Imagen de Ilya Rashap
Puede ser una infinidad de cosas, algo inútil para
nuestro mundo utilitario o un objeto imprescindible, con una función que desconozco. Cayó en la palma de mi mano desde
el enigma de una bolsa de papel madera que dejaron en la puerta del departamento.
Debo confesar mi perplejidad y desilusión. Lo miré desde
todos los ángulos, lo abandoné en una repisa y continué con mis ocupaciones
habituales. Al otro día lo metí en el bolsillo de la campera y lo llevé a
pasear. Cada tanto lo miraba, pero seguía sin transmitirme nada.
—Me estás
complicando la vida —le dije.
—Tampoco es para tanto —me contesté—, empezá a describirlo, a vos te gusta y te sale fácil desvariar —volví a decirme.
—Tampoco es para tanto —me contesté—, empezá a describirlo, a vos te gusta y te sale fácil desvariar —volví a decirme.
Era un artilugio pequeño, de metal oscuro, con forma de pera,
soldado a una base redonda y plana, en cuyo centro se incrustaba un anillito de
hierro.
Por la semejanza se me ocurrió que podía ser el chupete de un
mini robot japonés, al que intentaban fomentarle las emociones de un infante. Le
ponían el adminículo para calmar el hambre de contacto, la ansiedad de no tener madre.
—No pienses más tonterías —me dije—. Sin embargo, me
pareció que gracias a ese disparate se me abría una nueva dimensión: el
chirimbolo* podía ser lo que yo quisiera. Y eso me estimuló. Tenía carta blanca
para imaginarle una procedencia, una historia, hasta una finalidad.
Me arremangué, miré hacia el techo, mordí concienzudamente
la punta de la birome, estuve relojeando* un rato al pendorcho* y esperé.
Al observarlo de frente tuve la impresión de un ojo negro, pongamos un ojo de ébano, con una pupila plateada, tal vez de zirconio o de un material aún no descubierto, con propiedades curativas. Si se frota ese punto, como si fuera la lámpara de Aladino, se separará en dos partes y saldrá una antenita para medir el aura, detectando turbiezas, poca energía vital, enfermedades. Ya con el diagnóstico hecho, se vuelve a guardar la antena, se sostiene el artefacto por el aro, se lo desliza a lo largo del cuerpo del sufriente y, como si fuese una goma, se le borran las malas ondas.
Al observarlo de frente tuve la impresión de un ojo negro, pongamos un ojo de ébano, con una pupila plateada, tal vez de zirconio o de un material aún no descubierto, con propiedades curativas. Si se frota ese punto, como si fuera la lámpara de Aladino, se separará en dos partes y saldrá una antenita para medir el aura, detectando turbiezas, poca energía vital, enfermedades. Ya con el diagnóstico hecho, se vuelve a guardar la antena, se sostiene el artefacto por el aro, se lo desliza a lo largo del cuerpo del sufriente y, como si fuese una goma, se le borran las malas ondas.
Su forma también me sugería la de un anillo, con una gran piedra abovedada, imposible de usar en nuestros medios de transporte sin dejar tuerto a
alguien. Por lo chico del diámetro de su aro, entraría solo en el meñique de un
niño. Le adjudiqué un origen inmemorial, no del mundo tangible, sino ligado a
ciertos seres mitológicos, con manos de dedos tan finos como barritas de
incienso. El engarce contenía un trozo de obsidiana proveniente de un volcán
extinguido por las aguas del océano en eras primitivas. Lo forjaron magos
orfebres, con la condición de que no traspasara el umbral del mundo habitado por aquellos seres longilíneos y espirituales. Si eso ocurría, el anillo perdería sus virtudes convirtiéndose en el cachivache* anodino que encontré.
Podría seguir y atribuirle los antecedentes que se me
ocurran, aplicarle usos elevados o nefastos, construir toda clase de anécdotas
delirantes, pero, al fin de cuentas, siempre me quedará la pregunta
existencial: ¿para qué carajo sirve? Además de la enorme curiosidad de saber
quién lo dejó en mi puerta y porqué.
Mirella S. —2011—
Glosario
Chirimbolo o
pendorcho: objeto de forma extraña o
complicada que no se sabe cómo nombrar.
Relojear:
mirar, observar.
