El jefe de mamá, don Amílcar Segovia, durante sus conversaciones tenía la costumbre de apelar a una gran profusión de frases hechas.
A la salida de la escuela yo iba para la oficina
y esperaba que ella terminara la media hora que le faltaba cumplir. Era una
media hora fascinante. El señor Segovia siempre estaba hablando con alguien por
teléfono, con mamá o con clientes y era entretenido escuchar expresiones novedosas para mí.
Muchas de ellas mencionaban partes del cuerpo. Una vez le
dijo a un cliente: hagamos el trato a
ojos cerrados; mientras que a otro lo increpó: se le debería caer la cara de vergüenza; y a un proveedor le
advirtió que él no se chupaba el dedo.
A mamá le aconsejó que anduviera con pies
de plomo con un tal Fernández, que hablaba hasta por los codos y no tenía dos dedos de frente. En cambio
para cobrar un trabajo, dijo: tuve que
luchar a brazo partido para defender
lo mío con uñas y dientes.
Lo más extraño era que por temporadas usaba
modismos basados en la misma palabra. Y cuando empezó a insistir con las frases
que contenían la palabra mano, las
fui escribiendo en la última hoja del cuaderno borrador.
Así me enteré que se había quedado en la empresa para darles una mano a los chicos, que no tenían experiencia y así se fogueaban. Según mamá, los “chicos” eran dos vagos cabezas de chorlito, casi cuarentones. A ella, de tanto escuchar al señor Amílcar, se le pegaron algunas de sus expresiones y de los hijos decía que si uno les daba una mano, se tomaban el pie.
Así me enteré que se había quedado en la empresa para darles una mano a los chicos, que no tenían experiencia y así se fogueaban. Según mamá, los “chicos” eran dos vagos cabezas de chorlito, casi cuarentones. A ella, de tanto escuchar al señor Amílcar, se le pegaron algunas de sus expresiones y de los hijos decía que si uno les daba una mano, se tomaban el pie.
El tema de las manos me interesó, era la parte
de mi cuerpo que más cuidaba porque quería ser pianista. Constantemente las
movía, practicando escalas en el aire. Me provocaba un placer inefable tocar
superficies lisas, igual que el teclado del piano, por donde mis manos se
deslizaban con facilidad y las yemas sentían las vibraciones de los materiales
convertidas en música.
Lavar las manos a menudo, ponerles crema,
recortar y limar las uñas y posibles asperezas con la piedra pómez, era un
ritual cotidiano que practiqué siempre, aún después de haber comprendido que las
clases de piano en lo de la señorita Noemí eran insuficientes y no teníamos dinero para pagar el Conservatorio. Sin embargo, todavía cultivaba la esperanza.
Sentarme calladita en el sucucho que le servía de oficina a mamá, con el manual abierto en la punta de su escritorio para disimular, era la gran diversión de esa época.
Sentarme calladita en el sucucho que le servía de oficina a mamá, con el manual abierto en la punta de su escritorio para disimular, era la gran diversión de esa época.
Detrás de la puerta vidriada podía oír el
vozarrón del señor Amílcar, a quien yo imaginaba robusto, con una barriga
curvada tipo balcón, en la que se gestaba esa voz gruesa, altisonante, que
transmitía tantos dechados de sabiduría popular.
La tarde que salió de su recinto, me asombró ver
a ese hombrecito alto, tan magro en carnes al punto de parecer un anticipo de
cadáver. Le alcanzó unos papeles a mamá y dijo, con esa voz que —después de
haberlo visto— me sonó de ultratumba: con
este pedido no hay que dormirse en los laureles, ayer tuve un mano a mano con
los de Lima y todo marcha sobre rieles.
El señor Segovia debía andar por los ochenta. Conocerlo
personalmente coincidió con el período de locuciones con la palabra “manos”. Fue un período inolvidable para mí.
Cuando Luisito y Andresito —los grandulones de
los hijos, que él seguía tratando como a dos cachorros indefensos— se
encandilaron con un hipotético negocio que los haría ricos, él los frenó con un
más vale pájaro en mano que cien volando.
