Foto: Anna O
Cuántos finales
iniciaron principios y viceversa. Cuánto aprendió de ellos, incluso de los
aparentemente menos significativos. Fueron tantos que no podría
contabilizarlos.
La vida es
cíclica, cada una de sus etapas encierra una deconstrucción para fundar un
orden nuevo, que no siempre es mejor o más cómodo. El tiempo dirá si las decisiones
tomadas resultaron correctas.
Al separarse de
César no quiso aceptar la parte de sus bienes, ella no había hecho ningún aporte.
Quería empezar de cero, valiéndose por sí misma, con sus clases de arte en el Instituto y con la
intención de abrir su propio taller de pintura y escultura.
Él era realista
y fue generoso. La llamó a la pensión donde se había alojado y le pidió que tomara
el monoambiente del barrio de Almagro. Con su sueldo de docente nunca podría
irse de ese lugar, los pasillos infectados con olor a sopa y orina de gato, y
menos llevar a cabo su proyecto.
La otra opción habría
sido volver a la casa del viejo, con la frente marchita, como dice el tango,
sumergirse nuevamente en el clima opresivo que le provocaban sus tres
habitantes, una alternativa que consideraba el peor de los retrocesos.
Cuando se mudó al
departamentito de Almagro, rescató sus sueños adolescentes de libertad. Esperaba
un inicio digno, con su estilo sin artificios, asentado en lo esencial.
La expansión
alegre de desbrozar malezas para encontrar su camino duró unas semanas. Ese
principio se quebró por un final abrupto: la muerte de su padre.
Se lo comunicó
la Segunda, en un breve llamado telefónico.
—Lo fui a
despertar para llevarle el café… no me contestó, lo toqué y estaba tan frío.
Recordó que su
padre y la Segunda ya no compartían el mismo cuarto, ella había trasladado sus
cosas al de Piera, pero mantuvieron el ritual del café matutino en la cama.
Morir durante el
sueño, dejar furtivamente un mundo del que se había retirado con la muerte de
la esposa. De Renzo apenas había quedado un pellejo seco y silencioso que se
arrastraba a lo largo de los días sostenido por rutinas y recuerdos.
Piera no sintió
un gran dolor ante la noticia, solo una pena extenuada, que se parapetaba en
las comisuras de los ojos, bebiéndole las lágrimas.
Corrió hasta la
casa antes de que se lo llevaran. Hacía casi un año que no lo visitaba y al
verlo, le pareció aún más viejo y consumido, como si una voracidad interna le
hubiera devorado la carne. No le pudo dar un beso, no lo había hecho en vida y
ahora carecía de sentido besar un cadáver. Apoyó una mano sobre las del padre
unidas sobre el pecho, cerró los ojos y le dijo addio, babbo*, como le habían enseñado a llamarlo.
La Segunda daba
vueltas y vueltas alrededor de la cama donde yacía Renzo, la cara contraída
igual que un ancho melón que empieza a marchitarse. Oyó la voz de Bruno que
hablaba por teléfono en la que había sido la habitación de Elio, convertida en
escritorio. Cuando entró se masajeaba los párpados y ella, en un impulso
genuino, lo abrazó. Bruno le puso una mano en el hombro para alejarla.
—Una buena
muerte, sin darse cuenta, sin dolor. Ahora hay que ocuparse de los trámites.
Sus ojos,
negrísimos como los de Renzo, parecían agrisados por una niebla. Sabía que Bruno
y su padre tenían una conexión profunda y extraña, un entendimiento sin
palabras. Comprendió que nunca le diría que descubrió el secreto ni que había
visto a Micaela. Él la ignoraba, seguía tratándola como a esa mocosa metida e
impertinente pegada a los talones de Elio.
Bruno se inclinó
para abrir uno de los cajones y sacó una carpeta gruesa. En el frente, con letras
de imprenta en tinta negra, leyó: Escritura
y Testamento.
—Voy a vender la
casa en seguida, no hay que hacer sucesión, babbo ya la había puesto a nuestro nombre.
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Se siente una familia fría y alejada. Debe ser triste que la muerte sea papeleo. Entiendo la situación en la que alguien se muere poco a poco y una tiene tiempo de hacerse cargo de la idea y después, cuando llega el momento, el dolor, aunque agudo, es tal vez más suave. Pero en esa familia no había palabras de cariño, no se leían por ninguna parte el reconocimiento o las historias felices que se cuentan. Un texto algo frío que no nos deja fríos, Mirella. Lo he sentido muy triste, como si toda esa tristeza que debería haber explotado, aunque escondida detrás de cada silencio, estuviera incesantemente ahí.
