Pintura de Kim Nelson |
La casa donde vivo no me
gusta, tampoco sus habitantes, los miembros de mi familia: los Vitali. Ciertas
confesiones hay que guardarlas para una, padecerlas en silencio. No está bien
visto declarar que no te gustan tus parientes cercanos. Les agradezco la
educación, las necesidades básicas cubiertas, pero siguen sin gustarme, lo cual
no significa que no los quiera. No a todos.
El afecto, o esa turbulencia que
siento, está entramada con las más opuestas y oscuras emociones: desde la
rabia, el fastidio, hasta la compasión y la ternura. Por algunos de ellos mi
disposición es inclemente y tormentosa, por otros prevalecen más los sentimientos
benévolos.
La casa es centenaria,
pertenecía a mis bisabuelos. Es fea, detesto el olor de las bolitas de
naftalina que la abuela pone para disimular el de la humedad que brota de las
paredes. Con los sahumerios de mamá, la combinación es nauseabunda. Las
habitaciones dan a una galería. Allí nos desencontramos mis padres, mis dos
hermanos menores, mis abuelos paternos, los actuales dueños y la tía Mónica,
hermana de papá, viuda, sin hijos.
No es por presunción que digo
que la casa no me gusta, así como tampoco los Vitali. No los elegí, aunque hay
quien sostiene que nada es fortuito y que al encarnar nos toca una familia ya
determinada que nos ayudará para la evolución personal. No me consta, ellos suelen
conectarme con lo peor de mí. Algo que no soporto es su falsedad. A la hora de
la cena, también en la comida puede saborearse la hipocresía que flota en el
ambiente.
Con los abuelos y la tía
Mónica siempre tuve un trato mínimo; ahora que curso Bellas Artes por la noche
los veo apenas. Mamá y papá, juntos, crean un clima tenso, sofocante, pero si
estoy con ellos por separado es tolerable. Mamá a veces se me queda mirando y
es como si los ojos se le metiesen para adentro, se fuera a otra parte, hacia
atrás en el tiempo. Solo ella apoyó mi decisión de entrar en Bellas Artes. El
vínculo con papá es más complejo. No coincidimos en nada, reconozco que él se
esfuerza y yo hago lo que puedo; que no siguiera una carrera tradicional fue un
gran desencanto para él y no mejoró nuestra precaria relación.
La tía Mónica es un capítulo
aparte. Sin remordimientos puedo decir que la desprecio y ella siente lo mismo.
Es evidente que mamá le tiene miedo y Mónica la aborrece y la envidia. Mamá es
delgada, elegante, aún vestida así nomás. Mónica se mata en el gimnasio, vive a
dieta y su cuerpo es irrevocablemente cuadrado.
La ventaja de las casas tipo
chorizo como la nuestra es que Mónica y los abuelos están en los cuartos de
adelante, a continuación del comedor que da a la calle, mientras que el mío es
el último y me aparta un poco de esa atmósfera de disimulo. Ocupo también un
rincón en la piecita de arriba, donde guardan todo lo que deberían tirar. Allí
hago las artesanías que intento vender los fines de semana en Plaza Francia.
Los abuelos me ignoran con
diplomacia, en cambio, tienen debilidad por mis hermanos que, por su parte, se
pelean con estocadas sibilinas, típicas del estilo Vitali, de las cuales a
menudo ligo una porción.
En mi familia hay muchas cosas
ocultas, no dichas, por eso los mayores procuran asumir un aire de “somos una
familia bien avenida”, frase frecuente de la abuela, cuando en realidad se
puede percibir la ebullición de un caldo espeso, que cocina a fuego lento sus
ingredientes letales. Si se destapara la olla, el frágil equilibrio que
ostentan, se haría trizas.
Intuyo que estoy involucrada
en ese secreto y que la tía Mónica es la más propensa a vomitarlo, de allí que
los demás la traten con guantes de seda y le permitan que destile su veneno en
pequeñas dosis, para que no se intoxique ella misma.
