El pasillo lateral, largo y descubierto, desembocaba
en el jardín del fondo. Lo primero que se veía era el limonero, alto, frondoso,
con sus frutos como soles cuando estaban maduros o semejantes a pequeñas lunas
marinas apenas despuntaban, confundidas con las hojas.
En esa casa crecí y di los primeros pasos, siempre
buscando ese jardín impecable por la dedicación que le prodigaba mi padre mientras vivió
mamá. La hierba era como una piel tierna que cubría la tierra; los junquillos
bordeaban el caminito central de cemento; los geranios y las hortensias
revestían con sus colores la descascarada pared medianera, la que un día había
saltado Mimosa, la gata gris y blanca, mi compañera de infancia, para
quedarse con nosotros.
Si me sucedía algo triste, desconcertante o alegre,
tomaba un pequeño banquito de madera y me sentaba a los pies del limonero,
siempre lleno de conversaciones de pájaros y del fru fru sedoso del viento. A
los pocos minutos se acercaba la gata y, con sus leves maullidos, se unía al
coro. Eran momentos especiales, allí declaraba mis sueños, mis temores.
La casa era vieja, irregular, porque a medida que se
agrandaba la familia, construían un cuarto. El mío fue el último y le
quitó una porción al fondo. Desde mi ventana tenía la mejor vista del limonero.
De tanto en tanto Bruno o Elio le daban un lavado de
cara a sus paredes rugosas con algún color poco convencional. Recuerdo aquella
vez que pintaron el comedor en un tono bordó, o vino como le decía Elio, que
hizo al ambiente más oscuro y tosco.
Bruno, el día que encontraron a papá muerto, sin
consultarme y con el cuerpo de nuestro
padre todavía en la habitación vecina, me informó que había decidido venderla. Yo
iba poco a la casa, la última vez fue para Navidad y ya estábamos en setiembre,
apenas a unos días de que mi viejo hubiera cumplido los sesenta y ocho años.
No me resignaba a que personas extrañas circularan por
los ambientes o recorrieran el jardín con sus historias a cuestas, desvaneciendo la mía. Que se apagaran definitivamente los últimos ronroneos
de la gata, que eligió morir en mis brazos unas semanas antes de que me fuera para
casarme con César. Como si no quisiera quedarse sola sin mis caricias.
La decisión de Bruno no fue el único final de ese
día. Cuando no estaba enojado su tono de voz solía ser neutro, igual al de un
locutor que está leyendo las noticias.
—Hace tiempo recibí una oferta suculenta por la casa
y que no acepté por el viejo. Hay una empresa interesada en comprarla, no por
la edificación que está descuidada, sino por el terreno. Demolerán todo para
construir oficinas.
Me miró sin verme, como si fuera transparente o le
estuviese hablando a un fantasma del pasado. Agregó:
—Ahora que te separaste esta plata te va a venir
genial para un nuevo comienzo.
Sinopsis
Piera (1970): rememora y reflexiona sobre momentos
claves de su historia. Es maestra de arte y artista plástica. También decide
recurrir a la escritura para profundizar más su viaje al pasado.
Luciana, su madre, una mujer de carácter fuerte, en la casa
todo giraba alrededor de ella. Muere cuando Piera tiene diez años. Renzo,
su padre, al poco tiempo de enviudar se casa con la Segunda para que cuide a Piera. Es profesor de
francés, italiano y latín. Cae en depresión con la muerte de Luciana. Elio,
es el hermano dieciocho años mayor, muy querido por Piera. Es periodista.
Estuvo poco en la casa, durante la dictadura militar tuvo que exiliarse. Bruno es
el segundo hermano, con el que Piera se lleva mal y lo considera el culpable de
que Elio tenga que abandonar para siempre la casa paterna. Ella desconoce el
motivo de la pelea entre los hermanos. Es agente financiero y su única preocupación
parece ser el dinero.
César es abogado, Piera se casa con él a los
veintiún años y se separa cinco años después. Es César quien le da indicios
sobre el secreto familiar. Piera visita a Micaela (que
fue novia de Bruno) y ella le confirma la sospecha de César: con Elio fueron
amantes.