ResponderEliminar¡Un abrazote, Mirella! ^_^
Es una familia triste, fría, sin demostraciones de afecto, por lo tanto Piera no puede sentir un gran dolor por la muerte de alguien tan lejano.
EliminarEl propósito de esta historia es ver cómo se las va arreglando la protagonista para salir de ese círculo de indiferencia en el que creció, fortalecer su autoestima tan por el suelo y descongelar su corazón.
Gracias por tu lectura, Marta.
Un abrazo grandote.
Hola Mirella. Mientras lo iba leyendo era como estarlo viviendo. Las frases tan exactas dan la medida justa de lo que va pasando, de los sentimientos que son contenidos, como todo en la vida de Piera, incluso cuando Piera se muestra expansiva con sus expectativas de empezar de nuevo.
ResponderEliminarLas escenas me parece como si estuvieran buriladas. Son muy precisas y por eso creo que me impactan emocionalmente.
Un abrazo grande!!
Un gusto que lo percibieras así, Simón. Este capítulo me costó escribirlo y lo corregí hasta último minuto. No me convencía del todo, pero si vos lo sentiste quiere decirque no anduve tan errada.
EliminarPor suerte adelanté bastante en la historia, ahora estoy viendo cómo la cierro.
Gracias y abrazos, amigo.
Tú no escribes Mirella, tú filmas... sí, con palabras.
ResponderEliminarEs que los veo.
Por otra parte que triste suelen ser los finales de todas las vidas... casi parece que merecerían morir antes, con algo de dignidad.
Besos.
Bien Torito, es como si fueras al cine gratis...jeje...
EliminarEl final de la vida es triste, pero ya quisiera morir como Renzo, durante el sueño. Él hubiese querido irse antes, junto con su esposa. El resto de su vida fue vegetar, sin entusiasmos.
Besos.
Me has inspirado un poema.
ResponderEliminar:)
Gracias.
Me alegro, aunque presiento que será tremendo.
EliminarGracias a vos, por estar siempre.
Esto avanza que da gusto. Ya estás lanzada, Mirella.
ResponderEliminarVeremos qué pasa ahora, con Piera independiente y tras la muerte de su padre. Está muy interesante ;)
Un abrazo muy grande.
Que me lo digas vos ya es todo un estímulo, querida Isabel.
EliminarMe gusta escribirlo pero no quiero prolongarlo demasiado, esto es un blog.
Te agradezco mucho que sigas las peripecias de Piera.
Un fuerte abrazo.
Creo que es un drama familiar, de los que se suelen dar en la vida real. Pero lo que ocurre, que solo los que tienen la desgracia de vividlos, saben realmente lo que se sufre y padece. Hay personas que la vida la trata muy mal, y detrás de un palo, le viene otro, y estas desgracias, por fuerte que uno sea, te dejan muy abatido. Piera no tuvo tampoco una vida muy feliz con su padre, y quizás en su lecho de muerte, ahora piensa que si los dos hubieran puesto más de su parte, la relación hubiera sido más estrecha. El resto de la familia entre unos y otros, tampoco están para tirar cohetes, y yo creo que aunque barriera para su montón, su ex-marido Cesar no se ha portado para nada muy mal con ella.
ResponderEliminarBesos y abrazos Mirella; eres una gran escritora.
Es como lo decís, si bien no es autobiográfico y los personajes son todos inventados, no tuve una infancia fácil, eso es lo que trato de reflejar y cómo se pueden suavizar las marcas de la niñez.
EliminarSi el padre nunca la besó o se acercó a ella, la consecuencia es que el vínculo se vuelve vacío, extraño.
César se ha portado muy bien con Piera, solo que no eran el uno para el otro, pero ella ha quedado agradecida por ese matrimonio.
Gracias, Rafita por tu comentario tan elogioso.
Un abrazo bien grande.
Extraña familia, nada los une, ni el dolor por la muerte del padre, un padre que deja todo ordenado para que no haya sucesiones ni problemas, nada los perturba es como si fueran de cartón piedra.
