Me
levanto y espero. Me siento y duermo. Voy a la cama y es el insomnio. Un tiempo
orbicular de acciones, la mayoría absurdas, automáticas.
Por las mañanas me doy
cuerda y duro todo el día. A la noche —los ojos abiertos a fantasmas— me
percibo con una dosis vivificante de locura.
Hay que ser un poco
loco y querer captar lo que está más allá de la mímica cotidiana, aquello que
no se ve y apenas se intuye. Poder desligarse de lo trivial y establecer el
nexo con ese espacio interno con sus propias regulaciones, muchas veces a
contramano de la zona de confort.
Soy de andar por
carriles raros. O diferentes. Lo escuché desde la infancia: tu sei
strana, decían en
casa. Yo me escondía en el rinconcito de los sapos y de las lagartijas que se entibiaban
en las piedras y les construía nidos a los pájaros en las ramas del limonero para
que me visitaran.
En ese entonces tenía
un lugar real. Entre la hierba y los canteros aprendí de la vida y la muerte.
La vida se abría tímida y la muerte me golpeaba en las alas tiesas de un
gorrión o en el gatito de pocos días, ciego, helado.
Cuando ese jardín dejó
de existir, diseñé uno exclusivamente mío, donde me instalo las veces que lo
necesito. No siempre está verde; como en el de Marosa*, también crecen las
mandrágoras. En las épocas luminosas planto margaritas: su ojo de sol y sus
dedos de luna, en su simpleza, me conectan con la majestuosidad de la creación.
Allí olvido darle
cuerda a mi reloj anacrónico, olvido los dramas de aquellos que me golpean la puerta
como si fuera el Oráculo. Mis respuestas se han vuelto inútiles, huecas. Nadie
quiere oír el verbo cambiar. Hay
días que yo tampoco y cada acto pierde significado.
Me siento y ya no
espero. Descanso de un cansancio que llevo como polvo en los huesos. Rememoro lo
que perdí y gané. No suelo hacer balances, darían en rojo. Miro las flores que
se marchitaron, digo: levantate, estás viva, tenés un huerto que
cultivar.
© Mirella S. — 2015 —
*Marosa di Giorgio, poeta uruguaya
(1932-2004)
Ya también me doy cuerda por la mañana, Mirella ... Te comprendo muy bien. Besicos.
ResponderEliminar- Me gustan tus cabeceras del blog, a cada cual más bonita !!
Creo que es un mal de la época, en mi caso también lo atribuyo a vivir en una ciudad caótica.
EliminarMe gusta cambiar cada tanto y me alegro que esta nueva te gustara.
Gracias y besos, Angelines.
Todos necesitamos un jardín... Abrazo
ResponderEliminarSi, Darío, con nuestro propios grillos y pájaros.
EliminarOtro abrazo.
Mirella me he sentido identificada con ese jardín de vida y muerte, de cuidar gorriones y crear casitas para las mariposas. Creo que esa niñez feliz entre selvas imaginarias es la que nos mantiene en pie, a pesar de los problemas actuales.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pareciera que el jardín o el huerto del recuerdo se hiciera muy necesario en esta época de corridas y puro cemento.
EliminarGracias, Mariarosa, un abrazo.
cada quien lleva un jardín plantado dentro
ResponderEliminarhay quienes solo ven lo hermoso de afuera , los jardines colindantes
mas el propio por lo general se pospone y se deja a la desidia
cosa fatal sin duda
empezar por uno desde uno para uno
es lograr llegar al otro por el otro y con el otro
besitos y buena semana
Ese terreno es al que hay que cultivar primero, es el que nos da el soporte para seguir adelante, es donde están nuestras raíces, donde se afianzan las creencias y valores.
EliminarGracias por pasar, Elisa.
Un besote.
buen fin de semana MIRELLA
EliminarAbrazos gorditos
Igualmente, Elisa, que lo pases bien.
EliminarUn abrazote.
Hola Mirella!!!! hace mucho que no pasaba por aca! Que refrescada!!! Me encanto tu texto. Felicitaciones!
ResponderEliminarMuchas gracias por la visita, Florencia, me alegra que te gustara lo que encontraste.
EliminarUn abrazo fuerte.
flores de otro mundo
ResponderEliminares el tuyo
Un mundo en el que también brotan los hierbajos y croan las ranas.
