Miércoles
Cómo se
hace para que las palabras nazcan entre las rayas de la hoja, en la pantalla de
la pc o dónde sea, pero que crezcan y se multipliquen. Cómo encarar una sequía
de palabras escritas. Cuál es la lluvia, las gotas que vivifican, que broten de
adentro y humedezcan la aridez callada. Tu parte optimista te propone pensar
que se están gestando en el silencio, que callan para
salir después en un grito guerrero.
Este otoño no
tuviste una sola historia para desenredar y le echaste la culpa a las palabras
que no encontraban el camino de salida. No creés en la “inspiración”, eso
abstracto que se supone surge de un misterioso punto de la mente o
del espíritu y susurra cosas. La experiencia te indica que
escribís respondiendo al ímpetu de una necesidad, inexplicable e impredecible.
Hoy
comprendés que no hay culpas ni culpables: hay momentos para la página vacía,
el silencio y la espera.
Jueves
Los miedos
del tiempo te aceleran las alas y vos, frágil gorrión, vas perdiendo plumas,
que caen levemente junto a las hojas del otoño. Las pisaste, mientras caminabas
por esa calle bajo la bóveda ocre de los árboles, escuchaste su
quejido y sentiste piedad.
Sábado
La boca se
abre y aparece una ventana negra que te mira con su ojo de cíclope ciego.
Escuchás un castañeteo y ves que los dientes están temblando en un ataque de
epilepsia o en una danza convulsa. Las muelas agitan las caderas, los
premolares zapatean. La lengua, bien estiradita, parece la alfombra roja del
Oscar. Algunos dientes se zafan del rigor de las encías y se deslizan por ella
en un desfile estelar.
Te
despertás sobresaltada y te acordás de que el lunes tenés un
turno con el dentista.
Domingo
Nunca
escribiste un diario ni te compraste un cuaderno especial que te tentara a
volcar emociones, actos cotidianos, mínimos o extraordinarios.
Únicamente
lo hiciste aquel año, en un cuaderno ajeno y olvidado, ya ni recordás por
quién. Fue una escritura catártica, cada palabra destilaba dolor. Las páginas
se cubrieron de letras, se salpicaron de exiguos globitos que,
con su humedad, corrieron la tinta en una acuarela desgarbada.
Después lo
abandonaste en el banco de una plaza, para que el tiempo lo destruyera o para
que alguien se llevara esas palabras.
Hace apenas unas semanas terminé de leer "Diario de invierno", muy apropiado para el invierno particular que me ha tocado "en suerte" este año.
ResponderEliminarMe parece que para escribir la única premisa indispensable es VIVIR, después, existen otros factores también importantes pero no TAN fundamentales...
Sí, las experiencias son las que nos dan la materia prima; después hay que buscar la forma para volcarlas, hacerlas creíbles y con un toque personal.
EliminarTe agradezco mucho tu visita, Ana.
Besos.