Un hilito cuelga de la cortina. Trato de sacarlo, arruina
la simetría impecable del paño. El tirón es demasiado brusco y la tela se
frunce. Sigo tironeando y el hilo resalta en la trama, igual que la vena
hinchada y rugosa de un viejo. He estropeado la cortina, lo mismo que hice con tantas
situaciones de mi vida.
Me
matriculé de arruinadora profesional en
esa búsqueda tenaz de excelencias que no existen. Los placeres
terminan por empañarse ante mis ojos.
Lo que llaman felicidad no se pega
a mis dedos, ni embadurnándolos con Poxipol. Desearía que durara algo más y no
resulte una expectativa frangible, que cuando empieza a modelarse, acaba rota en
pedacitos insignificantes. Siempre ansiando absolutos, cosas que se cierren con
la pureza de un círculo.
Hay privilegiados a los que
ciertas felicidades les llegan fácilmente. Las guardan en cajitas llenas de
compartimientos y clasifican las horas de dicha, que subsisten en un orden
escrupuloso.
Yo también quise amarrar esos
instantes. Les he destinado un cajón de la cómoda y acumulo en él vestigios del
ayer: la rosa seca, fotos, la alianza, el libro que me suavizara el espíritu,
ese botón dorado que levanté de la acera y fue una gota de sol en el charco fangoso
de los días. Y otros restos de puntillas que habían adornado mis buenas rachas.
Cuando hago un recuento de mi
pequeña fortuna, confirmo que ha perdido el valor original. La rosa es sólo un
manojo de pétalos momificados que no me remiten a una evocación precisa. El
anillo se vistió de luto y las palabras del libro —ahora— se volvieron estériles.
Son objetos sin conexión con el
presente. Nunca los pude ordenar: están enmarañados en la urdimbre de todos
aquellos hilos que he ido arrancando de cortinas, dobladillos, mangas,
manteles en mi insistencia de perfección.
Pobres dosis de dicha que
perviven, desordenadamente, en el recoveco de las quimeras insensatas.
© Mirella S.
— 2013 —
Un texto viejito, que forma parte del libro virtual
"Apuntes en hojas perdidas".
Un relato con cierto halo de tristeza, pero que encadena objetos y recuerdos con una elegancia poco habitual. Increíble cómo nos llevas desde ese hilo fuera de lugar en los cortinajes hasta las vivencias del pasado y de esos pequeños tesoros.
ResponderEliminarMe ha encantado conocer palabras nuevas para mí hasta ahora. Un placer leerte, Mirella.
Un abrazo.
Muchas gracias por lo de la elegancia, Rebeca. Nunca definieron así mis textos, me gusta. También que hayas encontrado palabras nuevas, soy muy obsesiva al elegirlas, lo que me juega en contra, porque corrijo sin parar.
EliminarMe da gusto que hayas disfrutado con la lectura de esta pequeña historia.
Un abrazote.
Buscando la perfeción nos olvidamos muchas veces de lo importante , esa imperfección es la que marca la diferencia, buscando la felicidad nos olvidamos que habita en nuestro interior y mirando al pasado con esa "impotencia" ensombrecemos aquello que un día brilló o nos hizo brillar
ResponderEliminarEl relato pura delicadeza y al menos para mi, salpicado de una tierna melancolía
un abrazo bien grande y feliz tarde noche Mire
He podido comprobar que, en numerosos casos, esa necesidad de perfección proviene de una niñez con mucha exigencia y poca aprobación. Entonces se internaliza la severidad y se busca conformar a esa figura que siempre pedía más. Y así, los momentos felices no lo son tanto.
EliminarMe encantó tu comentario tan reflexivo, María.
Un fuerte abrazo.
Nos has regalado una exquisita prosa poética, donde el mensaje intimista y revelador de esos oscuros hilos que entretejen la trama de nuestro pensamiento, me lleva a pasajes de mi vida pasada, donde también me sentía presa de esa autoexigencia personal, a la búsqueda de una felicidad imposible, puesto que de entrada esa actitud nos cierra el paso o el grifo a experimentar todos los matices que podemos sentir en el momento de aceptarnos tal y como somos, con lo mejor y peor de nosotros mismos. También es cierto, que en mi caso, por ejemplo, he tenido que aprender con golpes demasiado duros para mi salud.