EliminarAbrazo, Oscar.
Cultivar la vida, llenarla de simientes bondadosas, regarla con sonrisas y lágrimas y esperar a que el balance no de en rojo, aunque haya que hacer trampa. Tus historias siempre traen algo, creo que si las leyeras te encantarían. Saltos y brincos
ResponderEliminarLa vida como un huerto al que hay que trabajar diariamente y cuando afuera se pone muy feo, tener la posibilidad de encontrar ese refugio interior, como un bálsamo.
EliminarMe da gusto que siempre le encuentres algo que te interese en mis historias.
Un abrazote, Ester.
Todos necesitamos un jardín, pero tenía que ser un jardín de infancia como en el que juegan y se divierten los niños, que son ajenos a los grandes problemas de la sociedad, y a las dificultades que tenemos que afrontar todos los días. Sueños rotos, insomnios y malos despertares. Yo estoy harto y aburrido de no poder conciliar el sueño.
ResponderEliminarBesos Mirella.
El jardín de mi infancia no era muy alegre que digamos. Tenía que jugar siempre sola, por eso me construí un lugar propio, en el que la soledad fuera paliada por ese universo que fui armando de a poquito y que vivía en mi imaginación.
EliminarGracias, Rafa, un abrazote grande.
¿qué precioso! d´jame entrar en tu huerto
ResponderEliminarClaro que sí, Tracy, las puertas están abiertas.
EliminarUn abrazo y gracias por acercarte.
Todo es una constante, un círculo que puede repetirse o no. Me encantó. Una muy fina manera de decirlo.
ResponderEliminarBesitos.
Gracias, Ricardo, también creo que todo es cíclico, que durante la vida muchas cosas se cierran y se abren para que tengamos la oportunidad de modificar patrones que ya no nos sirven.
EliminarMe alegra de que te vayas conforme.
Un abrazo.
Yo también tengo ese cansancio en los huesos.
ResponderEliminarY en el alma.
Besos.
Eso nos pasa por ser demasiado sensibles al entorno, por absorber todo lo que ocurre como si fuese nuestro.
EliminarGracias, Xavi, un abrazote.
En mi isla-jardín no entra ni un polvo
ResponderEliminarDebés vivir bajo una campana de vidrio, herméticamente cerrada.
EliminarBesos, Chaly.
Me gustó. Cuando tenía 5 años viví en una casa con jardín, era un paraíso, duró poco, al año no se por qué nos mudamos a un barrio gris, puro asfalto y cemento, siempre recuerdo ese jardín.
ResponderEliminarExcelente tu relato!!
La nueva imágen de tu cabecera de blog es muy ingeniosa, lástima el fondo negro. Me atrevo a sugerirte que quedaría mucho mejor con un fondo de cielo claro (Perdón por la sugerencia)
Aplausos, MIR!!
Viví en ese barrio tranquilo hasta los veinte años, más o menos. Pero también se fue transformando el jardín-huerto que cultivaba mi viejo, se llenó de césped y caminitos de cemento con canteros y perdió la frescura, la cosa salvaje que tanto me gustaba.
EliminarEn cuanto a la imagen de la cabecera tenía fondo negro, era angosta y no quise agregarle otro color, así que extendí el fondo negro de las páginas/pájaros para que abarcara todo el ancho.
Gracias, Edu, un gran abrazo.
ResponderEliminarPues me ha gustado ese devenir del día, de los días... para ser polvo de huesos...
· un abrazo
· CR · & · LMA ·
Un devenir un tanto melancólico, de alguien cansado de andar por los caminos solitarios que transitan los que se sienten raros.
EliminarGracias, Bolo, un abrazo.
Desde luego Mirella me encanta, me gusta la forma en la que hilvanas cotidianamente los sentimientos que provoca el desgaste de la vida. Creo que todos intentamos mantener ese jardín a pesar de tantas incertidumbres lo mas intacto posible aún sabiendo que somos temporales.
ResponderEliminarBesos
Que en el tiempo que nos toca vivir esté lo más florido que podamos, aunque es casi imposible, porque también tenemos nuestros inviernos internos y hay que respetarlos.
EliminarUn abrazote grande, María del Mar, muchas gracias por la visita.
