Mi hermana mayor es
parecida a nuestra madre, una sibarita, con un cuerpo voluptuoso, en el que se
sacralizan curvas y redondeces. Mis
padres le eligieron el nombre de Alejandra, por lo magna,
ya lo era de recién nacida. Los
hombres se dan vuelta cuando camina por
la calle, para verificar si la abundancia de adelante se repite por detrás. No
quedan defraudados. Sin embargo, algo falla: a los cuarenta sigue solita y sola.
Mi hermana menor
salió a nuestro padre: flaca por donde la mires, lisa como un palo de escoba.
Es el cerebro de la familia; perdí la cuenta de todos sus títulos, masters y
licenciaturas. Le pusieron Victoria y le hizo honor al nombre: su vida es la
acumulación de un éxito tras otro. Ella sí se casó, con otro cerebro, un doctor
en neuropsico… no sé cuánto y produjeron un cerebrito más, que usa los
sesos para elucubrar las más increíbles maldades. Vicky y el neuro del marido,
después de cada vandalismo, lo sientan y le dan unas cátedras de comportamiento
llena de palabras incomprensibles, mientras el pendejo, con la cabeza gacha,
pone cara de arrepentido para zafar lo antes posible de la perorata. Hay que
reconocerle que es un actorazo, otra que Al Pacino.
No soy una
perversa, pero no me imagino a esos dos en la cama. Toda la libido la tienen
puesta en los estudios, la profesión, exhibirse en congresos y seminarios. A lo
mejor se calientan hablando de la sinapsis de las neuronas. Su vida sexual y de
cómo engendraron ese proyecto de Atila, que por donde pasa siembra la
destrucción, es un enigma para
mí.
Yo soy la del
medio, triste ubicación, aunque tiene sus ventajas: nadie me da bola y no se
meten en mi vida. Me llamaron María Helena (con hache) y me ilusioné pensando
que fue por Helena de Troya, en cambio resultó un homenaje a una tía, solterona y bien forrada, que les dejó a mis viejos una suculenta herencia.
Desde chica me apodaron Mari y mis veleidades mitológicas se fueron al carajo.
No me parezco a
ninguno de ellos y muchas veces dudé de mi legitimidad,
lo que sería poner en tela de juicio la conducta de mi progenitora. No la podría censurar, teniendo en cuenta lo poco efusivo que es
el viejo, siempre con la nariz metida en sus óleos y pinceles.
Mi piel es sospechosamente
más oscura que la del resto de la familia. Nací y crecí en la casona de
Floresta, rodeada por un parque impecable, con pasto inglés, una lujuriosa Santa Rita, hortensias,
clivias, petunias que un jardinero morocho y
musculoso, callado y melancólico, cuidaba con ardor y escrupulosidad como si cada
brizna de hierba o flor fuera el cuerpo de la mujer amada. Mientras trabajó en
la casa, para mis cumpleaños, armaba un ramo con las flores más perfectas, se
inclinaba para darme un beso y decía junto a mi oído con su voz ronca: feliz cumpleaños María Helena.
Era el único que me llamaba por mi nombre completo.
Volviendo a la
cuestión del soma familiar, no soy ni gorda ni flaca, ni linda ni fea, ni
brillante ni seductora histérica, o sea “ni chicha ni limonada”. Una
mina promedio, la gris hermana del medio. El relleno del sándwich.
Y por más que un amigo me quiso consolar y me dijo que el relleno es lo mejor,
lo más sabroso, yo, escéptica por crecimiento, le contesté que al relleno muchos
lo sacan o lo descuartizan, porque el jamón no les va o el queso les da alergia
o el tomate está pasado o dudan de la limpieza de la lechuga.
Tampoco entro en la
categoría de casada o soltera; conviví ocho años con un hombre y nos
separamos. No necesito ser objeto de adoración como Ale, la magna. Ni que me
alaben los logros por las investigaciones sobre la vida íntima de ciertos
insectos, originarios de una isla en el mar de Tasmania, como Vicky. La
suya deja bastante que desear, desde que tuvieron al monstruito, ella y el
neuro duermen en cuartos separados.
