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Óleo de Brad Kunkle |
Todos dicen que estoy loca porque hice del cementerio mi hogar. Los
cuidadores notaron que al anochecer elijo sobre cuál tumba acostarme. Ellos
creen que entablo algún diálogo con los muertos y recibo sus mensajes cuando
apoyo mi oreja en el suelo. No es así. Los muertos perdieron la voz y sus bocas
están secas.
La tierra es la que habla, la vida que recubre la muerte es pródiga en
sonidos. El aire que se filtra entre los terrones, la marcha infatigable de las
hormigas, el desplazamiento sinuoso de las lombrices: esas son las voces que
escucho. Lo que está vivo me cuenta de los que están muertos. Así conocí sus
historias, por eso no me acuesto en cualquier tumba. Nunca lo haría en la del
usurero, ni me acercaría a la de la mujer que envenenó a su amante.
Durante el verano me estiro en la hierba fresca de rocío, la lápida
sirve como respaldar, mi brazo de almohada y la tierra susurra una canción de
cuna en el canto de los grillos. El silencio ya no es silencio y escucho la
conversación de la naturaleza: el aleteo de un búho trasnochador, cómo se estremecen
las hojas que danzan con el viento, el brinco verde de una rana.
En el invierno busco resguardo en las bóvedas; son meses oscuros,
inacabables. La compañía es el polvo, las telarañas, el olor de las flores que
se marchitan, el leve rechinar de la madera. La cripta más pulcra es la de la
familia Uriarte, los importantes del pueblo. Sin embargo esos ataúdes guardan
secretos. Sólo me refugio allí, entre la suntuosidad de los mármoles, los
bronces y los cirios, si la lluvia es tenaz. Arrimo la oreja a los cajones de
roble, y las polillas que los habitan, me transmiten arcanos ancestrales. Es
como si estuviera al abrigo de una chimenea encendida, cuando la abuela
relataba historias que me mantenían en vilo, siempre con otra vuelta de tuerca,
con un nuevo enigma para descifrar.
Tuve una vida allá afuera, igual que todos. En esa época mis sueños eran
visitados por muertos, que se levantaban de sus tumbas o sacaban sus dedos sin carne
de la tierra, para aferrar mis tobillos. Ahora tengo sueños banales, perdí el miedo por mi
diaria convivencia con la muerte. Sueño con los parientes de los finaditos que
llegan los domingos trayendo ramos de flores, se persignan, musitan una oración
apresurada y se van sigilosos. Es probable que escapen de la culpa que les
produce darse cuenta de que están olvidando y las visitas se han vuelto una
rutina o una apariencia.
En cuanto a las tumbas recién cavadas y a los féretros nuevos, voy con
cautela. Todavía hay un cuerpo por el que circulan las últimas vibraciones de
lo que fue. A veces la tierra me murmura sucesos alarmantes que precedieron al
momento final, y por un tiempo los evito.
Aborrezco los funerales: hay mucha hipocresía; y si no la hay, el dolor
es tan intenso como un bisturí que descose las entrañas. Entonces me aíslo en un
rincón del cementerio. La estocada más profunda es cuando en procesión traen el
féretro de un niño. Una muerte a destiempo, suelo pensar, y busco un sentido
cósmico que no le encuentro. Sólo en esas oportunidades, apenas se van todos,
me recuesto junto a las coronas que cubren el túmulo de tierra apilada. Mis ojos
riegan los terrones y en las mejillas me queda un rastro de barro. Y aparece la
zozobra antigua, que nunca se mitigó completamente.
Una tarde trajeron un ataúd pequeño, modesto, de pino blanco. Me acerqué
de a poco, con una urgencia inusual y esperé hasta que llenaron el pozo con
tierra. El reloj de la capilla marcó las cinco de la tarde, hora que cierran el
cementerio.
La cinta de la única corona decía: “a
Virginia, para siempre en nuestros corazones”. Habían puesto una cruz
provisoria, torcida, hecha con las tablas de un cajón de fruta. Alguna mano
insegura escribió con una tiza las fechas del nacimiento y de la muerte. Virginia
tenía seis años.