Cachivache:
objeto, generalmente de escasa utilidad, al que se concede poco valor.
cachivache, años que no leía esa palabra, recuerdos de mi abuelo que decía "vamos a la pieza de los cachivache", y era un tesoro todo lo que encontraba en tal habitación, incluso si no mal recuerdo creo haber visto aquel artilugio que describes, de tono gris a negro y con raras incrustaciones de piedras en sus costados, no tenia un patrón común, recuerdo que mi abuelo un día me enseño tal artefacto, pero de un día a otro ya no estaba y vez que le preguntaba a mi abuelo de la pieza de metal de forma de pequeño anillo cambiaba de tema...
ResponderEliminarSoy una recolectora de palabras en desuso, porque cada día se achica más el vocabulario que utilizamos para expresarnos, ya sea el oral y ni hablar del escrito. Todo se ha abreviado y empobrecido.
EliminarQuién no tuvo algún artilugio que nunca supo para qué servía...
Gracias Carlos por tu visita y tus recuerdos.
Muchos saludos.
Que bien escribes
ResponderEliminarQue bellas las palabras
Un gusto, profe, que las hayas disfrutado.
EliminarBesos.
Recuerdo haber visto algo parecido a lo que cuentas y estoy tratando de recordar dónde lo puse.
ResponderEliminarBesos
Probablemente ya no lo encuentres, quizás solo fue una fantasía...
EliminarBesos, Chaly y gracias por pasar siempre por el nido.
Lo que te ha dado de sí un cachivache, madre mía, Mirella, qué imaginación. Fabulosa.
ResponderEliminarBesos.
Lástima que esa imaginción ya no se me da como antes. Parece que la he gastado.
EliminarGracias, Celia, con un beso.
Puestos a encontrar objetos que no pueden servir para nada, o no sabe uno que utilidad le dará, o para que sirve, vale la pena toparse con un fajo de billetes, o una lámpara de Aladino, frotarla y pedir esos tres deseos. Siempre sorprendes querida. Por cierto me ha encantado eso de cachivache, por aquí también se conoce, pero se usa poco.Te digo que me ha gustado, porque mis padres la utilizaban mucho. También me agrada con la gracia que decís por allá; "carajo".
ResponderEliminarBesos Mirella.
Sería bueno encontrar -o que nos dejen en la puerta- un fajo de billetes o un anillo de verdad con esmeraldas y diamantes. Pero en la realidad solo nos dejan cachivaches.
EliminarNo sabía que en España también usaran esa palabra. Yo me compré un diccionario con expresiones lunfardas y antiguas, porque me encanta rescatarlas del olvido.
Aquí carajo se usa como mala palabra.
Un abrazo grande, Rafa y muchas gracias.
Ya nadie escribe así... con tanta riqueza de léxico.
ResponderEliminarEs una delicia leerte.
Besos.
Tengo un diccionario de sinónimos que es una maravilla y un diccionario de palabras ya en desuso. No sabés el jugo que les saco a los dos.
EliminarMe alegra que te vayas "deliciado" (a veces invento algunas).
Besos, Torito.
Estimada, agradable y agraciada MIR, qué bien escribes!!! Un misterio lo que te dejaron, casi seguro un donjuanesco vecino para ganarte apostando a la magia del talismán; me gusta que uses palabras coloquiales, te hace más suelta, más optimista, hay más claridad en tu presente últimamente, es un placer leerte!!
ResponderEliminarBaccio, Mirel!!
Todo lo que estoy publicando es viejo, se ve que hace unos años tenía algún sentido del humor y entonces sí, me gustaba mucho mezclar lo coloquial con un lenguaje más literario.
EliminarGracias, Edu, un abrazo..
Estupendo el gato que no tenes que mira llover tras los cristales!!
ResponderEliminarViste qué hermosura, ahora tengo un gato virtual.
EliminarEse extraño cachivache te traerá de cabeza pensndo en quién te lo dejó:))
ResponderEliminarMe ha gustado volver a oir, bueno mejor leer, esa palabra que extremadura si se oia mucho. Los extreñenos usamos también muchas palabras ya en desuso palabras que a los más jovenes ni les suena.
A seguir rescatando Mirella.
Besos.
Desde chica que colecciono palabras raras o fuera de uso. Cuando no conozco el significado corro al diccionario, un gran amigo. Ahora es más rápido por Internet, pero cuando escribo el de sinónimos siempre está pegado a mí.
EliminarEs una pena cómo se está achicando el léxico.
Besos y gracias, guapa.
Ay me hiciste reír Mire!!!
ResponderEliminarMe sumergirse en tu imaginación, imaginado ese cachivache tuyo!!! Y lo que te dio de sí en tu maravillosa Pluma.
