Arte digital de Federico Bebber
Tengo conciencia
de que esta crisis ha cambiado mi visión de las cosas, hasta de la pequeñas y
cotidianas. Es como si mirara desde la caverna de unos ojos extraños.
Y cuando ya
debería saberlo, de tanto profundizar en mí misma, empiezo a preguntarme ¿quién
soy?
Con la pregunta
trazo una línea: soy esto y no soy aquello. Demarco. Establezco una zona
familiar: es el país que he fundado.
Sin embargo,
compruebo que ese límite es desplazable hacia afuera, puedo anexar regiones no
transitadas y volver a cartografiar mi identidad. Las áreas nuevas,
descubiertas a raíz de lo que me pasa, son estepas de desolación. Desprenden un
olor a tierra calcinada. No dejo de preguntarme qué habrá más allá, si
encontraré un rayo de sol desvelando el inesperado verdor de unos tréboles de
la suerte.
En alguna
oportunidad leí que la piel es la frontera externa que me separa de todo lo que
no soy. Afuera hay objetos de mi propiedad, la casa, los libros, la
computadora… pero no soy yo. Dentro del límite de la piel están los órganos que
conforman mi cuerpo, al que pocas veces sentí como parte de mí, sino un
territorio ajeno que pugnaba por “in-corporarse” a mi yo, el que viaja
aceleradamente de mi cabeza al mundo emocional en un tour enloquecido.
Desde que
recuerdo, el cuerpo es una fuente de dolor, enfermedades y preocupaciones.
También me dio placer mediante los sentidos. Mirar, mirarlo todo; tocar y ser
tocada en los misterios del amor; escuchar voces, palabras, música, así como
los sabores y fragancias de la naturaleza.
Lo cuidé, sin
quererlo totalmente, como algunos padres con un hijo no deseado o aquellos que
no saben ejercer la paternidad y cumplen los deberes básicos de proveer los
alimentos, de llevarlo al médico cuando le duele algo, restándole importancia a
lo esencial: la nutrición del alma en el amor.
El niño,
entonces, hace berrinches, se porta mal, incluso enferma, ansía ser visto en
sus matices más íntimos.
Mi cuerpo se esforzó
para ser admitido en mis afectos. No lo amé ni lo escuché con la atención
debida. Tomé los ratos de gozo que me brindaba con devoluciones mecánicas.
© Mirella S.
— Diciembre 2015 —
Algunos de ustedes ya habrán leído
este texto que publiqué en otro blog,
que abrí en diciembre pasado y al que
solo podían acceder los que tuvieran Google+. Como he decidido cerrarlo,
traigo aquí parte del material.
Lo hago para no dejar tan abandonado
y vacío el nido de los pájaros.
En alguna oportunidad leí que la piel es la frontera externa que me separa de todo lo que no soy. Afuera hay objetos de mi propiedad, la casa, los libros, la computadora… pero no soy yo.
ResponderEliminarMi casa es parte de mí, es mi nido, mi guarida, mi cueva, y para eso la construí y sin ella no hubiera podido sobrellevar las malas cosas que me sucedieron y aún hoy a pesar de nuevas dolencias el saberme cobijado dentro de ella, me da fuerzas para sobrellevarlas.
Besos
El tema de la casa externa daría para otro texto, también pienso bastante similar a vos.
EliminarEn este caso hablé del hábitat inmediato que nos contiene: el cuerpo.
Es un escrito del año pasado, después que me diagnosticaron la enfermedad.
Gracias, Chaly, por acercarte a este nido medio tristón.
Un beso.
Novedoso tu enfoque de la frontera de la piel para adentro, nadie conoce la maquinaria interior que nos mueve incansablemente, hasta cuando dormimos. Nos provee de sensaciones para pasarla bomba y se encarga de poner en funcionamiento los sistemas de alarmas cuando algo anda mal, sin embargo como no lo vemos lo ninguneamos eso lo pone de mal humor. Ahora vos le concedes tu mirada "Las áreas nuevas, descubiertas a raíz de lo que me pasa, son estepas de desolación." Era largamente esperada esa atención, ahora que le hiciste justicia cesarán los
ResponderEliminar'berrinches' y volverá la armonía!!
Besote continuo, Mirel!!
Gracias por tu optimismo, no sé si ocurrirá tan rápido, porque el cuerpo me está pasando demasiadas facturas y no precisamente mediaslunas. Encima de todo, tengo prohibido el azúcar, con lo que me gustan las cosas dulces.
EliminarUn gran abrazo, Edu.
Creo que no lo había leído.
ResponderEliminarLa mayor parte de nuestra vida somos ajenos a nuestro cuerpo.