ResponderEliminarla narración es justa y clara, nos vas dando las escenas dibujadas y exactas, nada queda en el aire, muy uen trabajo Mirella, te sigo...
mararosa
Hay muchas familias así, Mariarosa. Los sentimientos no se expresan y todo se vuelve frío, distante y quien crece en un ambiente así le es difícil relacionarse también en el afuera.
EliminarMe pone contenta de que te haya gustado y que te queden ganas de seguir la historia. Te lo agradezco mucho.
Un abrazo.
Desde luego, la muerte nunca supone un cambio real. Lo remueve todo, pero los sentimientos que la persona nos despertaba en vida no van a cambiar. Sí dejan un vacío, esa intensidad emocional que de repente desaparece y la frialdad del papeleo que viene después. Una familia rota en vida no va a unirse en la muerte. Como siempre, una narración impecable, Mirella. Un abrazo!!!
ResponderEliminarEs muy cierto lo que dijiste y a Piera le queda el trabajo de remontar su historia familiar para poder desarrollar la propia, conectarse con lo que desea para ella.
EliminarMuchas gracias por seguir la trama y siempre con tus análisis interesantes.
Un abrazo, David.
Que triste que ni la muerte alcance para alguna frase entrañable. Es un lujo leerte, sabes como conducir un relato sin apenas descripciones y a la vez hacernos visualizar la situación, cada palabra es la idónea, cada frases es la apropiada. Gracias y abrazos
ResponderEliminarLa agradecida soy yo, Ester, por tus comentarios tan favorables y por seguir atentamente la historia.
EliminarUn enorme abrazo, hermosa.
Siempre es explendido leerte Mirella.
ResponderEliminarBesitos
Te agradezco mucho que no te pierdas una publicación.
EliminarSos un encanto, Nieves.
Besos.
Es triste ver esa distancia emocional que se produce en algunas familias que acaban convirtiendo casi en un trámite esa muerte. Los vínculos es necesario cuidarlos para que sigan creciendo y esa familia no conseguía hacerlo. Por otra parte, Cesar se comporta bien con Mirella y eso me parece muy bonito porque su relación se ha acabado pero hubo cariño y se mantiene.
ResponderEliminarCreo que ha quedado bien resuelta la historia de Piera, cierra perfectamente la serie y entiendes un poco más a la protagonista.
Un beso
Sí, hay familias que no saben expresar el afecto y se abocan a hacer cosas para cubrir el dolor, que tampoco permiten que salga.
EliminarLa historia continúa, Conxita, estoy tratando de que no se alargue demasiado y ver cómo hago para no cerrarla abruptamente.
Gracias por seguirla.
Un abrazo.
Gran capítulo Mirella. Piera enfrentada a dos rupturas con su esposo y con su familia, la verdad no creo que vuelva a ver a Bruno, salvo hasta que esté como su padre en este último encuentro.
ResponderEliminarGrandioso como siempre.
Abrazos y beeesos
Gracias que a pesar de la preocupación de lo que está ocurriendo en tu tierra te tomes un tiempito para leer y dejarme tus impresiones.
EliminarYa veremos qué pasa con Bruno, intento acortar la historia, ya tengo unos cuantos episodios escritos y no deseo extenderla más.
Un beeeso y abrazo grandote, Gildo.
Hola Mirella.Piera es fuerte, saldrá adelante .Veremos lo que pasa con la herencia.Un beso muy fuerte.Un placer leerte.
ResponderEliminarGracias Elizabeth por acompañarme, junto a Piera, en esta aventura, nueva para mí, en la que me he embarcado.
EliminarUn enorme abrazo.
Hola Mirella. Me he leído en un par de días esta maravillosa historia de Piera y su familia (a la espera de más capítulos). Me he encontrado con una prosa brillante, muy rica en matices y preciosas metáforas. Cada capítulo tiene algo que te hace reflexionar sobre la vida. En este en concreto, nos encontramos con un texto triste pero en el que subyace la esperanza de un nuevo comienzo para Piera.
ResponderEliminarMe está gustando mucho, seguiremos leyendo las andanzas de esta mujer para ver que le depara la vida.
Un fuerte abrazo, Mirella.
Agradezco enormemente tu interés por leer todo desde el principio... no cualquiera lo hace, Ziortza.
EliminarAnoche hice un recuento de lo que tengo ya escrito y le voy a poner punto final para que no se torne aburrido. Calculo que lo cerraré para fines de noviembre. Todavía hay unos nueve o diez episodios más para leer. ¡Espero te gusten!