Yo a eso en la casa le digo
"El coso, ese"
Jaaaaa, si soy rara, pero todos los q me conocen bien me entienden��
Un abrazo grandote!!
MaRia
Cuando no se sabe bien qué es o se ha olvidado el nombre, la palabra "coso" cubre todos los espectros posibles. Aquí la utilizamos mucho.
EliminarMe alegra que el relato te causara risa, repartir risas es saludable y mis textos suelen ser bastante sombríos. Este es viejito.
Un gran abrazote, María, gracias.
Los "cosos" si son pequeños y curiosos pueden ocupar el lugar de un amuleto, pero tampoco se para que sirve un amuleto, a mi la suerte me la traigo yo. Abrazos grandotes
ResponderEliminar¡Bien Ester, felicitaciones! Muy pocos dicen en la actualidad que son su propia suerte, el mundo se ha vuelto tan quejoso.
EliminarMás abrazos fortachones.
Me ha encantado. El cachivache sirve para demostrar tus dotes de escritora. Besetes.
ResponderEliminarMuchas gracias, Angelines, contenta de que te entretuvieras con el cachivache.
EliminarBesos.
Qué bien manejás el suspenso hasta en la cotidianidad de una situación simple en la vida de una persona. El uso del absurdo es tan sutil que pasa casi desapercibido.
ResponderEliminarEstos cuentos son increíbles.
Saludos.
A veces, me sale el absurdo porque, confidencialmente, hay momentos que me siento medio absurda, tratando de insertarme en un mundo tan normalito.
EliminarMe da un alegrón que disfrutes de estos cuentos viejitos.
Gracias, Raúl.
Cachivache es una palabra que yo ultilizo mucho. :)
ResponderEliminarComo me gusta leerte Mirella, siempre me sorprendes en tus relatos.
Mil besos :)
Creí que era una palabra muy porteña, pero veo que en España ya la conocían.
EliminarEs bueno sorprender al lector, es una de las cosas que procuro mantener.
Bracias y besotes, Nieves.
Vine a tu nido Mirella. Empiezo por aquí porque no pude menos que tentarme: palabras porteñas, buena escritura. Construíste a partir de ese cachivache una historia interesante, imaginativa, con mucha creatividad, y la contaste enganchando al lector de entrada. Con la argoyita, ese anillito de hierro, me trajiste hasta el fin de esta historia cortita. Yo soy porteño, no sé si vos también, te agradezco mucho que recuperes esos términos que a veces no se encuentran en el habla de otros países, aunque el lenguaje sea el mismo. Un placer leerte (y vendré por más). Un abrazo.
ResponderEliminarAriel
Bienvenido, Ariel y me da mucho gusto que te vayas contento y vengas por más.
EliminarEstoy escribiendo poco en la actualidad y estos últimos relatos tienen varios años, pero escribir es algo inevitable para mí y ahora no me preocupo tanto por estos períodos de sequía de palabras.
Vivo en Buenos Aires, pero nací en Italia y vine aquí de muy chica. De tanto en tanto me gusta usar coloquialismos o expresiones en desuso.
Muchas gracias y nos seguiremos leyendo.
Un abrazo.
Acá decimos cosa no coso, "la esa cosa", "la desa cosa", es una muletilla en muchos de nosotros.
ResponderEliminarEstá magníficamente narrado, como todos tus textos. Se disfrutan siempre. Este sobretodo es muy imaginativo.
Te abrazo Mire. Beeeesos.
Cuando usamos "el coso ese" es más despectivo, pero también decimos "la cosa" cuando no nos sale le nombre o no sabemos bien qué es.
EliminarMil gracias, Gildo y otros tantos beeeesos para vos.
Eran otras épocas en la que me sentía más lírica y positiva, creo que si lo escribo hoy me acercaría a algo más trágico.
ResponderEliminarGracias por tu lectua y comentario, Julio.
Abrazo.
¡Hola Mirella!
ResponderEliminarTraspaso este umbral por primera vez y me quedo la mar de a gusto disfrutando como una niña de tu caudal imaginativo, lo cual no se prodiga hoy en día y reconozco que también soy otra "oveja" negra reclamando la locura de las palabras y la magia del loco/a que domina este arte.
Además me has ayudado a descubrir nuevos vocablos para mi colección de artículos de calidad que guardo a buen recaudo.
Cordial saludo.
Bienvenida, Estrella y muchas gracias por tu visita y el comentario.
EliminarParece que formamos parte del mismo cículo de coleccionadores de palabras. Las hay tan bellas y que ya nadie las recuerda, que cuando cuadran las inserto en mis escritos.
