Imagen: Claudia Méndez Cordero |
El luto se ha afincado
detrás de sus ojos quitándole la luz que los caracterizaba. A ella, la llorona,
no se le cae siquiera una lágrima escuálida. Ya no sabe llorar.
El dolor que la tritura
por dentro —por fin puede comprenderlo— no se debe a la falta física, sino a
algo más profundo y complejo.
Pararse junto a una
silla vacía donde nadie se ha sentado es
percibir el vacío en toda su completitud. Eso fue su familia: un asiento
desocupado, un manual de normas indiscutibles o de reproches y después un grupo
de fantasmas, de aquellos que se llevan adentro de por vida.
Vuelve sobre el mismo
pensamiento: su duelo no es porque no están más y se quedó sola, sino por la
carencia del afecto y su manifestación en los minúsculos gestos cotidianos.
Saberse apreciada y valorada por lo que es y no por lo que hubiera debido ser.
Achicó su mundo; tomó el
tamaño de una naranja y cabía en su bolso. Pero cómo pesaba. Cuánto tiempo
herido y sin cauterizar.
En el aliento titubeante
de las horas, que reptan como gusanos perdidos, mira la silla vacía: una imagen
gestáltica* muy adecuada.
Se le ocurre que quizás
ella deba sentarse y así librarse de las figuras espectrales que siempre la
asedian, incluso cuando cree haberlas olvidado.
Sentarse y ocupar su lugar
y no ponerse en el lugar de los otros, como hizo en tantas oportunidades con
escasos resultados. Ocupar el lugar que, a su vez, dejó vacío. El
lugar que cedió por esa vocación pacifista y que ahora le suena a
cobardía, aunque sabe que cualquier confrontación hubiera sido inútil. En esa
casa todo era blanco o negro. Los sentimientos y necesidades humanos, en
cambio, tienen miles de matices.
Por eso se fue en cuanto
pudo, sin embargo, se llevó a cuestas la silla vacía. De pie la miraba y le
dolía su vacuidad, probablemente desde su matiz de niña ignorada o de mujer
orgullosa que se creía autosuficiente.
Ahora va a doblar sus
rodillas y se sentará. Llegó el momento de apaciguar nostalgias de algo que
nunca hubo.
* Gestalt: es una corriente psicológica humanista que trabaja mucho con la "silla vacía", una técnica terapéutica para aliviar y cerrar etapas de duelo.
© Mirella S.
— 2018 —
Hace bien en sentarse, ocupar ese lugar y dejar atrás la cobardía, enfrentarse a los miedos nos libera, y así poder ir cerrando etapas de duelo.
ResponderEliminarBuen texto para tu vuelta Mirella. Me alegra volver a leerte.
Espero que vayas mejor.
Besos.
Lo más importante es saber perdonar para sacarse de encima las agobiantes mochilas del pasado.
EliminarGracias por tus palabras y por tu visita.
Besos, Laura.
Hola Mirella...me alegro que vuelvas por estos lugares....
ResponderEliminarel duelo se tiene que pasar, si lo saltas puede aparecer de mala manera en cualquier momento... lo importante es gestionarlo bien y creo que va por buen camino ...
Un gran abrazo y cuídate mucho (el tiempo es el gran aliado)
Estoy volviendo de a poco, sin exigencias. Concuerdo con que en un duelo no hay que saltarse etapas, procuro ir a fondo.
EliminarMil gracias por tu afectuoso mensaje.
Otro abrazo.
Recordando a Quino, “nunca falta quien sobra” en mi vida ha sido una buena máxima para situaciones especiales, me ha servido para no añorar a nadie que no haya venido. Los ausentes pierden su silla pero aprendamos que nuestro lugar no se debe quedar vacío. Me alegra tanto que regreses, que vayas ocupando el blog, deberías poner un par de macetas y acudir a regarla a menudo. Abrazos con cariño
ResponderEliminarEs verdad, los que se la pierden son los ausentes, pero generalmente lo sentimos al revés.
