martes, 3 de marzo de 2015

El retrato del abuelo (II)



Lo del retrato fue mi secreto; los adultos tenían sus propias preocupaciones. A papá cuando se le metía en la cabeza que un lugar no le iba a ofrecer ni fortuna ni fama, se ponía a buscar otro, siempre a la pesca de algún pez gordo que le diera una mano. Y mamá lo acompañaba con la candidez de su optimismo.
La abuela Bianca, tan remota y majestuosa, pasaba buena parte del día controlando a Giovanna, la sirvienta. Lo poco que supe del abuelo me lo dijo ella, que cuando la abuela no la vigilaba, era muy conversadora. Me contó que el señor Enzo había muerto por la época en que yo nací. Un hombre tan vital, fue un verdadero desperdicio que muriera a los cincuenta años, decía Giovanna. Se había enfermado durante un viaje de negocios al extranjero, ella no sabía si a Libia o a Argelia. No se explicaba que lo sepultaran allá ni por qué la señora no hizo traer sus restos a Roma, en vez de dejarlo en esas tierras bárbaras, en medio de los beduinos.
Bianca nos alojó un año. Después viajamos de una ciudad a otra, paréntesis fugaces en la carrera insensata de mi padre. Nunca regresé a Roma ni volví a ver a la abuela. Crecí a los apurones, siempre lista para hacer y deshacer valijas, subir y bajar de trenes. Por mi parte hice todo lo posible para cumplir la promesa. En la casa de Via Cavour la obediencia significaba continuas inmolaciones para apaciguar al ángel de los ojos de fuego. El retrato del abuelo se fue diluyendo en mi memoria y me dejó una constante sensación de vergüenza, una docilidad obtenida trabajosamente.
A papá Italia le quedó chica y cuando cumplí los catorce años, desembarcamos en Buenos Aires. Él tenía un primo que había emigrado después de la guerra y que resultó ser dueño de una tienda en el barrio de Floresta. Ya no íbamos de ciudad en ciudad, pero nos mudábamos de una pensión a otra. Mamá hacía trabajos de bordado y yo entré de aprendiza en un taller de costura. El futuro de prestigio al que aspiraba papá se esfumó definitivamente cuando no tuvo otra opción que trabajar en el negocio del primo. Papá murió derrotado por el estrecho horizonte de las estanterías de la tienda.       
Por aquellos años el deseo más fuerte era el de establecerme en un lugar definitivo, vivir en el mismo barrio y que sus calles se me hicieran familiares, al punto de saber de memoria las baldosas flojas de mi cuadra o el dibujo de la corteza de los árboles. Al tiempo de la muerte de papá, con mi sueldo y el de mamá, alquilamos esta casita. La habitaba sin ningún sentimiento de pertenencia, era algo que nunca había experimentado.
Creo que lo más difícil fue no poder enamorarme. Los hombres, desalentados, terminaron pasando de largo y cuando logré que nadie reparara en mí, supe que ya había pocas cosas a las que renunciar.
Envejecí sin darme cuenta, acunada por las canciones de mamá, con su voz que se iba haciendo más tenue y en las que recobraba un residuo del sol mediterráneo.

En el silencio de su dormitorio miré los muebles modestos, las cortinas tejidas al crochet. Abrí los cajones de la cómoda, encontré ramitos de lavanda entre los pañuelos de lino y las sábanas bordadas, ya amarillentas, y en un rincón un montoncito de cartas, sujetas con un elástico. Eran de la abuela Bianca. Las primeras tenían la fecha del año en el que yo nací, cuando murió el abuelo Enzo.
Las manos me temblaban al guardarlas en los sobres. Al cabo de cincuenta años me enteraba, finalmente, de la verdadera historia: el abuelo no había muerto en la tierra de los beduinos. La abuela había escrito a mamá: Tu padre acaba de escaparse a Niza con una putita de dieciocho años, llevándose todo el dinero que pudo juntar y las joyas de la familia… 
Se había ido hacia un futuro más estimulante y aventurero. Así decía en su esquela de despedida.

©  Mirella S.   — 2010 —



1.  Foto de Saleru 
2. Foto de Alexander Sennikov




54 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Enzo, el más vivo de todos... Bianca no debía ser una esposa demasiado divertida.
      Gracias, profe.

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  2. A mi abuelo también le gustaba divertirse, pero el no huyo, siempre estuvo presente, en los buenos y en los malos momentos, el fue para mi un padre.

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    1. No conocí a ninguno de mis abuelos, me alegro que vos disfrutaras del tuyo.
      Gracias, Chaly.

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  3. Una gran historia, Mirella y muy bien relatada con ese final tan inesperado!
    Un abrazo

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    1. Un gusto saber que quedaste satisfecha, Laura y que te enganchó el final.
      Besotes.