La inquietud apresuraba mis latidos, me dejé caer sobre la tierra para escuchar
lo que podía decirme. Me hice repetir el mensaje, que era siempre el lacónico: Virginia está dormidita, dormidita. Mi
oreja se hundió en el suelo blando, me pareció oír un suspiro y como un
torbellino recorrí el cementerio hasta encontrar al último cuidador, que se iba
con su bolso al hombro y la mirada roja de vino.
Se lo grité, agitando los brazos como las alas de un pájaro despavorido.
Su boca se estiró en una sonrisa estúpida y giró el dedo índice alrededor de la
sien. Se fue mascullando: estás loca,
loca de remate, pobre chiflada que habla con los muertos.
No pude remover la tierra con mis manos, están malditas, la profanarían.
Ya causaron daño suficiente con su impericia en el cuidado, son las
responsables de otra muerte de seis años. Por eso estoy aquí. Creí que había
expiado parte de mi culpa, pero no, volví a caer en otro círculo del infierno.
Nunca más pegué mi oído en la tierra, no quiero enterarme de lo que sabe
ni ser su mensajera. Tampoco volví a soñar con los vivos y la monotonía de sus realidades,
solamente con los ojos abiertos de Virginia, azules de espanto.
©
Mirella S. — 2010—
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Foto sacada de la web |
El hombre que se siente culpable
es el que vive en fragmentos,
está dividido en su interior.
J. Krishnamurti
GUAU... QUÉ ENIGMÁTICO TEXTO. ME GUSTA.
ResponderEliminarBESOS
Muchas gracias ReltiH, por darte una vuelta por el sur del continente.
EliminarBesos.
Machacante drama. No existe el mencionado destiempo.¿Acaso está marcado a que edad alguien morirá? Se muere alguien y ya. Somos los vivos quienes podemos suavizar la realidad de los decesos.
ResponderEliminarLos chinos nos la tienen ganada por siglos al despedir al muerto celebrando su partida.
Pero por presentarse ante nosotros como el último misterio nos atrae el tema.
Para la familia la muerte de un niño, claro que la vive como que todavía no era su tiempo. Ocurre que los occidentales -lamentablemente- tenemos otra concepción, nos aferramos más a bienes y personas.
EliminarGracias Carlos por tus opiniones.
Es como la vida y la muerte sin fronteras en el tiempo ni en el alma.- Besicos.
ResponderEliminarLa vida y la muerte, quién vive y quién muere, son dos grandes misterios sin respuesta.
EliminarAngelines, gracias por la visita.
Besos.
La muerte a los seis años es impensable, sin duda cuando ves una tumbas con huesos tan jóvenes descubres la escalofriante injusticia de la vida.
ResponderEliminarNuestra singular protagonista me llegó al alma, vivir entre tumbas... un tanto siniestro y triste.
Me encantó el relato.
Besos Mirella :)
Gracias Nieves, es un relato que escribí varios años atrás y me parecía un poco tétrico para publicarlo, pero veo que ha gustado.
EliminarUna alegría que pases por aquí.
Besotes.
el morir y el vivir están tan presentes que deberían ser el mismo drama y comedia
ResponderEliminarVivir y morir forman parte del mismo ciclo y nos cuesta mucho verlo y aceptarlo.
EliminarBesos, profe.
Escogiste un tema apasionante, y nos llevaste magistralmente por donde quisiste. Sos una gran escritora Mirella...cuándo vas a publicar algo? Si nunca lo hiciste, creo que ya es hora amiga, de verdad. Y si lo hiciste, decime cuál es el libro...no lo veo publicado aquí en el blog. Besitos. Sei bravissima!
ResponderEliminarPatzy, nunca publiqué y es poco probable que lo haga. Las editoriales en la Argentina no tienen ningún interés en correr riesgos con autores desconocidos, ni siquiera se toman el trabajo de leer material inédito.
EliminarAdemás no me considero una escritora. Siento que el título me queda grande, no tengo la formación, amo escribir y lo hago a pura intuición. Y el descubrimiento que hice con el blog, que me leen de lugares tan lejanos, me es suficiente.
Tante grazie per i tuoi complimenti. Un bacione.
Tendrías que insistir, no pienses que "nunca", realmente tenete confianza, sé lo que significa eso, me pasó toda la vida con mi pintura, y sé que soy buena...pero jamás he dicho que no será. Podríamos pensar algo juntas...vos escribís y yo ilustro...tengo muchas ideas, cuando quieras, las conversamos...(y no hablo de escribir en papel...hablo a lo grande, a lo Minujín...si vamos a hacerlo, vamos a hacerlo bien! Je! Abbraccio , cara, el parlo sul serio.
