Para mí, matar al gato fue en
vano. Es cierto, no cazaba a los ratones, en cambio se comía los pájaros, que
se comían los gusanos que hacen agujeros en el césped del jardín. ¿Qué comen
los ratones, aparte de las hormas de queso apiladas en el sótano? Ellos también
deben comerse algún bicho. Si por lo menos se dieran un atracón con las
cucarachas, que lo más panchas se adueñaron de la cocina. El gato inclusive se
despachó al pez rojo, que le costó un ojo de la cara a la tía Maru, y al que encima
debíamos alimentar, ya que no podía comerse a nadie, encerrado como estaba en
una pecera.
Las cucarachas comen lo que
dejamos y empieza a pudrirse. Qué alivio si esas inmundas se
bajaran a las hormigas saqueadoras del jardín. Laboriosamente nos pelan los rosales,
los geranios, las fresias, ayudadas por las gatas peludas y los bichos canasto,
tan repugnantes que creo no se los come nadie. A lo mejor se animaría una araña bien grande, una
tarántula, lástima que no hay por estos lados, aunque sería un peligro para
nosotros los chicos.
Los ratones se han vuelto un
problema, son angurrientos, roen maderas, cañerías, además de darle a los
quesos. Una solución serían las serpientes, que los encantan con la vista, los
dejan inmóviles y se los mandan de un bocado, eso lo vi en el Animal Planet.
Pero pasa igual que con las tarántulas, no es una buena idea meterlas en la
casa. Otra alternativa es contratar los servicios del restorán chino de la
vuelta. Según mamá, hubo una época en que se rumoreaba que la carne de los
tenedores libres chinos era de ratas y gatos, sin discriminación. No sé por qué tanto escándalo si en los
lugares de categoría ofrecen caracoles, ranas, tortugas. ¿No es un asco comerse
los chinchulines de la vaca o sus tetas o, peor aún, las bolas del toro? Se
ponen de moda hábitos horribles: zamparse grillos, cigarras, víboras, para qué
voy a seguir enumerando.
Mamá siempre nos recuerda que
el hombre, como especie, es el peor de todos, tiene una gula retorcida, prepara
los animales más repulsivos con salsitas rebuscadas, los condimenta con
especias y finas hierbas. Por suerte no entramos en esa categoría de
depredadores, como los llama ella, en casa somos vegetarianos, a excepción del
abuelo, quien fue el que mató al gato. Como no lo pudimos convencer de seguir
una dieta a base de verduras, cereales y legumbres, tiene el instinto asesino
más desarrollado. Para despachar a Agustín, el gato, colaboró la tía Maru, que
es una veleta: un día se engulle a escondidas un bife de chorizo y al otro, con
la culpa que se le derrama por los ojos, hace penitencia con unas hojitas de
lechuga.
El abuelo venía juntando
bronca porque ama los pájaros. La gota que rebalsó el vaso fue cuando
encontramos la pecera en el suelo y Agustín, acurrucado debajo de la mesa, trataba
de hacer desaparecer el cuerpo del delito, pero lo delató la cola rubia que le
asomaba por entre los bigotes. El pez era propiedad de la tía Maru y en ese
momento le surgió la parte carnívora, salió de la indecisión y lo apoyó al
abuelo. Entre los dos acorralaron a Agustín, el abuelo revoleando un cuchillo
como si fuera el hacha del último de los mohicanos y con cara de loco gritaba: “¡los pájaros son sagrados, ni fuiste capaz
de morfarte a los ratones…”!
No quise saber los detalles de
la ejecución, me fui a la casa de una compañera del cole. Mis ruegos fueron tan
en vano como la muerte del pobre Agustín. Debo reconocer que era raro Agustín,
con esa debilidad por los pájaros. Se embuchó una pareja de teros, dos o tres
torcazas y de los gorriones perdí la cuenta. El dicho “cuando el gato no está,
los ratones bailan”, no se aplicaba en este caso, porque ellos, que formaban un
ejército, no se amilanaban ante la presencia de Agustín, hasta le pasaban entre
las patas. Él, que debía tener el estómago delicado, los esquivaba con la cola
temblorosa cuando aparecían corriendo por las habitaciones. Un gato gourmet este Agustín, decía
mamá.
Cuando volví en casa había un
gran alboroto. Mis primos, vegetarianos más que nada por obligación, estaban
armando tramperas con abundantes trozos de queso gruyere. En el fondo, junto a
la parrilla en desuso (sólo servía para almacenar cosas viejas), el abuelo
despellejaba a Agustín, que era gordo y atigrado, con la idea de curtir la piel
y hacerse una gorra para el invierno.
