
A la noche escribió largamente en su cuaderno de viaje.
Escribió palabras que le goteaban de los ojos. Había sido un miércoles de
emociones, con fantasmas de remembranzas. Un 23 de noviembre frío, como suele
ser en el norte en esa época del año.
Desde el tren vio el velo blanquecino que se cernía
sobre los campos, labrados con el arte de la paciencia. Al salir de la estación
desembocó en un parque que en primavera debía ostentar la impudicia de sus verdes
y ahora se diluía como una acuarela.
Eran las once, las callecitas estaban desiertas y buscó
en la guía para orientarse. Al cabo de varios giros encontró la más ancha que,
rectilínea, corría paralela a las montañas. Las transversales eran empinadas y
se esfumaban en la niebla.
Se sintió cómoda en ese paisaje casi abstracto, que se
insinuaba con delicadeza en el aire pálido. Todo se veía pulcro, melancólico,
otoñal. Como ella.
Intuyó que había llegado y se lo confirmó la placa de
la Maternidad en la esquina. La casa estaba en la misma cuadra. ¿La distinguiría?
Habían pasado cuarenta años y sólo había vivido allí hasta los cinco. Se detuvo
en el número 79. Los músculos del cuello se le tensaron, cerró los ojos unos
segundos. Debajo del portero eléctrico vio una chapa con la inscripción Doctor Martino.
La casa, de dos pisos, exhibía una arquitectura simétrica.
Observándola intentó descifrar qué sector le habrían alquilado a su padre. El
estilo sugería cierta distinción, pero no combinaba con el color de la pintura,
que debía ser bastante reciente. La reja y el portón de hierro habían sido
olvidados y evidenciaban la corrosión del tiempo.
Nada le resultaba conocido, sin embargo, casi no podía
respirar. De la Maternidad, un cálido día de principios de mayo, la habían
traído hasta aquí y esas paredes, ahora de tonos escandalosos, contuvieron sus
llantos y escucharon sus primeros balbuceos.
La dueña, Ada Martino, había tenido varios hijos. ¿Quién
viviría actualmente? Alguno de los hijos o nietos, quizás.
Un pasillo abierto separaba la casa del edificio
contiguo. Desde allí se le presentó un ángulo diferente: un jardín descuidado,
con hiedras que trepaban por las columnas de dos balconcitos y una escalera de
peldaños maltrechos. En este jardín, que en su recuerdo tenía las dimensiones
de una plaza, había encontrado a su gato pelirrojo, que cada tanto se escapaba
y la sumía en el temor. Esa vez estaba tendido en el pasto y lo abrazó,
acariciando su cuerpo color canela, del que había escapado la tibieza habitual.
Quería despertarlo y volver a espejarse en sus ojos de ámbar. Entonces no lo
sabía: ese había sido su primer encuentro con la muerte.
La casa de al lado era una pensión. Una mujer se asomó
a la puerta y la miró. Ella le preguntó quién vivía en el número 79. El doctor Martino y su esposa —le
contestó—, excelentes personas, el doctor
ya cumplió los ochenta y está muy bien.
Debía ser Tonio, el hijo mayor de Ada; él había
atendido a su madre durante el embarazo. Explicó quién era y de dónde venía. Su
voz sonó apenas audible, como si la niebla se la hubiera absorbido. La mujer, amablemente,
la acompañó hasta la puerta de los Martino para que la recibieran.
Salió una anciana de pelo blanco y expresión apacible.
La dueña de la pensión la presentó y Maura exclamó ¡si es la hija del profesor! La hizo pasar a una salita en penumbras,
Sentado junto a una lámpara estaba Tonio, leyendo un libro. El abrazo la hizo temblar.
Los dos viejitos hablaban simultáneamente, superponían
preguntas, cómo lamentaban que el profesor y la señora Lina hubieran muerto tan
jóvenes y rememoraban los años difíciles de la post guerra, evocaciones que no
tenían que ver con ella.
Se sentía en un estado de irrealidad, con la impresión
de estar y no estar. Y a la noche, mientras escribía, se dio cuenta de todo lo
que no había preguntado y de la poca atención que pudo prestar, porque su mente
se esforzaba en reconstruir imágenes, en rescatar sensaciones y compararlas con
la realidad. Nada coincidía.
