martes, 5 de mayo de 2015

Latiendo como el sol



Se mudó al departamento de al lado hace ya unos meses, pero nunca la he visto. Su baño está pegado a mi living, así supe que canta temas de Shakira cuando se ducha. Siempre las mismas estrofas, empieza despacito para calentar la garganta, después larga unos alaridos a todo pulmón que perforan las paredes endebles que nos separan. Mi vecina se ríe mucho, con unas carcajadas afónicas que destemplan la tranquilidad de vivir casi en una nube: piso 26, mirando al Jardín Botánico y detrás un exiguo segmento del río.
A su regreso, en cuanto abre la puerta, se acaba el silencio. Habla por teléfono, silba, y se oyen golpes como si tropezara con los muebles o se le cayeran objetos al piso. Creo que vive sola igual que yo y, sin entrar en detalles porque soy un caballero, están los sonidos de los fines de semana por la tarde. El dormitorio de Shakira da a mi cocina, y un domingo a eso de las cinco, fui para prepararme un té, cuando en la quietud irrumpió una catarata de gemidos, que fueron in crescendo hasta terminar en un grito estentóreo, cuyo eco vibró en el aire largos segundos. Al echar el agua en la taza, mi mano temblaba ostensiblemente.
Lo desaforado de la situación me hizo acordar la escena de una película en la que la actriz hace una demostración pública de un simulacro de goce, tan bien actuado que deja boquiabiertos a los presentes. Con las mujeres nunca se puede estar seguro. Sin embargo la ceremonia de los fines de semana se perfeccionó en calidad y cantidad y no me quedó duda de que lo que allí ocurría era auténtico. Por más que pusiera el compact de Aída y subiera el volumen del equipo al máximo, el virtuosismo de las trompetas en la Marcha triunfal era opacado por el clímax de Shakira.
No soy un puritano, en mi juventud, allá por los años 50’, fui un calavera*, como se decía entonces. Quizás en mis tiempos había más mesura y discreción, aunque esa época es tan remota que no sé si es cierto. Sí afirmo que las paredes de las casas eran mucho más gruesas.


Aprendí de memoria los estribillos de Shakira. Mi melomanía se circunscribe a la ópera, pero con el correr de los días encontré que ponían una nota alegre y estimulante a la asepsia de mi vida silenciosa de viejo solterón. En mi fantasía su figura creció en una mezcla de Sophia Loren y Anita Ekberg. Mi vecina se convirtió en un personaje exuberante de alguna película de Fellini que imitaba a Shakira. Pasé del fastidio a cierto grado de animación; cuando ella volvía, aportaba una oleada joven, viva, grotesca y entrañable a la vez. Me hubiera gustado conocerla, intercambiar frases banales, de vecinos, pero no nos cruzábamos en el palier. En oposición a mis rutinas, sus horarios eran caóticos. Una tarde que salía de mi departamento, solo alcancé a ver la fugacidad de una sombra tragada por el ascensor.  En otra oportunidad, mientras lo esperaba en el palier, escuché que hablaba por teléfono. La voz se acercaba y se alejaba, su tono era entrecortado, sin gritos ni risas.
Como es común que pierda la noción del tiempo, no sé si transcurrieron días o semanas hasta que me di cuenta de que había vuelto el silencio. No hubo más sonidos a la hora de la siesta, tampoco el canto en la ducha, sólo quedaron los ruidos de la puerta cerrada de un golpe o una silla que choca contra las patas de la mesa.  El júbilo había cesado, un aire triste se esparció como cenizas en el piso 26.
A pesar de mi habitual prudencia no pude aguantar y le pregunté a Luis, el portero, si conocía a la chica del 26 C. Él, franeleando los vidrios del hall, me dijo:
—Sí, hace cerca de un año que compró el departamento. —Me miró con sus ojos oblicuos y preguntó—: ¿No la vio nunca?
—No, todavía no nos encontramos.
—Con razón, porque no es ninguna piba, debe pasar los cincuenta.
—Ah… —no pude agregar nada más debido al desconcierto.
—Vive sola, es contadora, muy amable —Luis siguió por su cuenta aportando información—. Es viuda, pero creo que tiene algún tipo de relación con un señor distinguido, lo vi varias veces, hace tiempo que no viene.
—Ella, cómo es, físicamente quiero decir —la pregunta me salió sin que pudiera controlarme.
—Y… qué le voy a decir, no es gran cosa: petisita, flacucha —dijo Luis, que por suerte se había agachado para frotar la parte baja de los vidrios y no vio que mi cara se tornaba granate.
—Antes era más conversadora, se reía, hacía bromas —continuó—, ahora saluda, algún comentario sobre el tiempo y de ahí no pasa.
—Claro, claro ¿Y la vio últimamente?
—Justo anteayer me preguntó si conocía a alguien del edificio interesado en comprar el departamento. Me parece que se traslada a Córdoba.
Esa mañana fui a caminar por el Botánico y en contra de mis costumbres me senté a tomar un café. Estábamos en primavera y el verde de las plantas era un agasajo para la vista, pero ese despliegue de la naturaleza me llegaba empañado, como si hubiera sufrido una desilusión o una pérdida.