No soy centro de
nadie, estoy en el medio de dos extremos que no pueden ser más opuestos: el
cuerpo y la mente. Mis dos hermanas se mancomunan en una sola cosa: en ignorarme. Sé que las irrito porque digo lo que pienso, sin los
eufemismos a los que recurren tanto ellas como los viejos. De algún modo se
avergüenzan de mí, de mis opiniones crudas o de mi boca sucia, como dice mamá.
Ale, la magna, seguramente de mi piel morena. Victoria elaborará alguna teoría
respecto de la pobreza de mi cultura, mi inteligencia mediocre o la carencia de ambición por triunfar.
Lo que no saben —o no les importa—, es que experimenté algo que en mi familia brilló por su
ausencia. Esa palabrita de cuatro letras que jamás fue pronunciada por considerársela cursi, de culebrón de la tarde o de novelas de Danielle Steel. Se
me pegó el hábito y tampoco la digo. Claro que la sentí en toda su magnitud, a
diferencia del sabor insípido de sopa recalentada que fue la constante de
los viejos y, supongo, de Victoria y el neuro.
Y aunque ahora esté
sola y la geografía emocional parezca una estepa deshabitada, el amor
(finalmente puedo nombrarlo), ese amor me reconcilia con la vida,
porque se me quedó adentro como un privilegio, un rescoldo amigo que me
calienta los días. Algo que ellas nunca tuvieron.
© Mirella
S. — 2013 —
Que belleza del medio! Me encantan estos relatos tan familiares. Tan cotidianos.
ResponderEliminarTan vivos.
Que lindo escribís, te dije? jaja mil veces.
Hola Mirella! Como estás?
Te mando un besote.
Sí a mí también, Dana, lástima que ya no se me ocurren más.
EliminarAndo como en el subibaja, días en que estoy un poco mejor y otros no tanto. El problema es que lo mío es crónico.
Gracias por el piropo, me lo dijiste muchas veces, pero igual me gusta leerlo de nuevo.
Un abrazote.
Re-acomodarse a lo que tenes hoy. No puedo decirte otra cosa, cada vez mas tenemos que barajar y dar de nuevo. Viste?
EliminarYo creo que no se nos ocurren algunas cosas para que probemos con otras. Es una teoría conformista, lo se. Jaja.
Te lo voy a seguir diciendo!
;)
Siempre fui una buscadora e intenté otros caminos dentro de la expresión artística, porque lo que necesito es expresarme. Lo que ocurre es que ahora, con mis dolores en los huesos, no me da para hacer mucho.
EliminarTe agradezco el apoyo, lo valoro de verdad.
Besos, Dana.
la del medio tuvo su mejor recompensa
ResponderEliminarbesos
Claro que sí, la mayor recompensa.
EliminarGracias y besos, Oscar.
Me gusta la del medio es fantástica, la más completa y la más serena.
ResponderEliminarFantásticorelato que he leído con pasión de principio a fin.
En realidad es la más inteligente, la que jerarquiza lo más importante en la vida.
EliminarMe alegra mucho que lo disfrutaras, Tracy.
Besos.
Coincidimos; la del medio la más afortunada, pero ya se sabe, en una misma familia salen seres muy distintos y dispares, que parece mentira que las haya parido la misma madre. No todo se basa en la belleza, ni en el dinero, ni en el nivel cultural, ya que hay gente que es mucho más feliz, teniendo menos pero viviendo a su bola y sin ataduras. Además que ese musculoso jardinero, preparara esos ramos de flores para felicitarla, ya dice mucho de ella como persona. Jajaja me ha encantado eso de dudar de la legitimidad, ya que el viejo, siempre andaba con sus rollos y cosas; y luego menuda lección de fiambres y embutidos, a ese pretendiente que decía que lo bueno era el relleno, jajaja. Aquí también he oído algún caso de llamarse una mujer Helena con "h", de hecho yo conocía a una. Estupendo relato querida Mirella, me ha gustado un montón.
