondido, estaba el sobre celeste con la carta para Papá Noel. ¡Mami no se lo
mandó y mañana es Nochebuena! Entonces está enojada o cree que Papá Noel se iba
a enojar porque repito el grado, entonces no habrá regalos porque no me los
merezco, entonces… Me acordé de lo que dijo Gabi de Papá Noel, al final todo es
una mentira. Agarré la carta y la rompí en pedacitos y sentí lo mismo que en la montaña rusa,
en la bajada repentina, cuando creí que los dientes se me iban a clavar en los
ojos y el estómago se me saldría por la nariz. Y de golpe me vino a la cabeza
la cara de la abu Jorgelina que me contaba fábulas y me convidaba con chocolate
caliente. Ella es la hermana mayor de la abu Neli, que es mi verdadera abuela.
La abu Jorgelina ya no está más, se murió hace poco, era la madrina de papá.
Eso que él es grande, pero igual la seguía queriendo mucho y me llevó para que
la despidiera. Me pegué un susto enorme cuando la vi acostada adentro de un
cajón, ancianita y blanca, con los ojos cerrados y un ramo de flores en las
manos. Le pregunté a papi por qué estaba ahí tan dura, sin moverse y él me dijo
que la abu Jorgelina se había muerto. Yo le pregunté qué era morirse y él se
rascó la barba, miró para arriba, volvió a rascarse la barba y contestó que era
igual a quedarte dormida, pero que no te despertabas. Le pregunté si le había
dolido, no, ni se dio cuenta, dijo papi, rapidito. Justo en ese momento dos
hombres vestidos de negro, bajaron la tapa del cajón y yo le tiré de la manga a
papi y le pregunté cómo va a respirar la abu ahí adentro. Me contestó no te
preocupes, ya no tiene que respirar, ya no siente nada. Sé que hago muchas
preguntas y no entiendo muchas cosas, pero volví a preguntarle ¿a dónde se va
ahora? Papá me miró y tenía los ojos mojados de tristeza y contestó que la abu
Jorgelina iba a hacer un largo viaje.
Mami, por
suerte, me deja la luz del velador prendida, ahora tengo miedo, adentro de mi
cabeza escucho mi voz, como si hablara con alguien, y la voz dice creo que me
estoy por morir y a lo mejor tiene razón, por eso ando siempre cansada y a
veces se me caen las cosas y mami y papi lo deben saber, están tristes y no
mandaron la carta a Papá Noel, total para qué si me voy a morir, es un
desperdicio de regalos. Será esta noche entonces, mañana ya es Navidad, Papá
Noel no recibió la carta y no va a traer los regalos. Me voy a morir en
Nochebuena y si es como dormirse es lindo, porque voy a soñar, siempre sueño
cuando duermo y seguro voy a soñar con mami, papi, Teo, la seño que es un amor,
con Gabi y las chicas, también con Papá Noel y puede ser que me suba en el
trineo y me lleve hasta el Polo Norte a mirar cómo los elfos hacen los juguetes
para los niños de todo el mundo, y también voy a viajar igual que la abu
Jorgelina y si papá, que sabe, dice que no se siente más nada cuando estás
muerta, no me tengo que levantar y ponerme la campera gruesa por si me resfrío,
cuando a las doce pase Papá Noel a buscarme.
©
Mirella S. — 2010 —