Ahora puedo afirmar que esa noche el
destino me interceptó el paso y me desvió por sendas inesperadas. Cuando la que
me engendró, torciendo la boca, me dijo aquella frase bastarda, me apoderé de su
desamor y lo hice mío. Fue el último
insulto que soporté y al no darle salida a mi violencia, enloquecí.
No fui capaz de admitir que la hubiese
matado. Mi odio era una olla de aceite hirviendo y si lo derramaba habría
muerto con ella. Desde que recuerdo siempre me miraba con desprecio y asco,
como se mira un excremento.
Cosí la locura en mis hombros y durante ocho meses estuve doblegada por un interregno de sensaciones amorfas.
En el período de la internación, pese a los
sedantes, tenía sueños: soñaba con ruedas. Fueron mi salvación. En los momentos
de lucidez intenté descifrar qué significaban. Con voz aletargada describía los
sueños al terapeuta que se presentó al final de una tarde. Marcos, dijo casi en un susurro y me
tendió la mano.
Él anotaba prolijamente mis palabras en un
cuaderno con espiral. Cada tanto sus ojos se alejaban de los renglones y por
encima de los lentes sobrevolaban algo que estaba más allá de mi cabeza, acaso
buscando respuestas que no tenía.
Al despertar lo primero que recordaba eran las
ruedas, igual que si estuvieran en la habitación y las viese. No soñaba con mi
madre o con otras personas y el médico tampoco me hacía preguntas sobre el
motivo de mi permanencia allí, ni indagaba en los sentimientos que me condujeron
a esa situación. Parecía estar tan interesado en las ruedas como yo.
Le conté de una que en el centro contenía
tres animales insensatos (esa fue la palabra que usé): un gallo, un cerdo y la
serpiente. Él masculló: orgullo,
ignorancia e ira. Después me preguntó cuál de ellos había visto con mayor
nitidez. La serpiente, contesté. Ira, repitió, y lo percibí complacido.
Antes de levantarse dijo: samsara y
asintió para sí, distraídamente.
Vio mi expresión de desconcierto y me
aclaró que yo había soñado con la rueda de la existencia que representa el ciclo
de la vida, muerte y renacimiento. Pronto me sentiría mejor, agregó.
Si volvía a soñar con ruedas debía fijarme
en el número de ejes. Siempre son ocho, respondí categórica. Dos meses más, enunció, enigmático.
Noté que empezaron a disminuir la
medicación y de a poco recuperé cierto equilibrio interno, un sentimiento
benigno, parecido a la serenidad.
El sueño de la rueda con los tres animales
no se repitió, pero durante varias noches por mi territorio onírico rodó una, estilizada, con forma de loto.
Él sonrió por primera vez y con esa voz de
arpa, dijo: es el nacimiento por encima
de las aguas enfangadas.
Con la rueda de oro afirmó que estaba recobrando
el poder sobre mi espíritu. Y cuando soñé una alada, que giraba vertiginosa,
expresó que mi tiempo había llegado. Esa fue la última sesión, unos días
después obtuve el alta.
No regresé a casa, que representaba un
depósito de desperdicios en el fondo de mi memoria. A ella no la vi más. Una
sola noche la soñé, acostada en un ataúd y comprendí que tanto si estuviera
viva o muerta ya no podía hacerme daño.
Algún tiempo después compré una rueda de
cerámica en una feria de artesanos, se la quería regalar a mi terapeuta, para
agradecerle su ayuda y el acompañamiento en el proceso.
Fui al hospital una tarde, en el horario en
que él me atendía y pregunté por el Doctor Marcos. La enfermera me recordaba y frunció
el ceño.
Marcos, dijo, no era doctor, sólo un voluntario, dejó de
venir en la época que te dieron el alta.
Intensa historia vista desde la mente confusa. Un placer leerte. Besetes.
ResponderEliminarAfortunadamente, después la mente se le despeja y retoma su vida.
EliminarUn gran abrazo Angelines, y me alegro que te gusten mis historias.
Esas cosas que pasan cuando tienen que pasar...y podría escribir un montón sobre la casualidad, la causalidad, el camino, los maestros, la enseñanza, el soltar...podría. Pero te quedó tan claro que no es necesario.
ResponderEliminarUn besote.
Hay momentos en la vida en que si no hacemos un giro, terminaremos mal, no todos locos, pero si amargados o sin tomar el timón de las decisiones en nuestras manos.
EliminarGracias, Dana, un abrazo.
Qué historia!!! El final inesperado que muestra un desenlace visto desde una mente atrofiada.
ResponderEliminarCada relato tuyo tiene algo que nos sorprende.
besos
carlos
Tal vez es necesario un momento de locura para parar la pelota e implementar cambios.
