Foto: Valeria Cammareri |
Llegó puntual al
bar donde Bruno la había citado. Él le hizo señas desde una mesa en el fondo
del local. Piera se ubicó en la silla de enfrente y permanecieron en silencio,
sin saludos ni miradas.
Observó que a su
derecha había una pared de vidrio por la que se veía un patio, radiante de plantas
y flores. Se abismó en sus formas y matices para olvidar que estaba allí.
—Te quería
avisar que me voy del país… —la voz astringente de Bruno la sobresaltó y volvió
al interior del bar, a la mesa, a su cara en un contraluz que le bordaba
sombras. Ante su mudez, él continuó—: Sé que cometí errores, sobre todo con vos
y también con la Rusa. No entiendo por qué el viejo se casó con ella pero
admito que se ocupó de todo, de él y no por la plata que ni estaba enterada de que
había. Yo se la administraba a babbo.
—¿A dónde te
vas? —lo interrumpió, deseaba irse pronto.
—A Miami. Un
banco suizo abrió una sucursal allí y me dieron una gerencia.
—Felicitaciones,
esconder el dinero fue siempre lo tuyo.
—Estuve mal y te
pido perdón, Piera —la voz le salió enronquecida, apenas audible.
Todos los
reproches que tenía a flor de labios se los tragó como a un bocado amargo. Lo miró
a los ojos, esos ojos de brea caliente como los del padre y dijo:
—Hace poco
comprendí el motivo por el que babbo se casó con Sonia. Fue para asegurarse de
que alguien me cuidara, él no se sentía capacitado. Nuestra familia estaba
formada por duplas en el afecto: Renzo amaba a Luciana, que también lo amaba
pero menos o de otra manera. Para ella su hijo preferido era Elio, vos querías
más a babbo y él te correspondía. Yo a Elio y él a mí.
—¡No lo
menciones! —exclamó Bruno con vehemencia—. Él es un traidor, menos mal que nuestra
madre se salvó de ese disgusto.
—Supe lo ocurrido,
es innecesario remover mierda vieja.
Bruno apretó el
puño que tenía apoyado en la mesa y se le marcaron los nudillos.
—Somos hermanos
y somos dos extraños. No sabés nada de mí. —Su mirada estaba hecha de tormentas.
—Es mutuo
—contestó ella con una calma glacial.
—Aunque no lo
creas, de chico también sufrí. Era inseguro, lleno de anhelos, todo giraba
alrededor de él. Mamá lo adoraba;
babbo, dentro de su parquedad, se sentía orgulloso de su inteligencia, del
magnetismo —levantó la mano y llamó al mozo—. Tráigame otro whisky doble.
Piera permaneció
muda, sentada en el borde de la silla y pensó que el silencio es una forma de
violencia.
—Mientras ése obtenía todo lo que quería, yo me
quedaba con las ganas. Me hubiera gustado ser músico, guitarrista como Eric
Clapton, formar una banda. No se lo comenté a babbo porque a él de la ópera no
lo sacabas. Hablé con ella que me gritó ¡estás
loco, eso cuesta plata y no la tenemos! Cuando babbo se enteró dijo que
podía pedir un préstamo a los abuelos en Italia, con la condición de que me
dedicara a la música clásica. Empecé a trabajar a los
nueve años en lo que fuera,
repartiendo diarios o mercadería a domicilio. Cuando los viejos se enteraron de
que esos ahorros serían para pagarme las clases de guitarra, me los sacaron y
tenía que darles cada centavo que ganaba.
Se llevó el vaso
facetado a los labios y su cara se contrajo. Un último rayo de sol que entraba
por el ventanal dibujó una cimitarra de luz en su frente. Piera no hallaba
frases de consuelo, la distancia entre ellos había sido tan grande que
demandaba más que las palabras confesionales de su hermano para acortarla.
Le apoyó la mano
sobre el puño todavía cerrado y recordó el gesto similar que había hecho para
despedir a su padre muerto. Bruno abrió el puño pero no retiró la mano y el
frío que desprendía su piel se fue entibiando en contacto con la palma de
Piera. Ella se preguntó si podría perdonarlo, no desde lo racional, sino desde
el fondo de la sangre que los unía.
Bruno intentó
una sonrisa; su boca era una cicatriz abierta.