ResponderEliminarAparte de mis reflexiones particulares, quiero manifestarte, apreciada Mire, que me alegro infinito que no decaigas en seguir plasmando con tus bellas letras, lo que creas conveniente, porque poco a poco y cuando menos te enteres, ya te habrá "atrapado" este vicio de escribir.
Un fuerte abrazo.
Todo lo que somos hoy se origina en el pasado y hay momentos en que para sanarlo se debe destapar la olla para después poder hacerse cargo del presente sin mochilas.
EliminarEs un trabajo de toda la vida, con etapas en las que estamos mejor y otras en las que volvemos a mirar hacia atrás.
Después de haber leído tu experiencia autobiográfica, puedo entender lo que pasaste y que te haya afectado la salud.
Vuelvo a publicar cosas viejas porque la gran mayoría de los que me leen son nuevos y no las conocen, así no dejo al nido tan vacío.
Un abrazo enorme y gracias, Estrella.
Las cortinas tienen mucho de ese arte del ser y sus deshilachados pasos que han dejado o no huellas indelebles o perennes, efímeras o volátiles.
ResponderEliminarY las cajita de recuerdos, es a menudo como la de Pandora... hay días en los que mejor no abrirla...
Pobres... y benditos días, desordenados, caóticos, como lo es nuestra m-ente... cuando trata de evocarnos.
Bellísimo texto, Bella dama.
Abrazo, y beso.
A veces pequeños gestos delatan emociones muy profundas. Un hilito que cuelga y ¡zas! se entra en un tsunami de emociones guardadas.
EliminarY la cajita de los recuerdos hay que abrirla, tirar todo a la basura, incluyendo la esperanza, que suele ser nociva, porque nos hace desear y cuantas veces nos defrauda.
Gracias, querida Zarcita, con un abrazo bien apretado.
He sentido nostalgia, tristeza, memoria...y olvido.
ResponderEliminarMe has hecho viajar al pasado con esta entrada...
Y te lo agradezco.
Acabas de regalarme un suspiro.
Besos.
Me alegro mucho si el viaje era necesario y te hizo bien.
EliminarEs un texto melancólico, como la mayoría de lo que escribo.
La agradecida soy yo por tu lectura y tu comentario.
Besotes, Laura.
La perfección arruina el esplendor y la pureza, la perfección es aburrida y gris. Hay que superarla. Dice un proverbio ¿chino? que un diamante con un defecto es mejor que una piedra perfecta. Un abrazo escritora de letras perfectas
ResponderEliminarLa perfección no existe, pero se la busca. Si no se vuelve algo obsesivo, puede ayudar a mejorar, a crecer, evolucionar tanto como persona como en alguna expresión artística.
EliminarReconozco que me pongo obsesiva con mis escritos cuando no termino nunca de corregirlos. Hay días que consigo limitar la autoexigencia... ya es una pasito.
Un gran abrazo, Ester.
Dicen acá que la perfección es enemiga de lo bueno.
ResponderEliminarAy, Mirella, en el momento en que te leo tu texto me retrata, me posee. Algunas frases se me agarraron al pecho y no me sueltan.
Tal vez nos engañamos imaginando la felicidad, tal vez sólo se trata no de atesorar, sino de respirar profundamente cada gota de sol que cae en el charco fangoso de los días (qué bello).
Besos
Ese dicho también se aplica por estos lados.
EliminarEspero que te haya servido positivamente, a mí me ocurre que cuando me veo reflejada en otros textos reflexiono desde otro ángulo.
Gracias Alí, por tu cálido comentario.
Besos.
Qué ternura querer inmortalizar los instantes, como ramitos de flores colgados boca abajo de un hilo.
ResponderEliminarUn relato precioso. Un abrazo
Gracias Albada, me pone contenta que te gustara. En la vida todo muta, también los recuerdos, felices o no, a los que nos aferramos, así que mejor vaciar cajones e instalarse en el presente.
