El leitmotiv de
un tiempo sin horas es doblar por algunos de los múltiples ángulos y enfrentar
un túnel. Ella es un tizne más que se confunde con otros que se ignoran. En las
primeras épocas captaba formas, a veces ojos en los que aún vibraba alguna
llama o ya, irremediablemente, vueltos cenizas. De a poco, la fisonomía
particular de cada uno, fue diluyéndose en deformaciones de materia muerta.
Sabe que también
se desintegrará, es el destino de todos los que habitan el país subterráneo.
Apenas si queda un punto, un rastro brumoso, una nostalgia de lo que han sido.
Aquello que subsiste es el dolor, sus nervaduras no se alisan, al contrario, se
engrosan e impulsan al desplazamiento por los túneles. El agobio del dolor marca
la hoja de ruta a ninguna parte.
Moverse resulta
mejor que estarse quietos en un rincón. En ese mundo se borran los deseos, pero
en ella habita uno que le otorga un halo que en muchos se ha extinguido. Ella
irradia una tenue aureola de esperanza, como una constelación turbia que se
resiste a desaparecer en la profundidad
de la nada.
Por momentos se
detiene para escuchar si le llega el eco redentor de su risa o el ritmo de sus
canciones. Antes de que ella cerrara los ojos definitivamente, lo último que
oyó fue su voz, como de vidrio quebrado, que le prometía remover cielo y tierra
hasta encontrarla y llevarla de nuevo a la luz. Él utilizará su talento,
cautivará a quien fuera con su música, extrayendo las notas más exquisitas que
le abrirán todas las puertas.
En su deambular,
ha encontrado una claridad impura que, trabajosamente, interrumpe la penumbra
que ya la constituye. Aunque nadie hable hay reglas, advertencias que se
conocen como si estuvieran escritas dentro de las sombras que son. Ella sabe que
es un umbral por el que ingresan los nuevos y lo ronda con asiduidad.
En cuanto oiga
las notas órficas del saxo, la melancolía de un blues, ella reunirá los retazos
de niebla de la que está hecha y lo esperará del otro lado de la entrada.
Pero no hay relojes
para medir el tiempo, es un segmento ininterrumpido, siempre igual a sí mismo.
Y antes nunca
nadie ha salido.
Cuando en ese
presente infinito comprende esa ley, decide apartarse del portal. Aún perduran
en ella los restos de la posesión. Ya no lo ama, su único anhelo es irse y él,
con su promesa la ha mantenido en un plano imposible de seguir sosteniendo.
No lo ama, no
puede, no tiene con qué. No desde la agonía del recuerdo —cada vez menos nítido— de su cuerpo, de su
música que le extasiaba el alma.
Comienza a apartarse
del hueco rojizo, busca los túneles más lejanos. Si él viene a rescatarla no la
debe encontrar. Es solo un hálito helado de viento oscuro.
© Mirella S.
— 2017 —
El alma rebosante en notas
ResponderEliminarBesos
Notas melancólicas de recuerdos...
EliminarGracias, Oscar y abrazos.
Su hubiera de reencontrarme con alguien, o a alguien debiera rescatar, que sea a través de un pasaje sonoro de jazz.
La foto me parece soberbia, una excelente elección.
un abrazo, Mirlo
· LMA · & · CR ·
Cada uno iría al rescate desde el ritmo que más le llegue y que pueda conquistar voluntades.
EliminarComo siempre, mil gracias, Bolo.
Un abrazo.
Mirella, echaba de menos tus textos. Es magnífico. Siempre me maravillas.
ResponderEliminarMuchos besos.
Gracias por extrañar mis historias, la de hoy es bastante oscura, siendo optimista.
EliminarBesotes, linda.
El jazz tiene esas notas silenciosas, esos vacíos de viento oscuro, que solo los pocos que se han dejado su aliento, entre sus vahídos y suspiros, huyendo de notas ya disonantes, logran escuchar... no hay nada estridente en dichas notas...
ResponderEliminarTe beso.
Y gracias, Bella Dama, por cada regalo que nos dejas recostado en tus palabras que vuelan como pájaros más allá de cada nota disonante.
Una vez más, me fascina tu sublime vuelo desde la caída.
Un privilegio, el leerte, y más sabiendo desde donde te posas.