Maura sirvió café, después le mostraron en la planta
baja las habitaciones donde se había alojado su familia, convertidas en depósitos
de muebles en desuso. También fueron a una despensa sombría, en la que antes
guardaban la leña; allí habían descubierto al gatito pelirrojo, que fue su
juguete vivo, en una infancia sin juguetes.
Recorrieron el jardín por el camino de lajas tapizado de
hojas secas, que se quebraban con un quejido bajo sus pies. Un invierno se
había acumulado la nieve en montículos esponjosos; su padre con una cuchara
recogió un poco y la echó en el pocillo. Ella se había reído y cree haberle
dicho que se le iba a enfriar el café. Pero esa escena ¿ocurrió en el mundo
real? La mano, la cuchara, la nieve y el café ¿existieron o eran anhelos de la
memoria? Esta casa es concreta, los Martino también, sólo que la dimensión de las
reminiscencias está en un plano semejante al de los sueños.
La despidieron con afecto, como si hubiese sido ayer
que recién nacida, Tonio la sostuvo en
sus brazos.
Afuera la tarde se cerraba con celeridad. Hasta llegar
a la estación sólo se cruzó con un hombre, que la saludó con una sonrisa. En el
único negocio abierto con objetos típicos del lugar, buscó algo para llevarse
como suvenir. Todo era de mal gusto. En un estante encontró una pequeña
clepsidra: cada grano de arena le mostraría la fuga del tiempo y de la memoria
a un país inalcanzable.
Le impresionó el silencio, niebla y silencio aunados.
Se sentía como alguien desintegrado, en esos momentos no se pertenecía. Cómo
juntar la sombra de la niña que había amado al gato pelirrojo y había hundido
sus botitas en la nieve del jardín, con esta cazadora de recuerdos perdidos, que
garabateaba palabras húmedas, como hechas de bruma.
©
Mirella S. — 2013—
A veces, como si olvidáramos lo que somos, necesitamos buscar en el pasado para hilvanar una historia (que ya conocemos) como si ésta nos devolviera los olores, las voces …los muertos (bah, qué dramática me he puesto)
ResponderEliminarLa niñez es una fascinación, al menos para mí que vivía salvaje, subida a los árboles, descalza, y con la cara como si “hubiera comido ranas”. No me extraña que viajara a ella.
Me gusta la descripción de la casa, por ahí no alcanzó la pintura para la reja y el portón (suele suceder)
Pobre gato pelirrojo!
Un beso Mirella.
Creo que todos necesitamos cerrar cuestiones pasadas, para abrir otras puertas o ventanas.
EliminarGracias Vivian por la calidez de tu comentario.
Un abrazo.
Cuando vuelvo a mis escenarios pasados la desolación me estrecha entre sus garras.
ResponderEliminarNo queda nadie.
Besos.
Es así, Torito, a veces nos encontramos con esos grandes huecos que no podemos evitar, son desgarrones en la trama de nuestra vida.
EliminarUn abrazo.
Un buen relato, una historia bien tejida. Y los ingredientes necesarios para ser amena. Un abrazo
ResponderEliminarParece que puse los ingredientes que correspondían y los amasé bien. Me alegro, porque soy una pésima cocinera.
EliminarEster, besos y abrazos.
Me ha emocionado, revivir los recuerdos en el mismo escenario en que ocurrieron ... es muy difícil es explicar. Muchas gracias Mirella. Besicos.
ResponderEliminarTe entiendo Angelines y por lo que leo en tu blog, sé de tu sensibilidad.
EliminarGracias por acercarte.
Besos.
Mirella nos has paseado por un mundo de recuerdos inmenso. Muy buen relato, no se te ha escapado nada, desde las calles empinadas que se pierden por la niebla, hasta la taza de café frío, todo es vida, imaginada o vivida, pero vida que emociona y se siente real.
ResponderEliminarMuy buen fin de semana.
mariarosa
Bueno Mariarosa, hay un poco de todo en el relato, ficción y verdad. Lo importante que la combinación esté bien hecha y llegue al lector.