Ante la propuesta de una expansión desmesurada para entrar en competencia con
una empresa prestigiosa del ramo, dictaminó: más vale ser cabeza de ratón que cola de león. Quedé
boquiabierta la vez que alguien lo amenazó con un juicio y el viejo, sin
inmutarse, le espetó: más vale mano de
juez y dedo de escribano que brazo de abogado. Los refranes que empezaban
con más vale me sonaban tan
categóricos como si contuvieran una amenaza velada o una admonición.
Mamá me comentó que el cariño por Luisito y por
Andresito obnubilaba al señor Amílcar y no veía o no quería ver (ojos que no ven, corazón que no siente),
que los holgazanes metían la mano en la
lata, o sea: robaban a cuatro manos
y que la pequeña pero sólida empresa que al señor Amílcar le había costado sangre, sudor y lágrimas llevar adelante, se
estaba desmoronando gracias a esos ingratos. Información que fue corroborada
por una frase que largó el viejo casi en un susurro, pero que escuché
claramente detrás de la mampara que dividía las dos oficinas: la mano viene pesada.
Fue ella la que pescó a los inescrupulosos con las manos en la masa y le llevó al
desolado señor Amílcar las pruebas irrefutables de la traición. El pobre largó
una seguidilla de lugares comunes que apenas alcancé a anotar. Primero escuché
un gorgoteo como de una cañería tapada o de alguien que se atragantó con un
huesito de pollo y después la voz, más retumbante que nunca, dijo: éstos vinieron con una mano adelante y otra
atrás y ahora se quieren ir con las manos llenas, mientras yo las tengo atadas. Y
la perla máxima: cría cuervos y te
sacarán los ojos (nuevo ruido a gárgaras). Ponía las manos en el fuego por ellos, cuando los traje creí tocar el
cielo con las manos, sí, es verdad que se pasaban buena parte del día mano sobre mano. Siempre creí que muchas
manos en un plato hacen mucho garabato.
Ese fue el principio del fin. Unos meses
después, cuando el negocio bajó las persianas, me di cuenta de que mamá no
podría costearme más las clases con la señorita Noemí y el Conservatorio entró
a formar parte de una realidad que no tenía que ver conmigo.
El señor Amílcar Segovia saldó todas las deudas,
indemnizó al personal y se despidió diciendo: ustedes, sin comerla ni beberla, pagaron el pato, mientras que otros se
hicieron el agosto. Por suerte quedamos a mano.
Colgó un cartel rojo de SE VENDE en la entrada y
se retiró a su oficina. Lo encontró el sereno, que había ido a buscar sus
pertenencias, volcado sobre el escritorio; las manos delgadas (que se volvieron
hermosas en el recuerdo) sosteniéndose el pecho.
Mamá sentenció: como se vive se muere, y el señor Amílcar murió con las botas puestas.
Él decía tantas cosas que ahora pueden parecer
obvias, como de un solo golpe no se
derriba un roble, persevera y triunfarás o manos duchas, comen truchas. Y
yo era buena para las manualidades; decoré cajitas, hice collares, pulseras,
muñecos de paño lenci y así me pude pagar la media beca que me dieron en el
Conservatorio. Si llegué hasta donde llegué, ni más adelante, tampoco más atrás
de lo que me correspondía, fue porque no
me crucé de brazos y puse manos a la obra.
© Mirella S. -2011-
Imágenes sacadas de la Web
ESPECTACULAR !!!!!!! Mi querida amiga, yo no sé si será viejo el cuento, si habrás aprendido mucho más después de esto, pero ya eras una grossa, sabelo! "Tomé mano" del cuentito, me lo imprimí, y lo salgo a publicar por los barrios!!! Espero que cuando seas famosa, me firmes un ejemplar! Sei brava, brava, bravissima! Ya es uno de mis preferidos. Bacio!!!
ResponderEliminarNo sé si escribo mejor o peor, de eso no me doy cuenta, pero sí que escribo distinto.