El estrépito que venía desde el palier me informó que ése era el día de la mudanza. Me aposté detrás de la puerta con el ojo puesto en la mirilla. Shakira, con su voz afónica, daba instrucciones precisas a los de la mudadora para que no le arruinaran el tapizado del sillón. Les indicó que la esperaran abajo mientras hacía una última recorrida. Me puse el saco a los apurones y salí al palier. Shakira cerraba la puerta con llave. Juntos esperamos el ascensor.
—Buen día —le dije.
—Hola —respondió sin mirarme y haciendo tintinear las llaves.
Soy de altura promedio y su cabeza me llegaba al hombro, con el pelo corto, sin volumen, de un rubio lavado. Tenía puestos unos jeans y una musculosa que le descubrían unos bracitos anémicos.
Ya en el ascensor, para romper el silencio, dije:
—Después de todos estos meses nos conocemos recién el día que se va.
—Sí, la vida en Buenos Aires…
Dejó la frase inconclusa y levantó la cabeza. Vi los ojos más extraordinarios que recuerde, como aguamarinas con brillos de ámbar, pero con una mirada tan melancólica que me turbó. Llegamos a la planta baja.
—Adiós y suerte con su nueva casa —me despedí.
—Gracias, voy a extrañar las hermosas óperas que usted escuchaba —agitó la mano y se fue hacia el camión de mudanzas.
Eran las doce, hacía calor y yo con el saco puesto; en el apuro había olvidado de llevar el bastón, pero igual me encaminé hasta el shopping para comprarme un compact de Shakira, e iba tarareando “latiendo como el sol, mi corazón no tiene edad… tralala… este es un día especial, uhuh uhuh, quiero creer en otra oportunidad…”


©  Mirella S.   — 2010 —

*Calavera: expresión popular para designar al hombre trasnochador y mujeriego. 







51 comentarios:

  1. Me encantó, me tuvo en vilo hasta el final.
    me alegra que hayas decidido sacarlos del olvido.

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    1. Con alguna corrección, iré publicando alguno más.
      Besos y gracias.

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  2. Que bueno que vuelvas a recuperar estos escritos, porque la verdad son maravillosos. Sigue rebuscando por los cajones, que seguro que nos das más sorpresas.

    Besos Mirella y gracias.

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    1. Todavía queda uno que otro pasable, los iré alternando con algo actual, aunque no estoy muy productiva que digamos...
      Besos y gracias a vos, Rafa querido, por estar siempre.

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  3. Seinfeldiano el modo en que el relato concluye en cotidianeidad y circuntancialismo , pero con elevado valor presentista por tu capturante narrativa que nos parece llevar a distinto desenlace y nos arroja finalmente en la vida sigue igual.
    Besos Mirella siempre bella.

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    1. La vida, de un modo u otro, siempre sigue igual e imperturbable su rumbo, nos guste o no la mezcla de los que nos toca y de lo que forjamos con eso.
      Mil gracias por tus amables palabras.
      Besos, Carlos.

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  4. Esos momentos de la vida que se transforman en el recuerdo de un romance que nunca fue, pero que siempre se añoran como tal, ¿no?
    Muy lindo ese final. me encantó. Ahí es donde me sacaste la sonrisa: en esa despedida.
    Saludos.

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    1. Contenta de la sonrisa del final, hoy que se sonríe tan poco, viene bien.
      Todavía me gusta la idea de ese hombre mayor, estructurado en sus costumbres, que se hace el bocho con una fantasía que le brinda un soplo de vitalidad. Como si abriera una ventana.
      Gracias, Raúl, saludos.