Al poco tiempo de separarse de César,
muere repentinamente el padre de Piera.
© Mirella S.
— 2017 —
Me encantan los limoneros, mi abuelo tenía uno en el fondo de la casa. Ahí me crié. Cuando nos fuimos mi mamá la alquiló, cada vez que volvía al barrio por algún motivo me sentaba enfrente a ver. No entendía que otra gente recorriera los ambientes.
ResponderEliminarBello Mirella, muy nostálgico para mi.
Tremenda historia.
Beso grande.
Son árboles hermosos, los amo porque también había uno en la casa de mi infancia, su descripción y sentimientos los saqué de mis recuerdos.
EliminarQué distinto es vivir en una casa con fondo, sobre todo cuando se es chico.
Gracias, Dana, al escribir esta entrada también sentí nostalgia.
Besos, linda.
No es nada de extrañar, de que la relación entre Bruno Y Piera no sea nada cordial, algo que entre hermanos se debería considerar una relación mucho más estrecha. El egoísmo de Bruno, que lo único que le preocupa es el dinero, denota que es una persona que nunca logrará el cariño de la hermana, ni tampoco de los que le conozcan a fondo. Por su cuenta decidir, cuando muere el padre que la casa se debería vender, sin tener en cuenta los sentimientos que Piera tenia hacia ella, creo que no es de ser muy buena gente. Y menos restregarle por la cara a la hermana que tras su separación la plata le vendría muy bien. Vas bordando el relato de una forma magistral, con esos recuerdos tan bonitos de Piera, y ese limonero, donde acudía para desahogar sus penas y contratiempos, porque las alegrías solían ser menos. Que la gata muriese en sus brazos me parece algo bello y hermoso, porque quizás era el ser de la casa que más la entendía y comprendía, y el cariño era mutuo. El sentimiento que Piera tenía sobre su gata, desde luego era más limpio y profundo, que lo que sentía hacía Bruno. Entiendo perfectamente, que en la cabeza de Piera, aquellos recuerdos se fueran a desvanecer, porque su casa fuera demolida, para dar paso a unas viviendas, Aunque en su casa tampoco vivió una vida plenamente feliz, eran sus recuerdos y aquello la marcó.
ResponderEliminarBesos y abrazos Mirella.
El hecho de ser hermanos no garantiza que haya buena relación y tampoco afecto. Puede haber una diferencia abismal en gustos y necesidades.
EliminarEn cuanto a Bruno es: primero yo, después yo, siempre yo. Alguien que no sabe de sentimientos y que todo pasa por lo material. Como lo estoy escribiendo en un blog no puedo profundizar como quisiera en su psicología, entonces se la novela se volvería interminable. Quizás, si me da la cabeza y el tiempo, algún día rellenaré todos los huecos que quedan en esta historia.
Creo que te llegó esta entrada porque tuve una gata en mi adolescencia y viví en una casa con un limonero, entonces el texto está basdo en emociones más personales.
Muchas gracias, querido Rafita, por tan extenso y cálido comentario.
Un abrazo.
Con la muerte de mi padre terminaba la vieja historia y nacia una nueva: cada cual buscando su propia historia. Y la casa vieja se vendió.
ResponderEliminarBesos
Es lo que ocurre en la mayoría de los casos, la casa suele ser vieja, con demasiados recuerdos y los hijos necesitan empezar sus propias vidas.
EliminarGracias, Chaly, abrazo grande.
Me rompes con esta historia.
ResponderEliminarEn mi casa también había un limonero.
Y la casa se vendió cuando murió mi padre.
Y con la casa se vendieron parte de nuestras memorias.
Y ya no queda casi nada.
El dinero no late, ni tiene corazón.
Me da mucha pena.
Besos.
Como le decía a Rafa, partes de esta entrada la tomé de mi propia historia: crecí en una casa con un limonero y tuve una gata con la que tenía un vínculo increíble. La casa se vendió cuando murió mi madre y yo nunca volví a ese barrio.
EliminarSin dinero no se puede vivir, pero vivir para el dinero para mí es casi inmoral.
Gracias, querido, Xavi, siento haberte traído recuerdos tristes.
Abrazote.