EliminarVeo que "tomaste cartas en el asunto" con respecto al cuento y "con el corazón en la mano", te digo que sos una amigaza y agradezco mucho el entusiasmo de tus comentarios.
Tanti bacioni, Patzy.
Están todas puestas como los bodoques en un bordado, perfectas, ha sido una delicia leerlo, así que lo tendré a mano. Quieres que te envíe un poco de nieve? también la tengo a mano !!
ResponderEliminarBesicos.
Me gustaría recibir un poco de nieve, vendría "como caída del cielo", pero con los 34º de este anochecer se va a derretir en el acto.
EliminarMe alegro de que te gustara, Angelines.
Abrazo grande.
El cuento viejo merecía volver a ser leído.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Besos fresquitos.
Se agradece, Toro... menos mal que el ordenador no tiene cámara porque estoy "como Dios me trajo al mundo"...
EliminarBeeeesos.
Mano... manita,
Eliminarchale... chiquita!
pues pongamos manos a la obra y hagamos un comentario para quedar a manos jajajaja
ResponderEliminarLa verdad que es un muy buen relato y que armaste algo muy bien logrado. Las frases son universalmente conocida pero forman parte de esa riqueza de nuestro lenguaje.
Un abrazo y un apreton de manos
Carlos
Me resultó un desafío y me dije "adelante con los faroles" y salió este cuentito
EliminarSon frases incorparadas a nuestro lenguaje cotidiano, algunas en desuso y me pareció casi un juego.
Choca esos cinco, Carlos... y gracias.
Se hace entrañable el señor Amilcar a pesar de su voz de ultratumba. Delicioso texto. Y el refranero es muy sabio, o sea que hiciste bien poniéndote manos a la obra. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Alfredo... cuando me dieron la consigna pensé que la tarea "se me iría de las manos", pero afortunadamente, "se me prendió la lamparita".
EliminarUn fuerte abrazo.
Buenísimo, Mirella, me encantó.
ResponderEliminar¡Saludos!
Juanito, un alegrón que lo hayas disfrutado.
EliminarMuchos saludos.
Manos frías, corazón de un día. Manos calientes, corazón para siempre...
ResponderEliminarun manotazo desahogado
En este mano a mano de dichos populares, proclamados a los cuatro vientos, ahora me quedo lo más campante.
EliminarLucre: sos oro en polvo.
Abrazos.
Pues ya hace mucho tiempo que lo tenías que haber publicado, ya que no tiene ni pizca de desperdicio. Lleva las calores lo mejor que puedas, y que esas merecidas vacaciones no tarden. Esas frase hechas tienen mucho jugo y empaque.
ResponderEliminarBesos y abrazos Mirella.
Primero pensé: "me metí en camisa de once varas", pero a medida que lo escribía "me jugué el todo por el todo" y le encontré la vuelta.
EliminarComo el calor parece haberse instalado definitivamente (anuncian 40º para Nochebuena) y mi cerebro cada día está más cansado y perezoso, creo que desempolvaré viejas historias archivadas.
Como siempre, un gusto tenerte por aquí.
UIn gran abrazo, Rafa.
Oooh! A mi me ha encantado, como has jugado y conjugado, parece fácil cuando está escrito, pero es un cuento fresco y ágil. Eres una capitana que gobierna el blog con maestría. Un abrazo enorme
ResponderEliminar"Entre pitos y flautas" el año se ha terminado y diciembre es un mes agotador y por este lado del mundo estamos "sudando la gota gorda". Así que mucho no puedo exprimirle a mis neuronas, pero ya le encontraré la vuelta para que siga habiendo semillitas en el nido.
EliminarBesazos a granel.
es un cuento entrañable Mirella
ResponderEliminarfelicitaciones
los buenos cuentos no tienen paso del tiempo
pues sus ideas y construcción son perennes
abrazos y feliz semana
Mil gracias, Elisa, por el comentario tan elogioso.
EliminarNo sé si este cuento es mejor o peor de lo que escribo ahora, lo que sí distingo es que ahora mis textos son diferentes.