Y un abrazo.
Más que el jazz puro, me inclino más por el blues, que calza muy bien con mi temperamento.
EliminarEste texto lo escribí en enero, pero tardé en publicarlo porque me parece demasiado triste. Así es lo que me surge en estos momentos, aunque busque sobreponerme día a día, hora a hora.
El privilegio es mío de tenerte como lectora, querida Zarcita.
Abrazo apretado.
Que la tristeza puede ser bella y hermosa lo digo yo, y la prueba eres tú.
ResponderEliminarGracias por regalarnos tus palabras.
Siempre gracias.
Me da igual que sean tristes o alegres.
Lo que quiero es leerte.
Besos.
Muy agradecida, Xavi, me dejaste un comentario de lujo, me da alegría que lo sientas así.
EliminarEstoy escribiendo espaciado y sin demasiado ánimo.
Un abrazote y beso.
Tienen los recuerdos la potestad de ser tristes y alegrarnos esos momentos que les dedicamos. No me decido por un ritmo, cualquiera de estos dos según a quien y en que momento fuera a rescatar: https://youtu.be/5Ls8-pk4IS4 https://youtu.be/XvMls6vBs6s
ResponderEliminarUn abrazo
La música en general me gusta toda y la que me mandaste me encanta.
EliminarEste relato está basado en el mito de Orfeo y Eurídice.
Mil gracias, Ester, y un montón de besos.
Preciosas palabras Mirella, el jazz te transporta por tus caminos por muy estrechos que sean
ResponderEliminarAbrazos
Gracias, Esme, me da gusto que disfrutaras del relato.
EliminarComo le decía a Ester, es mi versión de Eurídice que espera la llegada de Orfeo.
Besos.
No pude escuchar la música porque tengo un problema en los parlantes. El escrito es fantástico y triste, fantástico porque hay esperanza que emerge y alivia la angustia que produce el relato.
ResponderEliminarAbrazo caluroso, Mirel!!
En esta entrada no hay música, solo se menciona en el texto.
EliminarEl relato es muy triste y la esperanza que había al principio, se esfuma también.
Me parece que cuando leíste estabas sintonizando otro canal, amigo Edu... jajaja...
Gracias y abrazo.
La cadencia, la esencia del blues desprende una tristeza tan bella como este texto.
ResponderEliminarMirella, me ha encantado!!
Un abrazo
Los blues son tremendamente expresivos, me gustan mucho. El sonido del saxo le da un toque que suele ponerme la piel de gallina.
EliminarGracias, Pilar, contenta de que el relato te gustara.
Besos.
Un texto hermoso, y una vuelta de tuerca al mito. En este caso, Euridice se esconde cuando Orfeo, con sus "cantos de sirena" viene a rescatarla. Pero rescatarla, para qué. Dramática escena en la que la mujer prefiere la paz eterna a la vida junto a él. Me ha encantado el tono onírico del relato, a ritmo de blues. ¡Un abrazo!
ResponderEliminarEs mi visión del mito, porque me parece todavía más triste que después que Orfeo la venga a buscar, por el error de haberla mirado, deba regresar al inframundo. Aquí la decisión de quedarse es de ella.
EliminarGracias por la lectura y otro abrazo, David.
Que bonito relato, te deja pensativa y en esa nube de posibilidades de ensueños.
ResponderEliminarUn abrazo grande :)
Un gusto que la historia te enganchara y muchas gracias por tus palabras, Nieves.
EliminarBesos.
Buen texto maestra, aunque no todo tipo de música me gusta. Por ejemplo el jazz, no me va; quizás porque no lo entiendo.
ResponderEliminarBesos Mirella.
Cada uno tiene su inclinación por ciertos ritmos, más que por otros.
EliminarEl jazz muy estridente tampoco me entusiasma.
Gracias, Rafa, por tus visitas infalibles.
Un abrazo.
Lo triste puede ser bellísimo. He aquí una excelente muestra.Todo el texto me impacta por el clima que creas con tu prosa; suena el blues en las letras y se me queda flotando en el alma esa tremenda frase: "Ella no lo ama; no tiene con qué".
ResponderEliminarMi felicitación.
Un abrazo.
Por lo general, los textos que más llegan son los tristes porque suelen tratar emociones o sufrimientos por los que todos alguna vez pasamos.