EliminarIré viniendo de a poco y cuando llegue mi tiempo, volveré a la "normalidad".
Un afectuoso abrazo y gracias, querida Ester.
Ay mi querida Mirella. No sé, serán cosas mías, pero me parece tu texto más personal. Lo he sentido así. Eres una artista en toda la expresión. Mira que poder escribir esto. Me has dejado tocado. Además me apropio del antepenúltimo párrafo, creo que lo puedes imaginar fácilmente.
ResponderEliminarMi abrazo fuerte querida amiga, con todo mi cariño.
También un gran beeeeso.
Te quiero mucho.
De todos los textos que publiqué últimamente, sí, es el más personal.
EliminarMe da gusto que te haya llegado, seguro que por ciertas cosas que tenemos en común.
Yo también te quiero mucho, Gildo y agradezco tus palabras.
Abrazos y beeesos.
La paz se alcanza de múltiples caminos
ResponderEliminarSentarse a alcanzarla
Besos
Cada uno debe elegir el camino que más le siente y qué mejor que una silla vacía.
EliminarGracias y besos, Oscar.
No conocía esta corriente psicológica.
ResponderEliminarEn todo caso la descripción del duelo es tal y cómo la cuentas... luego ya cada uno intentamos resolver como mejor o peor podemos esa manera de colmar tanto vacío.
Me alegra tu regreso a las letras, Bella Dama.
Un beso, Mirella.
Es una terapia no tradicional y la experimenté hace mucho tiempo. Sin darme cuenta utilicé la imagen de la silla vacía para desarrollar el texto... cosas del inconsciente.
EliminarMil gracias querida Zarcita y un abrazo bien grande.
Una silla exorcista.
ResponderEliminarCreo que escribir también es un método, una manera de espantar soledades y ausencias.
Te abrazo Mirella y me alegra tu vuelta amiga.
Escribir es un buen método para hacer catarsis. También cuando no escribimos sobre nosotros y nos inventamos una historia, en ella sigue habiendo mucho de la historia personal.
EliminarContenta de tenerte por aquí y un fuerte abrazo, Isabel.
¡Qué gusto tenerte de vuelta, Mirella! Bueno, tu texto no es que me haya gustado, es que lo he sentido como si la pantalla se hubiera convertido en un espejo... y me hubiera reflejado en él. He visto en cada frase muchos de mis propios demonios, como si de repente hubiera visto mi alma desnuda. En el fondo, el texto nos muestra el mayor conflicto que podemos encontrar no solo en un personaje, sino en un ser humano: la lucha entre lo que somos y lo que debemos ser.
ResponderEliminarFíjate sí lo he sentido como propio que hace un tiempo escribí para un libro de relatos de varios autores un micro que se titulaba precisamente la silla vacía. En ese caso como símbolo de quien ya no está. De ese hueco imposible de llenar.
Un fuerte abrazo!
¡Gracias, David! Es que el contenido es universal y le puede pegar a muchos y en distintos aspectos. En mi caso, siempre luché con una parte rebelde y con la otra, que siente que debe responsabilizarse de todo, también por lo que no le corresponde. A veces gana una y a veces gana la otra.
EliminarUn abrazo grandote.
Me ha encantado la íntima simbiosis entre la imagen y tus palabras. Un texto meditativo, de autoafirmación. Por cierto, muy conseguido.
ResponderEliminarEstos dos párrafos me han conmovido profundamente:
«Pararse junto a una silla vacía donde nadie se ha sentado es percibir el vacío en toda su completitud. Eso fue su familia: un asiento desocupado, un manual de normas indiscutibles o de reproches y después un grupo de fantasmas, de aquellos que se llevan adentro de por vida.
»Vuelve sobre el mismo pensamiento: su duelo no es porque no están más y se quedó sola, sino por la carencia del afecto y su manifestación en los minúsculos gestos cotidianos. Saberse apreciada y valorada por lo que es y no por lo que hubiera debido ser.»
¡Cuánto expresas en ellos, cuánto!