EliminarTambién un buen fin de semana para vos y un abrazo.
Yo trato de no hurgar demasiado, pero admito que a veces me puede un cierto magnetismo. Impecable, M. Un abrazo.
ResponderEliminarEs que hay momentos en que necesitamos volver, saber, olfatear y tocar lo que fue.
EliminarAbrazo, Darío.
Volver a revivir el pasado, y recorrer aquellos pasos vividos en la infancia, pueden se muy emotivos, pero a su vez muy tristes. La etapa que más nos marca es la de la niñez. Has relatado a la perfección tiempos lejanos, que para algunos puede resultar agradable, y para otros quizás hasta dramáticos, puesto que el paso de los años va arrancando todo aquello que tanto se admiró y quiso en su día. La foto de cabecera es muy bonita Mirella, pero a mí como que me daría un poco de miedo pasar por allí. Joder parece de esos paisajes de las películas de Drácula jajaja.
ResponderEliminarBesitos y muchos abrazos Mirella.
A veces volviendo a los lugares de la infancia se pueden rescatar cosas, otras no, todo depende de como se haya vivido esa etapa. Pero creo que siempre puede ser sanador, como dije más arriba, eso de cerrar puertas viejas para que se abran nuevas.
EliminarMe gustan los paisajes neblinosos y no me da miedo caminar en la bruma y ahora que lo pienso, escribí varios textos donde hay niebla.
Rafa, un abrazo grande y gracias por la visita.
fantasmas del pasado todos traemos a la rastra
ResponderEliminarincluso nosotros mismos seremos los fantasmas de otros
interesante perspectiva narrativa
abrazos y feliz fin de semana
Y a los fantasmas hay que sacarlos a la luz para que no merodeen por los rincones.
EliminarGracias Elisa por acercarte y buen fin de semana para vos.
Besos.
Coincido con Elisa, otra de tus interesantes perspectivas narrativas...la búsqueda de la identidad, del origen...Qué tema! Como siempre, lo transitamos por medio de tu gran manejo de las palabras, que vuelan como pájaros.
ResponderEliminarHe decidido otorgarte un premio del blog, lo podés pasar a buscar en este link:
http://senderositalianos.blogspot.com.ar/p/premios-de-blog.html
Gran abrazo!!!!
¡Mil gracias Patzy por el premio! Es el primero que pongo, ahora sé como se hace y lo aclaré para que los que me habían dado otros anteriormente no se sientan molestos.
EliminarEn agradecimiento y también a modo de premio por todo el trabajo que hacés en tu blog, lo promocioné en Google+.
Un enorme abrazo.
Vaya!!! Me ha fascinado, ha sido genial ir leyendo y engarzando todos los detalles y recuerdos del protagonista mientras inconscientemente revives tus propios recuerdos.
ResponderEliminarUn beso Mirella !!
Me alegro y te agradezco mucho que estés siempre presente.
EliminarNieves te dejo un gran abrazote.
uffff me has transportado a un recuerdo mágico... que narrtiva amiga...
ResponderEliminarexcelente
carlos
Qué bueno Carlos que haya disfrutado de este país adonde van todos los recuerdos.
EliminarUn abrazo.
Excelente Mirella, qué entrañable historia y qué relato tan perfecta.
ResponderEliminarCon el paso del tiempo se hace perentorio completar la historia personal. A mí me está opasando en este tiempo. Por suerte aún queda algún familiar vivo en cuya memoria está registrado un tiempo lejano, un tiempo más tranquilo cuando historias que ya terminarosn recién comenzaban a escribirse.
Un beso grande
Gracias Ale, ya se me acabaron todas las palabras y fórmulas de agradecimiento... jajaja... así que te dejo un gran abrazo.
EliminarTus "palabras de bruma" han compuesto un relato muy sugerente. El regreso a un escenario de la la infancia, el contraste del antes con el después, el choque emocional..., porque no son lo mismo los ojos de un adulto que los de un niño. Pero tú lo has descrito mejor en tu relato.
ResponderEliminarUn abrazo y me alegro de que hayan vuelto las musas.