EliminarClaro, a veces no se sale de ese estado de enajenación, pero en este caso la protagonista lo logró.
Gracias, Carlos, siempre presente.
Un abrazo enorme.
El final que bueno, era solo un voluntario, pues menos mal. Interesante relato: Cuando la mente anda más para allá que para acá, el asunto puede ser muy jodido, y si ya se te cruzan los cables "apaga y vámonos". Y si esas visiones, rollos y malas experiencias vividas se siguen dando por muy cuerdo que esté uno acaba cogiendo moscas.
ResponderEliminarPosdata: querida Mirella los reyes hoy en día no tienen cabida y servir sirven más bien para poco. Tenía que haber un referéndum y que la gente votara, pero eso no se va a dar.
Abrazos y besos.
Rafa, por suerte a ella las cosas le fueron bien y salió adelante. Los sueños nos ayudan mucho, son las voces del inconsciente.
EliminarComo sueño mucho, me salvo de volverme loca... jajaja...
Pienso lo mismo que vos, las monarquías sólo sirven para mantener a unos cuantos zánganos, que la pasan bárbaro y hacen relaciones públicas.
Un gran abrazo, amigo.
Siempre tus relatos atraen, hacen pensar mientras se leen, se intenta adivinar el porque pero tu sabes sorprendernos, Samsara es una palabra que por su significado es el nombre de clínicas terapeutas, centros de yoga,spas y hasta discotecas. Muchas gracias por tus relatos. Abrazos
ResponderEliminarQue un relato haga pensar es un gran elogio, Ester. Me alegro que lo sientas así.
EliminarSamsara también era el nombre de un perfume francés, de una marca muy presitigiosa.
Gracias a vos, guapa, por leerme siempre.
Abrazote.
De locos y de santos esta lleno el mundo.
ResponderEliminarBesos
Más de locos que de santos... una pizca de locura también es necesaria.
EliminarGracias, Chaly.
Besos.
Bueno, aún... imagina que dicen "Marcos era un paciente que se suicidó hace setenta años..."
ResponderEliminarBesos.
Qué imaginación, Torito... pero esa sería otra historia...
EliminarGracias y besos.
coserse la locura a la espalda cual siamesa
ResponderEliminara veces nos destella en obras maravillosas pero otras nos despilfarra la vida y lo peor la vida de quienes nos aman
inquietante relato Mirella
felicitaciones
besitos
Elisa, cada día estoy más convencida de los que escribimos y que la escritura forma una parte importante de nuestra vida, tenemos una pizca de locura. Nos metemos en profundidades y revolvemos en ellas.
EliminarLas otras locuras, ciertamente, son destructoras; me alegro de haberte "inquietado".
Un beso grande
Ya se sabe, Mirella, que el samsara es el nirvana, o eso dicen al menos. El viajero que ayuda sin querer es un personaje curioso, aunque haya voluntad de ayudar, la rueda del mundo no comprende ni el control ni la voluntad. Por eso el viajero viene y se va. El ayudado se dará cuenta de que nadie le socorrió, entonces se sentirá aún más agradecido por las palabras que escuchó. No sé...es un asunto curioso. El relato es interesante, sin duda, y también lo que no se dice.
ResponderEliminar¡Un abrazote, Mirella! ^_^
Un tema complejo el del nirvana, que no me interesa abordar en este relato, más que
Eliminartangencialmente. Porque la historia pasa por ese fragmento que vive la protagonista, y ese encuentro con alguien que la escucha.
A veces lo que no se dice es lo más interesante...
Gracias, Jorge, te escribo desde un locutorio atestado, porque estoy sin Internet por "arreglos" y por tiempo indeterminado.
Besos grandes.
La voluntariedad siempre es bienvenida
ResponderEliminarCuánto bien pueden hacer los que están fuera del sistema y ayudan desde el corazón.
EliminarAbrazote, Oscar.
Relato enigmático. ¿Samsara? Término budista:Vida, muerte y reencarnación. El tal Marcos, un voluntario, sin títulos, sabio y por lo tanto piadoso, se lleva todos los laureles, calladamente y sin esperar recompensas, como todos los voluntarios, son admirables!!
ResponderEliminarNo defraudas nunca, Mirella, abrazo!!
Gracias, Eduardo, me gusta dejar un enigma, que las situaciones y personajes queden sugeridos. Es para que el lector le ponga el resto o imagine.
EliminarTampoco son tan herméticos ¿no?
Me alegro que no te vayas defraudado, espero que si es así me lo digas, porque puro elogio no sirve para evolucionar.
Abrazo.
La mente es bien particular y caprichosa... Un relato con final feliz y sorprendente.
ResponderEliminarAbraçades
La mente es maravillosa, pero también dañina, la mayoría de las emociones surgen por un pensamiento.