Aprendí a moverme en ese
espacio usando la misma falsedad que ellos, como un torero, esquivando los
ataques encubiertos con sutiles movimientos de capa. Mi refugio es el cuartito
de arriba. A veces dejo la arcilla que modelo, mis ojos atraviesan los vidrios
y se van lejos, buscando los de mamá, en una dimensión amorosa, sin
ocultamientos ni simulacros. Allí la encuentro, con la sonrisa limpia de
tristezas, la piel distendida de los surcos de culpas pretéritas que está
pagando y seguirá debiendo mientras viva con los Vitali.
Sin embargo, lo que no se dice
se irá ordenando geométricamente en un gesto, en la ira que sombrea los ojos,
la palabra que se escapa hoy, a la que se añadirá otra, susurrada mañana, una
mueca de desprecio o la lágrima cautelosa. La simulación es como una máscara de
cera que se ablanda, se deforma y gotea el odio acumulado.
Un día Mónica estallará. En su
crueldad, seremos humilladas, mamá y yo. Ella agachará la cabeza, los Vitali,
ya sin disimulos, me mirarán como la extraña que siempre fui para ellos. Papá
con el horror de un antiguo presentimiento que se confirma.
© Mirella S.
— 2019 —
Definición perfecta de hasta qué punto no elegimos la familia que nos toca, ni cómo poder aguantar modos y maneras de ser que no nos gustan. La familia bien avenida es una bendición, pero parece que ser uno de los Vitalis, no es ninguna ganga. Mónica reventará, seguro, como un cráter que ha de dejar salir presión.
ResponderEliminarUn abrazo
Casi todas las familias, incluso las "bien avenidas", tienen algún secreto o algo que no quieren que se sepa.
EliminarEl día que Mónica destape la olla, la estructura de apariencias se caerá a pedazos.
Gracias, Albada, con un fuerte abrazo.
Me gusó la descrioción que hiciste, aunque te diré las cosas de la familia,como las almorranas , hay que sufrirlas en silencio.
ResponderEliminarJajaja, me encantó la comparación, Tracy. Gracias por la lectura.
EliminarBesos.
Qué magnífica manera de narrar, che...Esa atmósfera casi siniestra, pero tan creíble, y ese secreto intuído, siempre a punto de estallar... Genial, Mirell bonita. Milbesos
ResponderEliminarLa atmósfera no es muy relajada, es cierto, pero sí necesaria para enganchar al lector. Espero que hayas intuido lo que ocultan con tanta fuerza.
EliminarGracias, Soco, un abrazo enorme.
Faaaaaaaaaaaaaaa, Mirel ¡qué buen relato!¡Qué intenso y gráfico!
ResponderEliminarMudo me dejaste.
Abrazos, amiga querida.
Es un relato viejo que no había publicado y que encontré en una carpeta. Lo acorté bastante, lo corregí obsesivamente, hoy me cansé y dije ¡basta, ya está!
EliminarUn placer enorme que haya merecido el conocido clarinetazo, querido Gavrí.
Gracias y abrazos.
Impecable relato.
ResponderEliminarLa historia es una de las tantas que abundan entre cuatro paredes, esa costumbre de mantener secretos...
Me encantó.
Besos!
En cuántos casos los secretos hoy no serían para tanto, pero los prejuicios son muy poderosos.
EliminarMe alegra que te gustara, Dana.
Besotes.
igual llegó sin esperar a la familia...
ResponderEliminarbesos
Te agradezco la lectura, aunque no entendí tu comentario, Óscar.
EliminarUn abrazo.
"En todas partes se cuecen habas y en mi casa..." reza un antiguo refrán. Una exquisita pintura que deja ver que todas las familias tienen algún cadáver en el placard (o en el ropero cuando se trata de casas chorizo).