—Micaela fue la
única a la que amé y él no tuvo
reparos en enroscarla con sus seducciones para arrancármela. A pesar de mi mal
genio ella me quería y me apoyaba. Apareció él, un héroe que regresa después
del exilio, la deslumbró y todo se fue al carajo. El mayor dolor fue la
traición, los encuentros furtivos a mis espaldas. —Bruno, echando la cabeza
hacia atrás, bebió lo que quedaba en el vaso. Siguió—: después no quise más a
nadie y las minas* van y vienen, sin que me dejen ningún sentimiento una
vez que pasó la calentura.
—Yo no tenía
nada que ver en esa historia. Tampoco me quisiste.
—La diferencia
de edad, no te tuve paciencia, me centré en la guita*, en cómo aumentarla para
concretar mi proyecto, una actividad que se volvió obsesión y me hizo olvidar el verdadero objetivo. Por un lado fue mi salvavidas, pero también me llevó a la
soledad más absoluta —calló y miró por el ventanal las plantas que se
impregnaban con la débil luminosidad del crepúsculo—. Además te tuve celos y
bronca. Vos, la pulguita por la que nadie daba dos mangos*, te saliste con la
tuya y sos artista plástica… Y muy buena.
—Si babbo me
permitió entrar al Bellas Artes fue porque en su depresión no podía participar
de mi futuro. César me estimuló a que siguiera los estudios superiores.
Hubo silencios, en los cuales cada uno se
encerró en ese cuartito escondido que se guarda para ampararse de las
situaciones en las que se acaban las palabras y permanecen aquellas que no
deben pronunciarse. También lograron rescatar momentos que les arrancaron
sonrisas viejas y cuyo eje era el amor que se tenían sus padres.
—Me tengo que
ir, Piera, mañana viajo. Te deseo lo mejor.
Pagó la cuenta;
el café de Piera, intacto, era una fría mancha marrón dentro del pocillo. Se
dirigieron hacia la puerta del bar, se miraron a los ojos y él, con el mentón
tembloroso, la rodeó fuertemente en un abrazo callado.
—Suerte en tu
nueva vida, gracias por despedirte y cuando tengas ganas comunicate —dijo Piera
y él asintió mientras se alejaba algo tambaleante.
Caminó sin
rumbo, repasando cada frase, cada confidencia. Como hologramas, en su mente surgieron imágenes inconexas que, al llegar
a su casa, agruparía en el cuaderno: palabras que contenían las lágrimas
que no había vertido. O las pintaría en una tela, con los colores de esa tarde, de sus
emociones, para sellar la despedida.
Glosario:
Mina: mujer, muchacha.
Guita: dinero.
Guita: dinero.
Mangos: pesos.
La próxima semana publicaré el último capítulo.
Queridos
amigos, no voy a poder contestar los comentarios,
estoy con
un grave problema familiar.
Gracias a todos y abrazos.
Sinopsis
Piera (1970): rememora y reflexiona sobre momentos claves de su historia. Es maestra de arte y artista plástica. También decide recurrir a la escritura para profundizar más su viaje al pasado.
Luciana, su madre, muere cuando Piera tiene diez años. Renzo, su padre, al poco tiempo de enviudar se casa con Sonia (la Segunda). Es profesor de francés, italiano y latín. Cae en depresión con la muerte de Luciana. Elio, es el hermano dieciocho años mayor, muy querido por Piera. Es periodista. Estuvo poco en la casa, durante la dictadura militar tuvo que exiliarse. Bruno es el segundo hermano -con el que Piera se lleva mal- es agente financiero y su única preocupación parece ser el dinero. Tiene una feroz pelea con Elio, que es echado de la casa por su padre. Ella desconoce lo que ocurrió entre los hermanos.
César es abogado, Piera se casa con él a los veintiún años y se separa cinco años después. Es César quien le da indicios sobre el secreto familiar. Piera visita a Micaela (que fue la novia de Bruno) y ella le confirma la sospecha de César: que con Elio eran amantes.
Al poco tiempo de separarse de César, muere repentinamente el padre de Piera y Bruno vende la casa familiar sin consultarla. También hace trampas con el testamento. Ante la soledad de Sonia, Piera empieza a acercarse a ella. Piera encara a su hermano y obtiene su parte de la herencia y la de Sonia.
