Acrílico de José De la Barra |
Tropezaste con
algo en la vereda y te caés, te derrumbás como un edificio vencido. Caés hacia
adelante, sin amortiguar el golpe debido a la bolsa cargada que llevás. Todo el
peso de tu cuerpo lo soporta el codo, la cadera y la pierna izquierda.
Desde el suelo
ves muchas zapatillas, sandalias, que pasan a tu lado y siguen de largo.
Estás atontada,
los huesos estremecidos, los músculos sin fuerzas para levantarte. Despacio, te
arrastrás hacia el refugio de la pared, sintiendo la miseria de un gusano que
repta por el cemento en busca de una brizna de hierba que lo proteja en su
acolchada humedad.
Allí tirada, te
acordás del final de una vieja película en la que un hombre, que no quiere
morir solo, logra llegar hasta la calle, cae, y su última visión de este mundo
es un bosque de zapatos presurosos que lo esquivan, para no perder tiempo en su
marcha.
Alguien te
tironea del brazo derecho, de un modo brusco, torpe. Hay un par de adolescentes
inclinadas sobre vos. Tratás de incorporarte aferrándote a eso que te tironea.
Conseguís ponerte de rodillas, apoyás la otra palma en el piso, tomás impulso y
quedás en posición vertical.
Todo parece
girar a tu alrededor, como si la vereda fuera el cielo. Agradecés al vacío, las
chicas ya se fueron sin mediar palabra.
Respirás
profundo, aún aturdida das unos pasos: la próxima hazaña será agacharte para
recoger la bolsa pesada. La gente sigue su desfile, impertérrita. Los más
curiosos se dan vuelta y miran.
La llamarada del
dolor recorre cada uno de tus huesos. Una tristeza conocida se instala en tu
garganta. Acariciás la pared que te brinda sostén y empezás a caminar
lentamente. Cada movimiento es un sismo que te sacude el esqueleto.
Tuve suerte,
pensás, no me quebré nada y estoy a una cuadra de casa.
© Mirella S.
— 2016 —
Mirella...
ResponderEliminarVaya susto.
Espero que pronto te pongas bien.
Me dan ganas de abrazarte.
Venga, ánimo.
Besos.
Se agradece mucho el abrazo, Torito.
EliminarLe agrego un besote.
El relato asusta y por tu frase final fue verdadera la caída. Lo siento.
ResponderEliminarEspero que pronto te pongas bien. Un abrazo.
mariarosa
Yo también lo espero, por suerte hoy ya puedo apoyarme en el pie izquierdo.
EliminarMuchas gracias, Mariarosa.
Besos.
te envío un millón de algodones
ResponderEliminarExagerado... igualmente te agradezco la buena intención.
EliminarBesos.
Que poquita cosa somos, no servimos para nada, somos incapaces de apiadarnos de alguien caído en el suelo y ayudar a que se levante, de preguntar que le duele y que necesita. Que poquito valemos. Espero que te recuperes pronto del dolor y de la decepción. Abrazos y afecto
ResponderEliminarLa actitud de la gente es lo que más me dolió en ese momento, me sentí invisible, abandonada.
EliminarDe la caída estoy un poco mejor, algo renga, pero mejor. Gracias por tu calidez y el cariño, Ester.
Abrazo.
Te equivocaste en el título. No es la crónica de una caída, es la crónica de una remontada, de cómo hay que sacar fuerzas de flaquezas y de cómo mi yo se revela a mi cuerpo dolido e impone un "sí, puedo".
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
Pero también se puede tomar como la caída de la compasión y la solidaridad en el género humano. Miro a mi alrededor y la mayoría del tiempo veo robots que se han dado cuerda para llegar más rápido, para hacer más cosas.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, querida Marybel.
Te mando un gran beso.
Vos pensá que esa caída te dio material para una entrada estupenda.
ResponderEliminarLa manera en que narrás el tropezón es asfixiante. Lográs hacernos sentir parte de la situación.
Recuperate bien.
Saludos.
Yo creo que el que aspira a escribir seriamente, puede hacerlo sobre cualquier tema, por insignificante que sea. En este caso lo que me impulsó no fue la caída en sí, sino la situación de indiferencia y los sentimientos que me produjo.
EliminarGracias por estar siempre, Raúl.
Saludos.