Las musas andan de vacaciones, este es un relato que escribí el año pasado. Como soy una obsesiva de la corrección, practicamente lo reescribí.
EliminarLe cambié el título y el actual me resulta más ajustado a lo que intento transmitir, que no se refiere sólo a la tierra natal sino también a la pérdida de recuerdos tan lejanos, que más se parecen a sueños.
Gracias Isabel y un beso grande.
Me gusta Mire. Sutil, delicado, enganoso, económico y abierto. Me gusta mucho.
ResponderEliminarFelicitaciones.
Gracias Flor, un placer tenerte por aquí y con el agregado de que te gustó el texto.
EliminarBesos.
aprecciated much your blog . kisses albert
ResponderEliminarThanks for reading my writings.
EliminarBig hug.
RELATO MUY INTERESANTE, LLENO DE IMÁGENES DEL AYER.
ResponderEliminarUN ABRAZO
Gracias ReltiH, las imágenes del ayer que se pierden en las del hoy.
EliminarUn abrazo grande.
Si consiglia di non ritorno a casa ha fatto dove trascorrere l'infanzia, perché l'immagine che si aveva in mente si confronta con la triste realtà e si trasforma in delusione e si ritorna alla tua vita attuale e quindi andare in esecuzione allo specchio e chiedetevi: sarebbe come andato così a lungo senza rendersene conto?...
ResponderEliminarun bacio senza ricordi
Tenés razón en lo que decís, pero también se rescatan otras cosas: que la protagonista no haya sido olvidada por el médico que la trajo al mundo, el recibiento y el abrazo afectuoso, también cuentan ¿no?
EliminarUn beso con recuerdos lindos.
Está perdido para la parte conciente, que intenta aferrarse a fragmentos y no sabe si fueron reales, distorsionados o fantasías. Por supuesto que todas esas viviencias olvidadas forman parte de nuestro bagaje y siguen operando en nosotros, pero está perdido para la memoria. Así lo siento yo y como no lo sé explicar mejor, intenté mostrarlo a través del relato.
ResponderEliminarGracias Jorge y otro abrazo.
Hola querida Mirella
ResponderEliminarGracias por darle la bienvenida a mi gatita Suri que no salió muy favorecida en la foto pero que es linda, lo que ocurre es que quería mostrarla y no había manera de que saliera bien en las fotos porque es inquieta.
Ahora está sobre mi falda, viene muy cariñosa ya de su otra casita donde nació.
Un beso grande.
Gracias a vos Luján, por pasar con una noticia linda.
EliminarUn abrazo.
¡Mire, qué bello relato! Me siento tan integrada a él. Estoy por embarcarme en ese viaje iniciático hacia mi pasado, mis raíces, a encontrarme con personajes neblinosos que intentaré tomar sorbo a sorbo como esa taza de café para luego plasmarlos con claridad en una especie de autobiografía de la historia de mi familia que tengo en sueños hace un tiempo.
ResponderEliminarEstá tan bien escrito que no tengo nada que agregar: simplemente decirte que hoy, como tantas veces, hizo ruido tu relato en el fondo de mi alma viajera y hasta se me escapó un lagrimón porque es como si me leyeras.
Gracias, Mire querida: cada día escribís y transmitís más y mejor!!!
Un beso grande!
Fer
Acabo de darme cuenta de que no se publicó mi respuesta, Fer o se borró... Blogger a veces es un misterio.
EliminarNo publicaré y ando borrada, pero vengo a ver si me dejan mensajes.
Me alegro mucho por el viaje que estás proyectando, son muy necesarios para dejar cosas atrás y afianzarse en lo que uno ha hecho de sí mismo.
Un abrazo enorme y gracias por tus palabras elogiosas.
Los recuerdos... Se agigantan, se escapan, se pierden, regresan... A veces cuando regresamos a ciertos lugares, descubrimos dimensiones tan distintas. Densidades desconocidas y aromas que no eran. Sin embargo, basta cerrar los ojos, y ahí están ota vez: las formas intactas, los perfumes añorados y la realidad de antaño. Los juegos de la mente, no?
ResponderEliminarTexto muy interesante, Mirella. Lo leí y me fugué hacia atrás. Gracias por el viaje. Un beso!