© Mirella S. — 2017 —
Perecer ser que la reconciliación entre ambos es posible, o al menos este encuentro ha despejado algunas dudas. Si todo lo que afirma Bruno es cierto, también creo que es normal que este un poco resabiado, porque la relación en casa tampoco fue un camino de rosas, ya que pienso que los viejos no se portaron con él nada de bien. Piera ignoraba muchas de estas cosas, y ahora puede que cambie en parte el concepto que tenía de él. De todas formas Bruno, quiere mantenerse firme, y ese ahogo y pena lo lleva por dentro. No explotar a llorar delante de ella, yo creo que en el fondo tan borde no es. Esperamos el capítulo final, con ansiedad.
ResponderEliminarBesos y abrazos Mirella.
Por cierto Mirella "Guita" aquí le damos también el mismo significado; yo al menos siempre lo he conocido como "dinero".
ResponderEliminarHasta luego hermosa.
Woww ahora entiendo...generalmente a los que parece no importarle nada tienen una historia como la que Bruno se guardó tanto tiempo.
ResponderEliminarIncreíble!!
Besos!! Genia.
Si ha habido algo que ha unido a estos dos hermanos es el poco afecto que han recibido, no han sido criados con amor y por lo tanto tampoco han sabido entregarlo, qué difícil crecer en un entorno que solo espera de ti y a cambio te da tan poco. Será difícil porque poco les une a parte de la sangre, pero ahora que los dos se han abierto, espero que en algún momento se den la mano sin reproches ni malas palabras.
ResponderEliminarSe empieza a cerrar la historia Mirella, y me da mucha pena.
Un beso enorme.
El silencio puede ser violencia.
ResponderEliminarY las despedidas son siempre tristes, son como muertes en miniatura, incluso entre los que no se llevan bien.
Son anticipos de lo que seremos.
Besos.
La falta de comunicación, en este caso también la diferencia de edad, y el no "intentar" comprender o al menos dialogar. Claro que crecieron en un hogar especial y cuando el amor que se necesita es ausente o no el debido, siempre cuesta más la cercanía. Me alegro que al menos los dos hermanos después de la confesión de él, Piera pueda quedar más tranquila.
ResponderEliminarEstupendo también este capítulo.
Un fuerte abrazo, Mirella.
Qué hermoso capítulo Mire. Cada diablo tiene su historia, ¿no? Por acá dicen que la burra no era arisca, que así la hicieron. Me ha gustado mucho el capítulo, poder ver la otra parte de este personaje. Creo que seguirán en contacto, que el gesto de Bruno ha sido un bálsamo reparador que ha tendido un puente, y alguien así de solo, necesita una amiga y confidente.
ResponderEliminarAquí: "sin que me dejen ningún sentimiento una vez que pasó la calentura.", me parece que quedaría mejor pasa en vez de pasó, pero tú sabes de eso.
Te abrazo fuerte amiga querida. Beeeesos y abrazos.
El arte nos redime. O nos acoge. Nos ayuda a comprender o más bien a reinterpretar la realidad.
ResponderEliminarGenial tu texto, Mirella. Un abrazo.
Bruno como muchas personas fue modelado por el entorno, padre, madre hermanos, todos le fueron dejando su parte buena o mala. Le quedaba luego sobrevivir en ese mundo e hizo lo que pudo y como pudo. Las confesiones de Bruno, ayudaron a Piera a comprenderlo.
ResponderEliminarMuy buena historia.
mariarosa
las despedidas suelen cerrar historias
ResponderEliminarmejor no remover
besos
Como lectores, Mirella, ya podemos trazar un retrato más preciso de Bruno y de sus padres, tan románticos y preocupados de dar una educación europea a sus hijos, pero muy poco hábiles para mostrar cariño y comprenderlos. ¡Claro! eran tan románticos y apasionados, que luego nos les quedó apenas amor para sus vástagos, lo cual se ve mucho más claro al conocer la desgraciada vida de Bruno.
ResponderEliminarTambién coincido en que el silencio puede servir como una forma de violencia.
Como recurso de la trama, me ha gustado que conviertas a una "pared de vidrio" (por la que se veía un patio...), como un tercer protagonista mudo, con el que evadirse o tranquilizarse ambos protagonistas.
Los diálogos siguen siendo muy expresivos y bien diseñados.