EliminarMe alegro haberte sorprendido con el final.
Un fuerte abrazo, linda.
ResponderEliminarMi comentario hoy será sonoro:
http://my.mail.ru/mail/masalovich_a/video/489/428.html
espera a que salte el anuncio.
· un abrazo
· CR · & · LMA ·
Gracias, Bolo, por el video con una música serena y la voz tan especial de Thomas Otten.
EliminarGracias, también, por visitar siempre mi espacio.
Abrazo.
Haciéndome eco del comentario de "ñoco le bolo", yo también te dejo un comentario diferente, aunque en mi caso es visual! Si no viste este documental, no te lo pierdas, también se llama: "Samsara"! Lo vas a disfrutar tanto como yo disfrute de tu "Samsara"!!!
ResponderEliminarAbbracci !
http://cosmos-documentaries.blogspot.com.ar/2013/03/samsara-hd-documentary-film.html
¡Excelente el documental, Patzy, muchas gracias, tiene una fotografía impresionante!
EliminarMe gustan los comentarios diferentes y que me compartan cosas que de otro modo no hubiera visto.
Forte abbraccio, amica.
Me ha encantado, Mirell. Es original y enigmático y magníficamente narrado. Siempre un lujo.
ResponderEliminarBesosrodados.
El lujo es que pases por aquí ysiempre me dejes tu nota de entusiasmo.
EliminarUn fuerte abrazo redondo, Soco, para que ruede hasta tu tierra.
No era una rueda, era un timón de barco.
ResponderEliminarEl timón de un barco también es redondo y conduce.
EliminarSaludos.
Tremendo relato, hay muerte, locura y una ayuda divina de la mano del destino.
ResponderEliminarImpecables las interpretaciones de los sueños.
Sublime historia, Mirella.
Saludos.
No sé si hay muerte... sueña con un ataúd, lo que sí hay es una muerte interior con el pasado.
EliminarTe agradezco mucho que nunca te olvides de pasar y me dejes tus opiniones.
Un abrazo.
Me encantan esos sueños con la rueda de la vida, y me sorprende y me resulta genial ese final que das al relato. Magnifico, Mirella, un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMe gustan los finales que sorprendan o que algo se revele a último momento, aunque trato de que no sea forzado. Me alegro de que lo disfrutaras.
EliminarGracias, Alfredo y un abrazo.
SIEMPRE ME SORPRENDE Y ME ENCANTA TU ORIGINALIDAD.
ResponderEliminarBESOS
Gracias, Adolfo por verlo así, aunque estoy en un período en que ando medio escasa de ideas.
EliminarUn beso grande.
Pocas cosas se pueden añadir a tantos elogios que te han hecho. A mi me ha encantado.
ResponderEliminarBesos mil.
No estaba muy conforme con este texto, pero valoro mucho las opiniones de todos.
EliminarEvidentemente tengo una gran autoexigencia.
Gracias, María del Mar, por acercarte y dejarme tus impresiones.
Besazos.
Qué gran escritora eres Mirella.
ResponderEliminarDisfruté la historia.
Sabes, no tengo sueños que se repitan.
Abrazote
Gildo, sueño muchísimo, aunque sólo recuerdo fragmentos. Tuve períodos con sueños muy recurrentes, pero ahora son variados.
EliminarUna alegría que disfrutaras del relato, gracias por pasar.
Un gran abrazo.
Que Triste! Perdon por leer sin ser invitada; pero me ha llamado mucho la atencion su blog. Espero me deje quedarme. Le saludos desde Puerto Rico! Linda noche!
ResponderEliminarJackie, no es necesaria ninguna invitación o permiso, el blog es un espacio libre para que vengas cuando quieras y puedas.Bienvenida y sin ninguna obligación.
EliminarUn gusto tenerte por aquí.
Besos desde Buenos Aires.
Excelente historia y bellamente narrada. Desde la locura salió a flote por ella mima y por la visión de un voluntario con conocimientos de algo más que medicina. La vida es una rueda que gira siempre.
ResponderEliminarmariarosa
Gracias, Mariarosa, hay etapas en que las cosas que se presentan de la peor forma sirven para que se pueda dar un paso adelante y salir.
EliminarUn abrazo.
Un magnífico relato en el que te hace pensar que cuando todo está perdido o al menos eso parece, siempre hay una fuerza, que te hace salir fuera a por un nuevo sendero, camino o autopista. Lo importante es saber detectar ese punto y aparte, seguir adelante...
ResponderEliminarUn besote Mirella !!!
Es difícil detectar las señales cuando estamos inmersos en la situación, pero creo que siempre hay una soga a mano par rescatarnos.
