Correr.
Correr en la noche, tomados de las manos sudorosas por el miedo. Correr en la
geografía abstracta del suburbio de esta ciudad que no parece la nuestra.
Correr y
de pronto, en una bifurcación, Ramiro me suelta y se lanza hacia las sombras de
una calle transversal. Ante el desconcierto no atino a seguirlo, pero los pasos
a mis espaldas se acercan, golpean en los adoquines, levantan ecos de
escarcha, de risas obscenas, brutales.
Inspiro
profundo el frío que duele y corro en línea recta, quizás Ramiro se salve,
quizás no lo hayan visto desviarse. Sí: todos vienen tras de mí.
Nos
estábamos besando apoyados en el tronco de un árbol. Nos besábamos ahí porque no
teníamos un lugar adonde ir y no nos importaba. Cuando escuchamos las voces,
borrachas de desprecio, de insultos, Ramiro puso su palma en la mitad de mi
espalda, me empujó y dijo vamos,
éstos tienen ganas de joder. Caminábamos rápido, sin saber bien el rumbo,
las voces turbias nos alcanzaban. Empezamos a correr, mi mano prisionera en la
de Ramiro que me arrastraba, volábamos y en el aire había estalactitas que se
clavaron dentro de mi nariz.
La noche
esfumaba las aristas de las casas, bajas, modestas, cada vez más espaciadas por
ligustros y baldíos, él me llevaba hacia el viento, pero estábamos juntos. De
reojo apenas pude ver el jeroglífico de su perfil en la penumbra que nos
protegía. Al llegar a la esquina nos delató la luz fláccida de un farol. El corazón
batía como un tambor loco, la adrenalina nos hacía avanzar, tomados de la mano.
Inesperadamente
Ramiro me suelta convirtiéndose en un fantasma que se disuelve en la oscuridad.
Quisiera entender esta claudicación, el abandono.
La soledad
nocturna por la que transito es el espejo de mi páramo interior. Creí que
teníamos algo diferente que nos redimía, creer, creer (en qué, en quién),
correr sin alternativas porque la vida es una rata roedora de desperdicios,
mejor digo: mi vida, siempre en la búsqueda de lo imposible que nunca tendré ni
por dentro ni por fuera. Después llegó Ramiro y ese tajo que me partía en dos,
incurable como una herida que no se cierra, empezó a restañarse y la rata que
se revolcaba en la cloaca tuvo esperanzas, cultivó la ilusión de transformarse
en un cisne o, tal vez, en una gaviota que vuela libre sobre el agua, que vuela
como recién volábamos Ramiro y yo, únicos, indisolubles, hasta que él me soltó,
se fue por otro camino y la rata asomó nuevamente el hocico y de un bocado se
engulló el sueño de la gaviota.
Corro, pero es inútil, me van a alcanzar, quiero que me alcancen para terminar esta continua fuga de lo que soy, de lo que no seré, por más Ramiros que encuentre cada tanto, como solcitos efímeros del invierno.
Las
piernas casi no me responden, se mueven deformadas por el cansancio, como si
quisieran salirse de las botas; los pulmones arden, el aire frío que inhalo a
borbotones los quema. Ya están aquí, me rodean, miro las caras abyectas, no les
muestro la máscara de la rata acorralada, los desafío y les digo soy quien soy aunque no les guste. Se ríen, me putean con el orgullo y el
poder de los machos cuando están juntos, acicateándose entre sí. Me encierran
en un círculo. Con los puños apretados me machacan a golpes y de mi boca chorrea
un grito rojo que salpica las baldosas, un grito que contiene la tristeza y la
alegría de un último acto, mientras ellos, triunfales, braman como toros morite trolo de mierda,
morite…
©
Mirella S. — 2011 —
Wow! Gran idea, fantástico desarrollo, enorme testimonio! No a la discriminación! Me sumo a este grito rojo, que sólo vos podías haber desarrollado de esta manera. Abrazooo, Mirella.