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  5. Muy bien llevado y de un rico valor de la vida diaria. Ya me imagno a la vecina cantando en la regadera... yo tengo una que es insoportable y cuando se toma dos tragos empieza a imitar a shakira... jajaja

    besos
    Y sigue sacando del cajón esos cuentos están muy buenos

    CArlos

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    1. Ya van quedando pocos, pero hay algunos que pienso rescatar del polvo del tiempo.
      Como me mudé muchas veces, me ha tocado toda clase de vecinos y vecinas... este relato es un homenaje a los cantores/gemidores... jajajaja.
      Gracias, Carlos, un abrazo.

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  6. Disfruto más con lo que te leo a ti que con los libros que leo cada día.
    Eres muy buena.

    Besos.

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    1. Xavi, ese es un elogio para enmarcarlo, colgarlo en un lugar bien visible y leerlo cuando me sobrevengan las inseguridades y la feroz autocrítica.
      Un gran besote.

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  7. Yo también tuve mi "Shakira" durante mis primeros meses en Milán, la diferencia era que sí nos cruzábamos en el ascensor por las tardes y era mucho más joven que yo. De una voz ronquita muy particular, tanto para cantar como para gemir. Nos hablamos casi nada, nunca nos presentamos pero hasta ahora recuerdo sus cantitos en italiano puntualmente a las siete y treinta de la mañana.
    Excelente relato Mirella, un fuerte abrazo.

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    1. De esa clase de vecinos hay a montones, también los padecí, algunos eran como para internarlos por los ataques de locura que manifestaban.
      La tuya te servía de despertador, por lo menos cumplía una función productiva... jajaja.
      Gracias Eduardo, me alegro de que te gustara el relato, bastante más liviano de lo que suelo publicar.
      Otro abrazote para vos.

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  8. Me encantó. ...sacando jugo a las melodías pasadas

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    1. Lo escribí cuando Shakira estaba en su apogeo, no es que sea mi cantante favorita.
      Besos, profe y gracias.

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  9. Me sacó una sonrisa y el sombrero;te saludo, me gustó mucho.

    mariarosa

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    1. Lo de la sonrisa es lo mejor, hace mucho bien y es un gusto que lo disfrutaras.
      Besos, Mariarosa.

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  10. Pues mira que me sacó una tremenda sonrisa Mirel. Me encantó el final, no podía ser de otra manera. Un solterón ya madurón con un pasado de calavera. como mencionas, y una mujer que se revela en los simpáticos referentes (Shakira) al concluir la historia.

    Me gustaron las citas a Meg Ryan, Anita Ekberg y Shopia Loren para referenciar al personaje femenino.

    Aquella contadora, aquella Shakira del piso 26 le insuflo vida a aquel solterón y le cambió un poco el esquema a su melomanía, digamos que se la popularizó jajaja.

    Me gustó Mirel.
    Abrazo.

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    1. A cualquier edad viene bien un cambio, hasta de gustos, sea Shakira o Lady Gaga... jajaja...
      Me alegra mucho saber que lo disfrutaste y de las citas cinematográficas. En el viejo original la nombraba a Meg Ryan, pero decidí que no hacía falta, que quien vio la película se daría cuenta a quien me estaba refiriendo.
      Muy agradecida por tus comentarios, Gonza, con un fuerte abrazo.

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    2. Creo que esa escena se ha vuelto un clásico del orgasmo, jajaja. La escena de la parroquiana que después ordena lo que le habían servido a Sally es genial.

      Una de esas comedias románticas que me recordó mucho a Woody Allen cuando la vi.

      Un acierto apelar a los códigos culturales del lector.

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    3. También es una de las comedias románticas que más me ha gustado. Tiene ese humor inteligente, con la pizca de ironía justa.
      Gracias por el segundo comentario, Gonza. Coincidimos con la peli.