EliminarGracias por todo tu apoyo Patzy, por el momento estoy contenta con el blog. Además soy de muy bajo perfil, y lo de Minujín, no va con mi forma de ser. Ahora disfruto de que me conozcan ustedes.
EliminarPero vos lanzate con lo tuyo, lo que publicás en tu blog es muy original y talentoso.
Bacioni.
Este texto es una patología!!! No, es hermoso. Hay una variedad de detalles que lo hacen estremecedor, sobre todo ese cadáver por el que aún corren vibraciones... ni hablar del final... Un abrazo.
ResponderEliminarMuy agradecida Darío por tu infaltable presencia en esta casa.
EliminarDisculpá si hoy te recibí con un cadáver en vez de una taza de café o un matecito.
Muchos abrazos.
Magistral relato me ha gustado mucho, porque dormir en un cementerio al lado de cualquier lápida o incluso encima de ella, aunque resulte macabro debe de ser de una tranquilidad y paz tan armoniosa, que quizás ese apaciguamiento en ningún otro sitio se viva. Y si es la de un ser querido y pasas la noche durmiendo junto a él, durante unas horas compartes su soledad y formar parte de esa muerte que a todos nos espera. Al fin y al cabo quien tiene la suerte de dormir bien, yo creo que se muere todas las noches y resucita por las mañanas, porque que diferencia hay entre dormir profundamente y estar muerto, yo creo que el muerto sigue en vida, pero dormido plácidamente para los restos. Gracias por tu seguimiento en mi blog. Te lo agradezco de verdad MIrella.
ResponderEliminarBesos querida amiga.
El sueño y la muerte quizás tengan mucho en común. El de la muerte es un tema de puras especulaciones, nadie sabe nada. Entonces inventamos para tranquilizarnos.
EliminarRafa, te visito con mucho placer, porque en tu blog me conecto con la parte picaresca, divertida, absurda, grotesca de la vida, que vos sabés pintar muy bien.
Otro beso grandote para vos.
felicitaciones !!! es un texto que arrebata al lector en su lectura
ResponderEliminarlos detalles y las imagenes se suceden precisos
abrazos y feliz semana
Gracias Elisa por tus comentarios, siempre tan favorables y afectuosos.
EliminarOtro abrazo.
Mirella, un relato impactante y muy bien explicado, felicitaciones.
ResponderEliminarBesos, buena semana
Gracias Vero, un gusto que te hayas ido satisfecha.
EliminarBuena semana y abrazo.
El relato es de lo mejor, está muy bien ordenado y las palabras son las precisas, me ha gustado llegar hasta el final. Sigues sorprendiendome. Saltos y brincos
ResponderEliminarUyyy Ester, seguir sorprendiendo al lector es todo un desafío y un elogio grande.
Eliminar¿Viste lo que tenía preparado para tu vuelta? Jajaja...
Besos y abrazos.
Gracias por enseñarme tu manera de escribir y de sentir. La foto espectacular. Cariños.
ResponderEliminarGracias a vos Norma, por apreciar mi forma de expresión.
EliminarUn abrazo.
Este texto parece un hechizo. Desde que comienza me fui hundiendo en la atmósfera de esta mujer, que intenta reconectar. Decenas de ideas florecen de esta historia y todas te dejan con ese sabor a desesperación. Me encantó! Un abrazo enorme, Mirella!
ResponderEliminarBee, este relato es un dramón de aquellos... tenía mis dudas de subirlo, pero hay que arriesgarse y probar los textos para saber qué efecto causan.
EliminarGracias por acercarte.
Besos.
Tienes una forma de escribir muy poética, como de terciopelo. Contigo el lector no lee, flota a través de las palabras. Incluso tratando un tema como este.
ResponderEliminarEn cuanto al relato, ¿qué te voy a decir que no hayan dicho ya?,es lo malo de llegar el último. Estoy de acuerdo con la crítica que colaste, en los funerales hay mucha hipocresía.
Bienvenido, Chico. Muchas gracias por los elogios, pero como siempre le dije a un amigo bloguero, no me inflan el ego, no por falsa modestia, sino porque soy tan autocrítica, que me los creo a medias. Sí me interesa saber qué despiertan mis textos en cada lector.
