Atado
al mástil, imposibilitado de moverme, escucho su canto y me abandono al
hechizo. Solo logro sostener entre el índice y el pulgar un trozo de carbón y
escribo en mi muslo desnudo las sensaciones que me provocan.
Veo
a esas mujeres-pájaros que se agazapan entre las rocas, rodeadas por los
cadáveres de mis predecesores y comprendo que no puedo renunciar a escucharlas.
Soy un hombre que quiere saber, incluso lo que no debe.
El
dios del viento retiene su soplo, es como si nos estancáramos en el silencio
del agua, que permite apreciar cómo ellas, musas de las evocaciones, cantan las
hazañas de los héroes y mi propia gloria.
El
canto no tiene palabras, no las necesita, las voces emiten sonidos límpidos que
me envuelven en anillos de luz. En su musicalidad percibo las olas del mar, el
modo en que se aceleraban en los tiempos del desembarco. Hablan —sin hablar— de
la sangre vertida en las batallas, del chasquido de las espadas rotas contra
las costillas, del fervor en las venas. Vuelvo a oír el grito líder que azuza a
los soldados, el estertor de los moribundos y huelo el miedo, que se pega viscoso
bajo nuestros pies.
Ellas
cantan la astucia de la estrategia final, la victoria, los que fueron
ejecutados y los prisioneros. Cantan el regreso, este anhelo de hogar, el
reencuentro y el preludio del amor.
También
relatan el futuro, el lugar que ocuparé en la historia de los hombres cuando ya
esté muerto. Estoy suspendido entre dos mundos. A pesar de las precauciones, me
seducen, erotizan y percibo en la carne el despliegue de la virilidad.
Inútilmente
grito para que aflojen las cuerdas y me liberen. Músculos y nervios pugnan por
alcanzarlas y mitigar sus soledades —o la mía— con mi cuerpo, del que rápidamente
no quedará más que huesos anónimos, mezclados al de tantos navegantes
desprevenidos, muertos por osar seguirlas.
A
medida que me entrego, pierdo la identidad de hombre libre de la que siempre he
presumido. Quisiera pertenecerles y que no me abandonen jamás. Ya no importan
los que esperan mi regreso, ni el cetro ni la cordura, solo tengo este anhelo que
proviene del inframundo.
Cuando vuelva no seré
el mismo —escribo con dedos que tiemblan—, no después de haberlas escuchado.
Aunque recobre todo lo que me pertenece, algo en mí quedará vacío, aquello que arrebataron
con su canto.
© Mirella S. —Mayo 2014—
Tú hubieras escrito La Odisea mucho mejor.
ResponderEliminarNo tengo ninguna duda.
De hecho cuando te leo empiezo a entender a Ulises.
Besos.
Bueno, Torito, me alegro que te haya servido mi interpretación personal de Ulises...
EliminarUn abrazo grandote.
Éste, Mirella, creo que es de los relatos tuyos que simplemente uno puede admirar sin decir mucho más. No es sólo que hayas tenido el valor de irte a la Odisea y contemplarla y escribir lo que contemplas, sino que además la calidad del texto es muy alta no sólo en forma -el estilo está fenomenal- sino en contenido: el mundo interior de Odiseo expuesto ante nuestros ojos, erótico y a la vez con una sensibilidad intensa y que nos deja con una extraña nostalgia de aquello que ni siquiera podemos imaginar con claridad por no haberlo experimentado. Muchas gracias.
ResponderEliminar¡Un abrazote! ^_^
Jorge, que te quedes con poco que decir, no lo puedo creer... jajaja.
EliminarLa Ilíada y la Odisea están entre los primeros libros que leí de chica, en versión abreviada, claro. Desde entonces viene mi afición por la mitología, allí encontramos a todos los arquetipos posibles, entre los héroes y los dioses.
Me alegra mucho que disfrutaras del texto, la prosa la trabajé bastante para hacerla lo más atemporal posible.
Un gran abrazo y gracias por el comentario tan bueno que me dejaste.
un episodio visto desde un punto de pista singular
ResponderEliminarme gustó Mirella
felicitaciones
abrazos
Gracias, Elisa, por leer y quedo muy contenta de que te haya gustado.
EliminarUn abrazote.
Magistral, cautivador, porque cada vez que te leo lo que leo es el canto de una sirena y ya no soy libre, soy rehén y me gusta ser rehén, lo digo sin ambages, tus imaginerías producen lectores esclavos, en mi caso lo asumo con placer!!
ResponderEliminarBacio, Mirella!!
Hoy se te duplicaron los comentarios, así que borré los dobles. Habrá sido el entusiasmo o te quedaste turulato con el canto de las sirenas.
EliminarBueno, esclavo, te agradezco tanta efusividad y es un gusto tenerte por acá.
Un abrazo, Eduardo.
Sólo vos podrías haber logrado tal vuelo poético y llegar con altura hasta La odisea. Ulises dejaría Itaca para leerte.
