Si no hubiera llovido torrencialmente
los chicos habrían podido venir a su cumple y Rocío no se hubiese empachado
comiéndose ella sola todos los bombones de la caja.
Cumplía los doce y terminaba el
primario. Cada tanto, miraba el reloj y después pegaba la nariz al vidrio de la
ventana. La única visión eran los latigazos del agua, que la fuerza del viento deshacía
en cascadas. La ciudad se inundó y sus amigos no llegaron. La caja de felpa
roja era un llamado, casi un grito. Se comió hasta los de licor, solo quedaron
los papelitos marrones, igual que alvéolos de un panal vacío.
A la mañana siguiente amaneció
brotada.
—Sarampión —gritó la madre.
—Varicela —la corrigió el padre.
—Viruela boba —dijo la hermana
mayor, despectiva como siempre. Y agregó—: por glotona.
—Un enema, ayuno y se acabaron
los chocolates. Es una reacción alérgica —afirmó el médico, con la cara de un
juez que dicta sentencia a cadena perpetua.
Y el chocolate fue
desterrado de sus goces, pero no de los deseos. El delicioso chocolate caliente
de las tardes de invierno o el submarino después de una película se habían
convertido, como la magdalena de Proust, en un recuerdo de placeres pasados.
Para Rocío, paladear un trocito de
chocolate, era la incorporación de una sustancia que traía sonrisas y gotas de luz que
le rellenaban el corazón con agujeritos, como el tema musical de su telenovela
preferida, a fines de los 90’.
Todo era tan almibarado en esa
época. Después vino la pubertad, una etapa rabiosa y ácida. A los quince se rebeló
o simplemente se cansó de la docilidad forzada y se despachó una tableta
entera de chocolate amargo, sin leche ni almendras, apenas un ascético choco
amargo. Además de brotarse se hinchó y le tuvieron que aplicar una inyección.
La alegría fue tan fugaz que ni valió la pena pasar ese susto.
Hubo otras pequeñas alegrías que
sirvieron para compensar desconciertos, miedos, el disparate de ser
adolescente. Pero ese divertimento íntimo, la dulce fiesta que comenzaba dentro
de la boca, se expandía y era absorbida por cada una de las células, le estaba
vedada.
Y hoy Nicolás se presenta con un
puñado de Garotos que saca de su
mochila.
—Tres para vos y dos para mí
—dice—, si los querés todos, son tuyos.
Rocío niega con la cabeza y
agradece con voz ahogada por las ganas y la culpa de aceptarlos. Nicolás no
sabe, no se lo dijo, como si fuera un secreto vergonzoso. Tampoco le puede
hacer un desprecio. Él se engulle los suyos de un bocado. Entonces, miente. Sin
mirarlo, murmura:
—Los dejo para después, así
cuando los saboreo es como si estuvieras conmigo. —Y se siente la protagonista
más cursi de la peor novela de la tarde.
Los guarda en el morral; en el
subte, entre el calor, los apretujones y codazos, Rocío piensa que los
encontrará derretidos o aplastados, lo cual no tiene importancia, si no los va
a comer. El paladar destila un jugo imprevisto ante la idea de lamer los restos
pegados al papel de aluminio, despaciosamente, con la punta de la lengua, rosa
como las patitas de las palomas. Solo eso, un lento lengüetazo; regalarle a las
papilas gustativas la memoria de su sabor preferido, recuperar ese gozo
minúsculo.
Durante el trayecto imagina los
posibles rellenos (¿cerezas al marrasquino, crema de pistacho o mousse de limón?)
y en el modo sensual en que la lengua recorrerá el cuadrado de papel hasta
levantar la última partícula de chocolate, con la avidez del oso hormiguero al
que no se le escapa ninguna hormiguita.
Entra a la casa, saluda
distraídamente. Ya con la boca henchida de saliva corre a su cuarto, busca en
el morral.
—Se fueron para el fondo, se
hacen desear —dice en voz baja. Saca el paquete de las carilinas, la billetera,
el porta cosméticos, el celular. Sus dedos ansiosos hurgan en las
profundidades. El índice se hunde en un vacío inesperado: la costura se había
abierto para dar lugar a un agujero.
Se pasa la mano por los labios
como si recogiera algún rastro delator. El borde de sus pestañas se humedece.