Ese mismo día hubo una buena
recaudación de lauchas y ratones. Las cucarachas de la cocina comprendieron que
venían tiempos malos y no salieron de sus escondites. Me di cuenta de que las
cosas habían empeorado cuando vi al abuelo sacar los cachivaches de la parrilla
y limpiarla prolijamente. Por si esto fuera poco, escuché a mamá que decía que
el abuelo a la noche iba a invitar a unos amigos con los que juega a las
bochas, para cenar unos bocaditos especiales.
El abuelo, fue el gran bicho.
ResponderEliminarMe encantan las arañas.
Un buen relato como siempre Mirella.
Un abrazo.
Así es, Eva, el viejo es el bicho mayor.
EliminarYa había publicado el relato en los primeros tiempos del blog.
Gracias por la lectura.
Besotes gordos.
Y al final salió el abuelo peor que el gato, porque lo hizo bocadillos para su reunión.
EliminarYo pienso que fue un buen pretexto para matarlo y comérselo.
Excelente relato como todos los que compartes.
Besos, que estés bien y disfrutando el día.
El gato tenía gustos bastante exclusivos, no así el abuelo que comía de todo y no desperdiciaba nada.
EliminarContenta de que lo disfrutaras, Euge.
Un fuerte abrazo, linda.
Me ha encantado Mirella, es fantástico.
ResponderEliminarFluye tan bien y es tan divertido. Un deleite.
Y tú, has probado gato alguna vez??? yo no creo que haya mucha diferencia entre comer gato o borrego o algún otro animal, jajajaj.
Con lo que narras del abuelo recordé la anécdota de Yulquila, quien hace de jefe indio en La misión. Decía que mientras que el personaje de Robert de Niro era un hombre violento él comía mucha carne, pero cuando se transforma dejó de comer carne.
Un placer leerte como siempre Mire querida.
Beeeeesos y abrazos
Casi no como carne y cuando lo hago que sea muy disfrazada: milanesas bien cocidas o en trocitos en un guiso. No es por estas modas actuales, fui así desde chiquita y era un dolor de cabeza para mi madre.
EliminarVi La Misión hace tanto que no recuerdo lo que mencionás.
Y para mí es otro placer que te resultara divertido este relato.
Un enorme abrazo y beeesos, Gildo.
Lo volveré a leer , te juro Mire,
ResponderEliminarvaya , vaya puro amor y ternurita la prota
y demás "fauna"
Un abrazo y buena jornada
vuelvo ehh !
seguro que siempre releeo y siempre de regalas mas de una visión en tus relatos excelentes !
Muchas gracias, María, quedo contenta con tu disfrute.
EliminarAquí las puertas están siempre abiertas.
Un abrazo grandote.
Qué mundo este... todos los bichos nos comemos unos a otros...
ResponderEliminarEl relato es para comerte de bien que escribes.
Besos.
Cuidadito, Xavi, si me comés ya no habrá relatos.
EliminarAgradezco enormemente tus visitas con un abrazote.
"todo bicho que camina..."
ResponderEliminarrepta
vuela
horada
salta
nada
...
Hola f, bienvenido.
EliminarAquí decimos "todo bicho que camina va a parar al asador".
Gracias por la visita.
Saludos.
¡¡Gluupp...!!
ResponderEliminarVaya imaginación la tuya, y en realidad es lo normal de la vida, la cadena alimenticia.
Es maravilloso como has logrado un bello relato con semejante tema. Imaginaba a los amigos del abuelo disfrutando del manjar que en realidad a nosotros nos asombra y en muchos países es normal.
¿Y nosotros?
No comemos todo de la vaca, hasta la lengua...
mariarosa
Menos mal que no se ha difundido la antropofagia y nos remitimos a los animales... igualmente hay que tener coraje para mandarse ciertas comidas a base de bichos.
EliminarComo muy poca carne y lengua nunca probé.
Muchas gracias, Mariarosa.
Besos.
Nos hemos puesto de acuerdo y tenemos bichos en tu blog y en el mio, aunque menuda diferencia, me ha resultado divertido, y muy entretenido, al final unos nos comemos a otros, ahora estan de moda los veganos pero creo que no saben que las verduras se abonan con estiércol. Un abrazo grande
ResponderEliminarPensé lo mismo cuando esta mañana te dejé el comentario.
EliminarNo me gusta la carne, desde muy chica, ahora con lo que dijiste del estiércol creo que voy a hacer ayuno... jeje...
Lo de los veganos es un fanatismo y una moda de tantas.
Me alegra que te hayas entretenido con el relato.