Un abrazo grandote, guapa.
Hola Mirella, ando sin mucho tiempo estos dias, me guardo tu VII y ya te diré compañera. Hasta prontito.
ResponderEliminarSin apuro y sin obligación, cuando puedas.
EliminarGracias, Isabel.
Besos.
¡Hola Mirella!
ResponderEliminarOtro gran retazo de la vida de Piera escrito con el sentimiento de sentirlo desde dentro. Observo que César sigue siendo generoso con Piera, lo cual para ella debe ser motivo de no sentirse tan sola.
Por otro lado me ha parecido leer una historia fundada en muchas familias, alguna vez he pensado que es triste que en vida no exista relación de amor con los más allegados, sin embargo en cuanto un miembro importante de la familia muere, todos compungidos a decirle el último adiós y mostrando tristeza.
Y como bien dices, "La vida es cíclica" todo va mutando de acuerdo a las elecciones elegidas y el tiempo, ese aliado que unas veces está a favor y otras parece que no, determina lo correcto.
Gran maestría la tuya, querida Mirella, para plasmar tan bien ordenadas las letras que percibo la vida de Piera.
¡Un fuerte abrazo!
Como se encara la vida depende en buena parte de lo que se aprendió en la familia. Si hubo pocas demostraciones de afecto, el niño, el adolescente tendrá dificultad para manifestar el amor. Es como que sale al mundo ya con una carencia, una dificultad.
EliminarDespués la vida irá puliendo, para mejor o peor, lo que vino de "fábrica". Ya es responsabilidad de cada uno lo que elige hacer, pero hay marcas que no se van fácilmente.
Gracias por tu comentario y por la lectura profunda.
Un gran abrazote, Mila.
Comienza este capítulo con un hecho difícil, la separación de Piera y César, algo que por otro lado podía intuirse de capítulos anteriores. Sin embargo se nota generosidad en ambos y todo se produce de común acuerdo, parece que el día a día de Piera retoma una cierta calma, que la luz empieza a abrirse allá en el horizonte, y entonces con una maestría de quien sabe como manejar los tiempos del relato nos sueltas sin previo aviso la muerte de su padre en un párrafo corto, seco y tajante.
ResponderEliminarA partir de ahí la narración se mueve entre una tristeza que subyace ya hasta el final y la aparente distancia que toma Piera, acostumbrada a no compartir un exceso de sentimiento con su familia. Y aunque no se dice, aunque ella trate de negárselo a sí misma, se ve que le afecta, que es otra piedra más con la que ha de cargar a partir de ahora en su vida.
Capítulo muy bien escrito, con la fluidez de una pluma firme, posiblemente para mi gusto el mejor capítulo de lo que va de serie. Un abrazo.
Hay etapas en que la parte emocional parece ser sacudida por múltiples acontecimientos, cuando uno se acomoda a uno viene el mazazo de otro. Es lo que le ha ocurrido a Piera en ese momento de su vida y deberá acomodarse a todo lo que trae la muerte de su padre.
EliminarEstá afectada más de lo que muestra, porque mostrar sentimientos nunca ha sido el fuerte de esos tres personajes que quedaron en la casa, cada uno aislado en su propio mundo.
Me encanta de que te haya gustado este episodio y espero que también disfrutes de los que vienen. Quizás me estoy afianzando un poco más en la forma de contar la historia, mi primera experiencia en escribir un relato lago con continuación.
Me dejaste un magnífico análisis, Jorge y te lo agradezco mucho.
Un abrazo grandote.
A veces me ocurre Mirella, que cuando estoy leyendo una novela, o relatos, la voz del narrador que cuenta la historia cobra demasiado protagonismo y me distrae de lo principal, se entrometen sus pensamientos (los del narrador) con los pensamientos y acciones de los personajes, pero... esto te lo quería comentar, he observado que casi todos tus “capítulos” comienzan con una mini disertación sobre la vida, o algunos aspectos de ell... y en este caso me parece adecuada “esa voz” porque la protagonista, Piera, es la que cuenta sobre su vida, y se puede permitir estas generalizaciones; además no abusas de ellas, (en el caso de este cap VII, en dos cortos párrafos haces un pequeño “introito” sobre la vida, (su vida), y enseguida vas y cuentas.