Apenas pueda, con el tiempo no tan justo, también pasaré por tu espacio.
Un abrazo.
Me ha gustado la rotundidad de ese cachivache, hay tantos que se acumulan en una sociedad de tanto consumo que no se alarga a las palabras, estas como bien dices parecen desaparecer influidas por giros en otros idiomas que parecen más modernas mientras nuestro lenguaje se va haciendo más pequeño.
ResponderEliminarEs una delicia leerte aunque tenga que tirar del diccionario porque hay palabras que desconozco.
Saludos
A veces resultan complicados los regionalismos. También me ocurre con textos de España y de Latinoamérica, pero en el contexto se termina entendiendo. Recurro al diccionario (de la web), porque me gusta conocer bien el significado de las nuevas expresiones.
EliminarGracias por la lectura, Conxita y un gran abrazo.
Ese objeto de utilidad desconocida te dio para redactar un excelente texto. Te felicito.
ResponderEliminarUn abrazo
Lo escribí en una época que tenía una imaginación muy prolífica. ¡Espero que vuelva!
EliminarGracias por la visita, linda.
Besos, Malque.
Me remontaste a miles de años atras jajajaja qué tiempo hacia queno leia la palabra cachivache...
ResponderEliminarsaludos
carlos
Yo pensé que era muy argentina pero veo que en varios lugares de habla hispana la conocen.
EliminarGracias por pasar Carlos, un gusto saber de vos.
Un abrazo.
En tus manos ese cachivache se convirtió en algo prodigioso...
ResponderEliminarPosees ese don de convertir lo supuestamente inútil en un iceberg embellecido.
Lo vi.
Y es bello.
Como tus letras, bella Dama.
Un beso, mi querida Mirella.
Sabes que me gusta leerte, tomándome mi tiempo... ;)
Querida Zarcita, tomate todo el tiempo que necesites, este espacio es libre como los pájaros, no hay que fichar tarjeta como en una oficina. El lector viene y se va cuando quiere.
EliminarSiempre me dejas palabras cálidas, que te agradezco mucho.
Ciao, con un enorme bacio, ragazza.
Pendorcho, pequeña gran palabra usada a toda hora por mi querido Tío Roberto.
ResponderEliminarQué bien nos contás los divagues de la escritora a la hora de intentar comenzar con la historia del chirimbolo. Y el suspenso del cierre atrapa. Me gustó (cómo no...).
¡Saludos!
Este cuento tiene unos años y tuve un período en que me gustaba rescatar palabras viejas o en desuso, hasta me había comprado un diccionario de términos lunfardos y expresiones coloquiales.
EliminarJuanito, nuevamente gracias por toda la lectura.
Saludos.
Desbordante de imaginación en cada uno de los usos y posibles procedencias que le has otorgado al hallazgo-chirimbolo, yo también conozco esa palabreja, lo que no recuerdo es si la traje conmigo de Cuba o sí me la agencié acá en España, la primera posibilidad es muy de película de ciencia ficción, que bueno sería tener un artilugio de esa guisa en casa. Lo del chupete me hizo una gracia enorme. Por imaginar que no quede. En esto último eres tú quien se lleva la palma. A la vista está.
ResponderEliminarAbrazo de Marciano.
Cosas que se me ocurrían en otras épocas y que ahora refloto para que no queden guardadas y olvidadas.
EliminarMe quedo contenta con tu disfrute, Cuba Madison y por la visita al nido.
Abrazo grande y gracias.
Y no seré yo quien pueda resolver las incógnitas que el pendorcho ese haya suscitado en ti ya que si de objetos no identificados hablamos pudiera suceder que mis explicaciones nos llevaran a enredarnos en algún tipo de historia interminable dentro de la cual todo pudiera suceder, como en su día me acaeció y por ello tuve que abrir un blog y en él publicar mi primer post.
http://otravacanelmaiz.blogspot.com.es/2007/09/and-i-knocked-at-heavens-doors.html
Que bien escribes Mirella. Tus palabras son como pájaros, como miruellos...
miruello, aquí = mirlo
Un abrazo
· LMA · & · CR ·
Voy a leer con gusto ese texto (ya fui a mirar), creo que esa faceta tuya es muy interesante.
EliminarMe parece genial que mirlo, con lo que me gustan los pájaros y ese en particular, en tu tierra tenga un nombre parecido al mío.
Muchas gracias por pasar siempre, Bolo.
Un abrazo.