Gracias a vos, Bee. Esos viajes son necesarios, ojalá te haya hecho bien.
EliminarVoy a estar borrada por un tiempito y no pasaré a visitar los blogs amigos, tengo muchas cosas para resolver y además me siento cansada.
Espero me extrañes... jajaja!!!!
Un enorme besote.
Hola Mirella, quiero agradecer primero tus palabras muy acertadas sobre el trabajo en la escritura, no queda otra que arremangarse y seguir. ¿Era Picasso el que decía, si la inspiración llega que me agarre trabajando? Creo que sí, lo cierto es que a veces la realidad pura y dura, golpea y te tira. Lo importante no es caerse, es poder levantarse no? En eso estoy.
ResponderEliminarAhora, aquí leyéndote, me hiciste viajar a mi propio pueblo y sentir eso mismo, lo de ser una cazadora de recuerdos perdidos escritos con tinta brumosa.
Me hubiera gustado leer ese otro escrito tuyo, en el que hablabas acerca de tu propio desaliento, pero no entiendo este sistema del google+ reconozco que me pierdo, soy tan torpe =)
Besos!
Mil gracias Pato por la visita. Todos pasamos por esos momentos en que no sabemos para donde agarrar. Estoy transitando uno.
EliminarTomé una decisión que me costó mucho porque soy de las que no aflojan, pero ahora creo que tengo que parar un cacho.
Necesito bajar un cambio, y empezar a rastrear nuevas palabras e historias, así que por un tiempito -no creo que sea largo, el blog se convirtió en un vicio- voy a dejar de postear y de leer los blogs amigos.
Si querés leer el post de mi desaliento, es "Época de crisis" y está más abajo que este, sólo que no entres a comentarios, seguí para abajo y lo vas a encontrar.
Y si entraste acá, fijate arriba a la derecha en "archivo de del blog", está en el mes de Julio.
Un gran abrazo y nos seguiremos encontrando.
Pero que bien escribes, no me cansaré de decírtelo
ResponderEliminarla historia me ha emocionado, la fecha es importante para mi ( el cumpleaños de mi padre)
Ya estoy de vuelta aunque despacin
Besos
Gracias Teresa, vos llegaste y yo me voy por unas semanas, necesito renovar ideas y alejarme del mundo virtual, que me ha acaparado tanto que hace que descuide el real y concreto.
EliminarMe alegra mucho que te haya gustado el relato y tomate tu tiempo para regresar, disfruta del verano.
Un gran abrazo y hasta pronto.
Qué buen relato.
ResponderEliminarEspero que no te alejes tanto de éste, tu mundo virtual. No empolves mucho tu lápiz. Recuerda que puede haber un tiempo y orden.
Saludos.
No me alejaré mucho Gilberto, no podría. Necesito más tiempo para escribir, para buscar dentro de mí nuevas opciones y el mundo bloguero atrapa.
EliminarGracias por pasar y otro saludo para vos.
Nada se pierde, ni aunque se olvide. Uno es lo que es a través de toda la experiencia acumulada y es así y no de otra manera. Igual soy de las que no miran jamás atrás, ni para lo bueno ni para lo malo, eso me impele al camino.
ResponderEliminarMe ha gustado el relato, Mirella, lo encontré, además, muy poético.
Una pena que te alejes de la virtualidad, porque no suele dar resultados para la mejora de la realidad y menos cuando escribir y compartir lo que escribes es una parte indispensable para sentirte bien contigo misma.
Piénsalo, tu realidad está compuesta también de virtualidad, lo creas o no, negarlo es inútil.
Muchos besos, Mirellísima.
Namasté.
Tampoco soy de mirar el pasado, lo vivido. De vez en cuando lo hago para recabar información, para verificar los cambios, pero no soy nostálgica.
EliminarMe tomo este mes Morg, nada más; el mundo virtual me dio muchas alegrías y no lo voy a abandonar, pero en estos momentos me siento muy cansada y debo resolver algunas cuestiones reales.
Además no estoy produciendo nuevos textos, eso me preocupa, y este mes quería dedicarlo a escribir y a corregir.