Besotes, Ester.
Una narración estupenda y muy fluida ...los humanos los peores bichos de la cadena ... nos comemos a casi todos los demás ...
ResponderEliminarAbrazos
Muy cierto lo que decís, Esme. Todavía no llegamos a comernos los unos a los otros físicamente, pero cuántos lo hacen desde la manipulación.
EliminarGracias y más abrazos.
El ser humano es un depredador
ResponderEliminarBesos
El peor de todos y con premeditación y alevosía.
EliminarBesos, Oscar.
Los viejos de ante no le hacían asco a nada. Mientras no tenga que cazar y matarlo yo, me como lo que me sirvan, menos arroz, mayonesa, crema o ricota.
ResponderEliminarSaludos.
Antes no se tiraba nada y lo sobrante era transformado. En una situación límite no sé si entre morir de hambre o matar un bicho no lo haríamos todos.
EliminarGracias, Raúl y muchos saludos.
Mira, Mirella, para que veas que no siempre somos los depredadores definitivos, te dejo con un hilo de Tquitter que habla de cuando Australia le declaró la guerra a los emúes (unas aves gigantes de aquel continente)... y perdió. Es muy divertido: una de esas ocasiones en las que la realidad se vuelve loca y nos da una lección de humildad en toda regla, un poco por ambos frentes.
ResponderEliminarhttps://twitter.com/kokarro/status/865304321457618944?lang=es
¡Un abrazote! ^_^
Muy bueno el videíto, los emués parecen un ejército.
EliminarHay un dicho: "el pez grande se come al más chico" que, además del sentido figurado, muestra como funciona la cadena alimenticia.
Gracias, Jorge, un fuerte abrazo.
Mirella, no solo has parodiado la cadena alimenticia, sino que la has abordado y bordado con ingenio y fina ironía, y todo ello en un marco familiar (lo de menos es que la familia sea ficcionada o real). Todos los bichos, incluidos los humanos compartiendo habitat general (la casa) pero en departamentos estancos…el pez en la pecera, los ratones en sus rincones, las cucarachas en sus agujeros, el gato en la de todos…. Una casa viva y palpitante llena de depredadores, es inquietante.
ResponderEliminarYa sabemos que comer es un hábito no solo de primera necesidad sino educacional dependiendo del lugar, y punto y aparte están las delicadezas para quienes se las puedan permitir. También es una cuestión de modas, usos y costumbres. En los países consumistas hay enfermedades de “excesos” y en los países mal llamado del tercer mundo las enfermedades y muertes por “carencias”. El mundo es así. Disculpa la digresión, porque tú has emprendido el relato desde la parodia casi esperpéntica, con una casa hilarante y delirante llena de “matones” disfrazados de vegetarianos, incluido el abuelo ¡qué peligro el abuelo! y la tía Maru que se cargaron al gato, un animal indispensable para mantener limpia la casa si no fuera por su delicado paladar.
¡Muy divertido! Un cariñoso abrazo Mirella.
Todo es puro invento, lo que me acerca a algunos miembros de la familia (no al abuelo) es que me tira más comer verduras, cereales, pastas, todos los lácteos y muy poco la carne.
EliminarConcuerdo en que hoy la alimentación está bastante desbalanceada, tanto por exceso como por la carencia que tienen los sin recursos y la pasión por la comida chatarra.
Me encantó tu comentario y me da alegría que hayas "degustado" el relato como si hubiese sido un bocadito delicioso.
Muchas gracias, Tara, con un fuerte abrazote.
Bocaditos al estilo Agustín:)) Engancha tu relato para conocer el final. formamos parte de esa cadena y mos comemos casi todo. Cierto el abono que usa el humano, pero que ricos están los tomates del huerto Mirella.
ResponderEliminarBesos
Me gustan tanto las verduras que paso por alto cómo las abonan, porque si realmente nos ponemos a pensar las condiciones de elaboración de todo lo que comemos, se nos cerraría el estómago.
EliminarUn gusto que te fueras satisfecha con la lectura, pero sin saciarte con los bocaditos del abuelo.
Gracias y besos, Laura.
Mirella:
ResponderEliminarTu historia tiene la genialidad de alguien que sabe recrear una historia balanceada, a ratos entre lo cómico y a ratos rayando con lo espeluznante. No sé cómo pude leerte esta vez hasta el final ya que a los ratones y las ratas no los soporto por la fobia que les tengo...terrible para tu información mi querida amiga. Bueno, ese Agustín era tremendo pero, los seres humanos somos peores!!!
Un abrazo mi admirada Escritora!!!