ResponderEliminarHay familias que se llevan a la tumba sus secretos y en otroa, por más que se los trate de ocultar, aparece una tía Mónica que se levanta con el pie izquierdo y el castillo de mentiras se derrumba.
EliminarMuchas gracias, Osvaldo.
Un abrazo.
También conozco este tipo de familias, aunque menos mal que en mi caso, el círculo más íntimo y familiar si me proporcionó disfrutar de una vida relajada, agradable y con muchísima menos angustia que la experimentada tras el fallecimiento de mis padres, donde otros parientes tomaron de alguna forma el relevo y de la luz pasó todo a la oscuridad.
ResponderEliminarEn cuanto a la trama la encuentro bien construida desde el punto de vista formal, aunque echo de menos tu extraordinaria capacidad descriptiva, pero me imagino que se trata de un texto reciente, donde aún no te sientes con la suficiente fuerza como para pulirlo o dedicarle más tiempo.
La idea de la historia me gusta porque cualquier lector puede identificarse con sus personajes y la trama atrapa por su realismo.
Un besazo y encantada de leerte siempre, querida Mire.
No es un texto reciente, lo escribí hace ocho años y lo encontré de casualidad en una carpeta, ni a la computadora lo había pasado. Lo trabajé mucho, había partes que no me gustaban como las había escrito. Y del antiguo texto solo quedó la idea original.
EliminarEsta historia creo que no da para demasiadas descripciones, sino que se centra más en el interior de la protagonista y del entorno familiar en el que vive.
También tuve una infancia difícil, de otro tipo, fue duro dejar Italia e insertarse tan lejos. Mis padres nunca se acostumbraron.
Te agradezco mucho tu atenta lectura y el comentario personal.
Un enorme abrazo, Estrella.
Un regalo sobre el universo familiar y su retrato en un momento muy concreto en cuanto a lo que se va gestando para poder "parir"a tiempo. Gracias por compartir.
ResponderEliminarMuchas gracias por acercarte y dejar tus impresiones. Sí, intenté hacer un retrato de lo que ocurre en tantas familias que se esconden detrás de fachadas.
EliminarSaludos.
Me has hecho recordar mi infancia cuando estábamos en la casa del pueblo con la otra familia (tíos, primos y demás) y yo no encontraba mi lugar... (sigo sin encontrarlo, la verdad)
ResponderEliminarSuerte que ahora que ya soy mayor y ya no me pregunto ciertas cosas...
Un placer leerte... y gracias por este viaje al pasado que me has regalado.
Besos.
Me pasó lo mismo, tampoco encuentro mi lugar en el mundo, será por eso que escribo. Como soy medio cabeza dura lo sigo buscando; tal vez sea en el blog, en la web donde siento qu encajo más.
EliminarLa agradecida soy yo por tu calidez, Laura.
Besazos.
¡Hola, Mirella! Lo que nos compartes hoy estremece por que transpira autenticidad. Más que un relato diría que es una confesión, una confesión salvaje como lo es la honestidad más cruda, sin los adornos con los que la hipocresía tiende a tapar lo que no se dice.
ResponderEliminarLos silencios hacen soportable el día a día, pero van cimentando un infierno a largo plazo.
Has concebido un estudio de personaje muy potente al que sin duda puedes regresar de tanto en vez para ir forjando, quién sabe, una novela. Cuando se habla de la personalidad de un escritor es precisamente cuando es capaz de escribir algo como lo que hoy nos has regalado. Un fuerte abrazo!
No es muy cómodo admitir que la familia a la que se pertenece tiene actitudes y sentimientos desagradables. Es una especie de confesión que la protagonista se hace a sí misma, ya que es imposible exteriorizarlo, porque ocurriría la catástrofe. El silencio no se podrá extender para siempre y cuando se rompa, se vendrá abajo el mundo de mentiras.
EliminarGracias, David, por tu comentario bien jugoso, como decimos por aquí y por considerarme una escritora. Yo apenas me veo como una aprendiz.
Un enorme abrazo.