ResponderEliminarNo sé si me he explicado bien, pero te lo quería comentar.
Y cuentas en pocos trazos sobre la separación, las posibles dificultades económica de Piera (algo que no parece preocuparla demasiado y que sin decir diciendo habla de su forma de ser y de sus ansias de respirar).
De la generosidad de César.
Del profundo desprecio que siente por “La segunda” sin decirlo explícitamente lo cuentas por medio de sus acciones (eso me encanta)
De lo que sentía por su padre, de los reproches no expresados a su padre, de la carencia de padre, de la pena atenuada por su pérdida.
Ahora vendrá el tema de la venta de la casa y la repartición... ya veremos cómo se retrata cada uno.
Este VII me ha gustado mucho por su contención, a pesar de hablar de un drama…la muerte de un padre, la separación… no lo llevas a términos extremos, y sin embargo, no es nada frío, todo lo contrario. De escritora.
Hasta pronto Mirella, un beso compañera.
Yo también noté eso de las reflexiones antes de entrar de lleno en la historia. Lo vi cuando estaba releyendo todo lo que tenía escrito para no caer en repeticiones o contradicciones. Como eran pensamientos breves me pareció oportuno dejarlo. Te explicaste perfectamente y me demostró tu concentración en la lectura y que no se te escapa detalle.
EliminarQué linda forma de comentar que tenés, Isabel. Estoy muy agradecida que me leeas con tanta atención y que te detengas en tantos aspectos del texto.
Un gustazo leer todas tus opiniones, preciosa, no solo las que dejás aquí, sino también las de los blogs compañeros. Gracias de nuevo por el tiempo que nos dedicás.
Un fuerte abrazo, Isabel.
Un placer mi amiga :)
EliminarQue es mutuo, querida Isabel.
EliminarBesos.
Mirella, me ha gustado especialmente el lenguaje metafórico de este capítulo. Hay párrafos que son fantásticos, tales como este: "solo una pena extenuada, que se parapetaba en las comisuras de los ojos, bebiéndole las lágrimas."
ResponderEliminarAl margen de los aspectos formales, veo que todavía queda mucho para determinar si la decisión de Piera fue la adecuada. Yo espero que sí, pero todo depende del camino que decida seguir a partir de ahora.
Una maravilla leerte.
Un abrazo.
Me interesa mucho tu comentario porque también tenés un ojo especial para la lectura. Un gusto que te fijaras en el llenguaje metafórico, porque pongo demasiada energía en lo formal y, a veces, temo caer en cierto rebuscamiento.
EliminarA Piera le van a tocar nuevas decisiones, experiencias, angustias y otras aperturas. Gracias por tus cálidas palabras, Sofía.
Un abrazo grandote.
Me encanta como escribís!
ResponderEliminarbesos
Muchas gracias, Karin, me alegro de que te gustara.
EliminarBesos.
Una historia de tantas familias por desgracia. Un beso.
ResponderEliminarGracias, Susana, por acercarte a este espacio. Sí, hay muchas familias con estas características.
EliminarBesos.
Personalmente me ha parecido muy duro comprobar como Piera percibe con esa distancia la muerte,... la muerte de un ser tan próximo. Después el papeleo,... frío, enormemente frío. También me fascina tu modo de pintar los sentimientos, y las emociones. Un abrazo fuerte!
ResponderEliminarEl padre de Piera es un ser próximo porque vivieron en la misma casa. Tener la misma sangre no significa que se den relaciones de afecto. Si un padre no besa o abraza a su hija, muy poco puede sentir ella hacia esa figura lejana.
EliminarEn un blog las publicaciones tienen que ser mucho más resumidas, me gustaría explayarme más sobre los sentimientos de los personajes, pero sería muy largo para seguir.
Agradezco mucho tus impresisones sobre el texto, Norte.
Un abrazo.
hola mirela! a medida que bajaba para dejarte un comentario mis ojos volaban por toda esa galeria de fotos, y escritores, tienes un blog muy bonito! el relato es magnifico, te compartimos! gracias y saludosbuhos.
ResponderEliminar¡Hola Buhos, bienvenidos a este espacio!
EliminarMe alegro que te gustara el blog y también el texto, todo mi agradecimiento por volar hasta aquí y dejar un comentario.
Besos.