EliminarBesotes.
·.
ResponderEliminarNo son pobres retazos de una vida. Son la vida, nuestros caudal. Con ellos habremos de vivir, manejando la situación lo mejor posible.
Cierto que algunos privilegiados parecen disfrutar de más 'pequeñas' felicidades. Creo que en las gentes sencillas se encuentra más realidad y más intensidad... aunque vaya unido a la inevitable infelicidad ocasional.
Me encantó el primer párrafo. Esos hilitos...
Un abrazo Mirella
.·
LMA · & · CR
Creo que la desazón viene cuando se quiere contabilizar los pedacitos de dicha de otros tiempos. Salvo unos pocos de gran trascendencia, el resto ha perdido el peso que tenía en su momento, visto desde la mirada del presente.
EliminarMuchas gracias, Alfonso, con un gran abrazo.
A través de los objetos: la rosa seca que citas, las fotos, una alianza, un libro, un disco, un retrato y de los recuerdos que hay tras ellos podemos hacer el retrato de una vida. Has elegido las palabras de una manera precisa y con la distinción en la narrativa que te caracteriza. Hay vocablos que desconocía. Respecto a la felicidad creo que es como una brisa que de vez en cuando nos acaricia el rostro. Ojalá lo hiciera siempre.
ResponderEliminarUn gran abrazo Mirella.
También creo eso de la felicidad y de sus visitas fugaces, que cuando le estamos tomando el gustito, se diluyen rápidamente.
EliminarSos el segundo que me dice sobre palabras no conocidas. No hay argentinismos, así que me quedo con la duda. Si te vuelve a ocurrir, por favor, espero que me las indiques.
Muy agradecida por tu bonito comentario, Miguel.
Un fuerte abrazo.
No se que ha pasado con mi comentario Mirella,... en fin cosas de la red. Me ha encantado esa acumulación de quimeras que recuerdan vagamente instantes de felicidad.
ResponderEliminarNo te preocupes, Toño, lo importante es que lo leíste y quedaste conforme.
EliminarHay períodos en los que la felicidad es meramente un sueño y en otros se logra vivirla lo que dure.
Un abrazo.
Yo ya no busco la perfección.Antes sí. En la busqueda,
ResponderEliminaruno se pierde muchas experiencias que podrían haber sido emocionantes, satisfactorias, vibrantes. Me encantan tus letras. Besos
Tenés razón, Betty, pero cuando se ha impuesto desde que se recuerda, se produce una lucha constante por librarse de ese mandato. Por suerte a veces se logra.
EliminarGracias y muchos besos.
Me ha gustado mucho Mire, con este tono melancólico que le encuentro. Creo que muchas veces me he sentido así, como un arruinador profesional.
ResponderEliminarTe dejo un gran abrazo. Beeeesos.
Querido Gildo, siempre tirándote para abajo, pero te entiendo porque lo he hecho montones de veces. Hoy me preocupo menos de tantas cosas.
EliminarOtro abrazo y beeeso.
La Felicidad solo se encuentra cuando no es buscada. Cuando nos ponemos ese objetivo tan etéreo, tendemos a idealizarla. Y ya se sabe que los ideales casan mal con la realidad. El consuelo que nos queda es que esos hilitos que desgarran nuestra vida, podemos utilizarlos para tejer una trama que aunque de ficción no significa que sea menos real.
ResponderEliminar¡Me encantó, Mirella! Un fuerte abrazo!!
La felicidad viene cuando estamos bien con nosotros mismos, para mí esa serenidad interior es la verdadera dicha que le abre la puerta a otras más. Cuando estamos insatisfechos, desconformes, nada que venga de afuera podrá colmarnos.
EliminarTe agradezco tu sabio comentario, querido David.
Un gran abrazo.
La vida es asi e intentamos vivirla como bien dices a retazos, unas veces mejor que otras Mirella y hay que seguir tironeandoe de esos hilitos aunque sean imperfectos. Mucha melancolía en tus palabras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Escribí este texto en una época de gran melancolía. Y si lo volví a publicar es porque mi ánimo no está muy alto.