Los desencuentros familiares que se complican cuando comparten vivienda, dibujas una situación tensa que no afecta a todos por igual pero que parece que en cualquier momento se romperán los cristales, la olla bullirá hasta derramarse, si la historia sigue seguro que no pasa nada de eso, que todo sigue igual porque en algún sitio hay que vivir. Siempre escribiendo bien, la primera vez y ahora con los retoques que le hayas aplicado. Abrazos
ResponderEliminarEn su momento, cuando la escribí, solo quise dejar planteado el ambiente tenso y mezquino, pero de continuar la historia, algo que no me interesa, seguramente en un corto plazo ocurrirá la hecatombe. Y me animo a afirmar que la propiciará la propia protagonista, harta de ser el centro de una gran mentira.
EliminarMuchas gracias por tu infaltable comentario, querida Ester.
Te dejo un fuerte abrazo.
Me gustó mucho el relato Mirella.Mucho.
ResponderEliminarBesos grandes.Espero que continues.
Agradezco mucho que me leas y me dejes siempre opiniones positivas.
EliminarUn enorme abrazo, Betty.
Todos guardamos algún secreto, todos silenciamos opiniones para mantener la paz familiar, de ahí que tantos silencios, tantos secretos, tantas palabras enmudecidas cuando se desvelan provocan tempestades que son muy complicadas de aplacar
ResponderEliminarEsos secretismos absurdos a veces me enervan, para que mentirte, pues sé , por experiencia que cualquier día , por ponerte un ejemplo, en una comida, alguien ( tal vez por beber una copa de más) se le desata la lengua y se produce la guerra en la mesa
Ya sabes , me encanta leerte, meterme en tu trama y divagar sobre aquello que en cierta he vivido en mis propias carnes o a través de personas queridas
Estos dias he visto una serie ( no sé si eres de ver series ) y aunque el titulo no me atraía , al revés, mi instinto me susurró que la viese , si puedes o quieres , te la recomiendo , tiene una trama familiar muy buena, sobre las mentiras y la familia, ( es cortita solo tres capítulos con un muy buen elenco )
https://www.youtube.com/watch?v=zSL0vJZ1E7Q
un abrazo Mire
Lo dijiste muy claro y al mirar el enlace que me dejaste, coincido en pensar que los festejos navideños son momentos propicios para que, brindis va, brindis viene, se hable de más y un sarcasmo se encadene con otro y las bombas estallen junto con los fuegos artificiales.
EliminarMe gustan mucho las series, pero no tengo Netflix, estoy abonada a otra plataforma, Flow, que tiene menos posibilidades, pero a veces encuentro en el canal Europa Europa, series interesantes. Gracias por los enlaces, ahora voy a mirar este último que me enviaste.
Un gran abrazo, María.
Hay familias complicadas, con conflictos a punto de estallar, acusaciones mutuas. No es algo agradable cuando sucede, aunque sí atractivo como ficción, no siendo un personaje en medio de la historia.
ResponderEliminarSospecho que hay algo más que vocación desaprobada. La protagonista, aparte de refugiarse en su vocación, tiene una cierta afinidad con su madre. A quien admira su belleza y su elegancia, mientras no tolera a su tía.
Yo sospecho que se oculta el posible origen de a protagonista, que la madre tuvo una relación extramatrimonial. Y que eso está apunto de surgir por una acusación de Mónica. Y que la protagonista lo sabe o lo intuye.
Un abrazo.
Tus sospechas son ciertas. Su madre tuvo un amante, pero se casó con otro que no sabe o, mejor dicho, no quiere saber, que la chica no es su hija. Sí lo descubrieron Mónica y los abuelos. La protagonista lo intuye.
EliminarMe gustó que expusieras lo que entendiste de la trama, sos el primero que lo hace. Te felicito, Demi, gracias por el análisis que hacés en tu comentario.
Un abrazo.