EliminarSaludos y nos seguiremos encontrando.
Bajo el rigor mortis de un texto denso y provocador, te confesaré que es un alivio escarbar la tierra de la bloguería y encontrarte.
ResponderEliminarSalud-os
Amando, el tuyo sí que es un elogio de lo más original, que agradezco mucho, lo mismo que tu presencia por este espacio.
EliminarBeso-os.
Mirella! gran construcción!! Como lectora, tengo que agradecerte el silencio que dejas que se cuele en el texto y el remate que evita el final más previsible.
ResponderEliminarGracias!!
Gracias Flor, es un tema difícil de tratar y fácil de caer en lo truculento.
EliminarUn gusto tenerte de lectora (de lujo).
Besos.
UN DRAMA ESCALOFRIANTE...MUY ENIGMATICO... SIN DUDAS TIENES UN ARTE MUY ESPECIAL PARA DECIR LAS COSAS... EL FINAL ES GENIAL
ResponderEliminarABRAZOS
CARLOS
Qué buen amigo sos Carlos, siempre con palabras amables y estimulantes.
EliminarAbrazos. (:-)
Muy buen relato.
ResponderEliminarMe ha parecido una loca deliciosa.
Me ha seducido.
Será por la muerte, será por su forma de vivir...
Besos.
Torito, voy a averiguar la dirección del cementerio y te la envío, tal vez sea lo que tanto estás buscando.
EliminarGracias por tenerte por aquí.
Abrazotes.
Confieso que al principio me has dado un pelín de miedo. Pero cuando he leído que no te gustaban los funerales ni la farsa que los acompaña, me has devuelto la alegría. A mí no me gustan los cementerios, de hecho, intento evitarlos siempre que puedo. Siempre que he ido, he acabado perdiéndome entre tumbas sin saber bien qué andaba buscando.
ResponderEliminarGenial relato.
Besos.
Mi intención no fue escribir un cuento de terror, creo que a medida que vas entrando en el texto, se nota.
EliminarEs más bien hasta qué extremos nos puede llevar la culpa.
Me alegro que después del miedito inicial te haya gustado.
Besos Aniqui, gracias por pasar.
Mientras caminaba por el cementerio el día de todos los difuntos, pensaba en lo macabro que sería que ellos celebraran el día de los vivos...
ResponderEliminarabrazo
jajaja... Lucre, eso sí que es humor negro.
EliminarGracias por acercarte al cementerio, quiero decir al nido.
Besotes.
Tanta proximidad a la muerte y a la tierra viva, puede producir el milagro de la resurrección imaginada...
ResponderEliminarun bsazo.
Hola Spa, gracias por tu visita. La vida y la muerte, las dos caras de la misma medalla.
EliminarOtro bsazo.
Triste y al mismo tiempo lleno de una suave ternura...
ResponderEliminarLa vida sesgada a los 6 años es como si se marchara el aire por un tiempo
Besos
Muchas gracias Pluv por acercarte a este espacio, que no suele producir historias demasiado alegres, pero como dijo alguien: la alegría se vive y el dolor se escribe.
EliminarBesotes gordos.
Empecé a leer pensando que era un relato de terror, pero he visto que no. Es un drama de una gran belleza poética. Voy a hacerte una confesión a riesgo de quedar mal, Mirella. En realidad hace ya tiempo que lo pienso, pero voy a decirlo ahora: Cuando empezaste a publicar aquí, te leía deslavazadamente, en parte porque una de tus virtudes (al menos conmigo) ha sido una constancia en pasar por mi casa que seguramente no merezco, pero me he ido enganchando a tus palabras y ahora, aunque muchas veces sólo lea sin decir nada (a veces no lo hago desde casa y por eso no dejo comentarios), la verdad es que eres una de las mejores lecturas que conozco. Y en este tiempo que llevo por aquí, créeme que ya conozco bastantes.
ResponderEliminarEn fin, un abrazo desde España, amiga y felicidades por el relato.
Ante todo muchas gracias por tu afectuoso comentario y por la "confesión". Pero vos sabés bien que no hay ningún contrato que diga: si alguien me comenta seguido, debo hacerlo en la misma medida.
EliminarMe gusta pasar por tu casa y por eso lo hago; sé que hay poco tiempo para visitar y leer a todos y no tengo esa pretensión. Se hace lo que se puede.
