© Mirella S. — 2012 —
La ciudad de los Malos Aires se está pudriendo
lentamente. Un tufo nauseabundo sube desde las veredas, y las calles gimen
entre estertores. Se pudre mientras todavía está viva, como si se estuviera
devorando a sí misma: su carne de hormigón carcomida por agujeros, que dejan a
la luz arterias perforadas y el barro de la sangre.
Nadie parece advertir que el monstruo agoniza. Sus raíces
están débiles, se estremecen; levanta sus miles de manos hacia el cielo turbio,
las torres de sus dedos parecen pedir clemencia. Sin embargo sus habitantes siguen
corriendo en su afán de acumular bienes, que cuando dejan de ser de última
generación, son abandonados en la calle, en montículos que crecen pavorosamente
y que el viento y la lluvia traslada de una zona a otra.
Las autoridades por las noches largan unos perros negros,
con colmillos de acero, que se atosigan de autos oxidados, carcasas de
heladeras, televisores pasados de moda, pero es tanto lo que tienen que comer
que ahora yacen en sus caniles con indigestión y se han declarado en huelga.
En el horizonte se ve el río, siempre envuelto en
vapores, sus aguas cada vez más oscuras. No es más como dijo un poeta “un río
color león”, es una cloaca que corroe las orillas. El cielo se desploma en esas
aguas putrefactas y se funde en ellas.
Hay calles por las que no se puede circular más. Debido a
la huelga de los perros se usan como vaciaderos de los desechos que
producen los ciudadanos. Los edificios son desalojados, porque las bolsas de
basura llegan hasta los primeros pisos. En las inmediaciones se escuchan
crujidos y temblores: es el asfalto que va cediendo de a poco bajo el peso de
los desperdicios, que comienzan a hundirse en esos cráteres inesperados. Las
autoridades convocan a una conferencia de prensa para difundir la buena nueva:
pronto las calles se tragarán la basura y no se necesitará más el servicio de
los perros, lo que redundará en un beneficioso ahorro para sus arcas. Instan a
la ciudadanía a colaborar, no dejando afuera ningún desperdicio por el espacio
de una hora. Hay descontento general y los ciudadanos protestan arrojando
cáscaras de naranjas, huesos de pollo y huevos por las ventanas.
Llegan las fiestas y por problemas de importación no hay
cohetes ni elementos de pirotecnia.
La noche se ve lúgubremente vacía, silenciosa. Los ciudadanos descorchan una
botella tras otra, se asoman a balcones, ventanas, buscando el fulgor de alguna
estrella perdida. Sólo está la bruma y el hedor.
Alguien con la chispa creativa del vino, improvisa un
arco, embebe una escoba en alcohol, la enciende y la lanza a la noche. Es
imitado por las señoras, que prenden las velas aromáticas y organizan apuestas
para ver quién las arroja más lejos. Se unen los niños, raspan un fósforo tras
otro y la noche se viste de pequeñas luciérnagas que parpadean su efímera luz.
La ciudad
ha recuperado la alegría: el fuego vuela, cae, se multiplica en llamas. La
basura arde, se retuerce, escupe humo, se licúa. Los edificios colapsan, los
ciudadanos caen de sus balcones y ventanales en el limo candente que corre por
las calles. Aún sostienen en sus manos las copas del brindis. Es medianoche.
© Mirella S. — 2012 —
Ciudadanos como fantasmas, ajenos a las cloacas y a la putrefacción y al horror. Me ha gustado.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias Jaal, parece ciencia ficción, pero esta ciudad se está tornando difícil de habitar y a los que la queremos, nos duele.
ResponderEliminarSaludos
Tu cuento es un poema, me encantan las metáforas. Esta frase: "levanta sus miles de manos hacia el cielo turbio, las torres de sus dedos parecen pedir clemencia.", me encantó. Encierra un realismo profundo. Me gusta mucho tu estilo, seguiré leyendo un poco más de lo que has escrito. Ya mismo te sigo para ver tu proceso. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarbesos.
Gracias Carlos, bienvenido, qué bueno que te haya gustado el texto.
ResponderEliminarCosa rara en mí, lo escribí esta tarde casi sin corregirlo,
llena de indignación por lo que esta ciudad se está convirtiendo.