Entrañable
ResponderEliminarLos limoneros y su olor
Besos
Ahora en este lado del mundo están empezando a florecer. Una delicia.
EliminarGracias, Óscar, con un fuerte abrazo.
En donde vivo no hay limoneros a causa del clima, pero sueño con tener algún día alguno. Ese limonero de tu relato y la gatita que eligió morir en tus brazos me ha emocionado sobremanera.
ResponderEliminarEntiendo que Piera no quiera vender la casa con todos los recuerdos que anidan en ella, pero si Piera en verdad necesita el dinero, quizá sería una buena solución.
Enternecedor y nostálgico relato, Mirella. Me quedo maravillada con tu forma de hilar las letras. Gracias por el gusto de leerte.
¡Un gran abrazo!
Es bueno saber que lo que se escribe emociona, sirve para conocer no solo el gusto de los lectores, sino también qué partes del texto lo logran. Esto es lo genial que tiene escribir en un blog.
EliminarPiera, en lo económico, es bastante idealista, tampoco quería nada del ex marido. Es la figura opuesta de Bruno.
Me quedo muy contenta de que te haya gustado, Mila, además de agradecer tu amable comentario.
Un abrazo grandote.
He disfrutado Mirella especialmente este del patio del limonero tan acorde con el carácter algo ensoñador de la niña y la joven que fue Piera antes de casarse.
ResponderEliminarUn buen contraste el tono casi poético de la descripción de la casa con la brusca decisión de Bruno, como si fuera el portavoz de la familia, sin pedir opiniones.
Un despiste, falta la p de septiembre.
Cada vez va sumando calidad narrativa y emotiva los capítulos y dan muchas ganas de saber que va a pasar. No nos dejes mucho tiempo en ascuas Mirella.
Un cariñoso beso compañera.
P.D. Las hojas secas del limonero las suelo poner en los armarios, mmmmmm....nada que ver con los ambientadores sintéticos.
Por los comentarios de hoy veo que el limonero es un árbol muy querido por todos y no es para menos, el aroma de sus flores y sus frutos es tan placentero. Una idea estupenda la de guardar las hojas en los armarios, los perfumes sintéticos nunca podrán competir con el cítrico real.
EliminarNosotros, en el hemisferio sur, no usamos la "p" en setiembre y aunque no le guste mucho, la RAE lo acepta.
No sé si voy sumando calidad, la parte más difícil es el principio cuando hay que presentar a los personajes, las relaciones entre ellos y tejer la trama. Como es para un blog, eso debe ser mucho más sintético y rápido. Además con el sucederse de los acontecimientos yo también me estoy metiendo más en los personajes, construyendo sus reacciones, conociéndolos.
Tendrás el próximo episodio para el martes que viene, ya está escrito y casi corregido.
Todo mi agradecimiento por tus palabras, Isabel, un enorme abrazo.
¡Ah pues mira! no sabía lo de la p de septiembre admitida por la Real Academia que tanto limpia, fija y da esplendor a nuestra común lengua.
EliminarBuenas noches Mirella.
¿Viste, Isabel? Siempre aprendemos algo nuevo, a mí me encantan los modismos de ustedes.
EliminarBesos y que descanses.
Las historias de los integrantes de la familia quedaron en esa vivienda, es muy triste cuando suceden esas ventas que uno decide y otro simplemente sufre.La descripción de la casa y del limonero me llevó a otra casa, a otro patio parecidos e igual de entrañables, bella historia a cada cosa que narras le vas dando un vuelo poético que deslumbra, gracias.
ResponderEliminarmariarosa
Piera lo sufre porque no fue tenida en cuenta en la decisión, aunque en el fondo esa casa represente -sacando su rincón predilecto del limonero y la presencia de la gata- su infancia despojada de afecto.
EliminarCreo que a muchos de los que leyeron esta entrada los llevó a recuerdos personales. A mí también y me basé en ellos para hablar de la casa y del limonero.
Siempre es un gusto tenerte por acá, Mariarosa, gracias.
Besos.
My lemon tree looks just like this.
ResponderEliminarThe fruits are just now turning yellow.