EliminarSi la aprovechamos, una experiencia dolorosa y que pensábamos destructora, puede ser un escalón para el crecimiento.
Muchas gracias, Nieves, que tengas un buen fin de semana (aquí hoy llueve).
Abrazo grande.
La forma de construir el relato parece un tejido perfecto. No digo nada original, vos lo hacés muy bien, además de presentarnos estas historias que nos descentran, nos perturban quizá porque nos parecen verosímiles. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Darío, sos un lector de oro, siempre presente y con palabras que estimulan.
EliminarUn abrazo grande.
Relato redondo, Un abrazo¡
ResponderEliminarMuy amable, Amapola, muchas gracias por acercarte.
EliminarBesos.
ten una semana preciosa
ResponderEliminarbesitos
mil gracias por tu huella
Igualmente para vos, Elisa.
EliminarUn abrazote.
Ni médico ni voluntario, era el guardián de lo correcto devolviéndola al conveniente estado de la locura, tras ese breve internamiento en la lucidez y el conocimiento. Cuando alguien intenta desvelar la verdad, siempre hay un Marcos para retornarle a la rueda. A la rueda.
ResponderEliminarAbrazos, siempre
Hiciste la interpretación justa.
EliminarOtro abrazo, Amando.
Magistral desarrollo. Finamente nos transporta en suave flotación por cierta levedad de peso que imprimiste al relato al acompañar a la protagonista. Excelente que su solución la trajera un auténtico chamán.
ResponderEliminarDeberían haber manicomios para cuerdos.
Besos y aplausos.
Contenta de que lo disfrutaras, Carlos. No pensé en un chamán propiamente dicho, sino en alguien que miraba un poco más allá de las interpretaciones de manual.
EliminarMe inclino ante los aplausos y te mando otro beso.
Me gustó mucho Mirella. Es una virtuosa manera de acercarnos a la filosofía de la India y a lo que en algunos lugares se conoce como medicina alternativa o terapia alternativa.
ResponderEliminarSi los sueños son manifestaciones del alma y llevándolos al plano de la consciencia ayuda a curar lo que dicen o nos dicen con su código cifrado, este voluntario, sabio en sentido alternativo, ayudo a la protagonista a encontrar su liberación, en ese sentido la cura.
Encantado de leerlo. Un beso Miella.
No soy fanática ni de la alopatía ni de las terapias alternativas, sin embargo es bueno combinarlas. Depende de qué afección, unas son más efectivas que otras.La forma de curar de Oriente se ha impuesto como una moda en ciertas esferas, pero muchos ni saben bien de qué se trata.
EliminarDe vez en cuando aparecen figuras enigmáticas que nos sacan de una mala situación y ayudan a recobrar el equilibrio.
Muchas gracias, Gonzalo, por pasar y comentar.
Un fuerte abrazo.
Está muy bien, es un relato que cuenta dos histoiras, una en el plano del ser y otra en el del parecer.
ResponderEliminarYo creí que en esta última, la paciente salía y, con su mejor sonrisa, asesinaba a la madre.
Pero no.
Lamento, Fernando, la desilución. Espero resarcirte con el próximo texto...(¡ja!)
EliminarGracias por pasar.
Saludos.
Un interesante y atractivo relato que engancha. Me gusta el respeto hacia las enfermedades mentales que se muestra en el relato. Nunca había escuchado hablar de el sueño de la rueda. No creo haber soñado con ella nunca.y mira que sueño. Un abrazo y un placer leerte.
ResponderEliminarMe alegra mucho saber que te fuiste contenta después de la lectura.
EliminarTampoco soñé con ruedas, el relato es un producto de mi imaginación y que fue surgiendo a partir de la palabra Samsara.
Un gran abrazo, Lumy, y gracias por la visita.
Gran relato, Mirella, me gustó mucho.
ResponderEliminarMirá que a mí no me atrapan las historias con temática onírica y protagonistas que, durante la trama, sueñan; pero con «Samsara» me sucedió todo lo contrario: me mantuviste pegado a la pantalla intentando dilucidar qué pasaría con la protagonista (¿sanaría? ¿no sanaría?), y maquinando sobre el origen de su enfermedad (la relación con su madre... así lo leí yo). El cierre del relato es magnífico, y le da una trascendencia perfecta a la cuestión de los sueños en medio de la trama.
Siempre es muy bueno leerte, Mirella, imposible no disfrutar haciéndolo.
¡Saludos!
En cada relato siempre intento que haya una tensión para enganchar al lector, también en aquellos en los que no pasa nada externo importante y que se remiten más a procesos internos.
EliminarUna vez leí que todo texto debe ser escrito como si fuera una novela policial y creo que así debe ser.
Me deja muy contenta que disfrutes con la lectura de mis relatos.
Un abrazo, Juanito.