Los destellos de la alegría se apagan, igual que los chisporroteos finales de
una cañita voladora.
Esa noche, envuelta en el sueño, está nadando en
mares de cacao espeso. A su alrededor, igual que en un naufragio, flotan pasas
de uva, avellanas, emergen peñones de un chocolate oscuro que presiente ocultan
corazones de marroc o dulce de leche. Mete la cabeza debajo de la superficie
con la boca abierta, muerde, mastica y traga en un deleite voluptuoso.
Repentinamente descubre a Nicolás que aparece a su lado y le ofrece una ramita
de chocolate blanco.
Al despertarse el aroma tibio, con un dejo a
vainilla, todavía impregna el cuarto. En sus mejillas titilan pequeñas
pulsaciones. Cuando se mira en el espejo del baño ve su cara llena de puntos
rosa, como las patitas de las palomas.
Precioso post. Esa gusto por le chocolate, coincidiendo con la varicela, en una niña que empieza a despertar de la siesta de la infancia.
ResponderEliminarPrecioso de verdad el texto. Un abrazo y feliz martes, con chocolate, claro
No fue varicela, tuvo esa reacción porque era alérgica al chocolate. Algo muy penoso que debía soportar para siempre... ¡estas alergias que amargan la vida... jeje!
EliminarMuchas gracias, Albada, me alegra que te gustara.
Besos y buena semana para vos también.
No soy alergica pero me lo tienen prohibido por el azucar y la entiendo.
ResponderEliminarBonito relato y muy bien contado.
Un abrazo.
Muchas gracias, Chelo, me quedo contenta de que lo disfrutaras, lástima que no haya sido mordisqueando una barrita de chocolate.
EliminarAbrazo grande.
Castigo dulce
ResponderEliminarDulce condena
Besos
Castigo y condena, eso sin ninguna duda.
EliminarBesos, profe.
Que bonito relato, pobre de Rocio no descubrir que es alergica al delicioso chocolote un dia despues de su fallida fiesta de cumpleaños.
ResponderEliminarMe encanta el chocolate pero por la diabetes solo me doy el gusto de comerme unos tres en el año. :/
Saludo y abrazo fuerte.
Euge, estamos en las mismas condiciones, hace tres años, pero por otra enfermedad, me prohibieron todo lo que contuviera azúcar. Eso sí, antes lo disfruté enormemente.
EliminarGracias, linda, con un fuerte abrazo.
·.
¡Con lo que me gusta a mi el chocolate...! Del 85&% hacia arriba... Me has llenado la boca de jugos y he tenido que levantarme a cortar una pedacito, como después de comer, con cafe solo, o como en la montaña, de postre tras una caminata.
Me ha gustado el relato.
Un abrazo Mirella.
.·
LMA · & · CR
¡Afortunado Alfonso! Cuando escribí este cuento no tenía ningún problema con el chocolate y comía cada vez que se presentaba la ocasión. Ahora ya no puedo y quizás esa fue la razón que me llevó a republicar este texto.
EliminarCualquier momento es bueno para saborearlo.
Gracias, con un fuerte abrazo.
Hola Mirella, el relato es dulce en su expresión narrativa como el chocolate con leche y amargo como el chocolate negro en el fondo de ver a tu protagonista frustrada por no poder darse el placer de relamerse con este preciado manjar. Creo además que cuando nos prohíben algo ya sea por alergia, dieta o cualquier otra circunstancia, entramos en el terreno del placer de lo prohibido que siempre da mucho juego para crear un relato literario. Un gran abrazo, felices fiestas, adelante y te esperamos de regreso ya en 2019.
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo en que todo lo que se prohibe hace que aumente el deseo (y en todos los órdenes... jeje).
EliminarMuchas gracias, amigo cinéfilo, por tus augurios, pero todavía andaré dando vueltas por los blogs conocidos, solo que no voy a publicar nada en el mío, ni nuevo ni viejo, en este año que ya termina.
Un abrazote.
Un relato precioso, soportar la alergia al chocolate debe ser muy duro, casi soy adicta, me encanta y me cuesta contenerme. El relato ha ido avanzando y ha crecido en sentimientos, me ha encantado, ahora ya se que escribes bien desde siempre. Si te despides hasta después de la Navidad te deseo la felicidad que mereces y que los sueños se te cumplan. Un abrazo grande
ResponderEliminarYa lo creo que es duro, ahora yo también lo tengo entre los alimentos proscriptos y sé de qué se trata. Por suerte pude deleitarme con sus sabores durante mucho tiempo.