Qué espléndido relato mi querida Mire, me ha encantado. Al leerlo sentí que tenía algún tiempo que no escribías así, como que este se fue más lejos dentro de tu pulida prosa. De alguna manera me identifico. Pienso que el padre no sabe nada, ¿será?
ResponderEliminarTe dejo un abrazo enorme y beeeesos.
Es un relato viejo, que nunca publiqué, era todavía más largo y lo modifiqué bastante.
EliminarCreo que ya no escribo como antes, también yo lo siento. No te podría decir a qué se debe. Los últimos textos que escribí me recordaron cuando iba a los talleres literarios y se parecen más a los de esa época.
El padre conscientemente no sabe que no es la hija, pero en el fondo algo debe captar.
Gracias, querido Gildo, te dejo un gran abrazo y beeeso.
Un hermoso relato porque tu forma de escribir es así, bella, aunque en este caso el argumento sea el de una familia cruel, que miente a puerta cerrada, que donde residen verdaderamente no es un hogar. Es triste, se percibe la nostalgia, pero de esa que no proviene de un recuerdo pasado, sino de una posibilidad que nunca existió. Y un secreto que puede romper con toda esa fragilidad en la que se amparan. Me ha parecido todo en sí, precioso.
ResponderEliminarUn beso, y feliz semana.
Gracias por tus palabras tan bonitas, Irene. Ese tipo de familias tienen una vida penosa y no saben vivir de otro modo por las apariencias. La madre debe prestarse a estar en el juego porque no tiene recursos ni salida. Quizás la hija, algún día, se vaya y la rescate.
EliminarUn enorme abrazo.
No es una Vitali, no es adoptada, es hija de la madre solamente. Cuando armaba la historia en mi cabeza pensé que en el final la que empieza hacer preguntas directas y a destapar la olla, es la chica. Al escribirlo desistí, no quise que fuera ella, porque todo el peso de la rabia y el desprecio caería sobre la madre y se sentiría culpable de haberlo provocado.
ResponderEliminarTenés ojo de lince para las tramas, Julio.
Agradezco el abrazo y te mando otro.
Me ha encantado Mirella.
ResponderEliminarUffff!!!! las familias tienen muchos recovecos, a veces vale la pena no pensar en esceso...
Un abrazo
Aquí no se puede dejar de pensar, porque la atmósfera sofocante y tensa se respira todos los días.
EliminarTe agradezco la lectura y me da gusto que te fueras contenta con el texto.
Besos, Esme.
Si pudiéramos mirar por el ojo de las cerraduras de las casas a lo , mejor nos llevábamos una sorpresa y las familias que nos parecían más felices y maravillosas nos mostrarán una cara amarga. Pero qué duro vivir entre tanta mezquindad, como la de la tía Mónica. Me ha gustado mucho, Mireille.
ResponderEliminarUn beso muy grande
Cuántas casas muestran fachadas amables, serenas y puertas adentro se esconden dramas y rencores. Vivir en esos climas arruinan y quitan posibilidades de un poco de alegría.
EliminarMuchas gracias por pasar, Ana.
Un fuerte abrazo.
El retrato perfecto de la simulación o de las buenas apariencias. Cosa que por otra parte no apunta a un buen final. La batalla cuando salte la espita daría perfectamente para una segunda parte. Por otro lado, se ve un relato muy trabajado, un relato de autor. Sí, un texto donde se fomenta el sustantivo por encima del adjetivo. Es decir, un relato de una verdadera escritora. Felicidades Mirella.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo.
Muchas gracias por el comentario elogioso y qué buena observación la de los sustantivos. Es más sencillo poner adjetivos, pero ya hace un tiempo que trato de medirme con ellos y en las correcciones interminables que hago de cada texto, busco la forma de reemplazarlos.
EliminarNo creo que haya segunda parte, porque si no le encuentro un giro a la trama, la resolución como está planteada aquí, se intuye de antemano.
Un gran abrazo, Miguel.
Esa ignorancia por parte de muchos hace adivinar secretos sabidos y muy ocultos.