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  11. El relato alimentó mi curiosidad que se aceleraba cada vez más a medida que avanzaba la historia, el remate muy bueno; este micro de vecinos atrapa porque muchos hemos tenido a personajes como éstos al lado de nuestro departamento, a mí, por ejemplo me tocó una gemidora serial que me ponía muy incómodo por nuestras hijas, que eran chicas y pensaba que podían oírla, por suerte se casó y a partir de eso no gimió más!!
    En cuanto al calavera, cambiar la ópera por Shakira, francamente, claudicó, declinó, se degradó, todo por una fulana que era lo opuesto a la Loren o a la Ekberg...Esperaba otra cosa del calavera, los calaveras son cancheros...
    En fin, la pasé muy bien con la lectura escritora MIR, a propósito, me gustaría tenerla de vecina, con todo respeto lo digo.
    Bacio lungo, MIR!!

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    1. Jajajaja... Edu, con el casamiento se acabaron todos los ruidos molestos para vos... y el jolgorio para tus vecinos.
      El calavera no va a cambiar su gusto operístico por una cantante pop, pero ir a comprar el CD es como para guardar un recuerdo de esa fantasía falsa que alimentó e hizo crecer en su imaginación de hombre solitario. Como integrar otro mundo.
      Un calavera es canchero cuando es joven, cuando está solo, es mayor y usa bastón, vienen otros sentimientos.
      Un gusto que disfrutaras del relato. Abrazo.

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  12. Me has ido picando la curiosidad, Mirella, a cada párrafo. Todo es cotidiano y sencillo y el final es perfecto, agradezco el realismo. Me ha encantado el hecho de que el texto esté plagado de detalles que lo enriquecen y le dan vida y de esa complejidad agridulce que dejan las ilusiones al enfrentarse con la realidad. Y también el hecho de que no es para nada triste, que es muy natural y fluido tanto en contenido como en forma.
    Un abrazote, Mirella! ^_^
    (Luego te respondo a tu comentario sobre el relatillo de terror)

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    1. Pasé por muchas fases en mi escritura; escribí cuentos para niños; algo muy malo de ciencia ficción; cuentos fantásticos, que ya estaban un poco mejor; intenté con el humor, con ningún resultado; tuve mi etapa costumbrista-realista, a la que pertenece este cuento.
      Siempre fui exploradora de géneros. En general soy bastante densa en la temática y en cómo lo cuento, pero este y un algún otro, salieron en un tono más liviano.
      Eso de los detalles es típico mío, también siempre me esfuerzo para que el interés no decaiga. Veo que cumplí con el cometido.
      Gracias, Jorge, por tu lindo comentario.
      Un abrazo enorme.

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  13. Disfruté al máximo leyéndote, sabes bien como mantener la intriga hasta la última línea.
    Feliz semana :)

    Besos

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    1. Es una gratificación saber que lo pasaste bien con la lectura.
      Muchas gracias, Nieves, un abrazote.

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  14. Asi como el agua no se puede retener dentro del puño asi tampoco las oportunidades.
    Gracias por traerme un recuerdo.

    Besos

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    1. Espero que haya sido un buen recuerdo, Chaly.
      Gracias y besos.

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  15. Interesante, la verdad es que seguí el relato sin darme cuenta, y quede como decepcionado al ver que no seguía mas.
    Imagine que el Sr. tendría alguna relación con la Dama en cuestión, como vecinos; dieron ganas de conocerla.

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    1. Muchas gracias y bienvenido, Francisco.
      Me alegra que el relato te haya interesado, es bastante largo, pero no tiene el final que esperabas, también pasan esas cosas y lo que quise destacar es que el protagonista no queda mal por la partida de la vecina, sino que la presencia de ella le insufló fantasía y nuevos deseos.
      Saludos cordiales.

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  16. Nunca he sido amigo de las historias largas en la red, pero la curiosidad mato al gato. Latiendo como el sol es la típica historia que uno comienza a leer a ver que pasa, al cabo estás deseando una copa, y si puede ser un pitillo y tu butaca de las lecturas, por que lo que lees es tremendamente divertido, fresco y bien contado. Me ha encantado esa duda meciendose en el aire de si finalmente el señor tendría un acercamiento con Shakira, confieso que quise vestirme con su saco e intentar que aquella mujer de de ojos maravillosos no dejara de ser la banda sonora de mi vida. Un saludo

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    1. ¡Bien por la curiosidad! No soy propensa a publicar historias largas, pero de vez en cuando, y a pedido de los amigos que visitan el blog, lo hago.
      Me da un gusto enorme que disfrutaras de esta historia, sencilla, sin pretensiones, un reflejo de la realidad que nos roza.
      Muy agradecida por tu comentario y bienvenido. Habrá también textos cortos, para que todos queden conformes.
      Saludos, Jonh.