Me despido, compañera, encantada de leer este capítulo y por supuesto a la espera de la continuación.
Un abrazo enorme y feliz semana.
Ahí mismo se encontraron...
ResponderEliminarY ahí mismo se dijeron adiós...
No cabía de otra si ninguno de los dos estaba dispuesto a mover ficha...
Lástima!
Como lástima es también que sólo quede una entrada para el cierre.
:(
Besos, mi Bella Dama.
Todos tienen su corazoncito y todos guardan en el los desarraigos, las indiferencias y la soledad que aprisiona, todos somos como somos por algo o por todo lo que ocurrió en nuestra infancia y no disculpo. No me corresponde. Te espero la semana próxima. abrazos y cariños
ResponderEliminarHola Mirella!! Me ha parecido preciosa la forma de narrar las diferencias entre dos hermanos que han sufrido, pero que parece que en silencio aún se quieren algo, a pesar de lo sucedido. Quizás llego algo tarde a la historia, pero espero continuarla desde aquí! Un saludo!!
ResponderEliminarHola, amiga. El capítulo de la verdad porque queda patente la relación entre esos dos hermanos que no se conocen y sin embargo, se rechazan casi por instinto.
ResponderEliminarCreo que necesita un repaso, porque por ahí te salteaste alguna explicación en las alocuciones de los diálogos. Eso de "dijo tal". Y al no poner al personaje y poner el verbo de acción solamente, queda raro.
Me pareció muy intenso y más que nada, muy verídico. Una real relación de hermanos que se tienen pica.
Un abrazo grande, Mirella.
Hola Mirella, parece que al final hay una especie de reconciliación entre hermanos, que aunque no parece que pueda ser absoluta, por lo menos está el sentirse un poco comprendidos por el otro. Nos queda otra sensación de Bruno, del que teníamos un mal concepto, y parece que también arrastraba lo suyo.
ResponderEliminarHa sido un episodio muy interesante y aclarador que nos deja a la espera de la resolución final.
Un besazo Mirella, y te mando muchos ánimos con tu problema familiar.
Dice mucho de la animadversión que siente Piera hacia Bruno cuando se abstrae y se escapa mentalmente “por el jardín”, más aún que llamarle ladrón. Y sí, es verdad, el silencio puede ser una forma de violencia.
ResponderEliminarMe gusta la manera que tienes de definir los ojos de las persona, en el capítulo anterior los de Sonia, (cuarzo) y este los ojos de brea caliente, así como la manera de hacer incidir la luz, esta vez por medio de un vaso. Funciona muy bien el equilibrio entre el coloquio, la voz narradora y los gestos de los que intervienen.
Al fin algún rasgo humano de Bruno que nos habla de sus debilidades, de los sufrimientos de juventud, aunque hay también cierta manera de justificación (por parte de él), al exponerlo como eximente de su conducta.
Un abrazo grande Mirella. Hasta muy pronto.
Hola Mirella. Yo creo que Bruno ha querido acercarse a Piera y contarle lo que se calló durante tantos años. No me ha parecido tan malo, más bien bueno. Veremos al idealizado Eliot por donde sale. Que relato tan bien escrito. Espero el final con impaciencia. Besos grandes.
ResponderEliminarLa foto me encanta.
ResponderEliminarQuerida Mirella, lo primero de todo decirte que espero que tu problema familiar se solucione y, si no puede ser, que tengas el ánimo suficiente para enfrentarlo. Te mando un cálido abrazo y toda mi simpatía :)
ResponderEliminarRespecto al texto, en varias ocasiones me he sorpendido pensando ¡pero qué bien escribe esta mujer! Realmente usas unas imágenes tan delicadas y sutiles, tan originales, que es imposible no sentirse cautivada.
Me alegro de que Piera y Bruno, de algún modo, hayan hecho las paces; o al menos hayan puesto los cimientos para hacerlas en un futuro. Quizás la distancia y las confesiones de esa tarde les ayuden a echarse de menos... Queda claro que hay que conocer las motivaciones de las personas para comprender por qué son como son. No es que queden excusadas de sus comportamientos si han sido negativos, pero al menos se les puede quitar parte de culpa.
Un capítulo estupendo, ¡me ha encantado! :)
Espero que estés de vuelta prontito. ¡Cuídate mucho y ánimo!