Muchas gracias por tu comentario.
Abracísimo.
un abrazo y buenas energías
ResponderEliminargracias por tu huella
Gracias a vos, Elisa por pasar y nos seguiremos encontrando en unas semanas.
EliminarUn abrazo.
Es increíble que una historia tan sencilla pueda transmitir tantas emociones. La nostalgia que transmite el texto es indescriptible, y eso se debe a tu talento.
ResponderEliminarMuy bello escrito, Mirella.
Saludos.
Aunque no sea tu estilo, me alegra mucho de que te haya llegado.
EliminarTodavía no pude leer tu publicación, porque estoy tomándome un tiempo para escribir nuevos textos, pero lo haré en cuanto pueda .
Te agradezco mucho por acercarte al nido.
Raúl, un abrazo.
aprecciated your blog kisses albert
ResponderEliminarThanks Albert. Big hug.
EliminarUn texto muy bello y conmovedor, lleno de emociones. Maravilloso. Saludos cordiales y felicitaciones de la Sociedad Argentina de Escritores Filial Villa María -Córdoba. Te seguimos
ResponderEliminarLes agradezco mucho la visita y los comentarios tan favorables.
EliminarEs un honor tenerlos como lectores.
Mil saludos.
Oiga, pasé a dejarle un abrazo ;)
ResponderEliminarMuacks
Vuelva cuando usted quiera, pero vuelva (Buenas quedamos pocas, decía mi abuela)
Gracias por al abrazo, siempre son muy apreciados.
EliminarA no desesperar... ya falta menos, vuelvo la última semana de agosto.
En realidad la desesperada soy yo, no creí que iba a extrañar tanto, pero reconozco que me hizo bien desconectarme un poco.
Besotes y gracias por la visista.
Me ha encantado tu pequeño relato. La melancolía del pasado es un sentimiento agridulce, Mirella. Lo has expresado muy bien. Nada sobra.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias M., estuve un poco alejada del mundo virtual, pero de a poco iré volviendo.
EliminarMe alegro de que te haya gustado el relato, una pizca de melancolía también es necesaria de vez en cuando.
Otro abrazo de vuelta.
feliz fin de semana
ResponderEliminargracias por tu huella
abrazos
ps... sí , es el blog actual
los otros privados
:D
Elisa me alegro de haberte reencontrado. No se puede desaparecer por un tiempito que una se encuentra con novedades... jaja!
EliminarAbrazos.
Hola, es mi primera visita, me ha gustado mucho tu relato lleno de sensibilidad y nostalgia. Al fin y al cabo qué somos? la suma de unas vivencias pasadas que llevamos a cuestas, pueden ser buenas o malas, pero son las que nos van formando como personas, eso nos hace diferentes.
ResponderEliminarMe parece muy bonito el relato y la exposición del tema a través de los personajes. Te felicito.
Como me gusta, me quedo para seguir leyendo todas las entradas que vayas publicando y sacaré un ratillo para ir viendo las anteriores que seguro son tan interesantes como ésta.
Un abrazo
Rosa
Te invito a visitar mi blog: Literatura a vueltas, que me dejes algún comentario para registrar tu huella.
Si te gusta, además, te invito a quedarte y acompañarnos en este camino virtual de las letras. Encantada de leerte.
Gracias Rosa, por tus comentarios tan cálidos. Bienvenida en todo momento.
EliminarTambién te haré una visita y nos seguiremos encontrando.
Otro abrazo.
Cargado de sentimiento y emoción, un beso para ti.
ResponderEliminarEnhorabuena, feliz día.
Gracias Amapola por tus gratas palabras
EliminarTe mando otro beso y que tengas una buena semana.
No sé, como dice Sabina al país donde has sido feliz no debieras tratar de volver... Aunque quizá sea que nunca nos hemos alejando definitivamente de él.
ResponderEliminarAbrazos
También creo que -en algunos casos- no hay que volver, porque todo cambia y lo que quedó cristalizado en nuestra memoria ya no existe más que en ella.
EliminarAunque otras veces he vuelto a lugares y encontré nuevas perlas para atesorar.
Gracias Amando y un abrazo.