Un abrazo muy, muy grande, Mirella.
Gracias Isabel, por tu hermoso comentario. Esos dos párrafos que te llegaron tanto, constituyen el núcleo íntimo del texto.
EliminarUn fuerte abrazo.
Mirella, te he echado de menos.Un beso
ResponderEliminarQué afectuosa, Elisabeth, agradezco mucho que pasaras por el nido.
EliminarAbrazote.
I like everything about your post ...
ResponderEliminarthe music, the lyric, the image, your thoughts.
But mostly YOU.
xx
Thanks for your kind words, Rick.
EliminarI'm glad you enjoy the post.
Kisses.
Me gusta muchísimo la imagen y las palabras que has urdido para envolverla
ResponderEliminarMe alegra mucho que disfrutaras de esta entrada, Tracy.
EliminarMuy agradecida por tu visita.
Besos.
Es una terapia muy efectiva, con técnicas bien concretas que sacan del divague mental. La hice hace muchos años y me quedó un un buen recuerdo.
ResponderEliminarGracias y abrazos, Julio.
Bienvenida Mirella, me alegra encontrarte. espero vayas superando esta etapa que muchos hemos vivido y que sabemos, no es fácil.
ResponderEliminarMuy buena historia, no conocía esa corriente Psicológica, pero la presentas de una forma que resulta una buena ayuda en momentos de duelo.
Te mando un abrazo.
mariarosa
Me alegra haber hecho conocer esa rama de la psicología que, a mi entender, tiene técnicas muy piolas que van a conflictos puntuales y no te tiene años atada a un diván.
EliminarGracias, Mariarosa, estoy intentando reincorporarme lentamente.
Un gran abrazo.
Ante todo, bienvenida Mirella, espero que estés muchísimo mejor, en este mundo de la blogosfera se echaban mucho de menos tus maravillosos relatos.
ResponderEliminarEste en concreto es tan intimista y personal que es difícil no identificarse con él, esa silla vacía a ocupar me ha parecido una metáfora brillante (tampoco conocía esa corriente psicológica). El no sentirse querida y valorada y no poder expresarse como una quiere, creo que es una de las sensaciones más asfixiantes y desgraciadas que puede haber. Menos mal que tenemos la escritura para ello (que es una manera de "sentarse en la silla" también) para liberar todos los demonios.
Magnífico y muy emotivo, guapísima.
Te mando un besazo bien grande.
Muchas gracias por interesarte por mi ánimo, querida Ziortza. Estoy un poco en el sube y baja, pero intentando encaminarme.
EliminarEn la infancia es tan necesario sentir que nos quieren, que importamos, que no somos robots obedientes, porque si eso no ocurre, la vida se hace más difícil cuando hay que salir al mundo.
Un gran abrazo, hermosa.
Ay cuanto tiempo sin leerte, me alegra poderte leer de nuevo, espero que te vaya bien :)
ResponderEliminarBesos
Fue un tiempo que necesitaba para mí, Nieves. Las cosas se irán acomodando de a poco.
EliminarBesos, linda.
Los vacíos que uno siente personalmente y los que sufre en sus carnes cuestan mucho de volver a restaurar y ocupar, o quizás esas espinas siempre se quedan ya clavadas en el corazón, pero no queda otra que hacer de tripas corazones e ir superando el bache como buenamente se pueda, porque ahogarse en penas, es darse por vencido y renunciar uno a todo en esta vida. Hay gente que a la chita callando su vida ha sido un calvario, pero son muy prudentes y no lo pregonan a los cuatro vientos, para que no se les tenga ni pena ni lástima, y solo ellos saben el sufrimiento que han pasado. Me consta que tú eres de esas personas, que en esta vida ha padecido mucho, pero a su vez por eso te aferras más a ella, porque en el fondo se que eres una mujer fuerte y con agallas para seguir adelante y plantar cara al mismo denomino.
ResponderEliminarMe alegro mucho de que esa moral vaya por buen camino y recibe fuertes abrazos y besos querida Mirella.