EliminarTengo una amiga, que conociendo mi debilidad, me hace unas tabletas con cacao amargo endulzado con Stevia (que lo tengo permitido), le agrega unas gotas de licor y pasas de uva. ¡Para chuparse los dedos!
Me despedí porque no voy a publicar de aquí a fin de año, pero sí visitaré los blogs amigos.
Gracias por tus buenos deseos y... besos chocolatados.
Jo, te aseguro que la lectura del relato es tan dulce y excitante como ese chocolate paseándose por los labios. No hace mucho leí que parece que el cacao pueda desaparecer allá por el 2050. Desde luego, el Apocalipsis se acerca. Me encantó el relato y, si no vuelves a publicar, te deseo unas maravillosas navidades y un muy feliz Año Nuevo. Un abrazo!!
ResponderEliminarCreo que ya mencionando la palabra chocolate el nivel de endorfinas aumenta. Cuántas cosas irán desapareciendo en este planeta cada vez más contaminado, la vida se vuelve difícil y sin cacao muy desabrida.
EliminarGracias por tus augurios, que retribuyo con mucho afecto.
Un gran abrazo, David.
Ay, imposible resistirse... Precioso relato, Mirella. Un beso y Feliz Navidad.
ResponderEliminarEs la máxima tentación y prohibido todavía más.
EliminarMuchas gracias, Marta, también para vos te deseo una hermosa Navidad.
Un abrazo bien grande.
Imaginaba ese final al pensar en tan maravilloso sueño. Pero qué historia más triste, pobre chiquilla. Lo imaginé y me pareció tristísimo, jajaja. También me imaginé con esa rebeldía de la adolescencia y su castigo por atrevido, jajaja.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, como siempre querida Mire. Es un gran cierre de año.
Te mando un abrazo enorme y beeesos, con mis mejores deseos.
Qué desgracia, ya ni soñar se puede, hasta allí llegan los castigos, que no son más que los que nos inflije el inconsciente.
EliminarGildo, muchas gracias por todas las infaltables visitas a lo largo de este año (y de los anteriores) y espero que sigamos haciéndolo en el 2019.
También mis mejores deseos, un fuerte abrazo y beeeso.
Tu relato me ha parecido una bellísima metáfora de las cosas que debemos privarnos a lo largo de la vida y que causan tanto dolor en los niños y en los jóvenes.
ResponderEliminarMe ha encantado, Mirella.
Enhorabuena y un beso muy grande
A lo largo de la vida a cuántas cosas debemos renunciar, cuántas otras nos son vedadas. Hay que seguir adelante disfrutando de lo que sí podemos, sin malgastar energía y tiempo en deseos imposibles. Claro, que no es fácil.
EliminarMe da un gusto enorme que te vayas satisfecha con la lectura.
Un abrazo muy fuerte, Ana.
Un texto muy dulce...
ResponderEliminarCuánto nos gusta lo prohibido, aun corriendo el riesgo de lo que a ciencia cierta sabemos ocurrirá.
Pero y ese placer de rebasar ciertos límites... ?
Hiciste bien en volver a publicarlo, es toda una delicia saborearlo, hasta con sarampión:)
Besos y cariños, mi querida Mir.
Y todos mis deseos de que pases unas felices fiestas, preciosa.
En ciertos casos, transgredir la prohibición lleva un placer oculto que puede más que las consecuencias. Así somos los humanos y, por otra parte, también me digo que sin determinadas transgresiones nos volvemos un rebaño de corderos.
EliminarTe dejo mis mejores augurios y mi agradecimiento por tu compañía.
¡Felicidades, linda Zarcita!
Con cualquier detalle Mirella construye una buena historia.
ResponderEliminarHay que rebuscárselas, como decimos aquí, no siempre vienen a la mente temas importantes o profundos. Entonces también me gusta encontrar algo para contar en las cosas cotidianas.
EliminarMuchas gracias, Orlando, con un abrazo.