También me espantan los ratones, me dan asco las cucarachas y creo que escribí este relato a modo de exorcismo a las sensaciones que me producen.
EliminarLamento que te disgustara el tema, sí te agradezco mucho que llegaras hasta el final.
Un gran abrazo, Gustavo.
Brillante relato, Mireia. Una narración ágil que nos hace ver la necesidad de todas las especies para mantener la armonía del hábitat. La ironía respecto a la dieta vegetariana me ha entusiasmado. Y ese abuelo brutote es total. Pobre Agustín que por no cumplir su papel fue carne de cañón. Un texto divertido, irónico, sutil... ¡Qué más se puede pedir! Un abrazo!
ResponderEliminarGracias, David, hiciste una análisis breve y espectacular del texto.
EliminarSoy semi-vegetariana, sin fanatismos, ocurre que nunca me gustó la carne y sus derivados. Pero si me invitan no hago desplantes y solo pido que esté bien cocida.
Te mando un abrazo grandote.
Jajaja muy buena entrada querida Mirella; con tanto bicho, creo que todo tipo de fauna ha quedado bien despachado; los de aquí y los de allí. El Agustín la leche, y sí es al abuelo, vaya perla, ya sabes que muchos viejos se vuelven unos sinvergüenzas. Pero con tanto bicho en una casa, como que debe dar un poco de asco, por no decir ya miedo. Por cierto aquí usamos la expresión: "Dar gato por liebre", cuando se quiere decir que nos la han pegado o engañado, porque parece ser, que el sabor de la carne de gato, y de la liebre o conejo se diferencia muy poco. Del glosario que mencionas, la que creo que no conocía era "angurriento". Yo de vegetariano, tengo poco, aunque me estoy planteando hacerme, ya que con tanto bichejo, se me ha revuelto el cuerpo.
ResponderEliminarBesos y abrazos querida Mirella.
Aquí también usamos ese refrán y con el mismo significado. Un conocido que probó la carne de gato, sin saberlo, cuando se lo contaron dijo que la notó algo dulzona. ¡Puajjjj!
EliminarTengo entendido que en España tienden mucho más al pescado y a los mariscos, aunque la auténtica paella a la valenciana (que aquí preparan con langostinos y otros bichos), leí en algún lado que tiene pollo y ¡conejo!
Sí, es mejor comer más verduras.
Gracias, querido Rafita, te dejo un montón de abrazos.
Hay cazerías que son inevitables...
ResponderEliminarBesitos !!
Forman parte de la supervivencia, otras son innecesarias.
EliminarGracias, Nieves, con un abrazote.
Hola amiga!! Estaba recontra convencido de que te había comentado este cuento porque me re copó cuando lo leí y me pareció super atinado el título con todo lo que implica y que después desarrollás tan genialmente en el texto.
ResponderEliminarTu forma de contar las cosas tiene poesía, tiene ironía y por sobre todo, tiene una verdad de fondo que siempre queda como enseñanza final, aunque esa no sea la intención de lo que escribís.
A mí me hacés pensar.
Un abrazo grande, Mirella!!
Lo compartiste en Google+, eso te habrá confundido.
EliminarComo todo lo que estoy publicando en las últimas semanas este relato es viejo. Ya no me sale la ironía y los subí, precisamente porque añoro un poco esa forma de contar las historias.
Muchas gracias, Simón y un abrazo grandote.
Supongo que para algunos la moralidad es estética, en mi caso me cuesta comer cualquier tipo de carne, simplemente porque no me gusta, así como otros detestan los alcauciles o los espárragos.
ResponderEliminarContenta de que te haya parecido un buen relato.
Saludos, Julio.
Me pregunto si estos textos son originales o, tal vez, antes de subirlos, les das una nueva lectura y les hacés algún retoque. Pero es una pregunta de curioso que soy, simplemente para saber un poco más de la "cocina" (fijate qué palabra vengo a poner, casi adecuada a tu relato) acerca de tu modo de escribir, siempre es interesante aprender algo más.
ResponderEliminarMe gustó mucho la ironía que despliega la/el narradora/dor, me pareció como que ilumina todos los párrafos, con una intensidad pareja. Y también me gustó lo bien que te quedó el lenguaje de la voz que narra, con las palabras adecuadas a la edad de una/un chica/o. La historia: muy bien enhebrada, como siempre, sin fisuras.
Cómo me gusta leer tus textos, no dejes de subirlos por favor. Te mando un abrazo querida Mirella.
Ariel
Sí, antes de subirlos los reviso y suelo acortarlos. Les encuentro frases que están de más, cambio alguna palabra por otra más exacta o que no rime, si es posible.