Mmmmmm, I love lemons.
xxx
Here, the lemon trees are blooming now.
EliminarWhat aroma is in the air!
Thanks, Rick.
:)
¡Qué preciosidad de relato! Por su calidad literaria en la utilización del lenguaje, las descripciones con sus bellas metáforas, la comunicación de los sentimientos de Piera en ese bello rincón como un lugar de escape. ¡Cuánta poesía, cuanto sentimiento! Conmueve.
ResponderEliminarLa fuerza interna que tiene el relato en ese contraste entre los recuerdos de Piera tan emotivos y bellos y la insensibilidad de Bruno, mantiene la tensión de los personajes de manera aplastante. A mí me ha dejado helada.
Me ha gustado tanto que me he quedado con ganas de más.
Un abrazo, Mirella.
A mi vez te digo: qué preciosidad de comentario, María Pilar. Me viene muy bien porque me estoy esforzando mucho en este proyecto nuevo en el que me embarqué. No es fácil en un blog hacerlo ameno, no demasiado largo y que contenga emociones y descripciones que enganchen. Pero veo que unos cuantos siguen viniendo con entusiasmo y eso me contagia a mí también.
EliminarBueno, como le dije a Isabel, continuará el martes que viene.
Enormemente agradecida, con un fuerte abrazo.
Me gusta leerte (escribes mejor que bien) y sobre todo me gusta verte tan dicharachera en los comentarios. Sigo atenta la historia y a pesar del romanticismo del limonero no perdamos de vista la situación, el giro del tener dinero extra puede añadir acontecimientos nuevos. Te mando un abrazo
ResponderEliminarHoy es un día horrible, de lluvia fuerte y viento, volví a casa toda mojada y me encontré con muchos comentarios tan lindos y positivos que no puedo hacer menos que contestarlos y me puse dicharachera... jejeje.
EliminarYa verás el martes que viene cómo se empiezan a producir sutiles cambios en Piera.
Mil gracias Ester, abrazo recibido y retribuido.
Hola Mirella. La historia pasa a primera persona y entonces los sentimientos que sentimos hacia Piera se hacen, aún si cabe, más cercanos. Es un texto muy emotivo en el que la protagonista rememora la infancia, con el limonero, ese símbolo tan precioso. Después, con la muerte del padre, se nos encoge el corazón y la narración se torna triste con la fría decisión de Bruno, que supone una ruptura en la vida de Piera (como suele ocurrir cuando fallece un progenitor).
ResponderEliminarMe ha encantado Mirella, escribes maravillosamente.
Te mando un fuerte abrazo.
Piera es artista plástica y al principio de la historia solo trataba de rememorar pintando, pero un día quiere recurrir a la escritura para completar y profundizar el proceso depurativo que ha emprendido con su historia. Bruno representa en su vida el balde de agua fría que te cae encima en los momentos más delicados.
EliminarMe da alegría que te haya gustado, Ziortza y gracias por dejar tus impresiones.
Otro abrazo fuerte para vos.
Son esos momentos de la vida en los que parece que todas las desgracias se juntan. Piera tiene que sobrellevar su separación, la muerte del padre y ahora la venta de la casa familiar.
ResponderEliminarGracias por seguir la historia, Julio.
¡Muchos saludos!
El comienzo me ha traído a la cabeza el poema de Machado "El limonero" y ese "Retrato", donde el árbol es un ancla en la memoria y fuente de recuerdos. Es muy triste perder la casa de la infancia, a mí me pasó. Era demasiado joven para oponer resistencia, pero ya sabía que hay cosas más importantes que el dinero.
ResponderEliminarBonito texto, Mirella.
Saludos.
La casa donde se ha crecido tiene un gran peso en los recuerdos, su imagen se esfumará un poco pero no se olvida.
EliminarMuchas gracias por la lectura y me alegra que te haya gustado.
Saludos, Gerardo.
Me gustó la primera persona en esta sección, se hace mucho más personal, todos esos recuerdos son sólo de Piera, seguro que para Bruno la casa no es más que una casa.
ResponderEliminarMagnífico como siempre. Me gustó el adjetivo de suculenta para la oferta por la casa. Al menos Bruno piensa compartir el dinero.