Pero ¡qué bueno!, Mirella. Me pregunto cómo se puede escribir esta historia con la abrumadora descripción de sensaciones que tiene sin empalagar al lector. Es un texto liviano, como decís vos, porque se lee con fluidez y trata un tema casi culinario, pero al mismo tiempo tiene chispazos de ternura y algunos recuerdos agrios de la pubertad. Además, se enriquece porque a lo largo del relato navega siempre el fantasma de la prohibición. Es un placer leerlo. No fue mi intención, pero veo que puse muchas palabras que remiten al chocolate.
ResponderEliminarQuerida Mirella, que termines bien el año, que tengas unas felices fiestas. Lo mejor para vos para el año que viene, de corazón.
Un abrazo grandote.
Ariel
En esta entrada el chocolate tiene que estar en primer plano, es el protagonista, con todo lo que acarrea. También, en este caso, adquiere el rol simbólico de lo prohibido, lo que lo vuelve más interesante y deseable.
EliminarSiempre agradecidísima por tus comentarios, Ariel.
Un fuerte abrazo y los mejores augurios para el 2019.
Es sencillo, pero me encanta, como me encanta el chocolate.
ResponderEliminarY al principio es tan triste descubrir que alguien tiene alergia al chocolate, y después el deseo de degustarlo aparece y el el chocolate se sumerge en sus sueños... A veces hay gente que me rechaza chocolate porque están a dieta y cosas así y yo creo que, por toda esa gente con diabetes o enfermedades varias, por honor a esa gente que se ve privada de tanto bien, deberíamos al menos aceptar un trocito siempre, y que no se pierdan los buenos momentos llenos de chocolate y amigos.
Ah, una cosa que veo que se te ha pasado, te falta la coma del vocativo aquí:
"—Viruela boba"
¡Un abrazote, Mirella! ^_^
El chocolate, en todas sus formas, es uno de los dulces más exquisitos que se pudo elaborar y un trocito, de vez en cuando, no hay que rechazarlo. Tengo prohibido comer nada que contenga azúcar, pero esporádicamente y si estoy con amigos, aunque sea una pizquita, lo pruebo.
EliminarNo entendí lo de la coma en "viruela boba". No es que la hermana la está llamando boba a Rocío, sino que aquí, en modo coloquial, a la varicela también se le dice viruela boba.
Mil gracias, Marta, con un enorme abrazo.
Pues entonces me he pasado de lista, jaja. Y eso que aprendo. Mis disculpas, Mirella.
ResponderEliminar¡Otro abrazote! ^_^
No te preocupes, Marta, es una expresión que no conocías. Agradezco tu atenta lectura.
EliminarBesos.
No entiendo como no te lo leyó casi nadie.A mi me parece precioso.Me lo llevo porque me lo tengo que llevar.Por hermosura.Besos grandes Mirella.
ResponderEliminarEran mis primeros tiempos en el blog y tenía contados seguidores, de ahí las pocas lecturas.
EliminarMe alegra que te lo lleves y que lo disfrutaras, Elisabeth.
Un fuerte abrazo.
Mirella ummm he saboreado ese chocolate y esos bomboncitos rellenos. Pobre tu protagonista, va a ser una larga relación de deseo y evitación, espero que encuentre alguna manera de comerlo sin efectos.
ResponderEliminarBesos
Otra solución podría ser la de poner el deseo en algo diferente y accesible para ella.
EliminarGracias, Conxita, me alegra que te hayas deleitado a la distancia con los bombones.
Un abrazo.
Una condena que tiene que arrastrar durante toda su vida,... Me ha encantado como desarrollaste toda la trama pero, especialmente, el momento en que piensa "pecar" aunque solo sea un poquito y el sueño onírico que desencadena.
ResponderEliminarFelices Fiestas!
Algunos pecados, aunque sean solo mentales, se pagan... jejej... Pero durante el sueño el disfrute fue fabuloso.
EliminarMuchas gracias, Norte, y retribuyo tus buenos augurios.
Un abrazo.
Hermoso! Un relato tan vivido que me quedó el sabor del chocolate en la boca. Me sentí muy identificado porque soy alérgico, —no a un alimento sino a los analgésicos— y conozco los límites que produce. ¡Muy bien contado!
ResponderEliminarTu alergia sí que es más problemática, si tenés un dolor ¿cómo lo aliviás? Bueno, yo tampoco puedo usarlos mucho porque enseguida me producen molestias gástricas.
