Día literario
Por obra de la
literatura, un enamorado es un Romeo, pero si las familias se llevan mal son
Montescos y Capuletos. William
Shakespeare los creó hacia 1595, cuando los barcos cruzaban los mares
cargados de esclavos. Shakespeare, sus contemporáneos, los poderosos de su
época son menos que polvo. Los personajes siguen vivos. Pero claro que no
cualquier personaje vive: ésa es la labor del autor.
¿Qué tienen, cómo están hechos los personajes de la literatura que se meten en nuestra vida?
¿Qué tienen, cómo están hechos los personajes de la literatura que se meten en nuestra vida?
Una primera respuesta la
da Luigi Pirandello, el autor
italiano que en 1921 dio a conocer su obra de teatro Seis personajes en busca de un autor.
“Los personajes -dice- no deben aparecer como fantasmas sino como realidades creadas, construcciones inmutables de la fantasía: más reales y más consistentes, en definitiva, que la voluble naturalidad de los actores”.
“Los personajes -dice- no deben aparecer como fantasmas sino como realidades creadas, construcciones inmutables de la fantasía: más reales y más consistentes, en definitiva, que la voluble naturalidad de los actores”.

"Yo quisiera, y me esfuerzo para que así sea, que mis personajes sean ellos mismos y no hechos a imagen y semejanza del autor. Trato de no transmitirles cosas mías, de mi formación intelectual".
Ray
Bradbury es
estadounidense. Escribió Crónicas
marcianas; El hombre ilustrado; Fahrenheit 451; Cuentos del futuro; Las doradas manzanas del sol.
Dice: "Yo diría que creo mis
personajes para que vivan su propia vida. En realidad, no soy yo quien los creo
a ellos sino que son ellos quienes me crean a mí. No tengo un plan
preconcebido: quiero vivir las historias mientras las escribo. Le doy un
ejemplo sobre cómo es mi relación con los personajes. Es algo que me pasó: el
personaje principal de Fahrenheit
-obligado a quemar libros- vino un día a mí y me dijo que no quería quemar más
libros, que ya estaba harto. Yo no tenía opciones, así que le contesté: “Bueno,
como quieras, deja de quemar libros y listo”.

"Los personajes aparecen
en tu cabeza en primer lugar muy pequeños, reducidos a una imagen, o una frase,
o un gesto, una característica, una decisión, algo... es un núcleo sustancial a
partir del cual ese personaje se va construyendo. Y lo desarrollas viviéndote
dentro de él, es decir, es el personaje el que te va enseñando cómo es.
El novelista debe de ser
lo suficientemente humilde como para dejar de lado su voluntad, digamos, y
hacer caso a lo que el personaje le va contando de sí mismo... en algún
sentido, el novelista es como un médium de ese individuo. La creación de una
novela es muy semejante a un sueño. Tú no escoges el sueño que vas a tener, por
el contrario el sueño se te impone. Por eso, cuando el escritor tiene verdadero
talento, a veces los personajes le sacan de sus propios prejuicios. Por
ejemplo, Tolstoi, que era un machista terrible y un reaccionario, escribió Anna Karenina queriendo hacer un
libro contra el progreso; su idea primera era contar cómo el progreso era tan
malo que incluso las mujeres se hacían adúlteras. Pero luego su personaje,
Anna, le arrastró hacia algo mucho más verdadero, hacia un libro que denuncia
el sexismo, la doble moral burguesa, la opresión de las mujeres. Todo eso se lo
contó Anna a Tolstoi".
Antonio
Skarmeta,
es chileno. En 2001 ganó el premio Medicis, francés, por La boda del poeta. Es el autor de El cartero de Neruda; No pasó nada; La
chica del trombón.
"Lo que hace atractivo al
héroe es su fluidez. Es decir, el tránsito desde lo que ese ser cree. Por lo
tanto, un personaje es siempre un proyecto, que es terminado por la manera como
lo ven los otros personajes. En la novela contemporánea un personaje es una
relación. El personaje no debe preexistir a la novela. Son los actos los que lo
moldean, las opciones que toma. Lo ideal es que el personaje entre levemente en
nuestra existencia y que nos anuncie que espera un cambio, acaso de tal
magnitud, que nos lleve con él hacia una metamorfosis. También es posible que
el héroe se mantenga en sus posiciones y sea deteriorado por la realidad
cambiante. En la construcción de la narradora y protagonista de La chica del trombón tuve que ser muy
diligente. En ella se produce la situación paradójica de que es una chica
huérfana sin prehistoria y obligada a buscar sus raíces en el futuro. Esto
define su carácter: es alguien que está moldeándose en algo impreciso. Un
personaje es una encrucijada de opciones. Los grandes personajes de la
literatura están consumidos por la sensación de que habitan en un misterio que
deben revelar con sus acciones. Lo que los define es el riesgo. Desde allí irán
al fracaso, o a la gloria."

Dice: “No creo demasiado en lo autorreferencial en literatura. El “yo” de una ficción es un punto de vista, una persona que se elige para contar una determinada historia.
La palabra “yo” es un
personaje. Cuando el yo de la historia se confunde demasiado con el autor no
estamos en la ficción sino en las “memorias” o el diario íntimo. Claro que toda
ficción es “algo así” como la autobiografía de un escritor; pero en un sentido
profundo, que no pasa necesariamente por lo anecdótico.
Los relatos fantásticos
de Kafka son su autobiografía, como los cuentos de terror de Poe son la
autobiografía espiritual de Poe, aunque nos cuenten sucesos imposibles. Creo
además que ésa es la zona donde, a veces, un escritor delata mucho más
fielmente su propia historia. La prosa “confesional” es una retórica y, según
mi experiencia, la manera más eficaz de mentir.