Ideal e imprescindible crear tus propios jardines con las flores y olores preferidos, el día que eso deje de suceder algo grave habrá pasado
ResponderEliminarAbrazos Mirella
No podría vivir sin un jardín en un rincón interno, aunque a veces lo descuide, siempre vuelvo.
EliminarGracias, Esme, abrazos.
Mi jardín es pura tierra seca. Quisiera darme esa orden de: levantate, estás vivo, tenés un huerto que cultivar, pero la verdad, sé que no es así. ya coseché lo que sembré...
ResponderEliminarUn texto inspirador, Mirella.
Saludos.
Siempre se puede volver a sembrar, Raúl y no busco una frase de autoayuda, pero no hay que recostarse en la inercia, me lo digo todos los días. No siempre me surte efecto, pero cuando lo hace, algo se mueve del lugar habitual.
EliminarGracias por compartirte.
Muchos saludos.
Tus palabras son oasis, me abrazan. Mi infancia fue, también, de prados y flores silvestres, de golondrinas, grillos y croar de ranas... Y mas tarde, de seis pequeñines en un huerto que cultivar.
ResponderEliminarTe siento tan cercana...
Mi huerto-jardín era pequeño, en los fondos de la casa de un barrio muy humilde, nada comparable con los prados y los paisajes de tu hermosa tierra, Soco. Pero para mí constituía el mundo.
EliminarGracias por sentirme cercana, me ocurre también cada vez que leo tus poemas.
Un abrazo apretadito.
"Me levanto y espero. Me siento y duermo. Voy a la cama y es el insomnio." una perfecta manera para describirme ahora. Qué genial texto.
ResponderEliminarGracias, Micael. Bienvenido a este espacio y me alegro de que el texto te haya gustado.
EliminarLa sensación que describo, lamentablemente, se ha convertido en una forma de vida de estos tiempos.
Muchos saludos.
¡Buenas tardes Mirella!
ResponderEliminarPrecioso relato, las palabras parecen bailar delicadamente con la historia que cuentan. Tu narrativa me recuerda mucho a la mía, aunque lo cierto es que llevo un tiempo sin escribir nada bueno, estoy en esa época en la que mi inspiración debe estar jugando al escondite.
Te dejo mis dos blogs por si quieres conocerlos:
POSITIVA DIMENSIÓN: www.positivadimension.com
TOMB RAIDER SPAIN: www.tombraiderspain.
Te mando un fuerte abrazo desde Málaga.
M.
Gracias, Melodie, bienvenida. Hay períodos de sequía en la que no nos brota ni una idea, pero después pasa, no debemos inquietarnos.
EliminarApenas pueda iré a visitarte.
Un abrazo.
Gracias Mirella por tu amabilidad y presencia. Besos y que tengas muy buen fin de semana. Yo trabajaré, para no hacerme vago del todo.
ResponderEliminarGracias, Rafa, por el saludo, entonces que tengas un buen fin de semana de trabajo y un lunes de descanso.
EliminarUn abrazo.
Hola Mirella:
ResponderEliminarMe gustó como siempre esta prosa que conlleva un mirarse desde el hoy donde por un instante retrotraerse a la época de la niñez nos permite entender el presente.
Encantadora esa gran metáfora del jardín de juegos donde se aprendió a valorar la vida con su misterio, su cara oscura: la muerte. Ya no está ese espacio físico del recreo vivencial donde pasaban cosas trascendentales, ahora está el espacio intimista que continúa entregándonos la magia necesaria para poner color, sabor y olor a la vida, al tiempo:
la necesidad de darnos la cuerda e ir consumiendo el reloj con algo más que la cotidianidad del adulto; la magia y la fantasía que habitan en un niño, por ejemplo.
Un besote Mirella.
Feliz finde.
Admiro tu capacidad de analizar un texto, Gonza. Sos tan claro y preciso, sabés captar muy bien lo que quiso decir quien lo escribió.
EliminarTe agradezco mucho el comentario y te felicito por la profundidad de mirada y el tiempo que le dedicás al texto de todos.
Un fuerte abrazo, compañero.
¿Sabes?
ResponderEliminarLeerte así, tan íntima y descriptiva, me ha llevado a recordar la primera novela de Gioconda Belli que leí tras conocer sus poemas: La mujer habitada
Sé que probablemente no te parezca que os asemejáis, pero para mí, en ese describir el íntimo detalle del sentir a la par que se ensambla en el paisaje de forma tan poética, tierna e incluso musical, me la recuerdas.