EliminarGracias, Osvaldo y me alegra que te haya gustado el relato.
Un abrazo.
Cuando me duele algo tengo que esperar a que se me pasa! Jajaja!
EliminarMenos mal que los anestésicos no me afectan sino ni al odontólogo iría.
Espero que tu umbral del dolor sea alto. En mi caso también me acostumbré a aguantarlos.
EliminarPrecioso en su sencillez, que tu manera especial de narrar, se hace grandiosa.
ResponderEliminarFelicidades para ti, Mirell, y que el año que comienza, te llene de bonitas sorpresas.
Abrazo larguísimo.
Un gusto que lo "saborearas", querida Soco y gracias por la visita.
EliminarRetribuyo tus buenos augurios, que termines el año con alegría y serenidad y comiences el 2019 aún mejor.
Otro abrazo inmenso.
...Que en tu manera...
ResponderEliminarA mí también se me escapan letras, sobre todo en el móvil. Igual, estaba clarísimo.
EliminarBesos.
Me lo guardo. Guardado.
ResponderEliminarMuy bien, Isabel, gracias. Para cuando tengas tiempo.
EliminarBesos y felicidades.
Feliz Navidad queris mirella
ResponderEliminarBesitos !!
¡Muchas gracias, linda, también para vos te deseo unas hermosas fiestas!
EliminarUn abrazote.
Dulce texto amiga. Me encanta el chocolate negro, todo un placer saborearlo.
ResponderEliminarGracias Mirella. Te deseo buena Navidad, y que podamos seguir compartiendo.
Besos.
El chocolate semi-amargo para mí es una delicia y no es tan empalagoso como los otros con rellenos.
EliminarTambién te deseo una estupenda Navidad para vos y los tuyos. Sí, seguiremos compartiendo y encontrándonos en el nuevo año.
Besazos, Laura.
Sera livisnito para vos Mirella, pero para mi ss perfecto.
ResponderEliminarTengo un nieto de 9 años que es igual a la protagonista de tu cuento, devemos esconderle el chocolate porque se enferma.
Un abrazo y Feliz Navidad!!!
Lo considero más liviano en comparación a textos más dramáticos que escribo... jeje... Las alergias, sobre todo a comidas ricas, es un verdadero problema.
EliminarTambién para vos, que tengas una hermosa y feliz Navidad, Mariarosa.
Gracias y besos.
Perdon por los errores te respondo desde el celular y me equivoco.
ResponderEliminarMariarosa
Te agradezco la lectura y no importan los errores de tipeo, yo con el celular tengo el mismo problema y odio que no pueda poner los acentos.
EliminarFeliz navidad
ResponderEliminarBesos
¡Muchas gracias, Chaly! Que vos también tengas una linda Navidad.
EliminarBesos.
Que empieces un gran año Mirella, se que este estuvo difícil.
ResponderEliminarYo sigo creyendo que cuando cambie el calendario, cambia todo.
Por suerte digo yo, nos tenemos acá. De este formato, que es lindo.
Gracias por acompañarme otro año!
Un besote enorme.
(Ahora voy a leer esta entrada...ja!)
Sí, este fue un año duro, tanto en lo personal como para el país y el mundo. El calendario cambia indefectiblemente, pero si no cambiamos nosotros, y a fondo, habrá nuevo número, misma actitud, mismos resultados.
EliminarTambién te agradezco la compañía, me gusta tener este lugar y las visitas que recibo de ustedes.
Un gran abrazo, Dana.
Centrar la conquista solamente en el chocolate no es suficiente, estimado Julio. Para empezar está bien, pero hace falta bastante más, porque el corzón femenino tiene sus complejidades.
ResponderEliminarGracias por tus infaltables visitas a lo a largo del año y para el próximo te deseo muchas felicidades.
Otro abrazo.
Feliz año !!!
ResponderEliminarTodo lo mejor para ti y los tuyos
Abrazos
Igualmente, Esme, mucha suerte y bonitos proyectos para el 2019.
EliminarGracias y besos, guapa.
Hola Mirella. Gracias por este delicioso texto :) El chocolate siempre me ha vuelto loco. De niño me encantaba el de leche pero ahora me parece demasiado empalagoso y ya prefiero el amargor del negro.