ResponderEliminarRecibe besos y un fuerte abrazo de "Rafita", me encantan los diminutivos de mi nombre, aunque ya vaya para viejo. Que esos ánimos vayan creciendo querida.
Un comentario encantador, bien de tu estilo. ¿No sospechaste del jardinero musculoso, que también era morocho? Se te escapó, amigo... jajaja...
EliminarQuedo muy contenta con tu disfrute y de aquí en más serás Rafita, los diminutivos son lindos, porque expresan cariño.
Un abrazo bien grande.
Yo sólo puedo darte las gracias.
ResponderEliminarPero te las doy de corazón.
Yo creo que eres de lo mejor que he leído en mi vida.
No sé que decirte ya...
Un aplauso.
A mi vez te agradezco que me leas siempre y sé que tus palabras son auténticas, que lo sentís de esa manera.
EliminarUn abrazo enorme, Xavi Torito.
Toda una belleza de relato. Cuidando minuciosamente cada palabra, el detalle.. da gusto leerlo. Saludos, Mirella. Nos leemos!!
ResponderEliminarMil gracias por tu lectura, me gustan los detalles precisos, que eviten largas explicaciones.
EliminarMuchos saludos, Josetxu.
I really enjoyed your "one in the middle" self description.
ResponderEliminarI can relate, and sometimes feel I've been left out.
But no matter, for either one of us.
It's not about color, or body, or shoulder.
It's about what's going on in your head, my head.
Attitude and confidence conquers all.
It's sexy as hell.
I loved reading you.
xoxo
This short story is not autobiographical. It's just fiction.
EliminarI agree with you about the importance of having attitude and confidence.
I'm glad you enjoy the story, Rick. Thanks for reading.
Kisses
Oh qué bonito Mirella. Me ha gustado esa de en medio, capaz de decir las cosas claras aunque no guste y sí, tiene algo que cuando te toca te hace maravillosa que es el amor.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho como lo has contado, escribes precioso y lo sabes. Un placer leerte.
Un beso y cuídate mucho
Es la más interesante de la familia, la que entendió que ni el cerebro y la apariencia, solos, sin los sentimientos, pueden completar a un ser humano.
EliminarTodo mi agradecimiento, Conxita y me da gusto que te vayas contenta.
Un abrazo.
Que alegría leerte, leer un texto fresco, nuevo... y magnifico. Tu modo de escribir es tan superior a lo mucho que leo que nunca entendí porque no lo leo encuadernado en papel. es una historia costumbrista, familiar de las muchas, con pinceladas feroces, y toques de humor. Ella la del medio es la afortunada, la inteligente, la que ha gozado. Un texto estupendo. Un abrazo contento
ResponderEliminarNo es nuevo, Ester, ya lo había publicado, pero es desconocido para la mayoría por ser de los primeros del blog.
EliminarParece que a las editoriales no les interesa demasiado lo que escribo, En varias ni me leyeron y dijeron que no publicaban a gente inédita. Van a lo conocido y no se juegan por lo nuevo. Ya no me preocupo más, tengo el blog que me da muchas satisfacciones.
Gracias por tu comentario alegre y estimulante.
Enorme abrazo, Ester.
Gracias, muy bueno
ResponderEliminarBesos
Gracias a vos por la lectura.
EliminarBesos, Chaly.
Que problema con los hijos del medio, ni mimados como los pequeños, ni se los trata con respeto como a los mayores. Una historia que deja pensando, muy bien escrita y ese colorcito de piel oscura da que pensar… ¿verdad:
ResponderEliminarPero la del medio en este caso, consiguió lo mejor de la vida: el amor.
Muy bueno Mirella
Los psicólogos dicen que son los más olvidados, los menos tenidos en cuenta.
EliminarY sí, Mariarosa, la piel más morena puede ser una señal que la madre se dio algún gustito... jeje...
La del medio supo capitalizar la observación hacia su familia y ser ella misma.
Gracias y besos.
Seguramente, eso del amor lo heredó de su padre el jardinero, ese morocho musculoso que habrá hecho canteros en el jardín de su madre.
ResponderEliminarSaludos.