Te abrazo Mire.
Beeesos
Me parece dinámico e interesante el recurso de que lo más íntimo lo cuente Piera y usar las dos voces a lo largo de la historia.
EliminarBruno es un gran enigma (también para mí), quisiera desarrollarlo más pero no puedo alargar demasiado la historia.
Gildo, te doy la primicia: en total son dieciocho episodios, me falta escribir los dos últimos, y si todo va bien, terminará el 5 de diciembre.
Contenta de que disfrutras también esta entrada.
Abrazo grande y beeesos, amigo.
Hola, Mirella!! Bueno, me he identificado con las sensaciones de Piera, no solo por tu maestría como narradora sino porque, de niño, vivía en casa de mi abuela y esa casa tenía un humilde jardín. Pero en él reinaba un limonero. Era mi tesoro, ¡un árbol dentro de mi casa! Un lujo que utilizaba para jugar con mis muñecos, ¡la fortaleza que había que conquistar! Los malvados guerreros intentando subir por el tronco, los héroes en las ramas defendiendo al rey y la princesa, y también había dragones, aunque fueran cajas de huevos pintadas de verde... Un placer que me lo hayas hecho recordar con tu magia. Un abrazo!!!
ResponderEliminarMe asombró que el limonero a muchos lectores les haya traído recuerdos de su "propio" limonero de la infancia. En tu caso veo que lo usabas creativamente, haciéndolo partícipe de tus juegos.
EliminarEl de mi casa era tal cual lo describo y me basé en él para relatar este episodio. Había años que su producción de limones era tal que mi madre hacía mermeladas o cortaba la cáscara en tiritas y las confitaba.
El placer es mío tenerte como lector y que además disfrutes de la entrada.
Un abrazo, David.
Pues me quedo con la curiosidad de saber qué hará Piera a continuación: evidentemente tiene una poderosa relación con la casa, pero todo apunta que mantenerla en el tiempo no va a ser realista. La elección de la primera persona nos acerca el texto y el limonero adquiere un tinte de recuerdo sagrado difícil de explicar. ¿Conseguirá Piera adaptarse a todos esos cambios? ¿A aceptar que su pasado se va a quedar encerrado en los recuerdos? ¿A vivir el presente y el futuro? Renunciar a la vivienda familiar es un momento muy complicado para algunas personas.
ResponderEliminar¡Un abrazote! ^_^
¡Cuantos interrogantes, Marta! De eso deduzco que te quedaste interesada en la historia. Ya tengo casi terminados los 18 episodios que la componen, así que estamos a mitad de la historia.
EliminarEspero que el resto no te defraude. Quizás el final sea un poco brusco, pero no se puede mantener una "novela" virtual por demasiado tiempo.
Mil gracias por tener la paciencia de seguirla.
Un enorme abrazo, Marta.
Hola Mirella!! Me gustó mucho este capítulo. Se nota la sensibilidad, aunque por momentos la narradora parezca distante como forma de protección frente a su dolor.
ResponderEliminarPoética y muy Piera, me pareció la relación con el limonero.
Un abrazo grande!!
Es que cuanto más sensible se es, mayor es la coraza de protección para enfrentar la frialdad de una familia y después el mundo exterior.
EliminarEl limonero es todo un símbolo en su vida.
Gracias, Simón y un abrazo bien fuerte.
El limonero es uno de mis árboles favoritos. Me encanta el contraste que hace el color amarillo de los frutos con el verde de las hojas, como esa fotografía que has escogido.
ResponderEliminarTambién suelo relacionar los limoneros con la literatura, pues en muchas historias tienen una simbología especial. En este caso, veo que para Piera este árbol singular posee un valor especial por los recuerdos de su infancia, pero, desgraciadamente, a veces nos vemos obligados a despojarnos de objetos, personas y hasta limoneros, porque quedan en el pasado.
No sé hasta qué punto esa plata compensará el valor sentimental que para Piera tiene la casa...
Qué bien leerte, como siempre, Mirella.
Un abrazo.