ResponderEliminarLas fachadas familiares son tantas como familias.
Se descubrirá algún día ese secreto a voces, y ella estará más feliz solo con su madre?. Me ha gustado Mirella.
Buen jueves.
Un abrazo.
Ella ya lo sabe, probablemente lo encare cuando esté lista y madura para hacerlo. Cuando se ventile el asunto, madre e hija no podrán quedarse más en esa casa.
EliminarUn placer que te haya gustado, Laura.
Gracias y un abrazo fuerte.
Hola Mirella te lei en lo de Ester, y vine a conocerte, tambien soy argentina me atrapaste con tu historia tan real en muchas familias donde las apariencias o falsas fachadas esconden historias y secretos que siempre se sospechan o intuyen. Me gusto la descripcion de todos los personajes y el lugar esas casas antiguas que todavia existen en zonas como Palermo o Almagro con habitaciones una al lado de la otra que dan a una galeria, con sus puertas altas de dos hojas y sus pisos de madera.
ResponderEliminarMe encanto y con tu permiso me quedo a leer tus próximas entradas!!
Un beso!!
¡Bienvenida Gra! Sí, por aquí todavía quedan de esas casa chorizo, como le decían, creo que también por la zona de San Telmo.
EliminarMe alegra que te gustara la historia y el nido de mis pájaros está abierto y disponible para cuando quieras pasar.
Besos.
Hola, Mirella!
ResponderEliminarSoy portuguesa y encontrei un comentário teu num blog espanhol, yo lo creo. Fiquei curiosa e vim conocer tu espacio (desculpa mi pobre espanhol), que tiene historias bien agradáveis y curiosas escritas por ti.
Tienes una fuerte imaginação e teces, rapidamente, uma trama, que dá guesto ler.
Tu historia es muy real, por que existem muchas famílias con las miesmas características, pero perante la sociedade está tudo mucho bién.
Me gustam los pormenores, que tu tão bién nos mostras nos teus fabulosos textos.
Es una escritora a sério e con mucho talento. Parabéns!
Besos y bon fin de semana.
Muy agradecida CÉU por la visita, la lectura y el comentario positivo. No sé si pudiste leerlo en castellano, tampoco sé si el traductor desvirtúa mucho la construcción de las frases.
EliminarMe alegro de que te fueras conforme y podés volver cuando quieras.
Un gran abrazo.
Hola, Mirella!
EliminarGracias por tu resposta.
Entendo, razoavelmente, a Língua Espanhola y no preciso de tradutor.
Cuando desejares, puedes visitar mi blog también ou a temática poco ou nada te diz.
Abrazo con carino.
Gracias CÉU por leer mi respuesta, también te visitaré y veo si entiendo el portugués, idioma que desconozco.
EliminarBesos.
Una narración magnífica, muy bien construida, con pasiones, defectos, debilidades, la vanidad, la envidia, los celos involucrados. Solo ella y la madre saben el origen de sus verdaderos conflictos. El final es arrollador. Es un placer leerte, Mirella!
ResponderEliminarAbrazo!
Muy amable por pasar y dejarme este lindo comentario, Yessy.
EliminarIntenté reflejar un esquema de los sentimientos ocultos, y los que se les escapan, de las familias que guardan un secreto y se amparan en la fachada.
Muchas gracias y un abrazo.
Verdades que no se dicen y que están en el aire y todos las sospechan. Un cuento hermoso, como siempre tu narrativa es justa y perfecta. ¡¡Aplausos Mirella!!
ResponderEliminarmariarosa
Las mentiras celosamente guardadas, el día menos pensado se requebrajarán, dejando a la luz errores humanos que pueden ser reparados con la verdad.
EliminarGracias por tus aplausos, Mariarosa, me inclino agradecida.
Besos.
En la época de fiestas uno se replantea todas estas cosas. Ya sea con personajes ficticios o en su propia realidad. Y sino, hayq ue ver "Esperando la Carroza", mucho mejor para estas fechas en este hemisferio, que "mi pobre angelito".