Ahora que la historia se va terminando y la vemos con un poco de perspectiva, nos damos cuenta del enorme trabajo que te ha tenido que llevar trazar la vida de cada uno de los personajes y sus circunstancias para forjar toda la trama. En este capítulo conocemos un poco más de Bruno, que hasta ahora era un personaje oscuro y ahora nos muestra algo de su interior y de su humanidad.Nada es blanco o negro, hay matices y tus personajes los tienen y eso los hace reales y creíbles.
ResponderEliminarEspero Mirella que el problema familiar al que aludes al final quede en nada y todo se solucione lo mejor posible. Mucha suerte. Un abrazo.
Mirella espero que tu problema familiar se resuelva pronto y de la mejor manera posible, un beso enorme.
ResponderEliminarRespecto al capítulo de hoy me has hecho pensar en todas esas heridas que no se hablan y se cierran en falso y duelen, muchas veces las conductas de las personas aunque no las entendamos buscan no sufrir aunque algunos acaban haciendo sufrir a otros. Esa incomunicación de la familia de Piera la han acabado pagando todos los miembros de una manera o de otra, qué triste que no seamos capaces de hablar de todo aquello que nos daña.
Un beso enorme
Lo primero, espero que ese problema familiar se solucione pronto. Un fuerte abrazo, querida amiga. Por otro lado, en este capítulo consigues cerrar el círculo de la relación de Piera con Bruno, desde luego nadie es malo absolutamente. Siempre se esconde la frustración detrás una mala actitud. Un fuerte abrazo!
ResponderEliminarMirella, este capítulo abre de par en par la personalidad de Bruno, y nos muestra las motivaciones que fueron formando su carácter y su codicia por el dinero. Es el gran actor de este tramo de esta nouvelle que te está quedando impecable. Te confieso que la tengo completa en un Word y, a veces, retrocedo para recordar algún detalle. Y en ese ir y venir voy descubriendo la cohesión que tiene toda la trama y, además, la precisión de los giros que le vas poniendo a la historia, el lugar que ocupan cada uno de ellos. La contundencia de esta entrega, que llega casi al final, no hace más que resaltar el todo. Me encantaron los diálogos con esas palabras del lenguaje coloquial que suenas perfectas a los porteños. Excelente trabajo, de veras te felicito.
ResponderEliminarEspero que la gravedad del problema que mencionás se pueda superar. Te mando todos mis buenos deseos para que se resuelva de la mejor manera. Te mando un afectuoso abrazo. Cuidate mucho Mirella.
Ariel
mi dispiace essere arrivata alla fine di questo racconto ma farò in modo capitolo per capitolo di poterlo leggere negli ultimi due capitoli le emozioni arrivano, sei molto brava a scrivere i tuoi personaggi molto concreti. Mi dispiace molto per il problema familiare spero non sia nulla di serio i miei migliori auguri perché tutto si risolva per il meglio. Un grande abbraccio cara, a presto..
ResponderEliminarUn capítulo impresionante. Aunque Bruno no es santo de mi devoción y que ha cometido muchos errores que son difíciles de perdonar, es bueno poder entender algunos de sus porqués. Cada piel tiene una historia, no siempre agradable, y la de este personaje es tormentosa y está llena de frustraciones y dolores mal curados.
ResponderEliminarToda la razón en que, desgraciadamente, el silencio también es violencia. A veces, incluso, hace mucho más daño que las palabras.
Un fuerte abrazo, Mirella, y espero que todo esté bien.
Bueno... Bruno siempre me ha caído muy mal pero ahora se merece una oportunidad, como todo el mundo. Aunque no me caerá mejor! Me ha gustado mucho el capítulo, estaré esperando el desenlace :)) un besazo guapa!
ResponderEliminar·.
ResponderEliminarMe encanta el ambiente intimista que consigues con unas pocas pinceladas.
¡Como escribes!
Un abrazo
· LMA · & · CR ·
Creo que este encuentro puede ayudar a cerrar muchas heridas,... Es una pena Mirella que no conviertas este hermoso relato por entradas en una maravillosa novela por capítulos,...
ResponderEliminarHay veces que uno tiene razones para ser como es.
ResponderEliminarEstuvo bien en sacar su dolor con Piera.
Espero que estés bien, Mirella.
Saludos.