También para mí el limonero representa algo especial. La plata no compensará en nada lo que no se ha recibido. En cambio el árbol sí será para Piera un gran recuerdo porque los mejores momentos que pasó en esa vivienda están relacionados con el limonero, en quien proyectó el afecto que necesitaba.
EliminarGracias por seguir adelante con la historia.
Un abrazote, Sofía.
Acabo de descubrir este relato del limonero de mano de David Rubio pensando que era para participar en el concurso de Tintero de Oro. Pero no, me ha encantado y veo que forma parte de una historia que me encantará leer. A ver si me pongo al día y puedo tener mas tiempo para leer tu historia Y a mi también me ha traído recuerdo de la casa de mi madre en el pueblo , tenía un limonero y unas chilindras en le patio. Hace pocos años tuve ocasión de volver a ver la casa (hace muchísimos años que la vendieron era de varios hermanos por herencia de mis abuelos) y en el patio ya no existía ni las chilindras, ni el limonero. Solo había un pequeño lugar para tener unas macetas. Se ve que ampliaron la casa con mas espacio para vivir y menos para disfrutar del terreno. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, María del Carmen, por acercarte a leer... y te encontraste con la sorpresa de que es un relato con continuidad. No te preocupes por leer todo, sé del poco tiempo que dispone el que sigue varios blogs, hacelo cuando puedas y tengas ganas.
EliminarEs notable descubrir a través de los comentarios cuántos tuvimos un limonero en el fondo de nuestras casas. Yo basé esta parte de la historia en los sentmientos que me producía el que crecía lleno de frutos en la casa de mi niñez.
Un gran abrazo, guapa.
Qué hermoso que te quedó, Mirella, este tramo de la historia. La acción se detiene para dar paso a la descripción de la casa familiar, el cuadro que enmarca la infancia de Piera en un recorrido hacia el pasado. Y uno la puede ver, nítida, en el sosiego del jardín, en su mundo de flores, pájaros, y susurros de viento, cuando un sentimiento importante la alborota en sus meditaciones, sentada en su banquito al pie el limonero. Y luego de esa escena, llegan los recuerdos de la metamorfosis, el crecimiento desordenado de las habitaciones para alojar la llegada de los hijos, aunque por esas gracias del azar quizás, Piera haya conservado la privilegiada vista del árbol insignia. Los pensamientos se le acumulan, el tiempo pasa aceleradamente, casi brusco con la decisión del hermano, ella desearía que otros no habiten la casa, ese mundo que quisiera conservar a salvo de los extraños. Pero Bruno decide el final, y empuja los sueños de Piera con palabras duras como oferta, empresa o plata.
ResponderEliminarUn capítulo que agrega matices íntimos a la sensible personalidad de la protagonista.
Una historia que navega firme, Mirella, y que se enriquece con cada entrega.
Ariel
Todo mi agradecimiento, Ariel, por leerte también el capítulo anterior.
EliminarTus reflexiones sobre los textos son siempre justas, certeras. Es un lujo tenerte como lector y espero que los próximos episodios no te defrauden.
Un gran abrazo.
No sé, me ha puesto triste la historia de Piera.Eres muy tierna.Un beso
ResponderEliminarEntiendo que te haya causado tristeza la historia, porque tiene momentos duros por los que Piera tiene que pasar.
EliminarMuy agradecida por leerla, Elizabeth.
Besazos.
El pasado continúa irremediablemente vivo en nosotros, no en los objetos. Hace unos años hice algo similar a lo de tu historia. Y, por cierto, no me arrepiento. Los nuevos comienzos de tornan necesarios después de cierto tiempo.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Claro que sí, José, los objetos se deterioran, incluso en los recuerdos. Y cuando algo termina lo mejor es cerrar esa puerta y estar dispuesto a abrir otras.
EliminarMuchas gracias por comentar.
Saludos.
Parece que los vínculos de Piera con su pasado se van diluyendo poco a poco, su padre muerto, su hermano desaparecido, divorciada de su marido... ahora la casa de su infancia desaparece también, una parte de su vida y de sus recuerdos, una imposición de su hermano que sin duda la disgusta y que él zanja apelando a un tema exclusivamente de dinero. La estás poniendo en la rampa de salida para recomenzar de nuevo, quiera o no. Muy bien conseguido el efecto de melancolía en todo el capítulo, algo que ya se venía arrastrando de capítulos anteriores. Vamos a ver que nos depara el siguiente. Un abrazo Mirella.