Me encanta cuando llego y leo tus cosas, me encanta porque me encanta como escribes.
Un beso enorme.
De Gioconda Belli leí poemas sueltos y justo acababa de leer uno que hablaba del jardín y las mandrágoras -que me gustó usar- cuando estaba pergeñando este texto. Es probable que haya habido una influencia también en el clima, aunque ella es más surrealista.
EliminarMe da una gran alegría que después de leerme te vayas satisfecha.
Un fuerte abrazo, Marinel.
ME DEJAS CON UN VACÍO EN EL ALMA...!
ResponderEliminarLo siento, no me parecía tan triste o por lo menos al final quise ponerle la luz de una posible reacción ante la monotonía.
EliminarGracias, Adolfo, un beso grande.
Hacer balances es difícil, pero comprendo el final al que le has puesto una luz de esperanza, saludos desde El Blog de Boris Estebitan.
ResponderEliminarGracias, Boris, por la visita, los balances hay períodos en que uno ya sabe de entrada que las cosas no fueron bien, entonces lo mejor es proseguir hasta el año que viene.
EliminarCordiales saludos.
Tus descripciones tan bellas. amiga...Ando con algunos problemas en la vista, por eso me encuentro un tanto distanciada hasta recuperarme...pero aún con la vista debilitada y los mareos, pasar por aquí es disfrutar de tu talento. Un gran abrazo! Presto troneró.
ResponderEliminarMe extrañó que no publicaras nada en estas semanas, Patzy, pensé que estabas de viaje.
EliminarLa vista y la computadora no hacen buena alianza, así que cuidate mucho. Te deseo una pronta recuperación, pero cuidate.
Mil gracias por la visita y el comentario, amiga.
Un abrazo enorme.
Cuántas veces uno reflexiona, para adentro, sobre dónde está parado y adónde quiere llegar... Veo a mi alrededor (muy cerca mío, eh, muuuy cerca...) mucha pasión por el dinero y las cosas materiales, y una «dejadez» por lo verdaderamente importante, como lo es la familia, los amigos, la honestidad... La guía más clara, por supuesto, es la sonrisa de mis hijos y la alegría de mi mujer. Sin ellos, no sería nada.
ResponderEliminarSaludos, Mirella, siempre es muy agradable leerte.
El consumismo, el materialismo parecen ser los objetivos de estos tiempos. Ganar dinero, ascender de posición en el trabajo, darse gustos, mostrarse.
EliminarEl mundo interior, entonces, se convierte en un desierto.
Muchas gracias por pasar y leer de golpe tantas entradas.
Un gran saludo, Juanito.
Mirella, cuando te leo me doy cuenta que no eres una escritora "de panza", que da rienda suelta al verbo, tú te preocupas en armar cuidadosamente las palabras, como otro de tus jardines. Aprecio mucho recibir esa atención.
ResponderEliminarLa palabra cambio es uno de esos muros con los que nos topamos a lo largo de nuestra vida, habrán quienes lo salten y quienes se queden atrás, más tranquilos y quizás mejor, pero mirando de reojo a su ya improbable destino.
Un placer volver a leerte, un abrazo.
Creo que soy de las dos cosas, Eduardo. Lo que el primer disparadorpara empezar a escribir es la emocionalidad, después hago todo un trabajo de pulido, le doy forma y me pongo más racional.
EliminarGeneralmente los cambios los hacemos a la fuerza, ante situaciones que nos acorralan y no nos dejan otro camino. Los hechos por voluntad propia, son los menos y suelen estar precedidos por un largo proceso interior.
Gracias por leer y comentar. Un abrazo.
También soy de margaritas y mandrágoras... de esa sutíl mezcla que revuelve lo sencillo con lo que lo mágico pueda tener de turbio.
ResponderEliminarTambién estoy cansada, pero cada día, como leiv motif y desde sólo hace un tiempito, me digo que ese huerto bien vale el rocío que aún desprenden mis manos cansadas.
Besos, Bella Dama.
Bello texto.
Todos tenemos esas dualidades, hay que permitirse exteriorizarlas o, por lo menos, tener conciencia de ellas y aceptarlas, aceptarse.
EliminarMil gracias por pasar, linda, cuidate mucho.
Besos.