ResponderEliminarFelicitaciones.
mariarosa
Qué lindo comentario, Mariarosa, gracias.
EliminarPor suerte lo publiqué, porque dudaba mucho sobre "mi versión" de la experiencia de Ulises en ese tramo de su viaje de regreso.
Un fuerte abrazo.
Me gustaría ser uno de los pajaritos rojos de tu nueva imagen de cabecera!!
ResponderEliminar¿Viste que lindos? Son cardenales y me gusta como quedaron. Estoy experimentando un poco con Photoshop, algo que me encanta, pero apenas sé las nociones básicas.
Eliminar¿Tenes Photoshop? Me muero de envidia, yo nunca lo pude conseguir...!!
EliminarMe lo instaló el técnico que le hace el service a la pc. Es Adobe Photoshop 7.0, debe ser básico, no sabía que era tan difícil de conseguir.
EliminarEres capaz de cortar el nudo gordiano con el borde filoso de la palabra. Gritas a la brisa engañosa que envía falaces promesas de lo que anhelas. Volverás a Ítaca, pero nada será igual porque tú, Artemisa, has cambiado. Cazarás mitos y sueños y parirás relatos intemporales.
ResponderEliminarMuchas gracias por un comentario tan positivo y que engloba varios de mis textos.
EliminarTambién gracias por leerlos.
Saludos, Galefod.
Hola Sra.Mirella.
ResponderEliminarUsted me deja con la boca abierta, original, perfecto.Me encantó y este fragmento:
A medida que me entrego, pierdo la identidad de hombre libre de la que siempre he presumido. Quisiera pertenecerles y que no me abandonen jamás.
Saludos cálidos en la distancia.
Un gusto que lo hayas disfrutado, Elisa, también gracias por la lectura y la opinión.
EliminarRetribuyo tus saludos, aunque los míos están mucho más frescos esta noche.
las ataduras se sueltan con tu escritura
ResponderEliminarGracias, profe, supongo que es un elogio... usted es tan parco... jajaja.
EliminarUn abrazo.
Homero estaría feliz. Besetes.
ResponderEliminarBueno, tanto como eso, no sé, pero si a vos te gustó y lo disfrutaste, eso vale para mí.
EliminarUn abrazote.
Nos puede la curiosidad, aun a costa de nuestra condena definitiva, queremos escuchar... Un abrazo.
ResponderEliminar"La curiosidad mató al gato" -dicen-, pero al hombre lo puede llevar al infierno.
EliminarGracias, Darío, un beso.
Siempre leí estas historias con mucha pasión, hace años de ello, hoy al leerte he vuelto a sentir esa pasión por la aventura y la fantasía de unos mundos lejanos, que lujo poderte leer Mirella.
ResponderEliminarFeliz día!!!
Esos mundos inventados, llenos de aventuras y desafíos, siempre fueron el refugio de mi infancia (y también después), porque despertaban mi fantasía.
EliminarMe gusta que disfrutes de lo que publico y además es gratis... jajaja...
Un abrazo con mucho afecto.
A cualquiera puedes darle lecciones, porque eres un gran escritora. Muchos de esos dioses de barro, a tu lado son una menudencia.
ResponderEliminarBesos Mirella.
No tengo formación literaria, Rafa, no sé nada de teoría, me hice bajo el lema de "ensayo y error". Tengo un gran amor por las palabras e intento juntarlas de la mejor manera posible, ampliando el vocabulario que, hoy en día, se va achicando cada vez más.
EliminarGracias, amigo, por estar siempre y suerte con el partido de esta tarde (si te interesa el fútbol).
Abrazo grande.
Luego tensará el arco, y no conseguirá engañar a un perro.
ResponderEliminarAunque te vistas de mendigo, nunca podrás engañar a tu perro.
EliminarGracias, Fernando, espero que te haya gustado más que el post anterior (jeje)
Muchos saludos.
Ja ja ja, el anterior también me gustó, solamente que me evadí pensando lo que creí que iba a pasar y el final real me tomó por sorpresa.
EliminarEntonces me alegra haberte sorprendido y que tus vaticinios sobre el final no se cumplieran.
EliminarGracias por la aclaración... ahora puedo dormir tranquila... jajaja...
Te arriesgaste y saliste super airosa.
ResponderEliminarMe gustó recordar... hace tiempo que leí estas obras.
abraçades Mirella
No me puedo fiar mucho de la percepción que tengo de mis textos, así que decidí que lo mejor es publicarlos y ver qué le pasa a los lectores.
EliminarMe alegro de haberte hecho recordar esa obra grandiosa.
Abraçades, Esme.
Que gran narradora eres Mirella. Se disfruta tanto leerte que da gusto.
ResponderEliminarUn beeeso
Me da alegría que lo consideres así, Gildo. Siempre es placentero encontrar sintonía con los que nos apartamos de la manada.
EliminarBeeeeesos ovejiles, amigo.
Que hermoso es perderse, hundirse en ese llamado sin pensar en nada, solo los sentidos y disfrutar...