Simplemente todo funciona bien.
Pero pasa el tiempo y el cuerpo empieza a chirriar por mil motivos y entonces nos damos cuenta de que deberíamos haberlo cuidado más y mejor.
Besos.
Tal cual Torito. Siempre fui frágil de salud, pero ahora estoy hecha un desastre.
EliminarGracias y un montón de besos.
Volver a leerlo y leerte es un gran placer.
ResponderEliminarQué poca cosa es un cuerpo... ¿verdad?
Incluso aquellos que lo cuidan o han cuidado con esmero ni siquiera están exentos de cualquier infortunio indeseable.
Nos llenamos la vida de objetos inútiles, de cosas inútiles y de gentes inútiles, ya que cuando nos toque irnos, todo ello ni nos recordará.
La piel es esa funda misteriosa con la que cada uno cubrimos nuestros sentimientos, y el dolor corporal nos llega a todos, antes o después.
Sólo deseo que vayas mejorando, de a poquitos, y que se te vaya resistiendo cada vez menos, ofreciéndote treguas cada vez mayores y más largas.
Sigue cuidándote por favor. Te pienso.
Besos, mi Bella Dama.
Ni vivir para el cuerpo -como se hace esta época donde todo pasa por lo estético y no por lo saludable- y tampoco ignorarlo. Yo prioricé el mundo emocional y la mente, no lo descuidé, pero tampoco lo quise como una parte mía, tan solo como algo inevitable de acarrear.
EliminarUn inmenso abrazo, querida Zarcita.
Tu cuerpo eres tu, es el vestido de tu alma ... cuídalo mucho, Mirella.
ResponderEliminarYo también cerré G+ pero no tuve más remedio que volver porque no me dejaba acceder a los blogs que allí había, pero sigo pensando que es una tontería tener dos espacios iguales ... en fin !!
Un vestido que me queda corto y algo torcido por los dolores, Angelines.
EliminarTengo que aceptarlo y no es fácil, siempre le di más importancia a la parte almática.
Un gran besote, guapa, y gracias.
Me encanta el texto, Mirella. Estoy en un punto en que me he sentido muy identificada en todo.
ResponderEliminarBesos
¡Hola Celia, bienvenida al nido!
EliminarSiempre te leo en el espacio de Toro, me gustan tus comentarios. También visité tu blog, pero el último texto era largo para el tiempo que disponía, así que volveré con tranquilidad.
Cuando aparece una enfermedad, empezamos a ver y a atender muchas cosas de las que antes nos despreocupábamos, por lo menos eso me ocurrió a mí.
Gracias y un fuerte abrazote.
Me ha dolido leerte, Mirella, porque te siento en carne viva en estas letras y no sé cómo calmar ese dolor, amiga, cómo mitigarlo para que no te martirice más.
ResponderEliminarEstá visto que cuando el cuerpo nos duele, se apodera de todos nuestros rincones y nos deja achicados y exangües.
Lo que deseo es que ahora te duela menos, se te haga menos presente el cuerpo.
Un grandísimo abrazo
Es que escribí este texto desde las entrañas y ya no hay demasiadas soluciones, más bien paliativos para tener una vida medianamente activa.
EliminarAhora estoy pasando por una crisis reumática que me impide estar mucho tiempo sentada en el ordenador. Espero mejorar en cuanto se calme el tiempo tan frío.
Agradezco mucho tu calidez y sensibilidad, Isabel.
Abrazos.
Es lo que tiene el silencio, si el cuerpo no nos habla pasamos bastante de él y cuando se deja notar todas las alertas se ponen en funcionamiento.
ResponderEliminarCuídate mucho Mirella
Abrazos
También a veces nos habla y nosotros estamos distraídos o sordos.
EliminarMe cuido lo más que puedo, pero se ve que se siente ofendido.
Muchas gracias, linda, con un fuerte abrazo.
Una suerte que rescataras este texto, lo he leído con fruición buscando donde te duele más y me he sorprendido reconociendo mi cuerpo como cofre para órganos, nunca les he prestado atención y como dices llegaron junto conmigo, reconozco que se mucho mas del envoltorio que del interior, si acaso algo de sentimientos o comportamiento, algo de actitud o de carácter y es que no me miro, no me fijo en mí, me conozco por los años, me quiero por el roce.
ResponderEliminarComo me he distraído pensando en mi he vuelto a leer desde el principio y destaco los dos últimos párrafos, uno de reconocimiento del desapego cometido y el segundo porque quiero ver rabia y optimismo, ganas y decisión.
No somos culpables de no cuidar lo que funciona, tú tienes un talento sano y un alma pura.