Jajajaja... Raúl, muy buen comentario, con claras alusiones y hechas con altura.
EliminarGracias y saludos.
Expléndido, me eencanta leerte Mirella
ResponderEliminar:)
Besos
Me alegro mucho, querida Nieves.
EliminarUn gran abrazo.
Me ha encantado Mirella el tono de ironía que derramas en todo el relato, no solo das “caña” a la Magna y a la Cerebrito, sino que de la del medio también te “cachondeas” en primerísima persona, y es que no hay nada como reírse de una misma. El final, con la bendita palabra de cuatro letras, la reconcilia con la posición que ocupa en la vida, a mí me parece el medio o la mitad el mejor de los puestos para pasar desapercibido y además un buen otero para observar a los demás, y no solo hablo de la familia, sino de la vida en general.
ResponderEliminarMucho sentido de la observación tiene Mirella.
Te aclaro que no es autobiográfico, yo soy la menor y mi historia es otra.
EliminarHubo una época en que me gustaba usar el humor ácido, medido, unas pinceladas aquí y otras allá. Así el texto no se vuelve tan dramático.
Coincido que quien está en un segundo plano se encuentra en una mejor posición para observar el entorno.
Muchas gracias, Tara, con un abrazo grandote.
He quedado enamorada de la del medio. Me encanto leerte, al ser honesta siento desde ya una admiración bien considerada, eres una genia que no se tiene que graduar en ello, naciste toda una loca inspiradora, desde ahora me pongo en la tarea de seguir deleitandome con tus palabras que en lo personal me ha gustado muchisimo.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Hola, Gaby, bienvenida! Me da mucha alegría que disfrutaras de esta historia y si te gustó mi forma de escribir, hay mucho material para que sigas leyendo.
EliminarGracias por la visita y un abrazo.
Un gusto total que te engancharas con el texto, Julio.
ResponderEliminarAgradezco mucho tus consideraciones sobre el final y las comparto.
Saludos.
No sé si te había dicho antes que yo soy el de enmedio, quizá sí. Y me identifico con algunos pasajes de la historia, que como siempre da un gusto enorme leer. Y me pongo a pensar en mi vida y el amor, ese amor que no recibes en casa pero por alguna mágica razón puedes dar a otra persona, a otras personas.
ResponderEliminarTe mando un gran abrazo Mirella. Sabes que se te quiere mucho desde acá.
Beeeesos.
No lo sabía, Gildo. Quizás eso te explica algunas cosas con respecto a la posición en tu familia. Yo soy la menor, pero en mi caso se rompió la regla porque no fui la más mimada.
EliminarA veces pienso que mis padres me dieron el afecto a su manera, lo penoso fue que no coincidía con mi necesidad o como yo concibía que se debe dar el amor.
Gracias, yo también te tengo un gran aprecio, amigo.
Un abrazote y el infaltable beeeso.
Esa palabrita tan imensa llamada amor y que es tan inmensa
ResponderEliminary si benditas las raras avis,
y si bendita tu , hoy abrazaste mas de lo habitual muchos sentires míos
un besote Mire
Las buenas raras avis hacen la diferencia en este mundo donde se tiende a medir desde la apariencia, la posición social.
EliminarLas cuatro letras son el sostén interior, el pilar sobre el que se sigue construyendo.
Todo mi agradecimiento, María.
Gran abrazo, guapa.
Pues ahora que caigo , me salieron mal las cuentas, Mire
Eliminarno sé , debe de ser mi alma que solo abraza el amor que me fui de la palabra, de la esencia
Sabes ? Tengo 4 hijos pero de tres partos (los mayores son gemelos) y mi madre siempre me decía que el del medio siempre paga el pandote ( es decir es tal vez el menos mimado , sobre todo cuando son muy seguidos . Tal vez sea cierto, los mayores por primerizos son novedad, los que pequeños por ser los mas fragiles los protegemos puede que también de mas y en ese emparedado queda el que en cierta manera madura antes y se hace mas independiente y mas vivo!
Es más te cuento que gracias a él soy abu jajajajaaaaaa
besos y cariños siempre
Qué maravilla, María, cuánto me alegro que "el del medio" te haya regalado un nieto. Gracias por compartírmelo.