Te agradezco mucho tu cálido y afectuoso comentario, amigo. Es como vos decís, no me gusta ponerme en el lugar de víctima y mi vida, como la de tantos más, ha sido bastante difícil.
EliminarCon lo de mi hermana quedé muy mal, física y anímicamente y ahora trato de tomarme todo con mucha calma.
Un enorme abrazo, querido Rafita.
Intenso y emotivo Mirella, unas letras que llegan por la sinceridad y la tristeza que también hay en ellas. El dolor, la pérdida, ese duelo que es necesario, que requiere su tiempo y ese diálogo mudo con aquellos que ya no están y siempre estarán.
ResponderEliminarMe alegra verte de nuevo por aquí, cuídate mucho y toma tu tiempo.
Besos
Muy amable por tu comprensión y palabras de aliento. A los duelos no hay que esquivarlos, si no se vuelvan eternos.
EliminarGracias, con un fuerte abrazo, Conxita.
Me alegro mucho de que estés de vuelta, Mirella. ¡Bienvenida! :)
ResponderEliminarLa imagen de la silla vacía que, sin embargo, está ocupada por la nostalgia y el dolor que el recuerdo de ciertas figuras del pasado acarrean, es una invitación, un reto para tu protagonista. Creo que ha tomado la mejor decisión, borrar ese espacio negativo con su presencia renovada y sus ganas de continuar adelante. Ahora sí podrá ser en plenitud ella misma.
Un relato intimista y precioso, Mirella, que me invita a reflexionar...
Un beso grande y feliz fin de semana.
¡Hola, Julia, muchas gracias! Me dejaste un comentario muy jugoso en contenido y me da gusto que el texto te haya invitado a la reflexión.
EliminarAquí llueve y tendremos un fin de semana pasado por agua. Espero que en tu tierra tengas días primaverales.
Abrazo grandote.
No está nada mal, después de leído hice un ejercicio que me gusta realizar en los escritos para cavar mejor en ellos... Le de final ante principio , o sea re ordené tu escrito de final ante principio y resultó que me gustó muchísimo más... comprobad y ya me decís
ResponderEliminarun saludo
Hola Martín, gracias por tu sugerencia y por el trabajo que te tomaste, pero lo que quise mostrar fue el proceso interior hasta llegar a la conclusión final.
EliminarMuchos saludos.
No te podés imaginar, Mirel querida, cómo entiendo la sensación de tu relato.
ResponderEliminarUna expresión profunda, casi desgarrada, porque para ciertas cosas de los sentimientos, la razón se queda sin palabras.
Abrazos.
Cómo no vas a entenderla, Gavrí. Cuando las emociones emergen con fuerza, la mente es mejor que se calle.
EliminarUn gran abrazo y gracias por la visita.
Bienvenida Mirella,... ni te imaginas la alegría que me llevé cuando vi tu nueva entrada, un hermoso relato intimista que he releído un par de veces solo con la intención de paladear y disfrutar de él. Me ha encantado!
ResponderEliminar¡Gracias Norte! Me hizo bien tu alegría, que leyeras a fondo el texto y que además lo disfrutaras.
EliminarUn abrazo.
La imagen de la silla vacía es potente, tremenda. No solo refleja ausencia o duelo, también las oportunidades perdidas: lo que se fue y lo que no ha sido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias por tu comentario y bienvenido a este espacio. Es cierto, una silla vacía puede simbolizar tantas cosas: lo que no se dijo o no se hizo, lo que no se amó...
EliminarUn abrazo.
Me alegra tu regreso y aunque sabemos que nadie se libra de cargar con su mochila, la carencia de afecto resulta demoledor.
ResponderEliminarEspero y deseo que te encuentres con ganas de seguir posteando. Es un placer leerte.
Desde el otro lado del charco, recibe mi cálido abrazo.
En verdad, Pilar, no tengo ganas de escribir, me obligué a publicar esta entrada a pesar de lo triste que es. Quisiera volver a cierta normalidad, pero me cuesta.