También feliz semana para vos ¿contenta con el regreso de Bachelet?
yo quería un cambio radical y mi voto fue para Alfredo Sfeir pero como no pasó a segunda vuelta , esta vez no pasé de no dar mi voto
Eliminarveremos que tal le va a quien se repite el plato...
abrazos
En Argentina tenía buena imagen, pero los segundos mandatos a mí -en general- me preocupan.
EliminarBesos.
Muy acertada tu decisión de publicarlo, Mirella. Construiste una narración muy interesante y no te perdiste en la consigna (viste que suele pasar, que por aferrarse a la misma, quedás enganchada en ella y la historia es un mero decorado) En este caso, pude volar con la niña y conocer su historia. Las frases hechas pasaron a ser un decorado y creaste un mundo cotidiano con personajes valiosos y reconocibles por sí mismo. Muy bueno! Beso grande! P/D: Aflojará un poco este calor bochornoso???? Se me empastan las neuronas... ;-)
ResponderEliminarDetesto el calor y más el de Buenos Aires y todavía más el de diciembre, en el que todos corren y andan como locos.
EliminarSalí bastante airosa con la consigna, porque lo que siempre me gustó trabajar es a los personajes más que a las historias que, cada vez más ahora, van quedando en un segundo plano y en función de los protagonistas.
Qué suerte que te gustara el relato, Bee. Un gran abrazo.
Veo que tienes verdaderas joyas literarias guardadas, me ha gustado muchísimo este cuento, la protagonista se te hace cercana y gusta saber lo que se le pasa por la cabeza, Precioso !!
ResponderEliminarMil besos Mirella :)
Bueno, Nieves, tanto como joyas, no, tan sólo unas piedritas de fantasía :D
EliminarComo le decía A Bee, apunto mucho a trabajar sobre los personajes, que sean visibles sin grandes descripciones.
Gracias por estar siempre, linda.
Un abrazo enorme.
Delicatessen...
ResponderEliminarCada loco con su tema...
Eliminar(Se me acabaron los dichos, Darío... pero no te sientas el último orejón del tarro).
Abrazo.
Un sabor especial el de estas letras tuyas con las cuales me he sentido totalmente identificada
ResponderEliminarLo mejor para vos muchacha
Mil besos
Igualmente Mucha, un buen 2014 para todos y para que sigamos encontrándonos.
EliminarUn abrazo grande.
Me recordaste a mi abuela, Mirellísima, que hubiera dicho de Amílcar "pobre, está cagado y el agua lejos".
ResponderEliminarNuestro acervo popular en cuestión de refranes tiene auténticas joyas, por eso el texto es sumamente rico... de "toma pan y moja". (ríome).
Divertido y bien llevado, me gustó.
Abrazo.
Yo no tuve abuelas y en casa se hablaba italiano, pero como era una devoradora de libros que anduvieran por ahí, las fui aprendiendo y como de chica era bastante callada, era muy buena oyente.
EliminarLa idea al publicarlo en este fin de año tan denso para muchos, fue la de sacar alguna sonrisa. Me quedo contenta porque creo que lo conseguí.
Abracísimo, Morg y gracias.
Esta entrada es como hacer encaje de bolillos para acomodar cada refrán a su contexto, pero ya lo dice el refrán "Hombre refranero, hombre majadero" o su opuesto "hombre refranero medido y certero".
ResponderEliminarBesos Mirella
Esos refranes no los conocía , no se dicen por estos lados, pero creo que en el caso de don Amilcar cabe el segundo.
EliminarMuchas gracias, Jaal, un abrazo.
Por pomerte manos a la obra...te salió perfecto el cuento:))
ResponderEliminarY por este otro lado del mapa frio y nieve en la sierra... se adelantó el invierno este año:((
Un beso.
No sólo puse manos a la obra, pero también me divertí mucho seleccionando los dichos y expresiones.
EliminarEn cambio aquí el calor nos va exprimiendo y se anuncia que el pico máximo será para la Nochebuena.
Gracias, Laura, por tu comentario, un beso grande.