ResponderEliminarBuen relato. Buena pintura, no la conocía ¡Qué efecto dde realidad fotográfica! qué calidad
Abrazos!
Tenés razón, Frodo, nosotros somos "Esperando la carroza", hace tanto que no la he vuelto a ver, con todos sus personajes rozando el grotesco, un clásico.
EliminarMe alegra que te gustara el texto y la pintura realizada con la técnica del hiperrealismo.
¡Gracias y abrazos!
·.
ResponderEliminar¡Vaya con los Vitali!
Me ha encantado tu narración. Consigues mantenernos atentos, esperando cada frase con impaciencia, deseando llegar al fondo. Como siempre, un fondo que encierra la intriga necesaria para dejarnos un poco en el aire.
Por otro lado, describes muy bien lo esencial. No existen las familias bien avenidas. La corrección política lo disfrazada todo.
Un abrazo Mirella
.·
LMA · & · CR
Todavía quedan familias con la rigidez mental y mezquindad de sentimientos como los Vitali, en las que es preferible tapar los hechos, en vez de airearlos y seguir viviendo sin la carga de tantas mentiras.
EliminarGracias, Alfonso, por tu lectura e impresiones.
Un abrazo.
Ufff Mirella, me encanta como escribes. Esa atmósfera pegajosa y asfixiante de esa familia parece que va impedir que de un momento a otro dejen de respirar, ese discurrir que imprimes a tu relato que va de un personaje a otro haciendo de las reacciones de Mónica el eje de la trama,... Creo Mirella que es una primera y hermosísima página de una novela que merecería ver la luz,... anímate!
ResponderEliminarMuy agradecida por tu comentario elogioso. Es horrible que todos dependan de la no-reacción de unos de los miembros para creer que así pueden vivir más "tranquilos" indefinidamente.
EliminarLa novela no es para mí, no tengo ni el tiempo ni la paciencia necesarios para elaborarla y escribirla. Me la pasaría corrigiéndola y nunca pondría el punto final.
Enormes gracias, Toño y un fuerte abrazo.
Leí y releí esta historia... y sólo ahora te comento.
ResponderEliminarPor suerte, mi familia me trató bien.
Somos una piña.
Imagino que con mi madre, por ser niña, y llevarme mejor con mi padre, algún roce hubo y queda... pero nada que no se haya podido limar.
Y no, la familia no se elige, pero cuando ella nos ha elegido, es como esa felicidad que se va construyendo, pese a la noria en la que cada día, ora nos hace guili guili en la tripita, ora aúna en un abrazo nuestras lágrimas.
Bello relato, Bella Dama.
Me encanta cómo escribes, y no me cansaré de escribírtelo.
Besote, y abrazo grande.
La familia perfecta no existe y cuando solo hay pequeños roces -en todas las relaciones humanas los hay- pueden superarse sin problemas.
EliminarLa historia habla de aquellas que son enfermizas, que guardan odios y mentiras que un día saldrán a la luz de la peor manera.
Gracias por tu lectura y comentario, querida Zarcita.
Te mando un gran abrazo.
Me encanto, Mirella. Me lo imagino como el teaser para una de estas series contando los siniestros secretos de una familia.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Qué lindo que disfrutaras de la historia, Eric. Es muy breve para una serie, habría que agregarle más anédotas de esa familia tan poco feliz.
EliminarGracias y abrazos.
Siendo el teaser de la serie es normal que sea muy breve :)
EliminarNo entendí el significado de "teaser", claro, sería como un trailer :D
EliminarQué bien contado, Mirella, la máscara de la simulación es muy dolorosa de soportar, más aún si se trata del entorno familiar.
ResponderEliminarGracias, Ariel, los secretos en familia corroen las relaciones y crean un clima tenso, desprovisto de afecto verdadero.
EliminarUn abrazo.