EliminarGracias por pasar y tambien te dejo un abrazo bien grande.
Mirella, qué gusto leerte de nuevo.
ResponderEliminarAunque es cierto que este texto más personal esconda dolor. La pérdida solo se puede afrontar de esa manera: aceptarla una vez que ha llegado, más aún tras esperarla sentada en una silla.
Un fuerte, fuerte abrazo.
Muchas gracias, querida Sofía por las palabras afectuosas. No estoy escribiendo nada nuevo y sobre este tema le puse un punto final.
EliminarTodavía me quedan algunos textos viejos para subir y no dejar tan abandonado el nido.
Un enorme abrazo.
·.
ResponderEliminarCon silla, sin silla... es inevitable procesar el duelo, y creo que no hay recetas infalibles. Yo no las he encontrado.
Me alegra verte publicando, tal vez sea una vía más dentro de ese proceso. LO que si creo que es seguro, es que el proceso termina, casi sin apercibirnos... y llega otra clase de tristeza.
.·
Un beso Mirlo. Cuídate.
La Mirada Ausente · & · Cristal Rasgado
El duelo hay hacerlo, cada uno a su manera y se puede aprovechar esta circunstancia, en que la cabeza vuela hacia tantos recuerdos viejos, para cerrar definitivamente otras heridas del pasado.
EliminarGracias y un abrazo muy grande, Alfonso.
El placer de siempre volver a leerte, querida Mirell.
ResponderEliminarEl duelo, cada persona lo vive y lo soporta a su manera, y de acuerdo a multitud de circunstancias...pero solo el tiempo se encarga de ir amortiguándolo.
Te dejo mi abrazo lleno de calor y de cariño, linda.
Agradezco tu presencia, siempre tan afectuosa, y tu comprensión.
EliminarUn abrazo enorme, Soco querida.
Se nota la crudeza de la vida en estas palabras, la amargura con la que a veces nos golpea. Vuelves también sobre una idea a la que ya dabas vueltas en la novela corta que publicaste, la falta de afecto familiar en la niñez y adolescencia y como ello nos marca en el futuro. Un relato profundo y revelador. Me alegra verte de nuevo por aquí Mirella. Un abrazo.
ResponderEliminarGeneralmete se vuelve sobre las heridas que no cicatrizan del todo.
EliminarCuando escribí la nouvelle mi hermana no estaba enferma, así que ahora pienso que fue una especie de despedida y duelo anticipados. Justo tuvo el ACV cuando estaba por publicar el penúltimo capítulo. Extraños giros de la vida.
Gracias por leer y dejar tus impresiones, Jorge.
Un gran abrazo.
mirella me alegro verte por aquí de nuevo. El escrito intimista donde el duelo tiene que emerger de dentro y pasar, con el tiempo todo pasa. El dolor poco a poco sale de dentro y a la vez esa silla vacía será ocupada por alguien. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarMuy agradecida por tu visita y tu comentario, estoy tratando de volver de a poco, no quisiera abandonar del todo este pequeño nido de palabras.
EliminarBesazos, María del Carmen.
Hola Mirella. Siento mucho no estar capaz de comentar como se lo merece tu conmovedor texto....quizás por seguir aun con demasiado sillas vacías en mi vida...
ResponderEliminarMuchos saludos.
Gracias Eric, como no me llegan las notificaciones de los comentarios, recién acabo de descubrí el tuyo.
EliminarHay textos que nos producen sentimientos que después no logramos expresar con palabras. Lo importante es que te haya llegado.
Un abrazo.
Amiga Mirella, abajo de dónde se escriben los comentarios hay una casita "Avisarme". Dándole a esta casilla recibirás en tu correo los avisos. Es lo que hago ahora nada más publicar algo nuevo y vale también por las publicaciones antiguas.
EliminarUn abrazo.
Muy amable, Eric, por el dato. Voy a probarlo para ver si me llegan las notificaciones de los comentarios.
EliminarUn abrazo.