¡Excelente el cuento, Mirella, siempre escribiste bien o siempre tuviste una imaginación sorprendente o ambas integran una simbiosis perfecta, sos de primera, sin vueltas!!!
ResponderEliminarFeliz de poder escribirte porque salgo de un corte de luz de varias horas, que con el calor de 32º hacen una simbiosis infernal, bueno, pero ya salí, leí tu cuento tan original y te envío una sonrisa de gratificación:-)
Deberías intentar una novela!!
EliminarMenos mal que tenés luz, yo estoy cruzando los dedos todos los días porque ya no se salva ninguna zona y por aquí hay tantos negocios y torres que en cualquier momento caigo en la volteada.
EliminarMe alegro que después de haber sudado la gota gorda, el relato te haya gratificado; agradezco la sonrisa y las palabras elogiosas.
En cuanto a novela en ningún momento se me cruzó por la cabeza, porque debe tener una estructura muy sólida y no tengo tanto tiempo disponible ni demasiada experiencia.
:D Muchos saludos, Eduardo.
Un gusto leerlo aquí, de primera mano.
ResponderEliminar¡Salud!
Gracias, Fernando, pasá cuando quieras y espero que te guste lo que encuentres.
EliminarSaludos.
Menudo ejercicio te has marcado, Mirella, echando mano al refranero popular (lo siento, se me ha escapado, de verdad). Una historia de superación consistente partiendo de la premisa aquella de las frases hechas, la verdad es que van fenomenal y no están forzadas: el señor Almícar es un hilo conductor muy convincente tanto de la historia como de la fraseología expuesta, un puntazo. En Internet, hablemos claro, hay de todo, pero tú sabes lo que te haces, aunque ya lo sabes.
ResponderEliminar¡Un abrazote! ^_^
Gracias por pasar, Jorge. Tus comentarios siempre me sacan una sonrisa, aunque hables seriamente, tenés una forma especial de decir las cosas. Me cae muy bien.
EliminarOtro abrazote transoceánico.
:-)
Leerte es pasar un buen rato.
ResponderEliminarFelices fiestas y un próximo 2014, a ser posible, excepcional
Un fuerte abrazo
Me alegra saber que mis relatos te producen ese efecto. Es un elogio con todas las letras, Esme.
EliminarTambién para vos que se te de lo mejor para el nuevo año... y un poco más.
Un abrazo de corazón.
Como me ha gustado la historia que nos reglas hoy Mirella. Es una gozada entrar aquí y sumergirse entre tus letras.
ResponderEliminarCuantas frases echas y cuantos refranes, es una riqueza
Un abrazo y espero que disfrutes de estas fiestas
Mi agradecimiento por compartir este año desde nuestros respectivos rincones y por tus visitas, que siempre le dejan a mis pájaros semillas de alegría.
EliminarAbrazo fuerte y también muchas felicidades.
Muy bueno
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias por pasar.
EliminarSaludos.
Auguri e Buon Natale cara Mirella.
ResponderEliminarAbbraccio.
Grazie e tanti auguri anche a te.
EliminarBacioni.
ERES GENIAL!!!!!!!
ResponderEliminarBESOS
Adolfo, te agradezco mucho, pero ¿no se te habrá ido la mano?... jajaja...
EliminarAbrazos y felicidades.
...cara Mirella, la tua mano tiene un gran buona penna!...buona settimana di Natale...abbraccio..
ResponderEliminarCiao, Sergio, ti ringrazio della la visita e ti desidero tante belle cose per questi giorni festivi.
EliminarUn abbraccio.
Impecable. Más allá del ejercicio del taller, la historia es hermosa y hasta triste.
ResponderEliminar¿Cuánto te llevará hacer algo así? A mi costaría un trabajo inmenso. Se me iría de las manos, seguro :P
Cuando lo escribí no era tan lenta para largar toda la historia, tardé una semana. Pero las correcciones, una infinidad de tiempo.
EliminarAhora que me volví más obse, tardo mucho más tiempo.
Sos mi ídolo, Raúl, te leíste de un saque todos estos post, algunos bastante largos.
Gracias.