Admiro, Mirella, la prolijidad de tu prosa, te imagino cambiando palabras para lograr el efecto deseado, hasta creo que ponés cuidado en la sonoridad de la frase entera, como si estuvieses afinando un instrumento musical. Y lo mismo me pasa respecto a la atención que prestás a cada vaivén en los sentimientos de los personajes. De Piera especialmente, dado que es la más expuesta de la historia. En este capítulo se destaca, al menos a mí me parece, la justa expresión del estado emocional de Piera, mediante una tensión interna que se aprieta entre las palabras de la narración, como si hubieses ajustado la clavija de la cuerda, pero logrando el equilibrio justo, la nota adecuada. Y otra cosa para destacar son las expresiones verbales y el gesto de Bruno, me parecieron de una excelencia y una sutileza envidiables.
ResponderEliminarNo sabés como aprendo cuando hago una segunda lectura para husmear en los detalles, primero disfruto y luego intento responderme a las preguntas: ¿Y esto cómo lo hizo?, ¿y aquello? Me encanta detenerme en esas cosas.
Espero no haber llegado tarde. Ahora seguiré con la siguiente entrega.
Es un placer leerte, Mirella.
Ariel
Es verdad, Ariel, soy una obsesiva con la forma, con el uso de las palabras. Lo que más me gusta es la descripción de los personajes, una descripción que ponga de manifiesto su mundo interno. Como este trabajo tiene 18 episodios, no me puedo detener en cada uno de ellos como quisiera, esto es un blog y no un libro. Me lo digo para ir concentrando en pocos párrafos lo que quiero contar.
EliminarMuchas gracias por tu hermoso comentario y me alegra de que lo que escribo te sirva para tu propia escritura, aunque, sinceramente, no creo que lo necesites.
Ya leí tu libro y me gustó mucho, dos relatos los recordé de tu blog, el de Tilo y Estacado. Los disfruté en grande porque tener un libro en la mano no es lo mismo que leer en una pantalla. Ya en otro momento te iré diciendo mis impresiones, pero son cuentos de alto nivel y también con una prosa muy trabajada. ¡Felicitaciones, compañero de letras!
Un fuerte abrazo.
Mirella, pero ¡qué lindo lo que me decís del libro!, no sabés lo contento que me pone que lo hayas leído, y encima, que te haya gustado y lo hayas disfrutado. Le pongo mucho trabajo a lo que escribo, lo hago con ganas, a veces las cosas me salen bien y otras no, por eso tus palabras son una recompensa enorme para mí. Te agradezco muchísimo tu opinión, es muy valiosa porque sé que sos sincera, una lectora de lujo, una escritora que admiro. Estoy muy contento de tener una compañera de letras tan talentosa como vos que se fije en lo que hago, es muy halagador, me alegra haberte encontrado en este camino tan lindo, de veras, así lo siento.
EliminarUn abrazo muy grande.
Ariel
Como bien dijiste, soy sincera y te transmito lo que sentí al leer el libro. Aquí te agrego que me encantó el último, "Mariposas", un estupendo homenaje a Cortázar.
EliminarLo bueno que tienen los blogs es que el autor puede enterarse de lo que suscitaron sus letras en los lectores.
Un abrazote, Ariel.
Hola Mirella,
ResponderEliminarQué hogar más frío, traspasa la pantalla. Dan ganas de huir y alejarse de todas estas personas que tan poco conocen del amor.
Pobre Piera, empezar de cero ya es difícil pero sin nadie a tu alrededor que te quiera, todavía más.
Le deseo lo mejor en este nuevo ciclo, y espero que sea lejos de estas personas que no se les puede llamar ni familia.
Besos.
Irene, muchas gracias por ir poniéndote al día con el relato, eso tiene un gran valor para mí, hay tanto para leer y poco tiempo.
EliminarAlgunas familias producen marcas imborrables que pueden servir, si la persona logra superarlas, para alcanzar una mayor comprensión de la naturelaza humana.
Más gracias y besos, preciosa.
Es una familia bastante miserable, aunque estas miserias las deber tener todas. La muerte no cierra etapas, abre otras puertas por las cuales no se debería entrar.
ResponderEliminarSaludos.
Miserias que hay en muchas más familias de las que se cree.
EliminarLa muerte puede ser liberadora para el que se va y también sacarse un peso de encima para el que se queda. O quedarae pegado al recuerdo del muerto. Depende de cada historia.
Gracias, Raúl, por retomar el relato.
Saludos.