EliminarBesos gordos, guapa.
Bien dicen que "en el término medio está la virtud". Leyendo tu relato, sin duda prefiero a la del medio; la que más disfrutó de lo importante de la vida y quedó tocada por las huellas del amor, que siempre vuelven a florecer.
ResponderEliminarMe encanta tu estilo literario, ameno e irónico.
Un abrazo.
Muy amable y cálido tu comentario, Fanny. Indudablemente la del medio era la más sabia de la familia.
EliminarMuchas gracias y abrazos.
Escenas familiares que se viven y tú las narras con tal sencillez que parecen que estén sucediendo en el momento. Un relato precioso, Mirella.
ResponderEliminarSin duda para mí, de las tres la que tiene el equilibrio puesto en su sitio es la del medio, porque entre otras cosas, aprendió a vivir con el amor que conoció y alimenta desde dentro.
Mis mejores deseos para cada día de tu vida, amiga.
¡Un fuerte abrazo!
Todo mi agradecimiento por tus buenos deseos, Mila. Concuerdo con tus apreciaciones, porque quien ha sentido el amor una vez y lo atesora, volverá a sentirlo nuevamente.
EliminarUn abrazo grandote.
YO Y MI HERMANO GEMELO SOMOS LOS DEL MEDIO Y SOMOS LOS LOCOS DE LA FAMILIA. JEJEJEJEEJE.
ResponderEliminarABRAZOS
Qué lindo tener un hermano mellizo. Entonces, seguramente, no pasarán desapercibidos.
EliminarAbrazo, Adolfo.
Brillante, Mirella. Da gusto leer a escritores con la capacidad de contar una historia con voz propia. El texto rebosa personalidad, muestra y visualiza los extremos no solo físicos, sino intelectuales. Y ella espectadora obligada de una familia de la que ella parece formar parte en calidad de invitada. Compartió madre con sus hermanas, aunque parece que no padre. Pero insisto del relato destaco tu seguridad a la hora de contar una historia. Enhorabuena! Un abrazo!
ResponderEliminarCuando en la familia nadie te da bola, como decimos por acá, solo cabe el papel de observadora para tomar distancia de un entorno poco cálido y despectivo. Hacer un balance de lo que tienen los que lo ostentan todo y buscarse, internamente, el propio lugar en el mundo.
EliminarMuy contenta de que te haya gustado, Jorge.
Gracias y abrazo grandote.
Oh! Morochita como el jardinero! Que pillina la madre!
ResponderEliminarMe encantó tu relato, es muy clásico, muy íntimo y se lee de un porrazo por su fácil lenguaje tan cotidiano. Felicitaciones!
¡Bienvenida a este espacio, Mendiel!
EliminarMuchas gracias por dejar un comentario y tan positivo. En cuanto al desliz de la madre, seguramente habrá buscado un poco de acción que el padre, abstraído en su arte pictórico, había dejado de darle... jeje.
Besos.
Me gusta Maria Helena tal cual es, y que su padre el jardinero la felicitara siempre así. Ella supo vivir bien su vida. Ser la del medio hace que se fijen menos en tí, yo también soy la del medio:))
ResponderEliminarMe encantó este relato familiar Mirella.
Buen fin de semana.
Besos.
El padre biológico sí supo apreciarla y quererla por lo que era. Y aunque ella no lo diga, es imposible que lo supiera, sobre todo por su agudeza y su rol de observadora de la familia.
EliminarMe pone muy contenta que te vayas satisfecha con la historia.
Que hagas bonitas escapadas este fin de semana, así después nos las muestras en tus preciosas fotos.
Besos, Laura.
Salgo de tu maravilloso espacio como siempre muy satisfecha con la lectura,también pense en el extraño cariño y atención del jardinero hacia Maria Helena.
ResponderEliminarAunque en las familias todos los hijos son diferentes aún siendo del.mismo padre y madre.