EliminarLa vida es así, un sube y baja constante y lo que vale es seguir caminando.
Gracias, con un abrazote, Laura.
Un texto impecable y hermoso, Mirella, tal y como nos tienes acostumbrados.
ResponderEliminarLa búsqueda de la felicidad, de los momentos o incluso las vidas perfectas, es una constante en la condición humana. Es lícita, salvo que se convierta en una obsesión de futuro que empañe cualquier atisbo de alegría presente. Creo que tu protagonista, como tantas personas, sencillamente es así y no puede evitarlo. Sumida en la nostalgia y la melancolía permanentes, mira atrás para comprender su error, pero aún así no creo que consiga cambiar de rumbo...
Un verdadero placer leerte, Mirella. Es un disfrute pasear los ojos por entre esos renglones que tejes con tanto arte y que me embelesan. Gracias :)
¡Un beso!
Me dejaste un comentario encantador, Julia. Te lo agradece mucho mi parte perfeccionista... ¡jajaja! Cuando escribo "tiro del hilo" demasiado, he mejorado, pero no me curé del todo.
EliminarRespecto a la felicidad coincido con que es algo inherente al ser humano. A veces se la idealiza tanto que cuando llegan pequeñas ráfagas de alegría, no se las disfruta porque se espera más.
Un enorme abrazo.
Hola Mirella, un texto precioso el que recuperas. Me ha gustado mucho esa metáfora de tirar del hilo en esa búsqueda de una perfección que no sé si existe pero que tampoco parece la llave de la felicidad.
ResponderEliminarDesencanto y tristeza subyacente en tus letras y las reflexiones que una se hace al leerte y si a veces en esa búsqueda de la perfección, del momento perfecto, de la felicidad plena nos dejamos por el camino los pequeños momentos de la vida, más que la felicidad en mayúsculas deberiamos disfrutar de todos esos momentos chiquititos pero felices, para mi la felicidad está compuesta de pequeños momentos, instantes que he disfrutado y disfruto, pequeñas cosas a las que a veces no se les da importancia y que si cuando las vives te das cuenta que eso es felicidad.
Un beso enorme y gracias por tu bonita manera de escribir, es una delicia lo que consigues con tus letras.
Esa felicidad con mayúsculas que pretendemos nos roba los momentos de las pequeñas dichas cotidianas, que si se tiene el ojo entrenado, se detectan.
EliminarLo que también quise transmitir en este texto es que el aferrarnos a los recuerdos del pasado y "encerrarlos" en una cajita, tampoco sirve. Lo que antes nos gustaba o era importante, con el tiempo ya no lo es. Me ha pasado con libros que en su momento me encantaban y que al releerlos mucho después, me dejaron completamente fría.
Gracias, por tu comentario tan jugoso (expresión muy de aquí).
Te dejo un abrazo, Conxita.
Qué bonito e intimista relato, Mirella.
ResponderEliminarLa búsqueda de la perfección, de creer que todo con un orden se puede conservar intacto, perfecto y darse cuenta que esa realidad es inexistente, los sueños son eso mismo, quimeras que uno roza, pero nunca termina por alcanzar. Por eso hay que vivir o aprender hacerlo, con la conciencia del momento, porque en parte solo tenemos más que eso. Creo que con tus letras todos podremos ver parte de ese reflejo.
Muy bello.
Un beso, y feliz fin semana.
El momento presente, lo único que tenemos más asegurado, es a lo que menos le damos importancia. Se suele vivir o de recuerdos o programando el futuro con frenesí y el hoy pasa a ser una serie de instantes caóticos que hay que pasar rápido.
EliminarMe alegra que te gustara el texto y gracias por comentarlo.
Un abrazo, Irene.
Hola Mirella, me gusta ese paso de una situación cotidiana, particular hacia una existencial.
ResponderEliminarNo hay más tiempo que el que nos queda, y que hayas traído un texto de hace unos años, también nos muestra qué rápido pasa todo. 2013 quedó tan atrás... nosotros estamos por entrar en la tercer década de este siglo
Besos!