EliminarEste texto tiene cuatro años y en este período me di cuenta de algunas cosas más, de ciertas debilidades gramaticales que sigo tratando de pulir.
La que cuenta es una nena pero no había posibilidad, por la forma en que está narrado el texto, de aclararlo y lo dejé así.
Me gusta que lo pases bien cada vez que venís por acá, todavía me queda algo de material inédito que estoy revisando.
Todo mi agradecimiento por tu hermoso comentario, Ariel.
Un abrazo grandote, compañero de letras.
Una cadena alimenticia en la que faltan pocos ingredientes, comestibles de cualquier forma y ahora que se ha puesto más de moda cocinar bichitos tu relato hace honor a muchas figuras.
ResponderEliminarTe ha quedado bordado el humor con el que despliegas a cada miembro de la familia, ya sea especie animal o humana. Lo siento por Agustín, el gato, soy fan de ellos, debió ser porque el abuelo como dices, era carnívoro.
Estupendo, Mirella, con que facilidad me introduces en tus historias y hasta puedo fácilmente creer que son reales.
Un abrazo muy grande, amiga.
A mí también me encantan los gatos, casi tanto como los pájaros, pero Agustín seguía sus instintos y eso no lo hacía culpable.
EliminarUn placer que hayas "degustado" el cuento y que lo encontraras "a punto".
Muchas gracias, Mila, por dejar tus impresiones sobre el texto.
Abrazos y besos.
UFFFF MI GATO SE LLEVO POR EL TECHO A MI PERICO... QUISE MATARLO, PERO NO JUEGO A BOCHAS. JEJEJEJEJEJE. EXCELENTE RELATO.
ResponderEliminarABRAZOS
Algunos gatos tienen más debilidad por los pájaros que por los ratones...
EliminarGracias, Adolfo.
Un abrazo grande.
Con un buen aderezo todo es comestible. Todo.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Hay para todos los gustos.
EliminarGracias, José, saludos.
Jajaja Mirella me ha encantado esa fina ironía que destila el relato, a párrafos me he sonreído y en otros me ha dado repulús con tanto bicho suelto y el final ha sido fantástico, ese abuelo no tiene manias, si no caza lo que toca, se lo caza a él y encima él si lo aprovecha todo.
ResponderEliminarUn beso
Me da gusto que te haya resultado divertido y sí el abuelo era todo un personaje en medio de una familia bastante estrafalaria.
EliminarMuchas gracias, Conxita.
Besos.
Irónico y divertido relato Mireia. Nos retratas con acierto a los personajes que habitan esa casa, cada cual con sus manías, virtudes y defectos. Tan humanizados están que hasta al gato lo humanizas como si fuese un miembro más de la familia, hasta el nombre, Agustín, lo hace parecer que camina sobre las dos patas. Un gato acomodado que ha hecho dejación de sus funciones, y que ha sido al final la excusa perfecta para el desmadre general en la familia ávidos por desquitarse hartándose de comer carne. Me he divertido leyéndolo. Un abrazo.
ResponderEliminarCuando uno lee un poco de diversión también es necesaria y me alegra que el relato te la haya procurado.
EliminarA veces creo que los gatos, y muchos animales, son mas humanos que nosotros. Agustín tenía algunas característica nuestras: miedoso y cómodo.
Gracias, Jorge, con un gran abrazo.
Tú relato está fenomenalmente escrito, Mirella, aunque no he podido disfrutarlo porque la desgraciada muerte del gato me ha causado bastante aprensión. Aún así, mi abuelo más de uno se comió. Las cosas eran así, y espérate tú que no vuelvan a serlo.
ResponderEliminar¡Gracias, Holden! Lamento que al enterarte de la muerte de Agustín a manos del abuelo hayas entrado en duelo. Me costó escribirlo porque también tengo debilidad por los gatos, pero el relato así lo requería.
EliminarUn abrazote.
·.
ResponderEliminarFantástico relato, que se me había quedado rezagado. Una delicia ver como encadenas esa cadena alimentaria, de la que queda excluido ese pobre pez encerrado en su urna de crista (¿no habría nada que echarse a la boca allí dentro?)
La verdad es que haces un canto ecológico y, casi, un alegato vegano.
Me ha encantado.
un abrazo, Mirlo
... y hasta mi regreso, después de mi acostumbrada desconexión de verano.
· LMA · & · CR ·
No en la pecera, solito y solo, esperando el alimento que le tire una mano piadosa. Gracias, por leer también este textito.
EliminarDisfruta de tu descanso y renueva las energías, Bolo.
Abrazo enorme.