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  4. Magnifica historia, y el desenlace desde luego para nada te lo esperas.Vaya con el abuelo, menuda pieza que resultó ser. Se fue con el dinero y las joyas, y como decimos por aquí, joya y perla la que estaba hecha el abuelo.

    Besos Mirella.

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    1. Veo que la segunda parte no te defraudó, Rafa, me alegro. En esa familia el único que la pasó bien fue el abuelo Enzo.
      Gracias por estar siempre.
      Un abrazote.

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  5. Al final no hay secretos o estos terminan por develarse. Un final que sorprende porque los destinos de esa niña y aquella figura del abuelo terminan siendo diametralmente opuestos aunque convergen en cierto desarraigo.

    El de él en el desarraigo de la aventura y el de ella encontrando un destino en el otro lado del charco, aunque nunca pudo hallar un sentido de pertenencia por más que los sentidos se esforzaron con el entorno donde envejeció. Hay un cierto grado de resignación en su vida que después de tanto periplo pudo hallar en la paz de la cotidianidad al lado de su madre y el regalo de la verdadera historia de Enzo. Un momento que bien describes, con la emoción de quién husmea y va hallando verdades.

    Me gustó como concluye porque es una historia de dos seres humanos cuyas vidas están ligadas por un vínculo aparentemente inexistente, o quizás el único vínculo que le da sentido de pertenencia a ella, desde luego, un vínculo muy fuerte.

    Un beso Mirella, me encantó y al final no era tan largo.

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    1. Como siempre, tu análisis es impecable, Gonza. Mi intención fue mostrar cómo esa niña, en cierto modo poco cuidada y no tenida en cuenta, proyectó en ese retrato todos sus miedos y se hizo su propia película respecto a la personalidad del abuelo, que se convirtió en un superyo sancionador. Como vos decís están unidos por el desarraigo y, de alguna manera, Enzo fue su única pertenencia.
      Gracias, compañero, me encantan tus comentarios.
      Un abrazo.

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  6. Pobre...cuánto desarraigo inculcado por culpa de una excesiva aspiración...
    Es triste la historia como la vida misma y tantas de sus historias que nacen como a golpes de efectos de otros y como que ya viven desde el comienzo, con un asegurado final desarrapado.
    No entiendo porqué no quiso enamorarse, aunque imagino que por el temor a que no fuese permanente, como nada lo había sido en su vida durante tantos años...
    El abuelo al final, más que morir físicamente, que no, sino todo lo contrario, dejó morir los recuerdos vividos hasta su huida.
    Magistral como siempre, Mirella.
    Mi felicitación sincera.
    Besos.

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    1. El no enamorarse forma parte de la personalidad culpógena de la protagonista, que no tiene autoestima y procede como una monja, siempre expiando algún pecado mediante renuncias.
      Mas bien la abuela Bianca fue la que mató todo recuerdo de Enzo y guardó celosamente la verdad.
      Gracias por tu opinión, Marinel, un gusto que te hayas detenido a analizarlo.
      Besotes.

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  7. Quiero un póster de Enzo para enmarcarlo... jajjajaj

    Un verdadero ejemplo, jajjaja

    Besos.

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    1. Me pone contenta que te vayas riéndo... un genio Enzo ¿no?
      Besos, Torito.

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  8. Una gran disculpa, sigo complicado de tiempo, y poco a poco me pondré al día. Se me han juntado muchas cosas y casi no dispongo de tiempo para navegar por el Ciber-Blog-Space...
    Abrazos
    Carlos
    PD. Es temporal, pronto regresaré.

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    1. No te preocupes, Carlos, cuando tengas tiempo volverás a compartir, te esperamos.
      Besos.

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  9. Mucho mejor fugarse que morir, ha ganado enteros el abuelo Enzo. Una sorpresa para el final y una sorpresa alegre, Un abrazo

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    1. Parece que sólo posaba serio y severo para la foto, en la vida real era mucho más divertido.
      Me alegro que el final te gustara, Ester.
      Besos.

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  10. El abuelo un chanta, nada que ver con la majestuosidad del retrato, Inesperado final. En cuanto a la chica no hay explicación de por qué no pudo enamorarse si el retrato de su abuelo fue diluyéndose de su memoria. Bueno el relato, una vida triste, la vida misma es triste, la enmascaramos con optimismo, el optimismo es irracional, pero bueno, algunos compramos eso y llenamos el tanque!!
    Gracias, MIR, por evitarnos la espera larga del desenlace!! La foto del café que invita a los visitantes me hizo tomar café, la palabra café también me impulsa a tomarlo, soy un adicto cafetero, café y lectura es una simbiosis, antes era con un cigarrillo también!!