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  17. felicitaciones Mirella, entretenido y redonda narración
    un gusto leer, tiene su moraleja final
    o será que sé de muchos que pasan sus días sin una Shakira a su lado por empaquetados y rutinarios jajaja

    besitos y buena jornada

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    1. Muchas gracias, Elisa, por tus palabras positivas. Nunca acierto cuando publico un post, del actual pensé que no iba a gustar demasiado. Me alegra haberme equivocado.
      Es verdad, hay mucho hombre rutinario, cómodo en su monotonía.
      Besos, linda.

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  18. A mi me ha gustado saber que ella escuchaba la ópera que él ponía. Besicos.

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    1. Me alegra de que lo descubrieras, porque el final lo cambié varias veces y cuando encontré ese detalle, me gustó como quedaba y que ella también lo había registrado a él.
      Gracias, Ange, un beso grandote.

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  19. Ay! Si esto es lo que te "sale" cuando escribís "sin pretensiones"...como ha de ser cuando las tenés?! Me encantó! Me pareció un relato super-romántico, muy "up"...teniendo en cuenta que son las 7.30 ahora cuando lo leo, me alegraste el día! Forte abbraccio cara amica!

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    1. Cuando escribí este cuento tenía pretensiones, siempre las tuve a la hora de escribir. Ahora cambiaron, se volvieron más "pretensiosas"... jajaja... y este relato podría entrar dentro de la categría de simpático.
      Un gusto que te alegrara su lectura, eso es mucho para mí. Agradezco enormemente tus comentarios estimulantes.
      Tanti bacioni, Patzy.

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  20. UFFFFFFF, QUÉ RELACIÓN TAN EXTRAÑA, NO?. EXCELENTÍSIMA CREACIÓN!!!!!!!!!!!!
    ABRAZOS

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    1. Relación de vecinos de edificios de departamentos actuales... los escuchás pero casi nunca los ves, entonces se arman fantasías y conjeturas.
      Gracias por pasar siempre.
      Un abrazo.

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    2. Genial, genial...espectacular, me encantó la historia que creaste y la fluidez con que deslizan tus palabras. Siendo sincera cuando lo vi dije uff.. es largo, porque soy muy vaga para leer mucho jeje, pero se lee en un instante por su calidad atrapante. es un gusto siempre pasar a leerte! saludos y un fuerte abrazo!

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    3. Pasar la prueba de leer algo que de entrada nos parece largo y salir entusiasmado es un logro importante para el que lo escribió.
      Te agradezco mucho la sinceridad, porque a mí me ocurre a veces, aunque soy una lectora voraz, pero en la web hay tanto material y el tiempo es poco.
      Ante todo bienvenida y nuevamente gracias por dejar tu opinión.
      Un gran abrazo, Paula.

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  21. Me gustó mucho, Mirella.
    Romántico, idílico, volador... Muy bien llevada adelante toda la trama, engancha al lector. Y se disfruta muchísimo. Excelente construcción de los personajes, también. En fin, un «genial» le queda al pelo.
    ¡Saludos!

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    1. Muchas gracias, Juanito. En los últimos tiempos ya no me brotan historias de este estilo, mi forma de escribir ha cambiado bastante, por eso trato de rescatar los antiguos que todavía valgan la pena ser rescatados.
      Un gran saludo.

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  22. Muy agradecida por acercarte a este espacio, Nilda. No sé nada de portugués y me va a ser difícil entender y apreciar lo que escribes.
    Cordiales saludos.

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  23. Como siempre un verdadero placer perderse en tus relatos. Bello, bello, bello, de veras, se vive.

    Con mi cariño

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    1. Mil gracias, Soco, por leer también este relato. Un gusto grande tenerte por aquí.
      Me alegra tanto que te "perdieras" en la historia.
      Abrazos y besos.

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  24. Bueno, lo que bien empieza, bien acaba...
    Shakira también se llevó consigo al viejo Verdi y sus trompetas.
    Sonrío.
    Un simpático relato, Bella Dama.
    Besos.

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    1. Me agrada mucho haberte hecho sonreír. Hay que hacerlo, aún cuando el cuerpo parece una marioneta derumbada ,como me siento yo hoy con mi columna en este día tan húmedo.
      Besos sonrientes, guapa.

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