Besos con un enorme abrazo
Sí, es cierto Euge, yo con mis padres o con mi hermana no tuve casi nada en común, fui un poco el bicho raro y no hubo ningún jardinero de por medio... jejeje... tengo los ojos idénticos a los de mi padre.
EliminarGracias por pasar, hermosa.
Abrazo grande.
Me encantó como utilizaste la imaginación en base al famoso estigma de la del medio para sacar este relato, como quién dice: de la galera. Me gustó mucho el modo en que usaste los recursos del lenguaje para pintar a la del medio, para marcar la diferencia con las otras. Y también como las ve ella, la del medio, a la de adelante y a la de atrás. Disfruto mucho con estas joyitas que vas sacando de los estantes. Un abrazo querida Mirella.
ResponderEliminarAriel
Gracias siempre por tus buenos comentarios, Ariel. Sigo bajando relatos de la lestantería, como bien decís, hasta que aparezca algo nuevo que estoy madurando.
EliminarContenta con tu disfrute, compañero de letras.
Un fuerte abrazo.
Al final esta es una historia de valores. Las dos hermanas de los extremos ponen sus energías en triunfar cada una a su manera, para una su meta es despertar la admiración por su aspecto físico, la otra busca hacerlo con su intelecto, y sin embargo ambas han perdido de vista la felicidad, preocupadas más por como las ven los demás a como se ven a sí mismas.
ResponderEliminarLa hermana del medio no busca sobresalir, busca tan sólo vivir, a veces lo consigue y otras no tanto, pero parece que tiene claro que es lo que valora en la vida... los sentimientos.
Un relato muy bien escrito, con frases que no dejan indiferentes, como ese "cuerpo voluptuoso en el que se sacralizan curvas y redondeces" del principio que ya nos pone sobre aviso de lo que nos espera.
Un abrazo y que te mejores Mireia.
Creo que el principal valor es el de ser uno mismo, a veces con las consecuencias que acarrea. Ser hacia adentro y no hacia afuera, nos verán menos, pero en cada acto habrá más autenticidad.
EliminarMe alegro que hayas disfrutado del relato con sus curvas y redondeces... jajaja.
Mil gracias, Jorge.
Otro abrazo.
Qué bonito Mirella, yo me quedo con la de enmedio!😘
ResponderEliminarPor los comentarios, todos la prefieren, es genuina.
EliminarMil gracias Voz en off, por pasar y dejar tu opinión.
Besos.
No creo que nada pueda superar el hecho de sentir amor...quienes no lo sienten pierden algo muy valioso, mucho más que un espléndido físico o una brillante mente en la que no ha cabido algo tan mágico.
ResponderEliminarSin duda, la zona media es el equilibrio, la mejos y más confortable.
Con ella me quedo.
Besos, maestra.
Es el sentimiento que más une, que nos hace evolucionar, si hubiera más amor en el mundo, menos apariencia y anhelos de éxito personal, viviríamos mejor.
EliminarUn enorme abrazo, Marinel, mil gracias por tu opinión.
¡Me encanta! Yo también soy la del medio y, como tu protagonista, muy diferente a mis hermanos.
ResponderEliminarMe he reído con tu ironía.
Un beso grandote, Mirella.
Parece que algo ocurre con los hijos del medio.
EliminarUn verdadero gusto que lo hayas disfrutado, Isabel.
Gracias, con un fuerte abrazo, guapa.
·.
ResponderEliminarRetratas muy bien esas relaciones que se producen entre hermanos. Al final, la segunda también compite. Pone sobre la mesa la mejor moneda: el amor. Lástima. Posiblemente sus dos oponentes no sepan valorarlo en su justa medida, dando por hecho que lo que tienen es lo mejor.
¡Que bien escribes, mirlo.
un abrazo
y hasta mi regreso, que me tomaré un descanso veraniego (aquí)
· LMA · & · CR ·
Gracias por tu comentario y es como vos decís. Un gusto que disfrutes de mi escritura, yo disfruto de tus imágenes. Estamos a mano.
EliminarEspero que tengas un verano hermoso, descanses y tomes muchas fotos para compartinos en el otoño (de ustedes).
Un gran abrazo, Bolo.