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    1. La majestuosidad se la puso la nena, hay que ver realmente como era la foto.
      En algún lado conté cómo se me ocurrió el cuento. Por la foto de mi abuelo materno que mi mamá colgó en el vestíbulo de la casa cuando yo tenía cuatro o cinco años. Me daba pánico cada vez que lo veía, por la mirada y la expresión. Se lo dije a mi vieja y ella sacó el retrato.
      Ya de adulta volví a ver la foto y me maté de risa, porque era una pose tan absurda y exagerada que resultaba cómica. Fijate el efecto que puede producir en una nena, la película que se puede construir si el entorno es poco protector y las circunstancias posteriores tampoco ayudan: no tener pertenencia, no lograr afincarse ni tener amigos.

      Gracias, Edu, por tus consideraciones y de paso te digo que yo también gusto de tomar café, que disminuí bastante y reemplacé por cappuccino. Igualmente con las lecturas, pero nada de cigarrilos.
      Un abrazo.

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    2. ¡Feliz día de la mujer, adorable MIR!!!

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    3. Edu, te agradezco el saludo con un día de atraso.
      Besos.

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  11. Un gustazo Mirella! Gustaba de esconder las tragedias cotidiana con tragedias aun mayores pro casi siempre suele salir la luz la verdad, lo dicho un gustazo!

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    1. El gusto es mío, Martín, de que te vayas conforme.
      Muchas gracias y un abrazo.

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    1. No resultó lo que parecía... muchas veces ocurre.
      Gracias Angelines y un fuerte abrazo.

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  13. Me he leído el relato de un tirón (primera y segunda parte). Muy vívido y bien escrito, Mirella. Esa primera parte que recrea los miedos de la niña y la casa de Roma me parece maravillosa, tiene magia. En cuanto al final, me has hecho sonreír. El abuelo Enzo era un vivales, jajaja.
    Gracias por este ratito de buena lectura.
    Un beso.

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    1. Me alegra que te hayas enganchado y pudieras leerlo todo junto, creo que es mejor, para no salir del clima.
      Gracias a vos, Isabel, por hacerte un tiempito y pasar por aquí.
      Un abrazo.

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  14. Muy bien narrado, Mirella. Historias sobre las familias, las más afines a todo lector e interesantes.
    He disfrutado el relato.
    Saludos.
    Sete.

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    1. Gracias, Sete, bienvenida a este espacio. Es muy grato saber que pasaste un buen momento con la lectura.
      Besos.

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  15. Ayer leí la nº1 y hoy la 2.
    Emocionante historia. En casi todas nuestras familias hay vidas parecidas, Historias que se cierran por vergüenza o para no seguir pensando en tanto dolor.
    Ya desde el principio la historia me sobresaltó, y dije bien; sobresaltó. Hace años acostumbraba a escribirle a la abuela de mi esposo, ella vivia sobre la Via Cavour en Porto Recanati.
    ¿Casualidad?
    Seguramente si. Pero volver a leer ese nombre que seguramente es común en Italia, me sorprendió.

    Un abrazo Mirella y gracias por tus textos.

    mariarosa

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    1. Toda familia guarda algún secreto y se podrían escribir infinidad de historias con lo que está escondido debajo de la alfombra.
      Via Cavour es el nombre de una calle que se encuentra en muchas ciudades de Italia, pero igualmente es una coincidencia impresionante.
      Gracias a vos, Mariarosa, por leer siempre mis historias y dejar tus impresiones.
      Otro abrazo.

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  16. Si te digo que escribes bien... ya lo sabes.
    Me quedo para mi esa esquela de despedida, aunque crea que ese futuro esta en la utopía.

    Un abrazo

    · LMA · & · CR ·

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    1. Muy agradecida, Bolo, por tu mirada positiva.
      Para Enzo irse hacia la aventura y dar ese salto habrá sido un momento de gloria... el después, ya es otro cantar.
      Un gran abrazo.

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  17. Gran continuación Mire.
    Lo he disfrutado mucho. Los hombres siempre buscando faldas más jóvenes, qué le vamos a hacer.
    Abrazote.

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    1. Un gusto que lo disfrutaras, Gildo.
      Bueno, ahora la cosa se ha emparejado bastante, hay muchas mujeres maduras que prefieren a los muchachitos.
      Gracias por la lectura, compañero.
      Un abrazo.

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  18. Un relato muy intenso que no te deja parar para continuar leyendo y una interesante estela!!

    Gracias por compartir
    Besitos mi niña

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    1. Gracias a vos, Victoria, por acercarte, me alegro que te interesara.
      Besos.

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  19. Sonrío.
    La verdad?
    Esperaba algo así.
    Un abuelo cómplice con aquella niñita a la que liberó de aquel mal sueño.

    Besos, Bella Dama.