Un abrazo
Guau!! Impresionante!!! Me ha encantado!!!
ResponderEliminarun abraxo!
Gracias Marilyn, nos seguimos leyendo!!!!
ResponderEliminarCariños
El panorama es Kafkiano. Y ni hablar del jefe de gobierno...Un abrazo.
ResponderEliminarEs kafkiano y pronto nos convertiremos en cucarachas, deambulando entre la basura...
ResponderEliminarBesos
En ocasiones, un elemento nos lleva a ver las ciudades, nuestras ciudades, en su verdadera dimensión, por nefasta que esta sea.
ResponderEliminarUn abrazo.
Uno las ama, las transita y duele ver como entre todos, los de arriba y los de abajo, las destruimos.
EliminarGracias por venir!!!
Saludos
Gracias Mirella por tu amistad,tienes mucho talento y un blog magnífico,me agrada compartir afinidades con almas sensibles!!
ResponderEliminarUn gran saludo,
Ana.
Ana, nos seguiremos encontrando en este inconmensurable mundo de los bloggers.
EliminarAgradezco tu comentario!!!
Cariños
Muy bien expresado la situación de la ciudad
ResponderEliminarAnrazo
Muy agradecida por tu visita, que retribuiré prontito!!!
EliminarUn abrazo
"En un país muy muy lejano..." No, mentira! Aquí mismo, pronto sino hacemos algo.
ResponderEliminarMe gustó!
Saludos.
Dana, gracias por tu visita!!! Y no es un país muy lejano, es este bien concreto, en el que vivimos y sufrimos la inoperancia de los que tienen que hacer algo y no lo hacen, pero también nuestra propia inercia...
EliminarSaludos
Hola Mirella, qué bueno que tu excelente relato haya terminado bién.
ResponderEliminarAúnque tu ciudad de"Malos Aires" -me gusta el término- tenga aspectos negativos se me ocurre que debe ser una hermosa ciudad para vivir. nunca he estado en Buenos Aires.
Gracias por tu visita, Mirellla.
Abrazos a la chilena,
Ian.
Gracias Ian por contestarme. Buenos Aires era un bello lugar para vivir, pero tristemente se está convirtiendo en un caos sucio, sin una correcta planificación y en progresiva decandencia.
EliminarAbrazos a la italiana/argentina
bastante oscuro el relato... pero no por ello menos cierto, si seguimos así terminaremos en un basurero!!!!
ResponderEliminarLas grandes ciudades se van volviendo cada vez más oscuras, por la falta de acción en los dirigentes y por la indiferencia de la gente que las habita.
EliminarGracias por la visita!!!
Saludos
Son los habitantes los que describen con precisión su ciudad. Son las huellas y ojos que saben como se vive allí. En todo caso Mirella admiro Buenos Aires, es una ciudad bella que adoré conocer.
ResponderEliminarUn beso, agradecida por tu visita.
Gracias Taty por leerme. Vivo en un piso 20 y en estos últimos días un olor tan desagradable, a descomposición orgánica, llegaba hasta mi balcón, que me llevó a escribir este relato, con mucho dolor, porque amo esta ciudad.
EliminarCordiales saludos
GRACIAS QUERIDA AMIGA POR TUS MENSAJES Y POR VENIR SIEMPRE A MI SITIO.
ResponderEliminarES UN PLACER PARA MI, UN BESO ENORME.
QUE TENGAS BONITO DIA.
CARIÑOS
PD ESA SELVA DE CEMENTO SE DESGARRA DE A POCO...BUENOS AIRES YA NO ES LA MISMA POR MUCHAS COSAS. TE FELICITO POR TU TALENTO, EXCELENTE TEXTO.
También yo te agradezco que me leas y si el texto tiene algún valor es porque lo escribí desde las entrañas.
EliminarAbrazo
Mirella Fabuloso relato gracias por su visita.
ResponderEliminarFeliz Navidad para ti y su familia
Saludos de José Ramón
Gracias José Ramón, veo que has tenido paciencia y te lo leíste todo.
EliminarSeguiremos intercambiando lecturas.
Abrazo y mil felicidades!!!