Lamento si la caída fue real y la sufriste, mientras leía algo no me cerraba, la gente de alrededor que no se paraba y te esquivaba, nunca pasa eso, y he visto varias situaciones de caídas, la gente ayuda y más si se trata de una mujer, las chicas que si lo hicieron no preguntaron nada y se fueron, no me cierra...hay como un reproche contra la falta de solidaridad y no veo eso en la calle.
ResponderEliminarSi la caída la sufriste en serio deseo que te recuperes pronto, abrazo MIR, hoy no hay flores!!
¡Excelente la ilustración!!
La caída y la situación fueron reales, ojalá hubiera sido ficción. Me sentí tan mal que por eso tuve que escribirlo y porque es algo que se ve mucho más a menudo de lo que uno cree. Esta vez lo comprobé en carne propia.
EliminarHay mucha locura suelta, mucha paranoia (a ver si me inclino a ayudar a la mujer y de atrás aparece un chorro y me arranca el bolso), demasiado cuidar la propia quintita y el otro que se joda.
Gracias, Edu, un abrazo.
Les tengo horror a las caídas, verdadero miedo porque. aunque no te rompas nada, todo tu cuerpo se desarma y se pasa muy mal. Estate tranquila para que todo vuelva a su sitio y te recuperes pronto. Besetes.
ResponderEliminarSí, Angelines, repercute en todo el cuerpo. Hoy, aparte del dolor en la pierna y brazo, también me duelen los músculos abdominales, por el esfuerzo que debo haber hecho para mantener el equilibrio.
EliminarDe a poco irá pasando.
Gracias y besos.
Vaya!!! espero que te recuperes cuanto antes y que todo sea un recuerdo a olvidar...
ResponderEliminarUn abrazo fuerte Mirella!! :)
Yo también lo espero, aunque lo más doloroso es sentir la indiferencia de la gente.
EliminarOtro abrazote para vos, linda.
Querida Mirella, llega hasta mi tu dolor y me dan ganas de cruzar el mundo para abrazarte y cuidarte.
ResponderEliminarMis mejores deseos y mi cariño para tu pronta recuperación.
Besos.
Lo importante es que tu afecto me llega en oleadas transatlánticas.
EliminarMuchas gracias, Marinel, sos un sol.
Abrazo.
Joder Mirella, parece que te han echado mal de ojo, no se si esta expresión se usará por allí. Te deseo que te recuperes pronto querida. Y te envío montones y montones de abrazos y besos. Ya sabes que te aprecio mucho.
ResponderEliminarBesos Mierella.
Sí, Rafita, se usa esa expresión. También -y más groseramente- decimos: estar meado por gatos y perros...
EliminarAsí estám las cosas y habrá que sobrellevar este mal período.
Gracias y el aprecio es mutuo.
Un gran abrazo.
TODO UNA GRAN ESCENA LA QUE REALIZASTE!!!!
ResponderEliminarABRAZOS
La escena se hizo sola y yo "caí" en ella.
EliminarGracias, un gran abrazo.
El otro dia deje mi comentario, pero, total no importa.
ResponderEliminarEl otro dia casí me fui al suelo, me enderece sin mirar a ningun lado y segui mi marcha. Porque no mire a mi alrededor? Porque la gente se rie de estas cosas y eso duele mas que el golpe.
Besos
Están pasando cosas raras en Blogger, me ha ocurrido de dejar un comentario y después ver que desapareció.
EliminarMirá, Chaly, hubiera preferido que se rieran, pero yo caí tan mal que no podía levantarme sola. Lo que me dolió es la indiferencia.
Gracias y besos.
ResponderEliminarLo que mal empezó mal acabó. Resulto ser una historia real, la tuya, muy bien relatada, dejando aflorar todo lo que pasa en momento en los que unos se siente inerme ante las circunstancias.
Me alegro del final feliz... ese lento restablecimiento.
Un abrazo
· LMA · & · CR ·
Pura y dura realidad, como el piso en el que aterricé, igual que una bolsa de papas.
EliminarGracias, Bolo, un abrazo.
Ay Mirella, tan buena eres narrando que me has compartido tu dolor. Has descrito la escena que se vuelve más triste de lo que es. Mientras leía esperaba que no te hubiera pasado, que hubiera sido alguien mas a quien habías visto caer. Pero al final lo dices.
ResponderEliminarRecupérate.
Beeeeesos y abrazos amiga querida.
Gracias, Gildo, estoy mejor, dejé de renguear. El texto lo escribí casi enseguida por la rabia, la pena y el dolor que me dejó la situación y no solo a nivel físico.
