Cómo sería
contar este paralelismo, cómo lo haría si tuviese que escribirlo. Afortunadamente no soy escritora —se
responde Piera. El escritor de la familia era Elio, con sus agudas editoriales
socio-políticas publicadas en periódicos de varios países. Los había leído
gracias a César, ella se consideraba un burra total en la materia. Según las
ciudades en que se publicaban, creyó armar un itinerario de los breves anclajes
del hermano en una fuga que lo alejaba cada vez más.
Él ya no está
para indicarle la forma de expresar una idea y ella debe hacerlo a su estilo, a
través de la pintura, continuando ese cuadro.
Lo comenzó la
tarde anterior, para darle cauce a la inquietud que la quebranta y oscurece
desde hace días. Preparó óleos, pinceles y colocó una tela en el caballete.
Trazó un bosquejo e intentó descifrar la emoción confusa que se le escapaba.
Esa noche durmió mal, soñó con imágenes de piedra, caras de aristas afiladas
que se superponían y voces pedregosas que la llamaban.
Los colores y
las líneas son sus palabras para traducir el desasosiego y el sueño. Tengo que seguir y ver hacia dónde me
conducen —murmura— y expande sobre el lienzo una capa espesa de
grises y ocres. Con la espátula le insinúa texturas y de a poco se revelan
facciones en la gruesa montaña de escombros del fondo.
César y Bruno. No está Elio, en quien había vuelto a pensar últimamente. Sí, César y Bruno, son
ellos que le hablan, cada uno desde el lado de su historia. César desde el
pedestal de su propia importancia de
abogado en ascenso, mientras que Bruno grita frases ásperas, dictadas por la
inquina. Cuánto se parecen, no físicamente, sino en determinadas posiciones
ante la vida: el dinero, el poder, el éxito por encima de cualquier otro
aspecto.
Casarse con
César tan joven le sirvió para irse de la familia, eso lo comprendió
rápidamente. Fue mejor que quedarse en la casa paterna, con el viejo
triste en que se había convertido su padre y con la Segunda, tan sosa y sin
horizontes. Elio se había ido y a Bruno, el amargo, el despectivo, no lo pudo querer,
lo consideraba el culpable de la partida de Elio.
Y fue César
quien descubrió el motivo de la pelea y el destierro de su hermano mayor.
Eran conjeturas que, analizándolas bien, encajaban. El razonamiento inteligente
de César era preciso, solo que Piera no quiso aceptarlo, extrañaba a su hermano
y no consiguió imaginarse a Bruno como una víctima.
Ya se había dado
cuenta de que no amaba a César y después de la revelación la lejanía emocional fue
creciendo. Su marido defendía a Bruno y ella no podía culpar a Elio. Destejió
la trama buscándole puntos flojos, tironeó los hilos para que formaran otro
diseño y, finalmente, sepultó la historia en la tumba de los enigmas.
También la trama
marital comenzó a torcerse, César le recordaba demasiado a Bruno, un Bruno
amable, pero igualmente aferrado a sus convicciones materiales.
En esa época
escapaba y como había huido de la casa familiar, también se fue de esta otra,
rica, de categoría, que le sobraba por todos los costados. Y se sintió como se
debía sentir Elio, sin un lugar en el mundo, él resguardado detrás de sus
palabras escritas, ella embadurnando lienzos para sacarse el frío que le salía
de adentro.
Pasaron veinte
años, Piera ha cambiado. Necesita depurar rencores, cerrar heridas y sabe que
primero debe componer los pedazos rotos de su historia. La pintura será un medio y si no es suficiente,
recurrirá a las palabras. Un nuevo desafío.
Sinopsis
Piera (1970): rememora y reflexiona sobre momentos claves de su historia. Es maestra de arte y artista plástica.
Luciana (1932-1980): su madre, mujer de carácter fuerte, en la casa todo giraba alrededor de ella. Muere cuando Piera tiene diez años.
Renzo (1928-1996): su padre, al poco tiempo de enviudar se casa con la Segunda. Es profesor de italiano y de latín.
Elio (1952): el hermano mayor, le lleva dieciocho años, muy querido por ella. Es periodista.
Bruno (1954): el otro hermano, con el que tiene una mala relación, lo considera culpable de que Elio tenga que abandonar para siempre la casa paterna. Piera desconoce el motivo de la pelea entre los ellos. Es agente financiero.
César (1963): abogado, Piera se casa con él a los veintiún años.
© Mirella S. — 2017 —