EliminarGracias por el estimulante comentario que me dejaste, Fanny.
Abrazo grande.
HAY NOTAS QUE NOS MUESTRAN LO INSOSTENIBLE Y HAY QUE PONER PUNTO FINAL.
ResponderEliminarABRAZOS
Desde la muerte es mejor olvidar a los que están vivos.
EliminarUn abrazo y siempre gracias.
¡Qué presiosura, Mirel! Ah, cuanta envidia sana me das con estos textos tan ricamente escritos, tan poéticos, tan sentimentales. Abrazotes, hermosa. Mucho aché.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ovi, pero con la riqueza de tu prosa y la creatividad de tus poemas no tenés nada que envidiar a nadie.
EliminarUn enorme abrazo, compañero.
Es tan bonito y a la vez tan triste... Da que pensar, ¿no? ¿Cuánta gente se sentirá así por unas razones u otras? ¿Cuántos por miedo?
ResponderEliminarTardé en publicarlo, precisamente, porque me parecía muy oscuro, de todos modos no se me ocurren ideas demasiado divertidas. Pero si lo encontraste bueno, eso compensó el clima triste del relato.
EliminarGracias por pasar, Holden.
Un abrazo.
Un texto que es una poesía y a pesar de la tristeza deja un aire de esperanza.
ResponderEliminarmariarosa
No hay esperanza, Mariarosa. Está basado en el mito de Eurídice y Orfeo, solo que yo cambié el final y cuando Orfeo vaya a buscarla al país de los muertos, ella no lo acompañará.
EliminarEs un poco oscuro para entender, lo sé.
Gracias y abrazos.
Muy bueno, Mirella. Un relato de ésos que te entra o no te entra (curioso porque normalmente los tuyos no tienen problema en la acogida), pero que si (como es mi casa) logra cruzar el umbral, llega hasta el fondo y te toca.
ResponderEliminar¡Un abrazote, Mirella! ^_^
No es un texto fácil, es sombrío y con pocos datos para ubicar al lector.
EliminarEs mi versión del mito de Orfeo, desde una Eurídice que decide no abandonar el inframundo si llega a buscarla Orfeo.
Gracias por leerlo, Jorge.
Un abrazo.
Se me da muy poco poner algún video para acompañar la lectura, pero tengo en cuenta el que mencionaste -y que no conozco- para escucharlo tranquila.
ResponderEliminarGracias por la visita, Julio.
Saludos.
Oh Mirella qué bonito y qué triste.
ResponderEliminarEs cierto que a veces salen textos muy tristes pero la tristeza a veces saca las notas más delicadas de uno mismo, como ha pasado con este relato tuyo.
Un abrazo
Gracias por tus palabras, Conxita, me costó publicarlo, pero hay temas muy tistes con los que lidiamos continuamente a lo largo de la vida y el de la muerte está siempre presente.
EliminarMe da gusto que lo hayas disfrutado.
Otro abrazo.
Hermoso relato, Mirella, poco puedo decir excepto que a veces la tristeza se da la mano a la esperanza, a la belleza en sí misma por dejar que las cosas sean simplemente como deben de ser.
ResponderEliminarUn placer, como siempre.
Abrazos-)
Las historias muy tristes hay que trabajarlas a fondo, desde el enfoque hasta la elección de las palabras. Intenté eso, me complace saber que di en la tecla y te ha gustado.
EliminarAbrazo, Mila.
Sombrío, triste, melancólico, pero como siempre hermoso. Los túneles, los recuerdos, la entrada "a la que ronda con asiduidad", pero de la que finalmente se aleja, ese "hálito helado de viento oscuro", qué belleza, Mirella. Escrito desde el dolor pero una delicia excelsa que disfruto plenamente con la lectura.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ariel
Como le decía a MIla, este relato lo escribí de un tirón, pero después lo trabajé mucho, lo corregí incansablemente, buscando imágenes que no fueran demasiado "reales" y que dijeran sin decir demasiado.
EliminarUn gusto que lo disfrutaras, Ariel.
Gran abrazo.
Una melodía melancólica, una ruptura, un alejamiento.
ResponderEliminarLa historia que nos ofreces destila melancolía, muy acorde con las notas que se intuyen.
Como siempre, un placer venir a leerte.