EliminarUn gran abrazote
Estoy segura que las secuelas físicas pasarán y me alegraré por ti. Las secuelas emocionales de la indiferencia a veces son aún más dolorosas, pero así somos en pleno siglo XXI. Un abrazo.
ResponderEliminarAsí es, Mara. Tanto cemento ha endurecido el espíritu y se ha tragado la solidaridad.
EliminarMuchas gracias y abrazos.
Mi dulcecito de leche, cómo qué te diste el tropiezo?
ResponderEliminarDicen que cuando las cosas feas llegan, se suman...
Te pienso, te recojo del suelo, te beso en la frente y sé que te levantarás, como sé que es jodida la caída.
No hay día que deje de pensarte...
Un beso, y un abrazo florecido, que pronto nos llegará la Primavera.
Un TQ grande, Bella Dama.
Por aquí decimos "sobre llovido, mojado"... en fin, al mal tiempo buena cara, pero necesitaba la catarsis.
EliminarEspero que estés mejor y con la llegada de la primavera, florezcas, querida Eva. Yo también te pienso.
Un gran abrazote.
La indiferencia siemore duele...lástima q no te cruzases con personas dispuestas a ayudar q son muchas....en mi ciudad he visto a muchas correr para socorrer....mala suerte!!!!
ResponderEliminarEspeto te recuperes pronto
Abrazos
Hubo períodos en que tenía cierta tendencia a las caídas y siempre recibí ayuda. Hace mucho que no me pasaba y la pregunta que me hice fue ¿tanto ha cambiado la gente en esta ciudad? O tal vez los indiferentes se congregaron todos en esa esquina.
EliminarGracias, Esme, besotes.
Mirellita, pero que falta de humanidad. Esto es algo que me enfada tanto, lo poca empatía hacia el otro.
ResponderEliminarEspero que estés mejor. Gracias a dios no hubo fractura de huesos Siento no haberme pasado antes. Pero como buena contadora de la vida que eres, lo has sabido reflejar con el buen hacer literario que te caracteriza.
Abrazo te.
Así vivimos en las grandes ciudades, sobre todo en áreas muy caóticas, con predominio de negocios y oficinas. En los barrios más tranquilos la actitud es distinta.
EliminarGracias por pasar, Jonh, todavía me duele la pierna, pero estoy bien.
Un fuerte abrazo.
Mi querida Mirel, siempre nos sorprendes gratamente. Una crónica que retrata muy bien este mundo moderno de las grandes ciudades en donde habitamos millones pero estamos muy solos. Es una ironía que donde hay cientos de miles, nadie te tienda una mano porque la dinámica es esa: las prisas, el poco tiempo para detenerse a mirar qué o quién podría necesitar de nosotros; y si nos detenemos unos segundos, nos detenemos como autómatas porque no cultivamos la empatía o la solidaridad. Me gusta mucho esta idea que está ahí, en unos párrafos, de que parece ser que nuestra relación es con los objetos, con las creaciones humanas y no con los humanos.
ResponderEliminarEsta línea casi al final me llegó: “Una tristeza conocida se instala en tu garganta”.
Un placer leerte, querida amiga.
Te dejo un fuerte abrazo.
De las ciudades pequeñas se suele decir "pueblo chico, infierno grande", pero la gente se ayuda. En las grandes metrópolis el infierno es otro: el de la indiferencia y que cada uno está metido en su propia burbuja.
EliminarSiempre leo con mucha gratitud tus comentarios, producto de una lectura cuidadosa y atenta.
Un gran abrazote, Gonza.
Es fantástica, no tu caída de la que espero que te repongas prontamente, sino tu ductilidad para capturar y transmitir con tanta lucidez hasta un accidente cotidiano. Sos genial! Te deseo que pronto estés mejor. Forte abbraccio.
ResponderEliminarEs que cuando se aspira a entrar en el mundo de las letras todo lo que se escribe debe aproximarse a lo literario. Tanto la descripción de alguien que toma una taza de café como un caída, que es de lo más pedestre (en sus dos acepciones... jajaja).
Eliminar¿Estás de vuelta? Espero que tus cosas vengan bien, cara Patzy.
Tanti bacioni.
Ana crónica muy triste pero muy bien escrita. Estás bien?...Te veo como un pajarillo caído en medo del asfalto y te abrazo muy cálido, querida Mirell
ResponderEliminarFue una caída fea, pero por suerte no tuve fracturas y solo quedé muy dolorida, por el golpe y por la situación de abandono.
EliminarMil gracias, dulce Soco, con un abrazo inmenso.