Cuando escribo este tipo de textos intimistas, es muy habitual que parta de algo cotidiano como metáfora de situaciones más existenciales, como vos bien decís.
EliminarEl tiempo se va volando en un jet, todavía no puedo creer que ya termine el 2019 y que este mes cumpla siete años de haber abierto el blog.
Gracias por pasar, Frodo.
Abrazos.
Como excelente microrrelatista, lo resumiste muy bien. Tres palabras: hay que soltar.
ResponderEliminarNuestra parte consciente lo sabe, también dice que lo acepta, mientras el inconsciente sonríe con sarcasmo.
Gracias, Julio, recibo el abrazo y te manto otro.
Hola Mirella! que decirte? me gusta lo que nos relatas,vaya preciosidad has creado. Es una hermosa prosa poética por medio de la cual logras captar diversos escenarios y emociones. Me parece una bonita manera de guardar esa lista de detalles que definieron en su momento, el entorno de tu protagonista. Un placer leerte.
ResponderEliminarSaludo
Muchas gracias por tan lindo comentario, Yessy. En la época en que lo escribí empezaba a incursionar en la prosa más poética e intimista.
EliminarUn gusto que lo disfrutaras.
Besos.
Ohhhhh!!!! Mirella me encantó tu relato ... todos tenemos una cajita, un cajón donde almacenamos esos retazos de momentos importantes de nuestra vida ... yo incluso he llegado a destrozar la cortina , tirando del hilo, casi antes de colgarla...
ResponderEliminarQue bien organizas los relatos mirella
Un gran abrazo
Cuánto me alegro que te gustara, Esme. Esas cajitas es conveniente vaciarlas cada tanto, para desprendernos de recuerdos que ya no nos sirven.
EliminarMuchas gracias y otro abrazo.
Hola Mirella. Excelente...como siempre :)
ResponderEliminarQue gran verdad...la felicidad es algo tan frágil que hay que disfrutarla tal como viene...queriendo modificar lo que sea para "perfeccionarla" no se consigue nada más que se esfume...y no se como se puede conseguir luego conservar algo que no se ha dejado llegar a existir...
Besos :)
Una interesante reflexión, Eric. Siempre hay alguien insatisfecho y que la cuota de felicidad que recibe le parece poca.
EliminarGracias por la visita.
Te dejo un abrazo.
Un relato bellísimo que me ha dejado un sabor de melancolía y añoranza. Me gusta mucho cómo escribes,Mireilla.
ResponderEliminarUn abrazo muy grande y mis felicitaciones
Un elogio tuyo, Ana, es toda una perla. Quedo muy contenta con tus palabras.
EliminarAbrazo enorme.
Me ha hecho mucha gracia eso de "arruinadora profesional". :)
ResponderEliminarMás de una vez queremos arreglar algo y lo hacemos con tan mal tino que lo aruinamos todo. En esos casa, hala, lo mejor es tirarlo todo a la basura, porque si vamos guardando cosas, al final, ni sabemos para qué las guardamos un día lejano.
Otras veces no, encontramos cosas que escondimos y resulta que nos evocan momentos lindos.
La memora es tan volátil y antojadiza.
Salu2.
Cuanto más nos empeñamos en arrelar imperfecciones, peor es el resultado. Y lo más adecuado es ir tirando todos los recuerdos que acumulamos, especialmente los tristes.
EliminarGracias y saludos.
Creo que los años me hacen más nostálgico. Me sentí muy identificado con eso de que los objetos que guardamos no representan fielmente el momento en que entraron en nuestra vida. Sin embargo su alojamiento en un rincón de nuestros recuerdos sí nos llevan al momento vivido, ya sea feliz o doloroso.
ResponderEliminarUn hermoso texto para la reflexión que llevás magistralmente desde el tirón de un hilito hasta una verdad existencial.
Muchas veces algo externo puede ser el detonante que nos dispare reflexiones y nos mande a otras épocas. Sí, los años traen una mayor dosis de nostalgia.
EliminarGracias por tu atenta lectura, Osvaldo.
Un abrazo.