ResponderEliminarGracias Patzy, la idea surgió casi de la nada, a partir de un ejercicio del taller, en el que me llegaron varias palabras que debía usar en un texto. Una era "trolo", expresión que no uso jamás.
EliminarFue un desafío, acá está el resultado.
Besos
quien se ataca lo diferente, es que no acepta la diversidad
ResponderEliminarPor tanto, es simple
Es simple en la teoría, pero en la realidad se sigue discriminando lo diferente.
EliminarSaludos Señor Gato, también al minino.
La fuga me capturó en su descripción y casi esperaba que lográsen escapar.Pieza de un intenso dramatismo y una protagonista quien ha sufrido por contenerse en un medio tan canalla. La solución en casos así es más bien separarse del habitat represor y emigrar a uno más evolucionado.
ResponderEliminarTorturarse con culpas es un acto fútil.
Hay que asumir que si fallamos debemos corregir el presente, el pasado es sólo una historia de referentes.
Carlos no es tan sencillo. No siempre se puede salir del medio ambiente, no siempre está al alcance de todos.
EliminarY además la discriminación está en todos los estratos, de maneras diferentes, más sutiles, pero sigue estando.
Gracias por pasar.
Saludos
Ese final me ha dejado triste, el amor es amor sea cual sea la persona que lo sienta.
ResponderEliminarPero siempre hay que vivir con personas intransigentes y cuadriculas que no viven ni dejan vivir.
Tremendo relato... da para pensar...
Besos Mirella :)
Cierto Nieves, es triste, pero hay tantos de estos finales en nuestro mundo intransigente... lamentablemente, todavía los hay.
EliminarUn gran abrazo.
fuerte/soy quien soy"esa es LA proclama q todos deberíamos izar ,saludos
ResponderEliminarEsa aceptación final redime de todo lo vivido, por lo menos así lo siento.
EliminarGracias por tu visita y nos seguiremos leyendo.
Saludos.
Impactante relato, en el cual y como nos tienes acostumbrado, el final siempre nos sorprende.
ResponderEliminarUn abrazo Mirella.
Rafa, el día que faltas para atender a tus gorrinos, se te extraña mucho. Tu asistencia constante me resulta de gran estímulo.
EliminarAbrazo.
A mí me gusto mucho el viraje que hace el relato desde lo externo (ellos corriendo y perseguidos) hacia lo interno, el paralelismo entre los páramos.
ResponderEliminarEstá muy bien conectado y conducido. El final no se prevee sino hasta el final, porque el personaje está dotado de su propia femineidad y por ello solamente sobre el final el relato trepa a su verdadera dimensión trágica.
Besote
Gracias Eva, aprecio mucho tus análisis, siempre tan certeros.
EliminarUn abrazo grandote.
He releido unas 3 veces buscando un error para criticarte (jajajajajaja) pero no encuentro otras palabras para decirte sin tapujos que está maravillosamente escrito.
ResponderEliminarves, no hay que criticar jajajaja
Como siempre tocas temas que dan mucho a pensar.
excelente
Carlos
Te agradezco por el trabajo que te tomaste en releerlo.
EliminarMe alegro que no encontraras nada para observar, quiere decir que no hay tantos errores visibles... jajaja!!!
Carlos, un abrazo.
ResponderEliminarPor supuesto, un NO rotundo. A cualquier tipo de discriminación.
Tu texto rezuma angustia, una angustia que no puede ser comprendida por quién no haya percibido el real alcance de la discriminación.
· Saludos
· CR · & · LMA ·
Bolo, gracias por sumarte al NO. Porque todos, de alguna manera, fuimos discriminados, tal vez en cosas muy pequeñas o aparentemente insignificantes, pero en algún momento sentimos que no encajábamos, que quedábamos afuera.
Eliminar(Veo que los fotógrafos, después de todo, también leen...)
Gracias por pasar y comentar.
Saludos para vos también.
Más alla´de la discriminación está el planteo emocional, creo yo. Uno mismo se discrimina antes de que lo hagan los otros. Uno se limita y se coarta y se pone a la defensiva. Igual que cuando sos chico y los otros chicos te acusan de lerdo, de flaco, de petiso, de negro, de olfa o de lo que sea, como lo hacen tus maestras y a veces hasta tus propios padres con el: aprendé de tu hermano ...