Abrazos y buenos deseos para tu salud.
Me parece estupendo que hables y pienses de vos. En tu espacio siempre estás a disposición de nosotros.
EliminarMe da alegría que este texto te haya servido para reflexionarte, como últimamente puedo hacer tan poco me siento bastante inútil.
Te agradezco el aliento y los buenos deseos, Ester.
Otro gran abrazo.
Es un texto nuevo para mi. Cuantas cosas descubrimos cuando nuestro cuerpo enferma y nos pasa factura de sus dolores, creo que aprendemos a ver lo que nos rodea desde otra visión.
ResponderEliminarMe duele saber que no te sentís bien, muchos han salido a flote, también tú lo vas a lograr querida Mirella.
Un abrazo fuerte.
mariarosa
Es de otro blog que abrí a fines del año pasado y en el que publiqué solo ocho entradas y está fuera de funcionamiento. La mayoría eran textos muy dolorosos.
EliminarHace varios meses que no escribo, no es un momento fácil para mí y tampoco quiero amargar a otros.
Traeré a este espacio los que son menos tristes.
Gracias por tus palabras, Mariarosa.
Un gran abrazote.
Hermosa e intensa reflexión que me hace meditar y oensar ciertas cosas a mi tambien.
ResponderEliminarLeerte no cae en saco roto amiga :)
Besos!!
Es bastante consolador, especialmente en estas circunstancias, que lo que escribo pueda servir y hacer pensar.
EliminarMuchas gracias, guapa.
Besotes.
Lo importante es que sigas publicando entradas, Mirella. Todo lo que pasa es arte en palabras. Gracias por eso y fuerza, mujer.
ResponderEliminarSaludos.
Publicaré lo que tengo escrito, porque nuevo no hay nada. No estoy en condiciones de exigirme, porque ahora no me da ni el cuerpo ni el espíritu.
EliminarGracias, Raúl, por estar siempre.
Abrazo.
Lo que esta claro es que lo único que posees en realidad es lo que esta detras de la funda que nos envuelve.
ResponderEliminarBonito texto, si no te importa me quedo por aquí.
unos besotessssssssss
Muchas gracias, Yoik, por la visita y bienvenido.
EliminarPoseedores somos de nuestra totalidad, pero a veces nos hacemos cargo más de alguna de las partes que de otras... o también de ninguna, en los casos más extremos.
Me alegro que te gustara este espacio.
Abrazos.
Preguntarse "que hay mas allá" tal vez sea una buena manera de crecer, ya que mientras mas lejos se mira mejor se conoce el camino que se está pisando.
ResponderEliminarTe cuento algo a vos y a quienes te leen: soy un hombre que navega por la web buscando gente que guste de escribir cartas a mano, sin segundas intenciones, sólo para recuperar la emoción de recibir una carta puesta por el cartero en el buzón. Soy argentino, casado, con 5 décadas a cuestas, dos hijos… Si alguien de cualquier edad está dispuesto puede comunicarse conmigo: eukelzek@gmail.com
Saludos.
Sí, es bueno mirar más allá, sin olvidarse el más acá, esa doble mirada da una mayor perspectiva.
EliminarTambién me gusta escribir a mano, así es como preparo todos mis textos y no delante de la frialdad de la pantalla de una computadora. Pero eso de ir al correo, hacer colas y esperar la respuesta, teniendo la inmediatez del mail, siento que ya no va para mí.
Gracias por tu visita.
Saludos.
Bien está empezar a reconocer nuestras fronteras. En algunos casos, pueden estar demasiado cerca, tanto que podrían ser excluyentes.
Prefiero una frontera que se aleje tanto como mi razón y corazón lo permita, una frontera que integre, dejando al otro lado la nada.
Un abrazo Mirella
· LMA · & · CR ·
Las fronteras muy cercanas permiten muy poco radio de acción, siempre es mejor tener el deseo de explorar otros territorios.
EliminarUn fuerte abrazo, Bolo, muchas gracias.
Hola! Pasé a dejarte un beso.
ResponderEliminarSiempre estamos a tiempo de in-corporarnos.
Tenemos un vehículo tan groso, sabio, que miramos de costado muchas veces.
Dejamos que pase todo, que sienta y que no sienta.
Conducimos automáticamente.
Con razón no encontraba el otro blog.
Gracias por la visita y por el beso, Dana.
EliminarEl tema del cuerpo es tan importante y uno recién se da cuenta de su existencia cuando empieza a protestar y enfermarse.
Un abrazo, linda.
¡Feliz cumpleaños, Admirella!!!
ResponderEliminar¡Mil gracias por acordarte, Edu!
EliminarUn abrazo.