ResponderEliminarMientras no se desee más que ese momento, está bien; pero el planteo Sirenil es otro: quieren todo, cuerpo, mente y alma.
EliminarGracias, Chaly, besos.
Hoy la heroina eres tú...
ResponderEliminarHaces que las palabras como plumas naveguen entre tus letras, de manera leve y sutil.
Después de leerte, qué arda Troya, qué más da!
A sus pies, bella dama.
Y un beso, claro.
Troya ya había ardido antes de que escribiera este relato... y te juro, Zarza, que no tuve nada que ver... jajaja...
EliminarGracias por acercarte siempre con tus lindas palabras.
Besos, guapísima.
Como no leí la obra de Homero, ni vi Ulysses, ni nada, voy a comentar desde la más absoluta ignorancia:
ResponderEliminarUn texto poético, lleno de imágenes surrealistas envueltas en una atmósfera de fábula romántica y dramática, aunque le encontré un trasfondo oscuro. Ver al gran Kirk escribiendo en su muslo, sucumbiendo ante aquel canto, me resultó inquietante.
Un gran texto.
Saludos.
Que te inquietaras, Raúl, ya es todo un logro para mí, porque estás acostumbrado a la lectura de textos inquietantes. Sí, también tiene un trasfondo oscuro, no sé si en la historia de Homero está, pero que me gustó agregar como mi visión sobre las consecuencias del poder de las Sirenas.
EliminarGracias y un abrazo.
Un gran desafío meterse con las "sensaciones" del rey de Ítaca! Y coincido con Esmeralda, saliste súper-airosa! Menos mal que no fuiste cronista en la época de Odiseo, mirá si Penélope leía tremenda confesión en las noticias? Ja! Sos fantástica! Felicitaciones, amiga, tenés el don. Abbracci.
ResponderEliminarNoooo, como cronista me hubiera muerto de hambre y menos de chismes palaciegos.
EliminarOdiseo, desde chica, fue mi héroe mitológico favorito.
Gracias, Patzy y un besote enorme.
Cómo me gustan tus textos...Creas un pequeño universo poético del que no es posible escapar. Fascinante de veras, Mirell
ResponderEliminarBesosbesos.
Un gusto tenerte por aquí y siempre dejándome tan lindos comentarios. Me alegro de veras que disfrutes de este espacio.
EliminarUn montón de besazos, Soco querida.
A VECES ES ASÍ: HAY SEDUCCIONES INCONTROLABLES.
ResponderEliminarBESOS
Y lo peor es que dejan secuelas difíciles de borrar.
EliminarGracias, Adolfo, y un beso grande.
Hermoso!!!! Un placer inmenso leerte. Saludos desde Puerto Rico!!!
ResponderEliminarMuy amable, Jackie, por la visita y por tan lindo comentario.
EliminarBesos.
Seducción,
ResponderEliminarMuy interesante la descripción de la impotencia del ser ante el destino. Me gustó esa tangente literaria que pasa por el círculo homérico, ciertamente no somos iguales hoy con lo que fuimos, ni mañana con lo que seremos. Alicia
Gracias por tu amable comentario, Alicia, y bienvenida a este espacio.
EliminarMe gusta mucho la mitología y suelo hacer alusiones en algunos textos, pero en este quise directamente meterme en el interior de Odiseo, para imaginar qué podía haber sentido y pensado durante esa experiencia.
Muchos saludos.
Pues no vuelvas, hay esclavitudes peores.
ResponderEliminarAbrazos, siempre
Gracias, Amando, estamos llenos de pequeñas y grandes esclavitudes.
EliminarOtro abrazo.
En la fuerza de tu texto se transporta una de las grandes realidades del mundo de las emociones. Espléndida pieza bella Mirella.
ResponderEliminarEl mundo emocional es un poco el refugio de los que aman el arte, en cualquiera de sus manifestaciones.
EliminarGracias por la lectura y un fuerte abrazo, Carlos.
Brillante, Mirella, como siempre.
ResponderEliminarMe encantó lo que no nos contás de las sirenas monstruos que cantan en silencio, y que nos dejás a nuestra imaginación para elucubrar cómo son en realidad esos seres bestiales.
la redacción en primera persona eleva aún más la sensación de sufrimiento del protagonista. Fantástico.
¡Saludos!
Me parece que hay que dejar algo no dicho, o apenas insinuado, para que la imaginación del lector trabaje y ponga lo suyo.
EliminarMe resultó bastante difícil meterme en la piel de Odiseo, pero como es un personaje que me gusta mucho, finalmente lo logré.
Gracias por leer y comentar siempre, Juanito, aprecio que te interese lo que escribo.
Muchos saludos.
No sé porque razón no salió mi comentario. Intentaré reproducirlo nuevamente en la comunidad, como sea me encantó Mirella.
ResponderEliminarSaludos.
A veces Blogger se pone loquito, no te preocupes, Gonza, lo importante es que lo leíste y si además te gustó... cartón lleno, como decimos por aquí.
EliminarBesos, compañero.