Un beso
Quizás no fui demasiado clara, la separación la causa la muerte y el relato está basado en el mito de Orfeo, relatado desde lo que siente Eurídice.
EliminarGracias, Isabel, con un fuerte abrazo.
Apreciada Mirella:
ResponderEliminarUn relato que me resulta impresionante por la forma como lo manejas, por tocar el tema del más allá desde el más acá, con unas figuras que le dan ese toque ingrávido y que se pone de manifiesto cuando empleas la frase "las notas órficas del saxo".
Has logrado cautivarme con esta historia que, como tú misma se lo aclaras a mi estimada Isabel, está basada en el mito de Orfeo.
Un abrazo desde Escandinavia.
Muchas gracias por tu comentario tan positivo. Había leído un poema de Margaret Atwood, titulado Eurídice, y de allí me vino la idea.
EliminarLo pulí mucho porque no es fácil hablar sobre el más allá, como decís vos, y tampoco quería que el mito resaltara demasiado.
Quedo muy contentaa de que te fueras satisfecho, Gustavo.
Un abrazo.
Triste y oscuro, pero real nunca nos acostunbraremos a esa separacón obligada Mirella. Me encanta la foto!!
ResponderEliminarBesos.
Es difícil meterse en el mundo de los muertos para saber qué piensan o sienten... pero para eso nos servimos de la literatura.
EliminarGracias por leer y por el elogio.
Besos, Laura.
Cada palabra leía era salida del saxo, Mirella. Es música pura. Es un texto exquisito, aunque desolador.
ResponderEliminarSaludos.
Si, es verdaderamente desolador, aunque traté que que no cayera en el tremendismo. Me da gusto que lo disfrutaras, Raúl.
EliminarGracias y saludos.
Qué texto, Mirella...a pesar de lo agónico, resulta hermoso ese amor que no se asimila como tal entre las sombras, pero que pugna por no desahcerse por completo en lo oscuro...hasta el final, donde cede a la pérdida,(yo siento que por amor) de esa música fantástica que hubiese podido elevarla, sacarla a la luz...o no, pero la esperanza es lo último que se pierde y ella la perdió.
ResponderEliminarUfff, qué intenso y hermoso.
Besos.
Aferrarse a lo que todavía es materia, desde la niebla de la muerte, me pareció un tema interesante para desarrollar.
EliminarPero luego se plantea un problema para la que espera: los que entran no salen más. Entonces, sí hay un resto de amor hacia el que hizo la promesa...
Gracias por el hermoso comentario que me dejaste, Maribel.
Un abrazo.
¿Qué decir ante tanta belleza y desasosiego melancólico? Pura poesía, tristeza sublimada, armonía...cuando leo un texto de estas características me quedo sin palabras. Solo queda leerlo con respeto y disfrutar de cada una de las composiciones de las palabras tan hondas y bien dispuestas.
ResponderEliminarMe recuerdas la manera de escribir de nuestro mutuo compañero Ariel, ambos tenéis el mismo poso de melancolía cuando escribís de esta manera.
Te felicito Mirella.
Me dejaste un hermoso comentario, te estoy muy agradecida.
EliminarAriel y yo vivimos en Buenos Aires y, tal vez, hayamos recibido la influencia del tango, ritmo bien porteño y sumamente melancólico.
Nuevamente gracias por la lectura, Tara.
Un fuerte abrazo.
Tanto que tengo pendiente de disfrutarte y caigo precisamente en esta entrada . Me guió la imagen, intuyendo una historia de seducción en un bareto un viernes de madrugada .. o porque no un sábado como este.
ResponderEliminarY ahora no se muy bien como expresar lo que siento, lo que me has trasmitido,
solo una mordaza que oprime la tripa y desagua la mirada
Siempre tocas de lleno, esta noche podría decirte demasiado, aún así te doy las gracias, cuando el verbo emociona es que el alma que escribe tiene unas hermosas alas
Un besito
Me da una gran alegría saber de vos, hace tiempo que no estás en la web.
EliminarLamento el efecto que te causó el relato. Sé que es muy triste, oscuro, diría. Tardé en publicarlo, precisamente por eso. Estoy escribiendo poco y tirando mucho a la papelera. Mala racha.
Gracias por tu mensaje, María.
Un enorme abrazo.