Me alegra saber que venías a leer aunque no comentabas, no siempre se sabe qué decir, me pasa también, entonces prefiero no hacerlo que decir algo por compromiso.
En estos momentos voy a tener que aflojar un poco con las visitas porque me restan tiempo para escribir cosas nuevas que tengo a medio terminar y corregir.
Un fuerte abrazo para vos y nuevamente gracias.
Durante el verano me estiro en la hierba fresca de rocío, la lápida sirve como respaldar, mi brazo de almohada y la tierra susurra una canción de cuna en el canto de los grillos. El silencio ya no es silencio y escucho la conversación de la naturaleza: el aleteo de un búho trasnochador, cómo se estremecen las hojas que danzan con el viento, el brinco verde de una rana.
ResponderEliminarTe fuiste con los tópicos, Mirel. El relato mantiene un nivel. Inclusive tiene muchos momentos de impacto y también aspectos de buena factura, pero acá se te escapó la narradora de cuentitos (sin ser peyorativo), porque dentro de un texto como éste, lo siguiente, es un enfoque pueril y, si se me permite, desenfocado:
hierba fresca de rocío
canción de cuna en el canto de los grillos (princesas y dragones)
aleteo del búho trasnochador
hojas que DANZAN en el viento (francamente horroroso, linda)
Es la parte más floja del relato, porque te dejaste llevar, como te digo, por todo ese topicismo de cuenterete que nada tiene que ver con el fondo real del relato ni con el resto de la trama.
Y el final, si bien se intuye, queda medio confuso, ya que comenzás la narración en presente y terminás con "nunca más PEGUË" mi oído a la tierra, cuando medio cuento habla de la relacion de la protagonista con las voces profundas ¿no?
Cosas para revisar y redondear. Seguro que releyéndolo, las encontrarías por vos misma.
Espero que no te haya molestado mi comentario anterior, no este, sino el de posteo de poesía erótica, porque no me respondiste y sé que sos muy prolija para eso.
Por este, linda, me podés odiar, pero estoy seguro de que sabés que lo hago por tu bien.
Lehitraot
No tengo porqué odiarte, Gavrí, dijiste cosas ciertas.
EliminarEste cuento es muy viejo y lo remodelé bastante, pero no lo suficiente. Con los tópicos tengo una lucha feroz, sin embargo se me escapan.
No estoy pasando un buen momento en general y menos con la escritura. Tengo material esbozado que no logro redondear y varios textos que desheché sin terminarlos.
No leí tu mensaje del post de poesía erótica porque no recibí ninguna notificación por mail y acabo de enterarme ahora, leyendo este comentario. Así que ahora voy a para allá, seguramente para recibir otra paliza... jajaja!!!
Me alegra mucho que puedas volver a conectarte.
Muchos saludos y gracias por el trabajo que te tomaste.
beautiful blog kisses charles
ResponderEliminarThanks for your comment, Charles.
EliminarPerdón por mi tardanza.Tu relato hace pensar en la eterna dualidad :Vigilia/sueño.Estoy ya de vacaciones y publicaré con menos regularidad..el calor y la inspiración...¿En contradicción? Un abrazo,poetisa.
ResponderEliminarJuan, en el verano hay que desconectarse, recuperar fuerzas para después volver con más impulso creativo. Hay que permitírselo. Gracias por venirte hasta el sur ¡y a disfrutar!
EliminarAbrazo.
mil gracias por tu huella Mirella
ResponderEliminarabrazos y ten un viernes precioso
:D
Gracias a vos, Elisa, por tus saludos y buenos deseos.
EliminarAbrazo.
Qué maravilla de relato, sentimientos profundos y captación de detalle mínimos en los que una no repara. Triste y dulce a la vez. Besos.
ResponderEliminarBienvenida a este lugarcito y me alegro por te gustara lo que leíste.
EliminarTe devolví la visita, pero veo que te tomaste un tiempo de descanso.
Muchos cariños RosaMaría.
Magistral, impactante! Hacia tiempo no leía algo semajante. Te felicito. Un placer visitarte. Pronto regreso.
ResponderEliminarhttp://cuentosdensueno.blogspot.com
Gracias Marilyn por tu comentario tan favorable y por la visita.
EliminarHasta prontito.