ResponderEliminarLa discriminación es una actitud inherente al ser humano porque es un ser territorial y todo lo diferente lo molesta y todo lo que no entiende lo perturba. Mata un bicho que tiene pinta rara porque "no sea que pique".
La homofobia es una discriminación más. La sociedad discrimina a sus heterosexuales que no se parecen a la media estandard. No fabrica rampas, no permite a un ciego entrar a un hotel con su perro lazarillo, no cuida de sus niños que piden limosna, divide por target a los jóvenes en la puerta de los boliches. La sociedad crea élites en todos los niveles. Desde élites de suburbio a élites de estratósfera. Y nadie sale ileso por hache o por be.
Lehit
Gavrí, en general dijiste lo que yo pensaba agregar como respuesta en los comentarios, pero esta tarde no me dio el tiempo.
EliminarHay mucho miedo al que se nos presenta como diferente, porque es extranjero (como fue mi caso), porque no parece lo suficientemente inteligente o no cumple con los cánones estéticos imperantes. Porque es judío, porque es "bolita" o "paragua" o cabecita negra o tortillera o trolo o es una puta, si es muy "rápida" con los tipos. A un chino se le mira con desconfianza, son sucios, andá a saber qué te dan de comer.
Cuántas palabras despectivas usamos que apartan y marginan y convierten el mundo en un lugar llenos de divisiones. Por un lado están los que mayormente cumplen los requisitos promedio y del otro lado del cerco, "los sapos de otro pozo".
Un abrazo y gracias.
Nos pasamos la vida intentando ser diferentes por salir de lo que consideramos mediocridad y nosotros mismos marcamos las diferencias, así que luego, no es nada extraño que otros nos discriminen. Todos discriminamos de una manera u otra.
ResponderEliminarNi siquiera es necesario que seamos realmente diferentes, siempre habrá alguien que lo considere así y se considere con derecho a hacernos notar "su" discriminación.
La homofobia es una fobia más de tantas que existen por miedo a lo desconocido, ni siquiera es algo anticonvencional y, sin embargo, sigue haciendo estragos.
Lo que falla en la Sociedad es la educación básica del individuo y la culpa de tanta ignorancia empieza en casita con los papás y culmina en las universidades de la vida.
Muy intenso el relato, Mirellísima, me ha llevado en volandas como Ramiro a su chica, hasta que le pudo el miedo.
c'est la vie.
Namasté.
Como no puede ser de otro modo digo No a cualquier clase de discriminación. Nadie es mejor o peor o igual o diferente, cada uno es individual y necesario.
ResponderEliminarUn relato de lo mejorcito. Saltos y brincos
Me parece un recorrido por los paisajes exteriore e interiores, pero sin embargo baldíos, del alma. El protagonista es homosexual pero podría haber sido cualquier desarraigado del mundo. Ese es el mérito. Saber captarlo.
ResponderEliminarAbrazo Mirella
Duro el final, pero real como la vida misma.
ResponderEliminarEl relato me parece magnífico, mantiene el suspense, las ganas de saber qué pasa. Justamente dosificado todo hasta el fin donde se destapan los porqués.
Un placer leerte, Mirella.
Agradezco mucho los comentarios dejados por Morgana, Ester, Jaal e Isabel (bienvenida y mis disculpas por no haber podido visitarte todavía).
ResponderEliminarConcuerdo ampliamente con las opiniones de ustedes y lamento no poder contestar individualmente.
Un enorme abrazo para todos.
Mirella
TREMENDO RELATO!!!
ResponderEliminarUN ABRAZO
un relato lleno de emoción... como todo lo que escribe tu pluma.
ResponderEliminarGracias a todos por comentar y hacerme el "aguante" (como decimos por acá) durante esta semana silenciosa.
ResponderEliminarMañana tendrán noticias mías: vuelve el "Miércoles rojo"...
Abrazos