ResponderEliminarTodavía esos vínculos no se diluyen, a ella le faltan aclarar algunos asuntos, comprender ciertas actitudes, propias y ajenas. No te voy a delantar nada, si no se pierde el interés... jeje.
EliminarMuy agradecida, Jorge, por seguir cada capítulo.
Un gran abrazo.
Hoy he sentido empatía con esta parte de la historia de Piera.
ResponderEliminarSentí el aroma de tu limonero, y vi esas dos caras de la moneda que envuelve tantas y tantas historias familiares: emoción y business.
Decirte que escribes como una Diosa, ya lo he dicho.
Y me repito.
No me importa.
Besos, Bella Dama.
Gracias, Zarcita por leer también lo ya publicado y por haberte enganchado con la historia.
EliminarLo del limonero y la venta del hogar parece que le ha llegado a varios. Son hechos por los que casi todos pasamos.
Un enorme abrazo, hermosa.
Hola de nuevo, Mirella :)
ResponderEliminarSi leo un capítulo tengo que ir a por otro, es que esta historia es maravillosa. Con la venta de la casa ya nada les unirá, será el final para estos dos hermanos que poco tienen en común, solo un secreto acallado.
Qué pena, la verdad.
Un besito.
Nuevamente gracias, Irene, por tu lectura ordenada y por dejar tus sensaciones sobre los personajes y acontecimientos que los unen y dividen.
EliminarUn abrazo.
Me huele a que Piera se muda ahí. Ahora... ¿la segunda no tiene voz ni voto?, ¿a la calle, nomás?
ResponderEliminarSaludos.
Te falló el olfato, Raúl. Gran error si se hubiera mudado allí.
EliminarMuchas gracias por el atracón de lectura que te hiciste.
Saludos.
ResponderEliminarHolaaaa, por finnn ya me he podido colar en la fila y aqui llego, amiga Mirella.
He empezado por esta parte de este gran relato, que como buena escritora que eres, no me ha hecho falta retroceder en el tiempo y rebuscar en tu blog indicios de los anteriores a este, porque me imagino que si los habrá o soy muy osada pensándolo...je,je,je
El caso es que ya me instalé también debajo del limonero, que lo describes tan bien que me llegó su perfume, pero sobretodo la paz que se debía sentir a su lado, un refugio para neutralizar los contratiempos del día, asi como los beatos acuden a misa o al rosario, que también les sirve de consuelo.
Las líneas que dedicas a MImosa, desde su fortuita aparición saltando la pared medianera hasta su entrañable final, están escritas con el corazón, de modo que algo personal tiene que haber en ellas.
En cuanto a los personajes, están muy bien construidos desde la perspectiva psicológica y se nos hacen bastante fáciles de diferenciar.
Bueno, como ya sé que las adulaciones y demás complacencias no son tu fuerte, pues simplemente decirte que se me ha pasado volando el tiempo, tanto leyéndote como comentando.
Procuraré, a ser posible, no excederme tanto en mis comentarios, la próxima vez, de modo que te pido disculpas.
Un beso grande.
Muchas gracias por el tiempo que dedicaste a la lectura y a los comentarios de esta historia. Hay publicados siete episodios pero creo que leyendo la sinopsis te podés ubicar y entenderás perfectamente los futuros capítulos.
EliminarNo tenés que disculparte, al contrario, estoy muy contenta del "suculento" comentario que me dejaste.
Es un placer que estés nuevamente por aquí, Estrella.
Un abrazo bien grande.
Me reincoporo a la lectura, Mirella.
ResponderEliminarAquí he gozado con ese patio y su limonero. Los alegres limoneros son muchos en mi tierra, principal productora de limones a nivel europeo. La fragancia de sus hojas es una delicia.
La trama avanza con retrospecciones, que van conformando la vida y el carácter de los hermanos.
Continúo.
Un beso.
Mil gracias, Isabel por venir y leer todo junto.
EliminarUn enorme abrazo.