ResponderEliminarCon mis deseos de que tengas un muy buen 2019 te mando un muy fuerte abrazo.
Sí, el chocolate negro es más rico, ya no como chocolate, pero siempre me pareció el que tiene el sabor exacto.
EliminarGracias por leer y por tus buenos deseos, que retribuyo de corazón.
Un abrazo, Eric.
Querida Mirella. Este es un relato que me retrata. Cuando era pequeña, me comí una caja de bombones de chocolate, con una amiga.
ResponderEliminarLa asaña me provoco una urticaria.
En fin.
Años y años pasaron de aquello. Hoy en día estoy sufriendo urticaria nuevamente. La despertó medio vasito de chocolate a la taza. Un desastre, ya que llevo ya un mes con brotes diarios.
Así que este relato lo estoy viviendo en persona.
Felicidades y feliz año.
Besos 🌹
Lamento que estés pasando esas molestias, la cuestión es que cuando hay algo que nos produce alergia hay que evitarlo en todas sus formas.
EliminarImagino que al leer el relato habrás empezado a rascarte. Espero que la urticaria se te vaya pronto.
Gracias, Karin, felicidades también para vos.
Un abrazo.
En mayo de 2015 me apareció el brote y me duró más de un año. Estoy con un tratamiento muy fuerte de medicamentos.
EliminarEsta vez volvió después de dos años. Pero empecé con toda la medicación desde el principio.
Llevo un mes rascándose. Esta más rabiosa y más molesta de lo que recuerdo de la vez anterior.
Pero tendré que aguantar hasta que decida volver a irse.
Besos 🌹
Te entiendo, Karin. Yo también sufro de alergias, antes era solo en primavera, ahora todo el año. Es imprecisa, de cosas que están en el aire, con una rinitis casi constante y también picazón en la cara o en los brazos.
Eliminar¡Que se te alivie pronto!
Un abrazo.
Muy bello texto Mire publicaste en el día de mi cumple en diciembre pasado.
ResponderEliminarGracias por tus saludos y valioso tiempo en mi blog,
Un abrazote
¡Felicidades por tu cumple y por un 2019 mucho mejor!
EliminarLa agradecida soy yo por tu visita y me alegra que te hayas ido contenta con el texto.
Besotes, Flor.
Encuentro algo en la medicina herbal que es bueno compartir aquí con cualquier persona que padezca una enfermedad como el VIH, el herpes, la hepatitis, la diabetes o la enfermedad de Lyme crónica, también el lupus. El Dr. Itua a base de hierbas hizo curar mi VIH y me dio la esperanza de que él curé todos los tipos de enfermedades que le creí. Hago lo mejor de mí mismo que puedo hacer, fui a un programa en África occidental sobre moda, por otro lado, era VIH positivo. Atravieso un pueblo cercano para nuestro programa y luego encontré un aviso en el cartel que dice que el Dr. Itua Herbal Center luego le pregunté a mis colegas sobre todo acerca de este hombre llamado Dr. Itua. Ella me dijo que él es un médico de hierbas y que puede curarlo todo. tipo de enfermedad, caminé hacia él y le expliqué que soy estrangulador. Me preparó la medicina herbal y me dijo cómo beberla durante dos semanas. Cuando llego a la habitación de mi hotel, la miro. dice una oración antes de beberla, sin saber, después de dos semanas fui a la prueba y descubrí que era negativo. Corrí hacia él para pagarle más, pero él se niega y dice que debo compartir sus obras para mí en todo el mundo para que las personas enfermas puedan hacerlo. ver también Estoy escribiendo mucho sobre él esta temporada, así es como me curé al tomar medicina herbaria del Dr. Itua. Es un hombre cariñoso con un corazón piadoso. Bueno, todo lo que decidí fue bien para mí y cómo vas a tratar este nuevo aspecto de tu vida. No tienes que sufrir solo, y está bien pedir ayuda. Tampoco tiene que ser un demonio constante, ya que conocerás a tu cuerpo ya ti mismo de una manera mucho más profunda que la mayoría de las personas. Aprovecha esto, ya que te ayudará a apreciar Africa Herbal Made.
ResponderEliminarInformación de contacto del Dr. Itua.
Correo electrónico ... drituaherbalcenter@gmail.com / info@drituaherbalcenter.com.
Número de Whatsapp .... + 2348149277967