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    1. No sé si la liberó el conocer la verdad. Ella ya, de algún modo, se apartó de la vida, renunció a todo lo que podía renunciar y no sé si se regresa de eso.
      Gracias, Zarza, espero que te sientas mejor.
      Un enorme abrazo.

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  20. ESA IMÁGEN DE LA VOZ TENUE DE LA MAMÁ, ME CONMOVIÓ.
    ABRAZOS

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    1. Me alegra tu emoción, indica que el texto llegó al lector.
      Gracias y abrazos.

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  21. cuantas veces los adultos tergiversan los hechos para mantener las apariencias
    o será que las apariencias pesan más que la autoestima

    casos y cosas que me dan vuelta mientras leía tu texto Mirella
    enhorabuena
    abrazos y buen fin de semana

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    1. Aunque el relato transcurre más de cincuenta años atrás, época en que la apariencia era lo primero, creo que preservar la imagen propia y la del entorno familiiar todavía no se ha perdido.
      Gracias por la lectura, Elisa.
      Un gran abrazote.

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  22. Me encantó la forma de relatarlo, muchas felicitaciones...

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  23. Muchas gracias, MAuro, bienvenido a este espacio. Un gusto que hayas disfrutado del relato.
    Cordiales saludos.

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  24. Me mató ese final. Rompe con todo el misterio y el dramatismo que plasmaste en la historia, pero no desentona, es casi perfecto, sorprendente.
    Mi abuelo le dijo a mi abuela una vez: voy a comprar cigarrillos y vuelvo, y se fue a Mar del Plata con su hermano, ja.
    Una gran historia desempolvada.
    Saludos.

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    1. Esas huidas se daban bastante en otros tiempos. Te confieso que el final me costó encontrarlo, me parecía tipo golpe bajo para sorprender, pero finalmente lo dejé y ahora creo que encaja dentro de lal trama.
      Me alegro que te haya gustado, Raúl.
      Gracias por leerte todos los posts.

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  25. Qué bueno que nos des a conocer estos relatos algo viejitos (pero no tanto, eh...). Y cuánta capacidad para ponerte en la piel de la protagonista y transmitirnos sus sensaciones; sobre todo, cuanto esta es una niña: dificilísimo lograr que el lector sienta empatía por ella si vos, como escritora, no "sentís" y "pensás" como la pequeñita dueña del relato. Lo lográs con creces, y eso se agradece muchísimo.
    Muy buena pintura de nuestros abuelos y/o bisabuelos que, como es mi caso, vinieron de Europa (mi bisabuelo Bassagaisteguy, vasco él, también tenía unos bigotones largos como los del Enzo del relato, ja).
    Gran e inesperada conclusión de la historia. Me encantó.
    Siempre es genial leerte, Mirella.
    ¡Saludos!

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    1. Tengo esa predisposición y facilidad para interpretar los personajes infantiles, sobre todo de otros tiempos, porque los niños actuales son muy diferentes, con otras problemáticas y actitudes.
      Me da gusto que te enganchara el desenlace... puede dar para que se esboce una sonrisa, pero en realidad es bastante patético.
      Muchas gracias, Juanito y saludos.

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  26. A pesar del tiempo que me he tomado entre un capítulo y el otro, no fue necesario volver a leer la primera entrega para reencontrarme, tras la primera línea, con esa niña observadora y su aturdido universo. Excelente relato, Mirella, me encanta tu gusto por los detalles, gracias a esas descripciones pude entrar rápidamente en la historia. Final sorpresivo y nostálgico por las cartas, afortunados quienes pueden alardear de haber olido y tocado un papel marcado de pensamientos.

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    1. Con los blogs no hay ningún contrato y lo bueno es que podemos leer lo publicado en cualquier momento, tanto lo viejo como lo nuevo.
      Me alegra de que te haya gustado la totalidad del relato y disfrutaras de esos detalles que suelo poner y parece que son un distintivo de mi forma de escribir, porque muchos lo comentan.
      Un abrazo, Eduardo, gracias por tu presencia.

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  27. Siento muchísimo la tardanza, Mirella, porque yo era de los ansiosos y estaba en ascuas. He tenido unas semanas un poco liosas. La narración es brillante y es un relato que se desliza sobre una vida rápidamente y que, eso sí, habla de la infancia con un detenimiento lleno de sentimientos cotidianos y poderosos. Cargas las atmósferas que da gusto, con lo justo, no satura aunque lo llena todo, y al acabar el relato deja el sabor de boca justo.
    ¡Un abrazote, Mirella! ^_^

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    1. No te preocupes por la tardanza, te agradezco mucho que lo recordaras y tuvieras ganas de terminarlo. Más gracias todavía, por tantos elogios y palabras estimulantes.
      Un fuerte abrazo, Jorge.

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